La Crianza es un Arte

La Crianza Humanizada

Juan Fernando Gómez Ramírez
Álvaro Posada Díaz
Humberto Ramírez Gómez

Editorial

Miguel Ángel Buonarroti decía respecto a la escultura que el arte no consiste en agregar material, como en el caso de la pintura, sino en quitar lo que sobra (el mármol, en su caso), dejando al descubierto la forma que habita en el interior. Quienes conozcan o hayan visto imágenes de los patéticos Esclavos realizados por el escultor, saben que dan realmente la impresión de querer salir de la piedra en la cual están cautivos. Esta idea de Miguel Ángel ya fue utilizada como metáfora, olvidada y cada tanto revalorizada, como me propongo hacerlo en esta ocasión.

¡Qué increíble transformación habría de producirse si al criar y educar a un niño tuviéramos la impresión de que la forma está dentro y que no debemos moldearlo a imagen y semejanza nuestra! ¿Cuál es la piedra que deberíamos extraer para dejar salir la forma que habita en el interior?

• Nuestros ideales: quisiéramos, por ejemplo, un hijo tranquilo, sociable y simpático. Cuesta aceptar que el pequeño sea inquieto, pelee con sus amigos y no salude. O bien, esperábamos un artista genial y sólo vemos un niño torpe o perezoso.

• Nuestros miedos: el mundo se nos aparece lleno de peligros y no dejamos asumir a los niños el menor riesgo.

Si no intenta, un niño no sabrá distinguir entre lo que es realmente peligroso de los miedos de los padres.

• Nuestras frustraciones: si estamos en un mal momento, con la autoestima baja o nos invaden los malos recuerdos, esperamos que el niño esté alegre, no moleste y duerma toda la noche. El niño se siente culpable si pide, reclama o se queja.

• Nuestras fantasías: cuando ciertas ideas o imágenes nos inquietan, como la homosexualidad, la enfermedad mental o la debilidad interfieren en la comunicación con los hijos y sospechamos ante cada gesto o palabra.

• Nuestros tabúes: hay temas, generalmente relacionados con la sexualidad, la muerte, la enfermedad y el origen de la familia de los que no podemos hablar o historias que queremos olvidar. Los hijos perciben la dificultad e inhiben su espontaneidad para manifestarse, preguntar o actuar.

• Nuestros duelos: todos hemos sufrido pérdidas irreparables y no siempre las heridas han cicatrizado. La melancolía, instalada en nuestras vidas recae sobre los hijos, y ellos, sin saber por qué, se sienten inhibidos para expresar toda su alegría de vivir.
No pienso que sea posible revisar a cada rato lo que decimos, pensamos, hacemos, sentimos o imaginamos con el fin de resguardar a los hijos de nuestras historias. También es cierto que ellos, a su vez, tendrán que encontrar la forma de salir, como en las obras de Miguel Ángel.

Psicóloga Diana Liniado


 

Liliana Zuliani Arango
Neuropsiquiatra infantil, Profesora de la Universidad de Antioquia

Para los individuos diestros, la mano izquierda es menos hábil que la derecha; esto ocurre así sólo porque la mano izquierda permanece inactiva. Al nacimiento, la mano izquierda no es inferior; si así fuera, las dos manos tendrían forma diferente. Las dos manos serían igualmente hábiles si se entrenaran igual desde el comienzo; las manos fueron hechas iguales ¡y cómo han cambiado! ¿Por qué la mano derecha posee esta extraordinaria habilidad? Por repetición.

Shinichi Suzuki

Desde que se espera el nacimiento de un hijo hay preocupación por cuál mano utilizará y siempre se desea que sea la derecha, pues es considerado como normal, y no la izquierda que se constituye como algo diferente y que puede producirle a la persona muchas dificultades.

Las tijeras no cortan, las cuerdas de la guitarra están puestas al revés, el apoyo lateral de la silla está en el otro lado… Los zurdos no tienen nada fácil en un mundo en el que todo está pensado para los diestros. Muchas veces deben luchar contra las barreras que la sociedad les impone, pero no solamente tienen dificultades físicas, sino que, además, son considerados como verdaderos anormales, casi como bichos raros que todo lo hacen al revés y de la manera más difícil.

En la casi totalidad de los idiomas derecho o diestro es sinónimo de correcto, justo, recto, hábil, listo…, es decir, cualidades positivas. De izquierdo o siniestro no se puede decir lo mismo, ya que en los diccionarios significa también torcido, no recto, viciado, infeliz y hasta funesto.

A veces, erróneamente, se piensa que ser derecho es mejor, pues este mundo es de derechos.

Si se observan todos los materiales y utensilios que diariamente se tienen a disposición se ve que tienen una misma característica y es que están hechos para personas que tienen dominancia derecha, pudiendo afirmar que ser derecho en un mundo donde todo está hecho para derechos es un privilegio. Pero esto es equivocado, porque al tener una dominancia hay más especialización y por ende más debilidad, pues una lesión de ese lado dominante produce mayor alteración y limita mucho más.

