Perlas Prácticas, Uso de Alcohol y Menopausia 

Los médicos deben evaluar periódicamente el consumo de alcohol de sus pacientes menopáusicas; deben discutir con sus pacientes que beben los peligros para la salud específicos del consumo excesivo de alcohol, así como los beneficios potenciales de consumo de bajo nivel (para la enfermedad cardiovascular, la salud de los huesos y la diabetes tipo 2). La información de esta perla práctica puede ayudar a los médicos, proporcionándoles una guía basada en la evidencia sobre el consumo de alcohol y su relación con los problemas de salud comunes.Los primeros escritores sugieren que beber en exceso en las mujeres se asoció con una crisis de vida específica, incluyendo la menopausia y la etapa de la vida de «nido vacío». Sin embargo, la investigación epidemiológica reciente ha fracasado en encontrar un mayor riesgo de trastornos del consumo excesivo de alcohol o desórdenes de uso de alcohol (AUD, por sus siglas en inglés) en mujeres de mediana edad. En América del Norte, las tasas de consumo de alcohol (o fuertes bebedores) y los desórdenes de uso de alcohol suelen disminuir con el aumento de edad.1

Limitaciones de la investigación. La literatura médica proporciona una orientación limitada sobre el consumo de alcohol de las mujeres en la mediana edad. El beber está asociado con cambios en la salud, es difícil saber en qué medida la cantidad de bebida causa realmente esos cambios en la salud y qué tan grandes son los supuestos efectos de la bebida. Además, la información clínicamente relevante sobre el alcohol y la menopausia es en gran parte limitada a las mujeres posmenopáusicas y distingue mal los efectos de la menopausia de otros efectos del envejecimiento.

Definiciones y selección. Aunque la Guía Clínica del National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism (NIAAA) no distingue entre «leve» y «moderado» para beber, muchas encuestas recientes definen como bebedoras leves a las mujeres que beben de una a tres bebidas estándar por semana y presentan un consumo moderado de cuatro a siete bebidas por semana. 1 En la National Health Interview Survey del 2008, el 5,6% de las mujeres de 45 a 54 años, el 4,4% de las mujeres entre 55 y 64 años, y el 3,2% de las mujeres mayores de 65 años y mayores manifestaron que consumían más de  una bebida por día. Las tasas de consumo excesivo de alcohol y AUD no aumentan durante ni después de la menopausia, pero los patrones de consumo de riesgo son bastante comunes en este período, lo cual justifica los esfuerzos de detección. El NIAAA define el riesgo por beber para las mujeres como más de siete bebidas estándar por semana o más de tres bebidas estándar en un día2 (Una bebida estándar equivale a 12 onzas de cerveza, 5 onzas de vino y 1,5 onzas de licor de grado -80-). La tasa de riesgo de beber para los hombres se define como más de 14 bebidas estándar por semana o más de cuatro bebidas estándar en un día, lo que refleja las diferencias de sexo en el tamaño corporal, el contenido de agua y el metabolismo del alcohol. Las guías clínicas del NIAAA recomiendan una breve intervención con los pacientes que reportan en riesgo de beber y la remisión a los especialistas de aquellos que no responden a las intervenciones breves y/o que cumplan los criterios de diagnóstico para AUD.2

El cáncer de mama. En las mujeres posmenopáusicas está bien documentado un aumento relacionado con la dosis de alcohol en el riesgo de cáncer de mama. El estudio Nurses’ Health encontró que el consumo de alcohol, incluso bajo (equivalente a 3-6 vasos de vino/ semana), se asoció con un riesgo modesto de cáncer de mama (riesgo relativo [RR], 1,15; 332 casos/100.000 personas-año). Las mujeres que bebían al menos dos bebidas al día tenían un mayor riesgo de cáncer de mama (RR, 1,51; 413casos/100.000 personas-año) en comparación con las mujeres que no consumieron alcohol.3 Algunos investigadores sostienen que los médicos no deben tratar de reducir el consumo leve/moderado de alcohol de las mujeres posmenopáusicas debido a que los efectos del alcohol sobre el riesgo de cáncer de mama pueden ser acumulativos de la exposición a largo plazo como un carcinógeno de bajo nivel, por lo que la reducción de su consumo en las posmenopáusicas puede lograr poco, mientras que los beneficios cardiovasculares de tales bebidas pueden superar los riesgos de dicho cáncer.4

Depresión. La evidencia vincula fuertemente los AUD con depresión mayor. La evidencia también muestra consistentemente que las mujeres en la transición de la menopausia o con síntomas de la menopausia son más propensas a experimentar síntomas depresivos. Sin embargo, la bebida no está más fuertemente asociada con la depresión en las mujeres durante y después de menopausia.5 Así, es poco probable que beber leve a moderado aumente la depresión menopáusica.

