Prescripción de Medicamentos

Como Transferencia Parcial de Tecnología

Las tecnologías,como productos humanos, son compendios culturales de quienes las han ideado. En esa medida, llevan elementos propios de sus hacedores, de su cultura, y no son sólo un artefacto. A su vez, las sociedades receptoras las apropian de muy diversas maneras, transformándolas y adaptándolas según infinidad de posibilidades.

La tecnología alude no sólo a cosas, también a la forma como el hombre hace esas cosas, esto es, alude también a la práctica. Lo relevante en ellas es el conocimiento y el trabajo invertido por el hacedor. El cómo se hace y no lo que se hace únicamente. Como dice Martín Barbero:

“Las tecnologías no son meras herramientas dóciles y transparentes y no se dejan usar de cualquier modo, son, en definitiva, la realización de una cultura y de una concepción: la del dominio de las relaciones culturales”(5).

Tanto la elaboración como el descubrimiento de un medicamento conlleva un conjunto específico de conocimiento y técnicas, elementos éstos de la tecnología, por lo que al ser transferido como posibilidad para la curación, podemos decir que se da una transferencia de tecnología.

Existen algunas evidencias de que la forma como se da esa transferencia, o el uso que se le da al medicamento no es siempre el estipulado por la ciencia. El usuario no es un ente que actúe según lo que se le diga o, en este caso, se le prescriba; él decide no sólo sobre el uso sino también sobre la forma de apropiación del objeto que va a usar. Por otra parte, no se le da toda la información pertinente.

Considero que este fenómeno de la variación del uso real frente al prescrito, no es exclusivo de los medicamentos, es más generalizado, se da en muy diferentes formas de tecnología que se transfiere. Sin embargo, aquí será el que analicemos como caso particular.

Inicialmente, veremos algunos usos y formas de apropiación de los fármacos que ofrecen variantes a la forma usual, luego buscaremos los significados de éstos, haremos una aproximación analítica a este tipo de fenómenos.

Los usos y las formas de apropiación de los medicamentos

Un grupo de indígenas huitoto (muruimuinane) en el Caquetá medio de la Amazonia colombiana, después de haber asistido a una brigada de salud, y de haber recibido algunas drogas, en su canoa de regreso a la maloca intercambiaban alegremente píldoras amarillas por verdes, ampollas inyectables por jarabes, aduciendo que no tenían aún algunos de esos ejemplares.

Más tarde, era posible encontrar los medicamentos colgando como adorno en las paredes de las malocas (6).

El valor de esta anécdota no radica en lo exótico, ni en lo extravagante,sino en lo ilustrativo que resulta el uso diferente que se le puede dar a los medicamentos en otras culturas.

Su forma de apropiación y la emergencia de formas de significados diferentes en torno a un mismo objeto.

Si un medicamento puede ser usado en algunas partes como adorno y con base en su color o forma o modo de presentación puede ser objeto de intercambio, nos da una idea de un uso y una forma de apropiación muy alejadas de los que puede tener en la sociedad que las produjo. Pero también nos permite entrever la posibilidad de otros significados y, por consiguiente, de otros referentes simbólicos.

Los usos diferentes no se encuentran sólo en la selva:

En sociedades más cercanas a la nuestra, las rurales o campesinas, por ejemplo, o incluso en algunos sectores de poblaciones urbanas, también se dan otras formas de uso.

En el caso de los habitantes rurales de algunas zonas del altiplano cundiboyacense, se combinan las medicinas prescritas por el médico con infusiones de hierbas, o se utilizan al mismo tiempo masajes realizados por curanderos y la ingestión de drogas prescritas por el facultativo.

También es frecuente que se utilicen en el ser humano los mismos medicamentos que para los animales, con el criterio de que “si es bueno para el animal, también lo es para el humano”.

Se utilizan, entonces, algunos fármacos prescritos para uso veterinario, tales como ungüentos como la mamitolina o el bálsamo de terebene para frotar los músculos, o el Nuvan (garrapaticida) para evitar que el maíz para consumo humano sea atacado por el gorgojo, o el sulfato de magnesio, o el linimento negro,para buscar los mismos efectos que puedan tener en los animales para los que se han prescrito (2).

Y, en las ciudades, el ejemplo más obvio de usos diferentes de los medicamentos se pueden recoger entre las diversas formas de automedicación: antibióticos utilizados sin hacer antes un antibiograma; analgésicos, calmantes y antihistamínicos para dormir; laxantes para adelgazar; antipiréticos consumidos como forma de prevención de infecciones.

Otras veces son mezclas de diferentes fármacos los que se hacen con muy diversos fines, y siempre sin consulta médica (observaciones etnográficas de alumnos de bacteriología y enfermería en la asignatura Antropología médica,de la Pontificia Universidad Javeriana, diferentes años).

Las causas de comportamientos tan disímiles ante los mismos o semejantes objetos, llama a un análisis atento.

En primera instancia, la experiencia de enfermedad:

El ser o el estar enfermo, o más bien el enfermarse, es bien diferente de la “enfermedad “, como ente abstracto y teórico. No hay enfermedades sino enfermos, dice la homeopatía.

La forma de apropiación del fármaco y de sus usos depende de esa experiencia, la de enfermarse que si bien es individual, es construida y compartida socialmente y, de tal manera, difundida y modificada.