La mayoría de los animales prefieren utilizar un lado del cuerpo más que el otro. Son preferencias individuales que sólo en los seres humanos se han convertido en una preferencia de especie. En términos de evolución, la especialización funcional hacia un hemilado ha hecho que a pesar de que se tiene una estructura doble (dos ojos, dos oídos, dos manos, dos piernas, dos hemisferios cerebrales), sólo se utiliza funcionalmente uno de ellos, lo que da ventaja en el progreso intelectual, pero produce riesgo para la supervivencia.

Ser zurdo significa que la dominancia cerebral es derecha y que se utiliza con mayor agilidad la mano izquierda y todo el hemilado izquierdo; sin embargo, equivocadamente a los zurdos aún se les imputan desde trastornos de aprendizaje, bajo rendimiento académico y dificultades con la lectura y el cálculo hasta un mayor índice de enfermedades respiratorias, gastrointestinales e inmunológicas, sin olvidar mayor torpeza manual, desorientación espacial y riesgo triplicado de convertirse en alcohólicos, entre otras. Sin embargo, la mayoría de estos trastornos son infundados y nunca se han podido demostrar en estudios serios.

Otra cosa son los zurdos contrariados (zurdos obligados a actuar y a comportarse como diestros), en quienes se puede observar algunas vacilaciones en el desarrollo psicomotor y ciertos problemas de adaptación, compartidos en ocasiones con personas ambidiestras o con aquellas que tienen lateralidad mal definida, entendiendo como lateralidad funcional a la prevalencia o predominancia de tipo motriz y sensitiva de un lado del cuerpo. Así, pues, ni enfermedad, ni trastorno, ni dolencia, ni tan siquiera un mal hábito que haya que remediar, la zurdera es simplemente la consecuencia de una determinada dominancia cerebral.

El ser humano nace con una organización cerebral establecida y pretender cambiar el predominio de una mano sobre la otra sólo acaba aportando confusión e inseguridad. El niño debe desarrollar su lateralidad espontáneamente.

Hacia los tres años ya muestra una mano preferente, aunque suela probar ambas manos en numerosas ocasiones. A tan corta edad, la mayoría de los niños son ambidiestros. Hacia los cuatro años se establece la preferencia de una mitad del cuerpo sobre la otra. Y hacia los siete años, esta lateralidad se aposenta y el niño opta por una mano para escribir, un ojo y un oído prioritarios y una pierna y un pie para jugar fútbol. En numerosos casos, inicialmente, se observa lateralidad cruzada, y un niño diestro puede darle al balón con la pierna izquierda o una niña zurda puede ser diestra de ojo o de oído. Aunque se determina que 10% de la población es zurda (otros elevan este porcentaje hasta 15%), se dice que sólo 65% de la población son diestros verdaderos, dado que son bastante frecuentes los casos de lateralidad cruzada, manifestada con predomino de mano derecha y pie izquierdo o viceversa.

También es mucho más frecuente que un niño sea zurdo si uno o ambos de sus progenitores lo son. Se estima en estudios bien conducidos que 46% de la descendencia de una pareja zurda también preferirá el uso de la izquierda, mientras que sólo 4% de la descendencia de una pareja diestra tendrá predominio de uso de la izquierda. Las madres zurdas tienen más descendencia zurda que los padres zurdos; así, 64% de niños con madres zurdas y 17% de niños de padres zurdos prefieren el uso de la mano izquierda.

El cerebro humano es un órgano doble, formado por dos hemisferios que mantienen un diálogo constante y efectúan un trabajo conjunto; aunque son aparentemente similares, ambos hemisferios funcionan de forma distinta. Normalmente, un hemisferio domina sobre el otro. En los diestros, el hemisferio dominante es el izquierdo, que rige los movimientos del lado derecho del cuerpo, mientras que los zurdos se ven dominados por su hemisferio derecho, que rige el lado izquierdo del cuerpo.

Cada hemisferio tiene especializaciones funcionales concretas, ya que algunos de los mecanismos neuronales conocidos se encuentran situados primordialmente en uno de los dos hemisferios. Así, el hemisferio izquierdo ejecuta preferentemente las habilidades manuales desde las más simples hasta las más sofisticadas, las funciones lógicas y matemáticas, el lenguaje y la escritura, mientras que el hemisferio derecho comanda predominantemente las funciones emocionales y creativas.

Por esta especialización funcional hemisférica los zurdos son considerados más sensibles e imaginativos, aunque también más torpes y menos locuaces que los diestros. Sin embargo, se debe saber que los individuos zurdos aunque tienen el control motor (la escritura) para su mano dominante, la izquierda, en el hemisferio derecho, para las funciones de lenguaje hablado y las otras funciones intelectuales tienen como dominante el hemisferio izquierdo, igual que las personas diestras.

Lo anterior da una ventaja funcional notable ya que el zurdo podrá desarrollar habilidades que corresponden a los diferentes hemisferios, dándole un rasgo de alta utilidad potencial para el niño, haciéndose menos vulnerable a las lesiones de un hemisferio dominante.

La condición de ser ambidiestro, o de ser hábil con ambas manos, no tiene una característica genética tan clara como la del zurdo y aparte de ser menos frecuente que ésta, no parece ser un rasgo heredable, sino que es fundamentalmente de naturaleza adquirida.