Trastornos del sueño. De la mediana edad en adelante, las mujeres son cada vez más propensas a tener trastornos del sueño, en particular por los sofocos de la menopausia y los sudores nocturnos. El consumo de alcohol hace que sea más fácil para la mayoría de las personas conciliar el sueño, pero puede perturbar las últimas etapas de sueño. Efectos del alcohol en la interrupción del sueño pueden ocurrir en mujeres con AUD, pero es probable que las mujeres de mediana edad que beben moderadamente encuentren que el alcohol o bien les ayuda a conciliar el sueño o no tiene ningún efecto sobre su sueño.6 Por lo tanto, probablemente no es necesario disuadir de beber a las pacientes menopáusicas con trastornos del sueño a menos que el beber sea lo suficientemente pesado como para causar otros problemas.

Enfermedad cardiovascular. Múltiples estudios han demostrado que en las mujeres que beben moderadamente (por ejemplo, con un promedio de hasta una bebida/día) se han reducido los riesgos de enfermedades cardiovasculares y rebajado específicamente el riesgo de enfermedad cardiaca coronaria.7 El debate continúa acerca de si tales beneficios son causados ?? por el consumo de alcohol por sí mismo (a través lipoproteínas de alta densidad y un aumento de los efectos trombolíticos) o por otras características de estilo de vida asociadas con la bebida leve/ moderada. El consumo excesivo de alcohol afecta negativamente los riesgos de fibrilación auricular, miocardiopatía e insuficiencia cardíaca congestiva.

La salud ósea. Beber en exceso también es claramente perjudicial para la salud ósea. Sin embargo, el consumo leve a moderado de alcohol después de la menopausia se asocia regularmente a una mejor densidad mineral ósea8, posiblemente porque el alcohol reduce la pérdida de hueso a través de la disminución del recambio óseo en mujeres menopáusicas mediante el aumento de los niveles circulantes de estrógeno. Se desconoce si el efecto positivo del consumo moderado de alcohol sobre la densidad ósea reduce las fracturas, sobre todo si el consumo de alcohol aumenta el riesgo de caídas.

Diabetes. En comparación con la abstención, beber de leve a moderado reduce los riesgos de la diabetes tipo 2 en las mujeres, lo cual es un hallazgo que no se limita a las mujeres posmenopáusicas. El consumo moderado de alcohol aumenta la sensibilidad a la insulina y reduce los niveles de insulina en ayunas, en la sangre. Se cree que tales efectos protectores del alcohol se producen mediante el aumento de los niveles de estradiol y adiponectina en el cuerpo y posiblemente mediante la reducción de la adiposidad abdominal. Sin embargo, algunos estudios han encontrado que beber más de lo moderado, sobre todo a base de licores destilados, puede en realidad aumentar el riesgo de diabetes.3,9

Aumento de peso. Las mujeres tienden a ganar peso durante y después de la menopausia, pero no está claro en qué medida esto se debe a  los cambios hormonales de la menopausia. Los efectos del consumo de alcohol sobre las ganancias de peso no son claros.10 Dos conclusiones generales son posibles: 1) es poco probable que beber leve a moderado cause mucho aumento de peso y no es una preocupación importante, incluso en mujeres que tienen sobrepeso o son obesas, y 2) el consumo excesivo de alcohol o patrones de estilo de vida asociados pueden ser un factor de riesgo para el aumento de peso de las mujeres durante y después de la menopausia.
Artritis reumatoide. Varios estudios indican que el consumo de alcohol puede reducir el riesgo de artritis reumatoide (AR) en las mujeres, sobre todo si tienen indicadores de vulnerabilidad a esta enfermedad (como los anticuerpos anti-proteína citrulinados).11 No está claro si estos beneficios son específicos de género o están afectados por la menopausia. Si la bebida hace reducir en algunas mujeres los riesgos de desarrollar AR, esto hipotéticamente puede resultar de los efectos anti-inflamatorios del alcohol, tales como la supresión de citoquinas proinflamatorias y quimiocinas.

Características de la menopausia. Por último, el consumo de alcohol puede estar asociado con las características de la menopausia per se. Múltiples estudios han encontrado que la aparición de la menopausia se produce más tarde entre las bebedoras moderadas o fuertes que entre las abstemias, pero no queda claro si el consumo de alcohol en sí retrasa la menopausia o no es más que un indicador de otras características demográficas y de estilo de vida  que retrasan la menopausia. La mayoría de las mujeres perimenopáusicas y posmenopáusicas en algún tiempo experimentan sofocos y/o sudores nocturnos, pero no es claro cómo están relacionados estos síntomas con la bebida. Diferentes estudios han encontrado asociación positiva, negativa o ninguna del alcohol con dichos síntomas, con pocos datos ordenados en el tiempo.12 Cualquier preocupación acerca de que la bebida en las mujeres puede afectar negativamente a tales síntomas probablemente debería centrarse en bebedoras fuertes (más de una bebida/día).

