Síndrome de Beckwith Weidemann
Reporte de un Caso
*Jorge Alvarado Socarrás
**Jorge Morales Arroyave
*Felow de Neonatología, Hospital Universitario Clínica San Rafael, Universidad Militar Nueva Granada.
**Pediatra Neonatólogo, Hospital Universitario Clínica San Rafael.
Introducción
Desde su descripción en el años de 1963, el síndrome de Beckwith Weideman es reconocido como un importante desorden genético de sobrecrecimiento. La triada característica de exoftalmos, macroglosia y macrosomía. Su reconocimiento temprano, e incluso diagnóstico prenatal puede ser muy importante por el alto riesgo de hipoglicemia durante el período neonatal temprano, neoplasia en etapas más tardías y asesoramiento genético.
Reporte del Caso
Recién nacido masculino, producto de madre de 16 años, G1P0 quien sufre de asma en manejo con beta dos inhalado. Diagnóstico prenatal de onfalocele y polihidramnios. Además curso con toxoplasmosis diagnosticada en el último trimestre del embarazo, manejada con espiramicina en los últimos 3 meses. Parto por cesárea a las 40 semanas, peso de 3.930 g, talla de 55 cm, onfalocele de 3 x 2 cm, y se traslada a unidad de recién nacidos. Al examen clínico se evidencia macroglosia, lesiones eritematosas en región frontal (nevus flammeus), macroglosia evidente (Figura 1). Realizan: 1. Ecocardiograma que reporta comunicación interauricular tipo ostium secundum. 2. Ecografía renal con leve pielocaliectasia renal izquierda. 3. Ig G reportada positiva para toxoplasma e Ig M: negativa.
Valorado por oftalmología, descarta alteraciones.
Se realiza corrección quirúrgica de onfalocele sin complicaciones y el paciente es dado de alta con seguimiento interdisciplinario.
Figura 1.
Fenotipo característico, donde se evidencia macroglosia y nevus flameus.
Discusión
Una asociación entre hiperplasia adrenal, hemihipertrofia, macroglosia, onfalocele e hiperplasia de los islotes pancreáticos fue descrita por primera vez por Beatty y Hawes en 1955.1 Sin embargo, el síndrome fue descrito de forma independiente por John Bruce Beckwith en 1963 y Hans Rudolf Weidemann en 1964, y se trata de un síndrome raro de sobrecrecimiento, asociado a defectos congénitos, hipoglicemia hiperinsulínica al nacimiento y riesgo aumentado para el desarrollo de tumores embrionarios en la infancia.2
Su incidencia se estima de 1 en 14.000 nacimientos con distribución igual por sexo, aunque la verdadera incidencia puede ser subestimada por casos menos severos no diagnosticados.2,3 Aproximadamente el 85% son esporádicos y un 15% tienen historia familiar positiva, considerándose hoy un trastorno genético autosómico dominante de penetrancia incompleta. Desde de su descripción inicial se han reportado mas de 500 casos. Las mayores características del síndrome son exomfalos, macroglosia y gigantismo, y ha sido denominado síndrome EMG.4
Durante el período prenatal los datos más característicos de este síndrome son: polihidramnios, crecimiento fetal acelerado que se manifiesta principalmente a partir de la semana 25 y que no necesariamente sobrepasa el percentil 90; el onfalocele es característico y la asociación de estos 3 hallazgos debe hacernos pensar en el. Podemos encontrar otras alteraciones, como malformaciones renales del tipo de la nefromegalia y la uropatía obstructiva alta con pielectasia como hallazgo ecográfico. El onfalocele nos hace pensar en el diagnóstico pues se ha descrito entre el 30 – 80% de los casos.
