Salud Sexual y Reproductiva, Planificación Familiar

Conocimiento y uso de métodos

Todas las mujeres entrevistadas actualmente unidas y aquellas no unidas que han tenido experiencia sexual conocen o han oído hablar de por lo menos un método anticonceptivo; los métodos modernos más conocidos son la píldora (99%), el condón (98%), la esterilización femenina (97%), la inyección (96%) y el DIU (90%). Con relación a los métodos tradicionales, el 87% conoce el retiro y el 83% el ritmo. El 24% de las mujeres entrevistadas conoce métodos de planificación folclóricos.

El 51% de todas las mujeres entrevistadas, de 13 a 49 años, actualmente usa un método anticonceptivo, esta proporción es de 70% en las mujeres actualmente unidas y de 37% entre las mujeres que no están unidas pero que han tenido relaciones sexuales. De acuerdo con el tipo de método usado actualmente se tiene que el 43% de todas las mujeres entrevistadas está regulando su fecundidad con un método anticonceptivo moderno, mientras que el 7% acude a los tradicionales y el 2% a los folclóricos.

Entre las adolescentes de 15 a 19 años unidas cerca del 60% no está usando protección anticonceptiva, mientras que para este mismo grupo de edad, el 81% de las jóvenes que ha iniciado su actividad sexual no se protege con ningún método.

La prevalencia de uso anticonceptivo de las mujeres de 15 a 49 años en unión, entrevistadas en las comunidades marginales del presente estudio, es de 70%, inferior a la registrada en la ENDS-2000 (77%); para los métodos modernos de uso más frecuente se establecen diferencias importantes en el patrón de uso entre las mujeres desplazadas y las receptoras.

El 59% de las mujeres de las comunidades del estudio empieza a usar métodos cuando no tiene hijos o después del primero. Este valor es considerablemente menor al reportado en la ENDS-2000 (79%), mostrando que en las comunidades estudiadas no es frecuente el uso de anticoncepción para espaciar los nacimientos; las mujeres desplazadas por el conflicto armado son las que en menor proporción empezaron la planificación sin tener hijos y las que en mayor proporción iniciaron el uso de métodos después del cuarto hijo.

La principal fuente de suministro de los óvulos (92%), el condón (70%), la píldora (70%) y la inyección (62%) es la droguería; en el caso del DIU, los centros y puestos de salud del gobierno son los principales proveedores (37%) y en segundo lugar Profamilia (23%). Para la esterilización femenina, Profamilia es la principal fuente de suministro (51%) seguida por los hospitales del gobierno (37%); cerca de las dos terceras partes mencionan otras instituciones privadas diferentes de Profamilia como fuente de suministro.

El 82% de las mujeres que no están usando método intentará usar anticoncepción en el futuro; el método que prefirirían usar en el futuro es la píldora (26%) y en segundo lugar la inyección (20%) y la esterilización (19%). Un importante porcentaje (13%) está insegura sobre el método que desearía utilizar.

El 80% de las mujeres que no usan anticoncepción no recibió información sobre los métodos de planificación familiar, ni tuvo contacto con proveedores en los 12 meses anteriores a la entrevista; este valor está 5 puntos porcentuales por debajo del valor estimado por la ENDS-2000 (85%).

Afiliación al Sistema General de Seguridad Social en Salud

El 90% de las mujeres entrevistadas sabe que la salud es un derecho; el 31% conoce la Ley 100 o del SGSSS; el 62% está afiliada al SGSSS, 2 puntos porcentuales por encima del encontrado para el total de mujeres en la ENDS-2000 (60%).

La mayor proporción de mujeres pertenece al régimen subsidiado: 31% a empresas Administradoras del Régimen Subsidiado (ARS); el 21% de las mujeres respondió que están vinculadas al SGSSS, el 9% pertenece al régimen contributivo. El 28% de las mujeres entrevistadas no sabe qué derechos tiene como afiliada al sistema de salud.

Las mujeres desplazadas por el conflicto armado son las que en mayor proporción (58%) no están afiliadas al SGSSS y las receptoras las que en mayor proporción están afiliadas (82%). Al indagar por las causas de no afiliación al SGSSS se encontró que el 25% de las mujeres que no están afiliadas espera que le hagan la encuesta del SISBEN, el 23% no sabe qué trámites debe adelantar, el 23% no salió calificada para el régimen subsidiado y un 14% está esperando los resultados de la encuesta SISBEN.

Los programas de promoción y prevención en salud son conocidos por mínimas proporciones de entrevistadas 4 y 5 % respectivamente. Este resultado coincide con la baja participación de las mujeres en sesiones educativas de prevención; el 89% de las mujeres entrevistadas no ha asistido a ninguna charla sobre salud básica familiar, el 88% no ha asistido a charlas sobre salud sexual y reproductiva y el 97% no ha participado en charlas sobre derechos sexuales y reproductivos.

ITS/SIDA

El 97% de las mujeres entrevistadas conoce o ha oído hablar del VIH o del SIDA. Entre las mujeres que consideran que el contagio del virus del SIDA se puede evitar, las formas más reconocidas son el uso del condón (55%), evitar el contacto con personas infectadas (34%), no tener conductas promiscuas (21%) y el manejo cuidadoso de la sangre e instrumental médico (17%). El 19% de las mujeres que conocen el VIH/ SIDA no sabe cómo evitar su contagio.

