Dos tumores y sigue con vida

Mastectomía y Cáncer de Seno

Yaneth Rivera es una mujer de 39 años. Desde muy joven su madre la cuidaba con especial esmero para que pudiera estudiar y terminar su carrera de psicología.

Fue una niña consentida, algo desordenada y muy entusiasta. Su casa siempre estaba rodeada de amigos de infancia porque la consideraban una mujer líder en el barrio. Su padre la cuidaba con especial cariño.

Se enamoró de un joven militar que tenía por delante una carrera. Entonces terminó su profesión y se dispuso a casarse para luego encargar su primer hijo. Su vida transcurrió en medio de casas fiscales, batallones, compromisos sociales y ante todo estuvo dedicada al cuidado de sus hijos. Nacieron dos varones que ocupaban toda su vida y su tiempo. (Lee también: El Cáncer de Seno no es Sinónimo de Muerte)

Poco a poco dejó el cuidado de estos pequeños a su madre, para poder trabajar y ayudar a su esposo con los gastos del hogar. Siempre con el temor de recibir una fatídica noticia, porque en ese momento la guerrilla estaba acabando con el país.

Acudía con frecuencia al médico, pero solo cuando realmente consideraba que existía una urgencia para ello. Aunque acudía a los exámenes de rutina, ella consideraba que estaba muy joven para pensar en una enfermedad terminal en su vida.

Combinaba el cuidado de sus hijos, las atenciones a su esposo, su trabajo de psicóloga y los quehaceres de la casa con especial atención.

Un día tomó una larga ducha y sintió un dolor extraño en el seno izquierdo. Parecía más en la costilla que en el seno. No le puso atención porque no era un dolor permanente ni insoportable. Así que el síntoma pasó desapercibido.

Yaneth siguió su vida como si nada pasara. Dejó pasar otro año de vida y ya sus hijos tenían 10 y 12 años. Ya ella había cumplido los 40. Entonces se guiaba por las campañas que escuchaba en radio o televisión sobre la prevención del cáncer del seno. Así que decidió acudir al médico para que le ordenara la mamografía.

Ella recordó aquel dolor que era como una pequeña punzada. Así que espero los resultados y afortunadamente salieron bien. Así que se despreocupó de la situación. La mamografía no revelaba nada significativo. (Ver también: No es el Fin del Mundo)

Pero lejos de imaginarse otra cosa, allí ya se estaba formando un tumor que los médicos no podían detectar porque estaba muy cerca de las costillas.

Transcurrieron dos años más y ya el dolor no se hizo esperar. Nuevos exámenes, nuevas ecografías y allí estaba esa masa que desde hace tres años había aparecido mientras tomaba una ducha en su casa.

Nunca olvidará ese 8 de Agosto cuando llegó al consultorio de su médico y él le comunicó que habían detectado un tumor en su seno izquierdo y que lo mejor era ordenarle una cirugía para extirparle el seno y prevenir que el tumor se expandiera.

Ella sintió que su vida estaba llegando al fin. Para ella el cáncer era sinónimo de muerte. Y lo peor era que sus hijos iban a quedar desprotegidos. El padre dedicado al orden público y ahora ella con una enfermedad grave y mutilante, que seguramente sus hijos no lo entenderían. (Lee también: Tengo otra oportunidad)

Yaneth comenzó entonces la peor carrera de su vida. Solo pensaba en qué sería de sus hijos. El padre en riesgo permanente y ella en esta circunstancia tan difícil. Se sometió a la cirugía y duró más de un mes en recuperación. En ese entonces no había reconstrucción inmediata del seno. Así que el cirujano tuvo que hacerle la mastectomía sin tener otra alternativa que un lado del cuerpo plano y el otro igual.

Pero lo más importante para ella era salvar su vida. Luego de varias sesiones de quimioterapia y radioterapia perdió su cabello, sentía que desfallecía, pero lo importante era curarse de esta terrible enfermedad para seguir acompañando a sus hijos.

Y así lo hizo. Ya esta terrible pesadilla del cáncer estaba atrás. Su pelo había crecido de nuevo, pero el fantasma del cáncer seguía rondando su vida y por eso debía permanecer en controles permanentes. El tumor estaba extirpado, pero las células podrían estar en otro lado de su cuerpo. Pasaron cinco años y todo estaba bajo control.

Pero los exámenes no decían lo mismo. Había metástasis en su seno derecho. Así que nuevamente vinieron los exámenes que confirmaron efectivamente que debía someterse a otra cirugía en su seno derecho. Las noticias eran muy terribles porque veía crecer a sus hijos en medio de esta enfermedad. Ella rogaba a Dios que le prolongara su vida un poco más, al menos mientras crecían un poco sus hijos y su esposo estuviera más cerca de ellos.

La lucha de esta mujer apenas empezaba. Ya había librado dos batallas, Pero no perdía la esperanza de librarlas todas. (Lee también: Sobrevivió 18 años y nuevamente enfrenta el cáncer)

Ya han transcurrido otros 5 años y el cáncer había desaparecido de su vida. Solo espera que al menos pueda ver a sus hijos llegar a la Universidad porque a pesar de los controles permanentes y exámenes que se practica cada año, ese fantasma que ahora forma parte de su vida no la deja vivir en paz.

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