Otros hallazgos de este síndrome son macroglosia en un 99% de los casos, macrosomía 87%, defectos de la pared abdominal 77%, anormalidades renales 62%, hipoglicemia 59%, apéndices preauriculares, nevus flammeus, defectos cardíacos congénitos, hemihipertrofia, criptorquidia, desarrollo de tumor de Wilms en la infancia.2-3-5
Estudios citogenéticos han demostrado que la alteración génica responsable del síndrome se encuentra localizada en el cromosoma 11 (11p15.5) en gran aproximación al gen IGF2, factor de crecimiento tipo insulina. Se han descrito 3 tipos de herencia para este síndrome: la esporádica, la familiar y las alteraciones cromosómicas. Para la primera forma de herencia no se ha identificado riesgo de recurrencia, para la segunda se ha establecido un patrón autosómico dominante que puede presentar penetrancia incompleta y expresión variable. En los dos primeros casos no hay alteraciones citogenéticas, a diferencia de la última en la que se puede encontrar alteraciones del cromosoma 11, como duplicaciones, inversiones y translocaciones.5
Algunos factores de riesgo perinatal que están asociados son: prematuridad, trauma al nacimiento e hipoglicemia.6 En más del 90% de los pacientes se observan marcas faciales al nacimiento, especialmente en la zona de la glabela y en los párpados superiores, las cuales tienden a disminuir durante el primer año de vida. Se observa una asimetría de los surcos auriculares, así como hoyuelos y depresiones circulares en la parte posterior del helix, en más de la mitad de los casos.7
Sobrecrecimiento asimétrico resulta en hemihipertrofia, vista hasta en el 13% de los casos. Se comporta como un signo de mal pronóstico por su relación con la aparición de tumores malignos, que se han reportado con una incidencia entre el 7 y el 10%, y hay reporte hasta del 40% de casos asociados a hemihipertrofias. Las neoplasias asociadas son tumor de Wilms (59%), carcinoma adrenocortical y hepatoblastoma.8,9
En el caso de una de las características más comunes, la macroglosia, se ha discutido la importancia de la reducción de la lengua, cuando hay dificultades en la alimentación, deglución, respiración. Algunos piensan que se debe hacer en varios tiempos para mejorar el resultado.
Otros como McManamy observó que esta anormalidad puede corregirse en algunos casos, ya que el crecimiento mandibular es más rápido que el lingual y hace parecer la lengua normal. En términos generales los rasgos dismórficos involucionan con la edad.10
La patología renal se convierte en marcador pronóstico para los casos que sobreviven a otras alteraciones. Se sabe que son pacientes de alto riesgo de desarrollar enfermedad renal progresiva.
Es frecuente un retardo mental ligero a moderado, relacionado con episodios de hipoglicemia neonatal mal controlados y no con una alteración del sistema nervioso central que haga parte del síndrome, y alrededor del 50% presentan microcefalia.7
Es importante señalar que ni la macroglosia ni el onfalocele son hallazgos imprescindibles. Los rasgos toscos pueden hacer pensar en hipotiroidismo, mucopolisacaridosis o mucolipidosis.
Los surcos de lóbulo de la oreja pueden heredarse como un rasgo aislado.
En el período neonatal lo primordial es prevenir episodios de hipoglicemia, que se comporta como hiperinsulínica y puede requerir, además de la infusión de glucosa, manejo con diazóxido, glucagón, octreotide –antagonista de los canales de calcio– evitando posibles secuencias neurológicas.
Es importante la determinación de cariotipo para detectar alteraciones del cromosoma 11.
Por el riesgo anotado de desarrollar neoplasias malignas, se debe realizar seguimiento imagenológico con TAC o ultrasonido abdominal cada 6 meses hasta los 6 años, cuantificación de marcadores tumorales, alfa fetoproteína cada 3 meses hasta los 6 años y cada 6 meses hasta completar el desarrollo esquelético.
El pronóstico del síndrome es bueno, realizando diagnóstico temprano para prevenir episodios de hipoglicemia y seguimiento para detección temprana de neoplasia.
Bibliografía
1. Beatty EC Jr, Hawes CR. Cytomegaly of the adrenal gland. Am J Dis Child 1955; 89: 463-7.
2. Manzini, AC, Day-Salvatorre D, Turner T, Smullian JC, Vintzileos AM, Intrauterine growth and ultrasound findings in fetuses with Beckwith-Wiedemann Syndrome. Obstetrics and Gynecology; 89(4); 538-42; 1997.
3. Reish O, et. al, Wiedemann-Beckwith Syndrome: further prenatal characterization of the condition. American Journal of Medical Genetics; 107; 209-13; 2002.
4. Olney AH. Overgrowth syndromes. Pediatr Ann 1990;19: 119 – 137.
5. Maher ER, Reik W. Beckwith-Wiedemann Syndrome: imprinting in clusters revisited. The Journal of Clinical Investigation; 105(3); 247-52; 2000.
6. Cohen MM Jr. A comprehensive and critical assessment of overgrowth and overgrowth syndromes. Adv Hum Genet 1989; 18:181 – 303.
7. Malformaciones en el lactante y el niño. Richard M Goodman. Robert J Gorlin. 1986, Salvat Editores.
8. Wiedemann H.R. Tumours anh hemihipertrophy associated with Wiedemann Beckwith Syndrome. Eur J Pediatr. 1983, 141:129.
9. Sotelo – Avela C, Gonzalez Crussi F, Starling KA. Complete and incomplete forms of Beckwith Weidemann Syndrome: their oncogenic potenctial. J Pediatr. 1980; 96: 47-50.
10. McManamy D.D and Barnett J.S. Macroglossia as a presentation of the Beckwith Syndrome. Plastic Reconst Sur 1995, 75: 170-176
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