Editorial: Crisis

Ante la profunda crisis que vive el país caracterizada por altos niveles de pobreza, inseguridad, corrupción y demás problemas, es muy común escuchar al “ciudadano común” decir que lo excluyan del problema ya que no tiene nada que ver con él.

Esta es una posición acorde con nuestra psicología tradicional que nos ha impedido el compromiso con causas comunes y es en la actualidad uno de los grandes obstáculos para que apoyemos los verdaderos procesos de cambio que Colombia reclama.

Pertenecemos a un gremio conformado por personas que por su formación, experiencia y tradición tiene responsabilidades ineludibles con el país. Debemos asumir esta responsabilidad y afrontar la situación actual. No podemos continuar jugando el papel de víctimas pasivas de la violencia, la corrupción e incluso de quienes han transformado el acto médico, en perjuicio para nuestros pacientes y para nosotros mismos.

El individualismo permite una vida cómoda y una conciencia tranquila hasta cuando la amarga realidad, que ya viven muchos de nuestros compatriotas, nos afecte en forma directa, para entonces nuestra reacción será inútil y extemporánea.

Creer que lo que sucede a diario no nos afecta, que la guerra y la corrupción no nos toca es una gran mentira. Es cuestión de tiempo para que todos esos sucesos que queremos mirar, como si estuviésemos en una gradería, nos afecten a nosotros y a nuestras familias.

De la corrupción hablamos sólo cuando hay escándalos y tendemos a pensar que es patrimonio de la clase política y del estado, ¿hasta qué punto somos cómplices de su existencia por nuestra tolerancia, incluso en círculos cercanos?

Si revisamos la evolución de nuestra profesión y nuestra actuación frente a los cambios que se vienen produciendo se reproducen las mismas relaciones. Nos hemos resignado a que los espacios en los que podamos desarrollar un acto médico digno y comprometido sean cada vez más reducidos y manipulados por actores externos al mismo. Nuestra actuación con relación a la reglamentación del acto médico ha sido escasa y en este proceso se ha afectado profundamente la calidad de la atención con detrimento principalmente de nuestros pacientes quienes son nuestra principal responsabilidad. Debemos entender que cada paciente que no se puede tratar por problemas administrativos, que cada cuenta que se glosa injustamente, que cada acto médico manipulado por la premura o intereses puramente económicos afecta directamente la salud de nuestro paciente y nos pone en riesgo de cometer errores. Errores de los que directamente somos responsabilizados ante la ley.

Es hora de que como colectividad, como ciudadanos y como colombianos adquiramos conciencia de la tremenda realidad que nos afecta. No esperemos que la solución venga de otros ámbitos, la solución somos nosotros. Cada secuestro, cada asesinato, cada desplazamiento y desarraigo de un colombiano, se lo hacen a parte de nuestra vida aunque pretendamos negarlo. Sigamos callados o renunciemos a la defensa del patrimonio que heredamos de nuestros ancestros y es posible que cuando despertemos no existamos.

Como individuos y como colectividad debemos superar el egoísmo y proyectar nuestros esfuerzos honestos para que nuestros hijos y nietos encuentren un país justo y generoso en el que puedan vivir.

DR. CAMILO A. TURRIAGO PEREZ, MD
DR. KLAUS MIETH ALVIAR, MD

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