Derechos Humanos y Educación Médica

Derechos Humanos y Medicina

Por qué cada estudiante de medicina debería aprender la declaración universal de los derechos humanos

Derechos Humanos y Medicina

La Declaración Universal de los Derechos Humanos llega a su aniversario número 50 en el año de 1998.

Alrededor del mundo se celebra este evento y se difunde su contenido.

Esos esfuerzos están comprometidos en reconocer que el progreso ha sido, a lo más, desigual desde esa mañana del 10 de diciembre del 48, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas (N.U.) adoptó formalmente este documento y con eso buscó poner en la conciencia mundial un compromiso de asegurar los derechos humanos básicos para todos los habitantes del planeta. En 1948 había 58 naciones miembros de las N.U; ahora son 185.

Para esta comunidad mundial, la declaración ha adquirido el estatus de ley internacional y los gobiernos sostienen estos principios. Muchos otros tratados y cartas internacionales han incorporado el lenguaje de la declaración o se han referido a ella y muchos estados han incluido sus principios en sus constituciones (1.) En sus primeros veintiún artículos la Declaración de los Derechos.

El presente artículo hace parte del material de capacitación de la Asociación Médica Mundial (AMM), y se entrega en este número por su vigencia ante la realidad colombiana. Traducción de Francisco Solano M.D., miembro del Colegio Médico de Cundinamarca.

Human Rights and Medical Education
BMJ No 7120 Volume 315
Editorial Saturday 29 November 1997

Humanos (D.D.H.H.) abarca tanto derechos civiles como políticos de los individuos, derechos sociales y económicos, incluidos los del cuidado de la salud (en los artículos 22 al 27 ) y obligaciones recíprocas y constricciones conferidas por vivir en comunidad (artículos 28-30). Hay muchas historias de este documento, las cuales son relevantes para quienes están interesados en el esfuerzo de persuadir a los seres humanos a buscar espacios comunes y lograr metas más altas.

Con todo, para la comunidad médica y para el subgrupo conformado por los estudiantes de medicina, la historia es menos crucial de lo que es el hecho de que este documento ahora cumpla 50 años de escrito.

Con asombrosa durabilidad la Declaración Universal de los Derechos Humanos ha pasado la prueba del tiempo y se ha convertido en la declaración de consenso mínimo para todas las culturas y credos, de la cual cada ser humano alrededor del mundo tiene el derecho de esperar su beneficio.

Estos derechos son inherentes a todos los seres humanos, más allá de ser conferidos por el estado; son universales y se aplican sin importar las características que los diferencien; y las naciones del mundo prometen unir sus esfuerzos en promoverlos dentro de sus propios límites y por medio de las Naciones Unidas, más allá de sus fronteras.

El documento, escrito en un lenguaje deliberadamente simple, de fácil traducción a otros idiomas, se ha convertido en punto de referencia para las solicitudes de las comunidades de derechos humanos a favor de individuos perseguidos y gentes oprimidas en todo el mundo. (2)

A los estudiantes de medicina de occidente:

Tradicionalmente, se les ha pedido recitar el juramento de Hipócrates en la graduación y recientemente un número creciente ha incluido además la oración de Maimonides en sus votos de despedida.

Esas invitaciones, aunque nobles y necesarias, son esencialmente autoreferenciales, pues quienes entran en la práctica de la medicina prometen mantener los más altos estándares de integridad personal y competencia y tener compasión por los personajes bajo su cuidado.

Su conocimiento, que busca convertirlos en profesionales de la medicina con poderes y responsabilidades especiales, los ha llevado a ser un gremio muy especial. ¿Qué se busca en esos compromisos, y qué ofrece la Declaración Universal de Derechos Humanos?.

Es un reconocimiento de la única, incólume naturaleza del individuo que va a tener cara a cara a ese joven doctor en el área de emergencias, el consultorio, la oficina o el salón de conferencias. Desde el artículo 1 que abre la Declaración, diciendo que cada ser humano “nace libre e igual en dignidad y derechos,” el documento enumera las libertades críticas que llenan el espacio de cada hombre, mujer y niño sobre la tierra.

