Recordando a Germán Quiñónez Dedicado a la Familia Nestlé

Si alguna vez tuviese la oportunidad de escribir una columna sobre mi personaje inolvidable, lo haría sobre Germán Quiñónez. Por que en el se conjugaron el cariño y el respeto que soportaban una amistad como solo Germán sabía brindarla. Fue un señor de pies a cabeza, amigo de sus amigos, quien supo medir la distancia entre el representante de una compañía y el pediatra que tarde o temprano gozaría de su amistad. Todos con mayor o menor intensidad, estuvimos cerca de sus afectos.

Lo conocimos hace muchos años, cuando iniciábamos la ruta de la dirigencia pediátrica. Siempre estuvo ahí, donde era útil, donde lo necesitábamos; siempre lo encontramos cuando nos urgía un consejo sabio, la nota prudente. En fin, era el sabio que nosotros requeríamos y que había ganado este sitio no por ser el más viejo sino precisamente por ser el más sabio. Curiosamente nunca hablamos de las leches quizás por que a Germán le interesaba mas el Pediatra que un posible formulador de sus productos, aunque al final sabía que terminaba haciéndolo. Un gran apoyo cuando iniciamos la gran batalla de la unificación de la pediatría nacional. De un lado la Sociedad Colombiana de Pediatría, más antigua, con la representación internacional, pero que solo cubría la pediatría de Bogotá. Del otro Fedecope, pujante representando toda la provincia y con mayoría de asociados. Optamos por el consenso, por evitar el enfrentamiento.

No se trataba de quien ganaba el pulso, sino de unir esfuerzos para que solo hubiese un ganador: El Niño Colombiano. Allí fue necesario su consejo, su sabia orientación. No podía tomar partido porque sabía que en las dos orillas estaban sus amigos, con pensamientos en divergencia. Había que mostrar que nos dirigíamos al mismo lugar y por fortuna lo logramos. Germán Quiñónez tuvo mucho que ver; muchos otros fueron protagonistas, pero nuestro recuerdo hoy es para él, a su labor prudente y conciliadora.

Por fortuna me correspondió entregarle la distinción como Miembro Honorario de la Sociedad Colombiana de Pediatría en la ciudad de Bogotá. Vi lágrimas de emoción en sus ojos y sentí su corazón cuando me abrazó con tal fuerza que me dañó las gafas que estaban en mi bolsillo. Todavía las guardo de recuerdo. Fue un acto en el que ofició el cariño y la gratitud. El reconocimiento al amigo sabio, al dueño de las palabras de esperanza, al conciliador, al Señor.

Fue en Cúcuta, cuando estaba con nosotros, cuando recibió el aviso de su destino final. No podíamos creer que un corazón tan grande, donde cabía tanto amor, pudiera estar fallando. Germán tampoco aceptaba esta verdad. Por fortuna para él, para su familia y para nosotros, logró sobreponerse a su dolencia y pudimos tenerlo un par de años más con nosotros. Pudimos verlo activo en los congresos, ocupando el trono que los pediatras le habíamos construido, contestando a lista cuando lo llamamos, ignorando su enfermedad, quizás porque aún tenía mucho que brindarnos. No fue egoísta en ningún momento y tampoco entonces cuando presentía que el final estaba cerca; amaba la pediatría y la hizo parte de su vida.

Hoy su silla está vacía, pero su recuerdo está con nosotros; él vive aún en nuestros corazones y nuestras mentes como el hombre bueno, el viejo sabio que nos enseñó lo que valen el cariño, el respeto y la gratitud. Él nos mostró un camino recto hacia la verdad y la esperanza. Bendito sea por siempre.


CÉSAR A VILLAMIZAR LUNA
Presidenta ALAPE

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