En la forma de acción frente al evento de enfermedad, se dan cruces, mezclas entre esa experiencia recogida socialmente y las prescripciones provenientes de los conocimientos científicos y de los fabricantes.

En esas mezclas,que no se pueden describir como mezclas de lo tradicional con lo moderno únicamente, se dan tanto persistencias como cambios,de cada componente y de su conjunción.

Localmente, se mezclan todas las posibilidades de acción terapéutica, no se remplazan completamente, se combinan para dar una nueva forma de uso, muchas veces puntual, aislada, otras veces más extendida, más socializada.

La farmacología,como otras tecnologías, se transfiere como una sola forma, como una sola solución como si quienes la reciben fueran homogéneos, iguales.

En la alopatía, existe un solo medicamento para cualquier paciente, se pierde la posibilidad de la individualidad, se considera que la droga hace exactamente el mismo efecto en cualquier organismo. Por ello, se transfiere una misma forma de medicamento para una determinada dolencia, no para un enfermo.

Este manejo produce homogeneización.

Se transfiere una tecnología, olvidando que los receptores son diversos, que tienen diferentes formas de usar y manejar lo que les llega, y que si lo adoptan también lo adaptan, no lo toman tal como llega.

Podemos hablar entonces de transferencia parcial por cuanto no se transfiere toda la información acerca del medicamento (efectos secundarios, por ejemplo), o se informa pero usando términos que no son entendibles por los usuarios.

Por otra parte, aunque exista la información, ésta no se tiene en cuenta y no se sigue un tratamiento completo, hasta el final, por ejemplo.

El efecto es una especie de ruptura en la que,por un lado, se transfiere por la presión del mercado, pero, por otra parte, se apropia de manera parcial lo transferido, y se mezcla lo adoptado con otras formas.

Hay discontinuidad de uno y de otro lado en la información dada, sea porque no se da completa (desde la institucionalidad médica) o porque no se la atiende completamente (desde el usuario). Emerge aquí un espacio de interlocución simbólica, cuyo sustrato es el medicamento.

El diálogo es a través del uso y del abuso del objeto. A través de las prácticas, de lo que con él se hace que es, en últimas,el espacio con el que cuenta el individuo para actuar. Cada parte actúa según los significados que le ha conferido socialmente.

Cada uno dialoga o negocia según su propia construcción. Pero ese proceso, con una dinámica propia, les lleva a construir lo que podríamos llamar un diálogo cultural, que se plasma en sus cotidianidades.

Desplazamiento de poderes

Cuando se hace una transferencia de tecnología, no es sólo de objetos, en este caso de drogas; también es de modelos globales de organización del poder, de significaciones y de perspectivas; de expectativas frente al objeto transferido.

En este sentido, en el diálogo que hemos analizado con relación a los medicamentos, hay un desplazamiento de los focos de poder, mientras en las sociedades tribales radicaba éste en el chamán, en las otras formas rurales se centra en el curandero, con la llegada de formas médicas institucionalizadas pasa no sólo al médico que puede ser un elemento exterior al grupo mismo, sino también a la red mercantil de la que el fármaco es tan sólo un elemento.

El desplazamiento del poder crea nuevas dependencias:

De nuevos mercados, de nuevos agentes médicos, pero también de toda una nueva institucionalidad: la hospitalaria, con toda la parafernalia y la parainstitucionalidad que le acompaña (laboratorios, personal, etc.).

Para el caso de sociedades rurales, sean indígenas o campesinas, esta dependencia también se convierte en dependencia de lo urbano, a través de los mercados y del conocimiento que se torna en hegemónico, como una extensión de conocimiento más globales producidos en el ámbito de la ciudad.

Ante esas presiones hay respuestas,ya sea bajo la forma de resistencias, de diálogos, de negociaciones. En el caso aquí analizado, la respuesta se da a través de uso y de la combinación de las opciones posibles frente al evento de enfermarse.

Surge un nuevo campo de negociación del poder: el del uso de lo transferido. La forma como se apropia y usa el medicamento refleja una posición frente al ejercicio del poder de las formas de conocimiento científicas.

No es suficiente con lo que llega, hay que apropiárselo y para tal efecto, se le modifica, se le mezcla con lo que es considerado propio, o se le da un uso completamente diferente.

Ante esa forma de conocimiento ajena, llegada de un ámbito extraño, se reacciona, se actúa, en el espacio más inmediato posible para hacerlo: el de las prácticas cotidianas de la vida privada.

Referencias

  • 1. Barajas C. Sentir verano. Significaciones de la enfermedad y la curación en los Andes colombianos. Bogotá: CEJA; 2000.
  • 2. Barajas C. La hibridación constante: el caso del manejo de la enfermedad en una sociedad rural colombiana. En: Obregón D, ed. Culturas científicas y saberes locales. Bogotá: Universidad Nacional, CES; 2000.
  • 3. Berger P, Luckmann T. La construcción social de la realidad.Buenos Aires: Amorrortu editores; 1995.
  • 4. Martín Barbero J. Innovación tecnológica y transformación cultural. Revista Telos (Madrid) 1997 (9).
  • 5. Lefevre FO. Medicamento como mercadoria simbólica. Sao Paulo: Cortez editora; 1991.
  • 6. Calle H. Medicina tradicional y occidental en la comunidad indígena del Amazonas. Informes antropológicos ICAN, Bogotá. 1986: 2.

 

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