Desde el artículo 1 que abre la Declaración, que dice que cada ser humano “nace libre e igual en dignidad y derechos,” el documento enumera las libertades críticas que llenan el espacio que rodea a cada hombre, mujer y niño sobre la tierra.

Los aspectos benéficos, la tradición médica (el doctor sabe más, el doctor decidirá, el paciente no necesita saber), siguen siendo temas fuertes en el entrenamiento y juegan un papel legítimo en la práctica médica, en instancias y momentos particulares.

Las discusiones sobre ética médica, hacen énfasis en la noción de autonomía y derechos del paciente, visto como un actor independiente, que merece respeto y responsabilidad profesional, simplemente porque es un ser humano.(3) En el vocabulario del movimiento de los derechos humanos, esta noción se representa con las palabras “dignidad humana”, o el atributo de los seres con derechos ya sea que sepa que los tiene o no.(4)

T. S. Eliot habla de la necesidad de ver a cada uno de los otros como “un extraño”, un desconocido acerca del cual no se puede asumir nada ni presumir conocimiento previo,(5) Martin Buber describe la única parte inseparable de una persona por definición: “Cuando vamos por nuestro camino y encontramos a un hombre que viene hacia nosotros, por su camino, conocemos nuestro camino solamente y no el suyo; para el suyo viene la vida, para nosotros solo el encuentro.”(6)

¿Importa si los estudiantes de medicina aprenden a ver a los pacientes como “otro”, como seres autónomos para los que cada día tiene que esforzarse en aprehenderlos, escucharlos y entenderlos?

Muchas líneas de observación y evidencia sugieren que así es.

Primero,

La complejidad de la práctica médica actual contiene muchas posibilidades diagnósticas y terapeúticas, en el curso de las cuales un médico está obligado a comunicar cercana y enfáticamente, de acuerdo con las necesidades de los pacientes o encontrará, desconfianza y, potencialmente, pobres resultados en su profesión.(7)

Segundo,

La composición de la sociedad cambia rápidamente, al punto que los médicos ahora pueden esperar atender a muchos pacientes que hablan un idioma y viven en una cultura diferente a la suya cuando fueron entrenados como médicos. Llevar una historia adecuada, dejar sólo o acompañar a un paciente requiere de una esforzada y educada capacidad para relacionarse salvando barreras significativas.(8)

Tercero,

La posición de la medicina en la sociedad está en flujo, ya que las barreras financieras para el acceso y análisis de pobre calidad han apurado al público en general a ajustes críticos en problemas de políticas sanitarias. Los doctores están ahora impulsados a reforzar sus habilidades como comunicadores, defensores de los pacientes, y negociadores entre los sistemas y las expectativas.( 9)

Cuarto,

Nuestro entendimiento de los determinantes del estado de salud y mejoría de la enfermedad han dependido del punto desde donde lo miremos. El acceso a los bienes y libertades de la sociedad juegan un papel importante en si un individuo experimenta una enfermedad particular o si una enfermedad es particularmente severa.(10) A menos que los doctores puedan hablar con los pacientes sobre sus asuntos de trabajo, hogar, estrés, pobreza, soledad y humillación, nunca aprenderemos qué pasos deben tomar la medicina y la sociedad para intervenir.(11)

Quinto,

Los médicos que gastan parte de sus vidas trabajando con grupos humanos desfavorecidos no pueden escapar a las limitaciones impuestas por la contradicción entre la salud de esos pueblos y los derechos humanos de los que gozan.(12) Aunque se viola cada día, en cada país del mundo, el artículo 25 declara: “cada uno tiene el derecho a un estándar de vida adecuado para la  salud y el bienestar de si mismo y de su familia.

” En el décimo aniversario de la declaración, Eleanor Roosvelt, miembro del comité original de redacción de las Naciones Unidas, habló de nuevo a la Asamblea General de su compromiso con este documento y la búsqueda de su realización: ¿Dónde, después de todo, comienzan los derechos humanos?

