¿De dónde sos vos? Personajes de Marinilla

Marinilla
Este pueblo paisa -sobre la Autopista a Bogotá- ha producido varios personajes.

De_Donde_Sos
Algún día de mediados del siglo XVI, cuando la Colonia en América era aún joven, llegó a la provincia de Antioquia el curioso nombre español de Marinilla. Se utilizó para designar, en algunas escrituras públicas, un extenso valle del oriente de la provincia.

Es curioso que por esos mismos años, en su novela La ilustre fregona, Miguel de Cervantes mencionara una ventera de nombre Marinilla que, con el paso del tiempo, tendría pocas tocayas. Sea como fuera, en 1664 llegó al valle antioqueño de Marinilla el sacerdote franciscano Miguel de Castro Rivadeneira, y construyó allí una capilla para los españoles que con él llegaron. La consagró a San José.

Algo más apartada hizo otra capilla para los indígenas, “indios que él mismo había ido sacando de esos montes”, según documentos de la época. Un siglo más tarde, en 1787, el pueblo de San José de la Marinilla había crecido en habitantes y en cultura comercial cuando llegó de visita oficial el “Regenerador de Antioquia”, José Antonio Mon y Velarde. El poblado no sólo había crecido, sino que aspiraba al honroso rango de “Villa”, que en toda la provincia ostentaban tan sólo Santa Fe de Antioquia y, desde hacía poco, Medellín.

El rey Carlos III, mediante cédula real, había solicitado al virrey Espeleta la visita de rigor, orden que estaba cumpliendo al pie de la letra el oidor Mon y Velarde. Marinilla, quedaba entonces a dos largos días de camino de mulas desde Medellín, justo en donde se iniciaba la trocha pantanosa que se extendía al oriente hasta el eje principal del virreinato, el río Magdalena. Isidro Peláez, el alcalde de San José de la Marinilla cuando llegó Velarde, debía ser ya todo un personaje.

Había obtenido hacía poco el título de médico en Madrid (fue el primer médico antioqueño) y luego ejercería la profesión por muchos años en el oriente de Antioquia. Como médico sería llamado, por ejemplo, a atender la breve enfermedad fatal del primer presidente de Antioquia Juan del Corral, en Rionegro en 1814.

No logró llegar a tiempo, vale agregar. Si el médico de Marinilla era un personaje, el cura párroco Jorge Ramón de Posada lo era más. La historia lo ha elevado al rango de prócer; incluso le han conferido el título de Segundo Libertador de Antioquia.

Pero eso sería más tarde. En 1787, cuando llegó el Oidor, el padre de Posada acababa de llegar a la parroquia de Marinilla tras ser ordenado sacerdote por el arzobispo Antonio Caballero y Góngora.

La visita de Mon y Velarde no tuvo contratiempos, y ese mismo año el Rey firmó la Real Cédula que le otorgó al sitio de San José de la Marinilla el “Villazgo”, con su cabildo y su escribano y su derecho a escudo, blasón y bandera. El censo de entonces reveló un total de 3.937 “almas contados los esclavos mas no la Iglesia y Cárcel”.

Los historiadores se preguntan qué factores influyeron en el desarrollo de la cultura colonizadora de los marinillos: los valores familiares del antioqueño, la lealtad de palabra, el espíritu de trabajo, incluso la relativa improductividad de sus tierras y hasta la elevada fecundidad de sus mujeres tuvieron todos un papel.

El hecho fue que de aquí partieron sucesivas oleadas colonizadoras que sembraron la cultura paisa en un amplio territorio patrio. Poco a poco los marinillos ocuparon el Oriente antioqueño (Granada, Cocorná, San Carlos), el Sur (Sonsón, Abejorral), y partes del Suroeste (Fredonia, Támesis, Valparaíso).

Los paisas que crearon el Viejo Caldas y colonizaron el norte del Valle y del Tolima tienen todos ancestros marinillos. Esa colonización apenas empezaba cuando llegó la Independencia.

Y así, fueron muchos los marinillos que acompañaron a Nariño en la Campaña del Sur y luego siguieron a José María Córdova en todas sus batallas. Eso es, hasta cuando el Mariscal de Ayacucho se rebeló contra Bolívar en 1829; esta vez el pueblo marinillo se puso del lado del Libertador.

Habían pasado cuarenta años desde la visita de Velarde a Marinilla, pero en 1829 seguía estando el mismo cura Jorge Ramón de Posada. En esta ocasión le dijo al general Córdova: “Hoy, con dolor de nuestras almas, no podemos seguirlo en la rebelión contra el Padre de la Patria.

No nos gusta tampoco la dictadura, pero creemos que debe apelarse a otros medios para combatirla.

No consideramos prudente ni patriótico que sea Antioquia la primera en lanzar a este país a los horrores de la guerra civil y fratricida”. Vea usted.

Es sin duda en la historia eclesiástica, y no en la militar, en donde se destacan más los hijos de Marinilla. Un marinillo fue el primer obispo de Medellín.

Este longevo Valerio Antonio Jiménez Hoyos fue llamado dos veces a ocupar el obispado tras su retiro de los altares; y ello por las muertes tempranas de sus menos afortunados sucesores. Desde su sede en Marinilla, dicen manejaba la diócesis.

Vicente Arbeláez, arzobispo de Bogotá durante los años difíciles del anticlericalismo liberal de la segunda mitad del siglo XIX, también fue marinillo.

Exiliado en Roma, monseñor Arbeláez fue cercano asesor del papa Pío IX. Por algo el pueblo cundinamarqués de Arbeláez fue bautizado en su nombre.

Entre los muchos jesuitas nacidos en este pueblo de San José de la Marinilla cabe destacar a Gabriel Giraldo; aquel vitalicio decano de derecho de la Javeriana que en la segunda mitad del siglo XX; puso y quitó ministros porque aseguran él sí sabía para qué era el poder.

La sala de sesiones del Concejo Municipal de Marinilla tiene en sus paredes un centenar de retratos de sus hijos más dilectos. Hay desde óleos valiosos hasta fotografías borrosas.

En todos esos rostros de políticos y curas, de científicos, militares y maestros, de deportistas, reinas de belleza y líderes empresariales; en todos, se nota el orgullo marinillo. Y de paso queda preguntar: vos, de veras, ¿de dónde sos?

Diego Andrés Rosselli Cock, MD
Neuroepidemiólogo e historiador

(Y vos ¿sos de Marinilla? Tomado de www.portafolio.com.co)

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