Algunas consideraciones finales. Dado el panorama mixto de cómo el consumo de alcohol afecta a la salud, ¿cómo deben responder los clínicos a las pacientes de mediana edad que preguntan cuál es la cantidad de bebida «segura »? Sugerimos tres directrices:

  • Aconsejar a las pacientes que no excedan las pautas de consumo de bajo riesgo.
  • Individualizar las recomendaciones sobre la base de factores de riesgo, tales como la historia familiar (HF). Por ejemplo, una paciente con historia familiar de cáncer de mama, pero poca enfermedad cardiovascular, o una paciente con historia familiar de AUD mejor podrían ser aconsejadas de abstenerse o de tener un consumo ligero (tres o menos bebidas/semana); mientras que para una paciente con una extensa historia familiar de enfermedad cardiovascular podría ser aconsejable considerar el consumo moderado (aproximadamente cuatro a siete bebidas/semana).
  • Aun cuando la evidencia de los beneficios para la salud es fuerte, los tamaños del efecto no son lo suficientemente grandes como para justificar el fomento en las abstemias a largo plazo para empezar a beber. Las preocupaciones acerca de una intervención de este tipo incluyen los posibles riesgos de uso indebido de alcohol, especialmente entre las mujeres de mediana edad y las mayores que también usen medicamentos con receta, y los conflictos entre el consejo de un médico y la abstención de larga data sobre la base de las creencias religiosas o de HF de problemas relacionados con el alcohol.

Referencias

1. Vogeltanz-Holm N, Lilienthal K, Kulig A, Wilsnack SC. Alcohol use in women. In: Spiers MV, Geller PA, Kloss JD, eds. Women’s Health Psychology. Hoboken, NJ: Wiley & Sons; 2013:91-122.
2. National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism, National Institutes of Health, US Department of Health and Human Services. Helping Patients Who Drink Too Much: A Clinician’s Guide. Bethesda, MD: National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism; 2005. NIH publication No. 07-3769.
3. Chen WY, Rosner B, Hankinson SE, Colditz GA, Willett WC. Moderate alcohol consumption during adult life, drinking patterns, and breast cancer risk. JAMA 2011;306:1884-1890.
4. Brooks PJ, Zakhari S. Moderate alcohol consumption and breast cancer in women: from epidemiology to mechanisms and interventions. Alcohol Clin Exp Res 2013;37:23-30.
5. Byers AL, Vittinghoff E, Li LY, et al. Twentyyear depressive trajectories among older women. Arch Gen Psychiatry 2012;69:1073- 1079.
6. Tom SE, Kuh D, Guralnik JM, Mishra GD. Self-reported sleep difficulty during the menopausal transition: Results from a prospective cohort study. Menopause 2010;17: 1128-1135.
7. Tolstrup J, Jensen MK, Tjønneland A, Overvad K, Mukamal KJ, Grønbaek M. Prospective study of alcohol drinking patterns and coronary heart disease in women and men. BMJ 2006;332:1244-1247.
8. McLernon DJ, Powell JJ, Jugdaohsingh R, Macdonald HM. Do lifestyle choices explain the effect of alcohol on bone mineral density in women around menopause? Am J Clin Nutr 2012;95:1261-1269.
9. Baliunas DO, Taylor BJ, Irving H, et al. Alcohol as a risk factor for type 2 diabetes: a systematic review and meta-analysis. Diabetes Care 2009;32:2123-2132.
10. Sayon-Orea C, Martinez-Gonzalez MA, Bes- Rastrollo M. Alcohol consumption and body weight: a systematic review. Nutr Rev 2011;69:419-431.
11. Lu B, Solomon DH, Costenbader KH, Karlson EW. Alcohol consumption and risk of incident rheumatoid arthritis in women: a prospective study. Arthritis Rheumatol 2014;66:1998-2005.
12. Herber-Gast GC, Mishra GD, van der Schouw YT, Brown WJ, Dobson AJ. Risk factors for night sweats and hot flushes in midlife: results from a prospective cohort study. Menopause 2013;20:953-959.

Declaraciones

El Dr. Sharon Wilsnack reporta donaciones para investigación de National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism, National Institutes of Health, durante un periodo de tres a cinco años. El Dr. Richard Wilsnack reporta fondos para investigación de National Institutes of Health.

Richard W. Wilsnack, PhD
Sharon C. Wilsnack, PhD
(University of North Dakota School of Medicine
and Health Sciences, Grand Forks, ND)

NAMS Practice Pearl
Alcohol Use and Menopause
Released January 4, 2016
Richard W. Wilsnack, PhD
Sharon C. Wilsnack, PhD
(University of North Dakota School of Medicine
and Health Sciences, Grand Forks, ND)

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