Una Aproximación a la Ciencia y al Arte: El crucifijo según el arte
El crucifijo según el arte
The Crucifix as Art
Carlos Augusto Rodríguez Garcés*
Centro Médico de la Sabana, Bogotá, D.C., Colombia.
Al contemplar nuestra historia comprendemos que somos un pueblo hijo de cuatro ideas fundamentales:
- Israel nos enseña la diferencia de la mitología de las antiguas culturas, el concepto de monoteísmo, creer en un solo Dios verdadero.
- Grecia nos ilustra acerca de que existe un Logos en el mundo y que nuestra inteligencia es capaz de penetrar en Él y que nuestro lenguaje es apto para expresarlo.
- Roma nos hizo comprender que hay que hacer sociedad con valores firmes y uniformes a la vez que formamos un ejército de ideales de conquista.
- El cristianismo nos revela que el Logos se hizo carne, habitó
De esto como herencia nos queda el concepto de dignidad de las personas (hombres, mujeres y niños) y la confianza en la razón – logos no sólo para dominar el mundo sino para comprender una religión que no va contra nuestra naturaleza.
El crucifijo no pudo venerarse públicamente en la época postapostólica por temor a los escarnios y a las persecuciones, motivo por el que hay ausencia de una documentación arqueológica.
Figura 1. Orfeo el Buen Pastor. Le catacombe cristiane di Roma.
Tomado de: https://2.bp.blogspot.com/-ySfNw-ipe7I/TYnw0TPdKpI/>AAAAAAAABjA/ua8cCcmmUt8/s1600/imagesCA3C1D5O.jpg
El arte paleocristiano deriva del románico alto con un ascendente espiritual.
Para que los fieles pudieran reverenciar al Maestro adoptaron la alegoría, el símbolo, y, apelaron también al sincretismo para despistar al Imperio en época de persecución, utilizando figuras de la mitología como Ulises u Orfeo al convertirlas en “David” (figura 1) o el Moskóforo en “El buen Pastor”.
El símbolo preferido fue el cordero al que acoplaron todos los atributos de Jesús (figuras 2 y 3).
Figura 2. Moskóforo, Museo de la Acrópolis de Atenas
Figura 3. David El Buen Pastor, Arte paleocristiano Cipactli López Rdz
En el siglo IV apareció el monograma de Cristo, anagrama o Crismón, utilizado en los sarcófagos paleocristianos. De acuerdo con Eusebio de Cesarea y Lactancio, éste consistía en las letras griegas Χ y Ρ (ro) aunque en otras versiones, la última se sustituyó por la letra Τ (tau) o por una pequeña cruz latina. Tiempo después le añadieron las letras α (alfa) y Ω (omega) que representan el principio y fin de todas las cosas, como lo es también en esta religión, Cristo (figura 4).
Figura 4. Crismon Historia del mundo antiguo, Roma.
Este cristograma comenzó a aparecer en las monedas romanas después del Edicto de Milán en 313 con el que el Emperador Constantino establecía la libertad de culto para los cristianos (figura 5.) Hacia el siglo V una vez aceptado el cristianismo como religión oficial del imperio, la Cruz es exhibida en público sin más detalle.
Figura 5. Crismon de Quiroga, Moneda Romana.
Por el siglo VI se introduce el cordero con el signo de la redención sobre su lomo (figura 6.) y después lo veneran recostado sobre el ara al pie de la Cruz, luego su costado aparece rajado y sangrando y por último se halla en la clave del leño, según una descripción del monje Rábula.
Figura 6. Puerta Del Cordero, San Isidoro de León.Francisco Zurbaran 1635, Bango Torviso Op. cit.
De esta misma época en la Cruz Vaticana, además de cordero con nimbo cerrado en dos medallas, trazaron el Redentor en las ampolletas del Tesoro de Monza. Jesús lleva nimbo crucífero. Tiempo después en la Iglesia de San Esteban ponen a Jesús sobre una cruz gamada en medio de dos ladrones y encima el sol y la luna.