La manera como una persona se convierte en ambidiestra puede ser porque a un niño zurdo, juzgándolo anormal, con criterio equivocado, se le exige la utilización de la mano derecha o porque el niño nacido diestro haya sufrido alguna lesión, fractura, herida, quemadura o parálisis en su mano dominante que le produce impotencia funcional por un período de tiempo y anatómicamente haya habilitado en forma permanente la mano sana no dominante.

Las personas nacen con ciertas habilidades que les permiten dominar mejor su mano izquierda o derecha, su pierna izquierda o derecha, su ojo y oído izquierdo o derecho; por ello es importante que espontáneamente vayan desarrollando su lateralidad funcional. Pero si se quiere que los niños de hoy tengan mayores oportunidades, lo ideal sería ayudarles a ser ambidiestros.

Las investigaciones que se están llevando a cabo en el plano pedagógico se dirigen a que es importante que los niños aprendan a dominar bien las dos manos, debido a que la utilización de los hemisferios cerebrales sería mucho mejor aprovechada si se entrenan las acciones con ambas piernas, con ambos ojos, con ambos pies y con ambas manos.

Al ejecutar cualquier movimiento con una mano hay una parte del cerebro que se activa, por lo que si se activa un solo lado, la otra parte del cerebro no se desarrolla igual. La flexibilidad funcional del sistema nervioso permite estimular los hemisferios cerebrales haciendo actividades que involucren ambos hemicuerpos.

La habilidad con la cual un niño habilita funcionalmente su mano no dominante cuando tiene una lesión en su mano dominante muestra la importancia de no esperar a una lesión para estimular desde el principio ambas extremidades con el fin de lograr una funcionalidad mucho mayor y con mejor coordinación. Esto se puede volver incluso un juego pedagógico en el que el niño escriba su tarea con ambas manos, primero con una y luego con la otra. Esta motivación y esfuerzo trae como consecuencia que se refuerce el aprendizaje.

El ser humano tiene no sólo la niñez y la juventud más prolongadas, sino también la etapa de aprendizaje más larga en toda la naturaleza; por ello la utilización de sus manos propicia un desarrollo armónico y especializado que lo convierte en la condición de Homo sapiens.

Algunas recomendaciones para estimular en el niño la utilización de su mano no dominante son:

• Si es un niño zurdo se necesitan dos cosas: tolerancia y paciencia por parte de los padres y maestros, pues no basta con dejarlos que manejen su mano izquierda bien, sino que hay que acostumbrarlos, poco a poco, a afrontar los quehaceres diarios, pensados para gente diestra.

• En las instituciones preescolares se debería enseñar a los profesores y maestros actividades que le faciliten al niño estimular la funcionalidad de los dos lados del cuerpo, no sólo manual, sino ocular y auditivamente, así como de las extremidades inferiores.

• La ejecución de tareas bilaterales o de ambos hemicuerpos favorecerá el logro de una buena comunicación entre ambos hemisferios haciendo al niño más ágil en todos los aspectos.

• Después de la adquisición de la conciencia corporal, el niño divide su cuerpo en dos mitades, las cuales puede utilizar en forma independiente; este momento es crucial para enseñarle a manejar sus dos lados al mismo tiempo con igual calidad y funcionalidad.

• Hacer ejercicios en el espejo, con los cuales el niño identifica su lado izquierdo y derecho; luego se hacen juegos de tocar con la mano derecha el ojo izquierdo y con la mano izquierda la rodilla derecha, lo que aumentará la habilidad y permitirá mayor concentración.

• Es aconsejable que el niño un día a la semana haga todas las actividades con su extremidad no dominante: peinarse, lavarse los dientes, abotonarse, pintar, escribir, comer, patear la pelota y ponerse primero el zapato, la manga y los pantalones del hemicuerpo no dominante.

• Enseñarle que ambos lados del cuerpo son importantes y que los puede mover y utilizar de igual forma, logrando así cada día más agilidad y habilidad en el manejo y conocimiento de su cuerpo. El respeto por el cuerpo es la capacidad de desarrollarlo de la forma más adecuada, aprovechando sus potencialidades y sus riquezas. El manejo de ambas manos es un aspecto que mejorará la calidad de vida del ser humano y lo hará más capaz de manejar su entorno y su realidad.

Lecturas recomendadas

– Cajiao F. Trastornos del Aprendizaje. En: Espinosa E, Casasbuenas OL, Guerrero P. Trastornos del Neurodesarrollo y Aprendizaje. Bogotá: Hospital Militar Central; 1999: 59-64.
– Gómez MH. El Niño Zurdo. En: Espinosa E, Casasbuenas OL, Guerrero P. Trastornos del Neurodesarrollo y Aprendizaje. Bogotá: Hospital Militar Central; 1999: 116-121.
– Arnaz C. Zurdos: El Mundo al revés. Disponible en:
www.viatusalud.com/documento.asp?ID=4023&G=50

«Todos los humanos
nacen iguales, pero es la
última vez que lo son»
A. Lincoln

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