De las mujeres que conocen el VIH/SIDA, el 70% onsidera que una persona con SIDA puede lucir saludable; el 90% que puede transmitirse de la madre al niño durante el embarazo o la lactancia y el 47% que hay una prueba específica para detectar la presencia del virus.

El conocimiento de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) es mayor entre las mujeres de las comunidades estudiadas (79%) que en contexto general del país (58%) según la ENDS-2000, pero mientras en las comunidades del estudio el 28% de las entrevistadas no puede identificar ninguno de sus síntomas, en la ENDS-2000 este valor es sólo del 5%.

El 13% de las mujeres entrevistadas tuvo alguna infección vaginal en el transcurso del año anterior a la encuesta. Esta prevalencia de ITS es alarmante teniendo en cuenta que el único referente nacional para este indicador es la encuesta sobre Conocimientos, Actitudes y Prácticas relacionadas con Infecciones de Transmisión Sexual, SIDA, Enfermedades Cardiovasculares, Cáncer y Accidentes, que adelantó Profamilia para el Instituto Nacional de los Seguros Sociales en 1993, y que arrojó una tasa de prevalencia de ITS en la población femenina del 1.1%.

Los más altos niveles de contagio por parte del compañero se encuentra entre las mujeres de 20 a 24 años, las solteras con relaciones, las mujeres con menores niveles de educación, las mujeres de la Región

Atlántica y las mujeres desplazadas por el conflicto armado. El 68% de las mujeres que tuvieron una infección vaginal en el año anterior a la encuesta acudió al médico, el 12% se auto-recetó, el 11% buscó ayuda de un amigo o pariente y el 10% buscó atención en droguerías.

Citología Vaginal y Autoexamen de Seno

El 19% de las mujeres de las comunidades marginales estudiadas no conoce la citología vaginal, mientras que el 24% no se ha hecho el examen; la prevalencia de toma de citología para el año anterior a la encuesta es del 33%. Cerca de la mitad de las mujeres entrevistadas no conoce el autoexamen de seno; el 26% de las mujeres que lo conocen se ha realizado alguna vez este autoexamen.

Violencia contra las Mujeres y los Niños

Las mujeres de las comunidades estudiadas están más expuestas a episodios violentos que el conjunto nacional registrado en la ENS-2000: al 51% de las mujeres alguna vez unidas el cónyuge le exige saber siempre a dónde va; el 36% se ha sentido ignorada por su cónyuge; al 35% el cónyuge le ha impedido tener amigas o amigos; el 33% ha sido acusada de infidelidad por su cónyuge.

Un 63% de las mujeres alguna vez unidas ha recibido gritos y regaños de su cónyuge, al 46% le ha dicho palabras ofensivas, el 32% ha sido humillada por su cónyuge y el 25% ha sido menospreciada por él frente a otros. La amenaza más común por parte de los cónyuges es el abandono y la búsqueda de otra compañera (34%), en segundo orden quitarle los niños (26%) y en tercero quitarle el apoyo económico (22%).

El 52% de las mujeres alguna vez unidas entrevistadas ha sufrido alguna forma de maltrato físico; el 44% ha sido empujada por su cónyuge, el 41% ha sido golpeada con la mano por él, el 18% ha sido arrastrada o pateada, el 15% ha sido golpeada con un objeto duro, el 14% ha sido forzada a tener relaciones sexuales y en igual proporción ha sido amenazada con armas por su cónyuge.

El 68% de las mujeres alguna vez unidas que ha experimentado violencia física por parte de su cónyuge y que sufrió alguna lesión, no acudió al médico; el 17% acudió al médico y recibió información sobre las formas para buscar protección y los mecanismos para denunciar el maltrato y, el 15% acudió al médico pero no recibió ningún tipo de información. Entre las mujeres alguna vez embarazadas, el 20% ha sido objeto de algún tipo de violencia física durante el embarazo.

El 39% de las mujeres que ha sufrido alguna forma de violencia pidió ayuda; las principales razones expuestas para no pedir ayuda ante las situaciones de maltrato son: sienten que los daños no fueron serios (23%), miedo a recibir más agresión (17%), no desear dañar al agresor (17%) y puede manejar la situación sola (16%).

El 9% de todas las mujeres entrevistadas ha sido forzada a tener relaciones sexuales por personas diferentes al cónyuge. Los desconocidos son los agresores sexuales más frecuentes (27%), seguidos por los amigos (22%), los ex-maridos (15%) y los parientes de ella (11%). Entre las mujeres desplazadas por el conflicto armado, los desconocidos son los agresores más frecuentes (36%) a diferencia de las mujeres receptoras quienes han sido agredidas sexualmente en mayor proporción por amigos (28%).

Los golpes y castigos físicos a las niñas por parte de los cónyuges de las entrevistadas o padres biológicos de éstos (57%) y por las mismas mujeres entrevistadas (63%) son más frecuentes en las comunidades marginales estudiadas que en el contexto nacional reflejado en la ENDS-2000 (43% y 47% respectivamente) y, particularmente mayores entre las mujeres con menores niveles de educación y las mujeres desplazadas por el conflicto armado.

Cuando se les preguntó a todas las mujeres si consideraban que el castigo físico era necesario para educar a las hijas, el 52% mencionó que nunca era necesario utilizar el castigo físico, el 47% que algunas veces puede ser necesario y el 0.9% que debe utilizarse frecuentemente.

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