Más tarde el Hijo aparece de pie con los brazos extendidos en posición horizontal pero sin cruz. Paulatinamente fue avanzando hacia la representación del crucifijo y cuando se decidieron a adoptarlo como atenuante, añadieron la Resurrección. Los crucifijos más antiguos corresponden al culto privado a cuyo género pertenece el del Evangeliario siriaco de 598 d. C. de la Biblioteca Laurentina de Florencia.
Cien años después, El Concilio Ecuménico acordó la preferencia de la pintura o representación histórica sobre la simbólica del anagrama o crismón para ser venerado en público. Los pintores clásicos lo mostraron en muchas formas como el cordero maniatado de Zurbarán (figura 7.)
Figura 7. Agnus Dei o Cordero de Dios.
Francisco Zurbaran 1635. Museo del Prado de Madrid España.
Adriano I en época carolingia, ratificó los decretos del Concilio de Nicea de 787 acabando con las controversias en torno a la veneración de imágenes.
Según se desprende del texto de Anastasio, la figura del Salvador aparece esculpida en bajorrelieve. Es probable que acorde con la costumbre romana, el Salvador debiera ser crucificado desnudo como se exhibían a todos los condenados a muerte.
De acuerdo con San Ambrosio y San Agustín, la iglesia por pudor acordó vestir la imagen colocándole el colobium o túnica sin mangas que descendía hasta las extremidades inferiores, con una especie de cinturón que viene pendiente desde los riñones como proyectando el crucifijo moderno desde las representaciones del siglo VIII (figura 8).
Figura 8. Rabbula Gospels. Arte Carolingio influencia siriaca
Ya por el siglo X, el vestido que cubría todo el cuerpo se redujo a una enagüilla sujeta a la cintura, tradicionalmente trazaron el crucifijo como le conocemos hoy día. Esta representación final se observa el donado por el emperador Carlo Magno a la Basílica de San Pedro.
Una desviación como afrenta albigense, colocó la cruz en forma de pata de oca con los brazos angulados hacia arriba, posible influencia de las representaciones germánicas (figura 9).
Figura 9. El Crucifijo de Pie de Oca. Murugarren, Puente de la Reina
Su aspecto pietista reveló la agonía y el cadáver, imágenes ligadas y ancladas al viernes de pasión, tal vez anulando en el imaginario colectivo el emblema de su inmortalidad en la Resurrección.
“En la cruz fue torturado y muerto el inocente. Él entregó su vida por amor a la humanidad, allí nos amó hasta el extremo. Él libremente entregó la vida, no se la arrebataron. Decidió anunciar la buena noticia del reino en medio de una sociedad que destruía la verdadera vocación humana”.
Todo este trasegar en el arte por veinte siglos de historiadura, nos indica que en el fondo hay una pluralidad invitada a converger en un punto central, el Hijo del Padre se encarnó en la humanidad, que lo ha interpretado de diferentes maneras acorde con su etnia, idioma, costumbre, geografía, política, sociología, psicología e interés personal, pero que debe vivir su enseñanza en la construcción del Reino, Redención o Cielo.
Contemplar a Jesús en la cruz nos refiere a las cruces que viven los hombres y mujeres de hoy. “Contemplar a Jesús en la cruz nos recuerda nuestra identidad”. Hay que sobrepasar la dogmática y encaminar los esfuerzos de unión ecuménica hacia ese mandato del Salvador: “Que todos sean uno con un solo Dios y una sola Iglesia de Cristo”.
Bibliografía
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Autor:
* Carlos Augusto Rodríguez Garcés. Es doctor en Medicina y en Cirugía General, egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia y Especialista en Cirugía General y Vascular de la Universidad del Rosario.
Miembro activo de las Sociedades de Cirugía y Gastroenterología, así como de la Societé International de Chirurgie y de la World Association of Hepato-Pancreato-Biliary Surgery. Estudió Teología Pastoral en el Seminario Valmaría de los padres eudistas. Pertenece a la Asociación Colombiana de Pesebristas, de la cual fue Director Académico. Miembro activo de la Asociación Filohelénica de Colombia. Presidente de Una Fides Corporación Ecuménica de Colombia.
Correspondencia: carogriguezn@hotmail.com
Recibido: enero de 2014
Aceptado para publicación: febrero de 2014
Actual. Enferm. 2014;17(3):38-40
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