El Lado Humano de la Enfermería en el Paciente Pediátrico

Una narrativa sobre el actuar de enfermería con el paciente pediátrico con un enfoque humanizado como una experiencia en la cual transmitir alegría hace parte del cuidado.

Andrea Ximena Oyola Lamprea1

En esta narrativa relataré una experiencia vivida como profesional de enfermería con una joven y su familia quienes lucharon contra una enfermedad crónica hasta el final de su vida. La familia la conformaron la menor Gabriela*, su abuela Margarita*, su madre Lucia* y su padre José*.

Llevaba pocos meses laborando como enfermera profesional en el servicio de hospitalización de pediatría de la Fundación Santa Fe de Bogotá. Cuando una tarde recibiendo turno, me entregan a una paciente de 14 años llamada Gabriela.

Según mis compañeros ella era una joven conocida en el servicio debido a las múltiples ocasiones que había sido hospitalizada a causa de una fibrosis quística. La cual le ocasionaba dificultad respiratoria con altos requerimientos de oxígeno.

Gabriela era una joven de tez blanca, contextura delgada, cabello castaño largo, ojos cafés, de apariencia menor a su edad; al entrar a su habitación ella lucia tranquila, amable, se podía contemplar la inocencia de su rostro. Por lo general, ella siempre se encontraba junto a su abuela, la señora Margarita, quien no hacía otra cosa que mirar con cariño a su nieta y al mismo tiempo reflejaba tristeza y preocupación, ya que cada vez eran más frecuentes los ingresos a la institución.

Al ver este cuadro, sentí nostalgia, ya que sabía lo difícil de esta situación aún más tratándose de una menor.

Adicional a la fibrosis que padecía Gabriela, se le sumaba una Diabetes Mellitus tipo I, entre otros diagnósticos no menos importantes desencadenados por su enfermedad de base.

Por esta razón, ella aparte de requerir oxigeno por sistema de alto flujo, necesitaba que se le tomaran glucometrías pre y posprandiales. Se le administraran inhaladores y múltiples medicamentos. Por lo que frecuentemente necesitaba interrumpir sus actividades, e incluso despertarla en varias ocasiones.

No obstante, Gabriela siempre lucia de buen genio y dispuesta a colaborar en todo momento. La mayoría de las ocasiones ella se encontraba en compañía de la señora Margarita, y los fines de semana con sus padres don José y doña Lucia.

Como la mayoría de pacientes pediátricos que se hospitalizan en la Fundación, Gabriela era una joven muy querida por todo el equipo interdisciplinario. Por lo cual, los familiares de Gabriela junto con el servicio de bienestar, organizaron una fiesta de quince años en su honor. Ellos decidieron realizarla pese a que faltaban unos cuantos meses para que cumpliera años, quizá sabiendo que probablemente Gabriela no llegaría a estar con nosotros ese día.

El día de la fiesta, Gabriela se arregló muy temprano y fue llevada a la suite de la expansión de la Fundación, era necesario debido a sus requerimientos llevarla con una bala de oxígeno, allá le tenían preparadas sorpresas, una de ellas fue llevar a tres famosos músicos del momento quienes le cantaron durante su celebración de cumpleaños.

Ella se veía hermosa, con una tiara de princesa y un vestido blanco con flores, el salón lo organizaron con globos color rosa y flores también.

Gabriela se sentó en medio de la habitación y a su alrededor se encontraban sus padres y demás familiares. Entre otros colaboradores de la institución quienes igualmente la acompañaron. Por lo que ella no pudo evitar que le salieran lágrimas de alegría.

Al día siguiente al preguntarle cómo le había ido, ella no paraba de hablarme de cada detalle de su fiesta y podía ver la alegría con la que me contaba las cosas, don José quien también estaba emocionado, me mostraba desde su celular las fotos que tomaron y fragmentos de videos que realizo de la celebración.

Es ahí donde supe que como Enfermera podía hacer más que brindar los cuidados que aprendí desde mi universidad y que acciones como estas hacen que nuestra profesión sea más humana.

Pocos días después, Gabriela había sido dada de alta, sin embargo, no pasó mucho tiempo para que volviera de nuevo. Esta vez el cuadro clínico de ella había empeorado. Ya que a pesar del alto aporte de oxigeno continuaba con mucha dificultad respiratoria.

Para esta ocasión, dada la condición de Gabriela fue necesario que el servicio de Cuidado Paliativo la interviniera de una manera más compleja. Por lo cual se le instauraron goteos con el fin de manejar su disnea. Al recibir turno aquella tarde no fue fácil para mí ver a esa joven alegre y soñadora acostada en cama.

Ese día, la señora Lucia la acompañaba y al saludarla pude ver lágrimas en sus ojos y tristeza en su rostro; me acerqué a ella y le dije lo valiente que había sido su hija todo este tiempo y que las cosas que sucedieran siempre iban a ser en bienestar de ella.

Procure que esa tarde fuera lo más tranquila y cómoda posible para ambas. Por esta razón estuve muy pendiente de administrarle los medicamentos e infusiones con el fin de que ella no sintiera angustia de estar ahogada y resolví algunas dudas que tenía la mamá con respecto al tratamiento.

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Esa noche al entregar turno, entre por última vez a su habitación, quizá sabiendo que probablemente sería la última que la vería con vida.

Al despedirme tome la mano de Gabriela y ella con las pocas fuerzas que le quedaban me sonrió y se despidió de mí. No podía evitar que esta situación me causara tristeza. Fue una experiencia difícil puesto que sentía que ella se había convertido en una persona muy importante para mí.

Finalmente, una mañana de miércoles del mes de octubre supe que Gabriela se había ido. Sin embargo, su familia a pesar del duelo por el que estaban pasando, no dejaron de agradecer todas las atenciones y cuidados que se le brindaron en todo momento. Ya que a pesar de que no fue fácil la situación de Gabriela, siempre estuvo tranquila y contenta hasta el último de sus días.

Decidí compartir esta narrativa, ya que considero que ha sido muy significativa no solo para mi vida profesional. A través de esta situación pude experimentar sentimientos de alegría, esperanza, felicidad y también de tristeza y melancolía. Considero que como enfermeros, tenemos la formación y entrenamiento suficiente para hacer bien nuestra labor. Pero no para enfrentar la pérdida de un paciente.

Puedo resaltar el papel tan importante que tenemos los profesionales de enfermería y todo el equipo interdisciplinario en el proceso de enfermedad de un ser humano y la relevancia que tiene. No solo el aportar cuidados de calidad basados en la evidencia. Sino también esa labor humana que en ocasiones perdemos y que es un pilar fundamental, necesario en situaciones tan complejas como esta.

Puedo concluir que enfermería más que la suma de conocimientos adquiridos en la universidad, es una vocación de amor, un arte que se ejerce en búsqueda del bienestar no solo del sujeto de cuidado, sino de su familia y entorno, donde escuchar, comprender, ponernos en los zapatos del otro y acompañar en la etapa final de la vida hace parte de esta hermosa profesión. Permitiendo que acciones simples contribuyan a fortalecer la relación enfermera-paciente y haya una plena satisfacción por la labor cumplida.

Como aporte a la enfermería, esta experiencia puede contribuir a fortalecer nuestra labor desde un enfoque humanizado. Donde podemos realizar diversas acciones a favor de los pacientes y familiares brindando un cuidado holístico. Otorgándole así el valor superior que se merece nuestra profesión.

Autor

1 Andrea Ximena Oyola Lamprea. Enfermera egresada Pontificia Universidad Javeriana, Hospitalización pediatria Fundación Santa Fe de Bogotá, ximenita21.ax@gmail.com

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