En pequeños lugares, cerca del hogar tan cerca y tan pequeños que no pueden ser vistos en un mapa del mundo. Aun existe el mundo de la persona individual: el barrio en el que vive, la escuela o colegio a la que asiste, la fábrica, granja u oficina donde trabaja. Tales son los lugares donde cada hombre, mujer y niño busca justicia igual, oportunidades iguales, igual dignidad sin discriminación.

A menos que esos derechos tengan significado ahí, tienen un pequeño significado en cualquier parte. Sin la acción concertada de los ciudadanos por defenderse cerca de su casa, no veremos progresos para la mayoría.(13)

Dónde, después de todo, comienzan los derechos humanos? En pequeños lugares, cerca del hogar, tan cerca y tan pequeños que no pueden ser vistos en un mapa del mundo. Aun existe el mundo de la persona individual: el barrio en el que vive, la escuela o colegio a la que asiste, la fábrica, granja u oficina donde trabaja.

 

Tal vez no hay mejor lugar para empezar a impartir una conciencia de la dignidad humana que en el pequeño mundo de la relación médicopaciente.

Al entrar a la facultad de medicina, donde cada estudiante debe recibir una copia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y debe pedírsele llevar su esencia a la memoria para que al tiempo de la graduación cada artículo pueda estar ligado a recuerdos de personas conocidas y comprendidas, personas cuidadas como pacientes y encontradas como iguales.

Así son patrones de unas posturas vitalicias, preparando esta nueva generación de médicos para ejercer en el Nuevo siglo. Hipócrates y Maimonides siguen vigentes, pero los vastos cambios en las situaciones y las circunstancias desde que ellos hablaron crearon la necesidad de otros patrones.

Jennifer Leaning Senior research fellow Harvard Centre for Population and Development Studies, Cambridge, MA 02140, USA email: jleaning@tiac.net

Referencias

  • 1. National Coordinating Committee for UDHR60. Drafting and adoption: The Universal Declaration of Human Rights. Washington: Franklin and Eleanor Roosevelt Institute, 1997 (www.udhr50.org/history/overview).
  • 2. Mann J M. The post-war quest for universal human rights. Medicine and Global Survival 1995;2:130-2.
  • 3. Pellegrino E D. Towards an expanded medical ethics: the Hippocratic ethic revisited. In: Bulger RJ, ed. In search of the modern Hippocrates. Iowa: University of Iowa Press, 1987:45-64.
  • 4. Leary VA. The right to health in international human rights law. Health and Human Rights 1994;1:25-6.
  • 5. Eliot T S. The cocktail party. The complete poems and plays 1909-1950. New York: Harcourt Brace and World Inc, 1962:329.
  • 6. Buber M. I and thou. Kaufmann W, trans. New York: Scribner’s and Sons, 1970:124.
  • 7. Relman A, Berrien R, Alper P R, Kralewski J E, Dowd B, Reldman R, et al. The changing climate of medical practice. N Engl J Med 1987;316:333-42.
  • 8. Redelmeier D A, Rozin P, Kahneman D. Understanding patients’ decisions. JAMA 1993;270:72-6.

Bibliografía

  • 9. Smith R. Rationing health care: moving the debate forward. BMJ 1996;312:1553-4.
  • 10. Evans R G, Morris L B, Marmor T R. Why are some people healthy and others not? The determinants of health of populations. New York: Aldine de Gruyter, 1994.
  • 11. Angell M. Privilege and health: what is the connection? N Engl J Med 1993;329:126-7.
  • 12. Slim H. The continuing metamorphosis of the humanitarian practitioner: some new colours for an endangered chameleon. Disasters 1995;19:110-26.
  • 13. Roosevelt E. In your hands: a guide for community action for the tenth anniversary of the Universal declaration of Human Rights. New York: United Nations, 1958 (www.udhr50.org/history/default).

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