Eventos Adversos en la Unidad de Cuidado Intensivo
• Los medicamentos y balance hídrico: error en la prescripción y distribución de medicamentos e insumos, su disponibilidad, reacción adversa medicamentosa, omisión o suministro de medicamentos en un horario anticipado o atrasado, error en la dosificación y en la administración al paciente equivocado, medicación cruzada, proporcionar dosis errada y por una vía no indicada, sin la dilución o tiempo de infusión apropiados. Asociar medicamentos por poli farmacoterapia desconociendo sus interacciones y efectos, omitir valoraciones antes, durante y después de administrarlos.
Estos errores o EA se han asociado con circunstancias tales como la rutina, poca claridad de sistemas de perfusión a utilizar según el medicamento (bolo, intermitente, continua), estrés, fatiga, sobrecarga laboral, inadecuada comunicación y falta de conocimiento y experiencia.(27-32)
Respecto al balance hídrico(33) se ha encontrado imprecisión e inconsistencia en la cuantificación y totalización de las pérdidas, ganancias y de la fluidoterapia, lo que puede alterar la osmolaridad sanguínea, el cálculo del gasto energético, la nutrición, los electrolitos y propiciar la aparición de complicaciones (insuficiencia renal pre-renal o inducida por medios de contraste, derrame pleural, edema pulmonar).
• Inadecuado control de la glicemia: la hipoglicemia se ha convertido en uno de los eventos adversos más frecuentes y menos reportados en las unidades de cuidado intensivo porque su control y manejo es rutinario y sus consecuencias pasan desapercibidas a pesar de que es el evento centinela de mayor importancia. Los factores de riesgo en la aparición de la hipoglicemia se asocian con: falta de conocimiento de los valores ideales de la glicemia según el tipo de paciente y sus patologías, ausencia de protocolos y estandarización del manejo de la glicemia, administración inapropiada de insulina, errores en el manejo de los dispositivos de control (tiras reactivas, calibración y manejo de los glucómetros), intervalos de tiempo inadecuados y tomas de muestras incorrectas.(34-36)
• La monitorización del paciente o los cuidados que necesita: úlceras por presión, desplazamiento, salida, retiro no programado, obstrucción, fijación inadecuada, desconexión accidental de catéteres, tubos endobronquiales, sondas, drenajes o cualquier dispositivo invasivo. Aspiración broncopulmonar, flebitis, hematuria por inserción o retiro traumático de la sonda vesical, intubación con prótesis y fallo en el mecanismo de alarma del sistema de monitorización, entre otras.(37-39)
• La infección nosocomial: Infección del lugar quirúrgico, infección del tracto urinario en pacientes con sondas vesicales, bacteriemia relacionada con el catéter, sepsis, neumonía, infección de prótesis, contaminación de sistemas de drenaje.(40)
• Maniobras de reanimación: deterioro del paciente sin asistencia ni tratamiento, demora en el reconocimiento de la situación clínica del paciente o en la instauración del tratamiento, soporte inadecuado de la función hemodinámica y/o respiratoria, retardo en el inicio o prolongación de maniobras de reanimación cerebro – cardiopulmonar, quemaduras o fracturas tras las maniobras, utilización inadecuada de terapias, falta de insumos o falla en los equipos y error en la administración de medicamentos.(41-43)
Prevención de los Eventos Adversos en la UCI
La aparición de eventos adversos durante la atención de enfermería es responsabilidad de todos los actores susceptibles de modificación (del profesional, instituciones, políticas y academia). Por esto se presentan estrategias de detección oportuna y minimización de los eventos adversos con el fin de obtener mejores resultados en el marco de la calidad alcanzando estándares que ofrezcan seguridad.
Estrategia para la detección oportuna de los eventos adversos
Es necesario implementar en los servicios de atención asistencial una matriz de priorización de los problemas hallados en la cual se analiza la frecuencia de los eventos adversos notificados, y su impacto en términos de recuperación del paciente, repercusiones para el profesional de la salud, costos de atención, secuelas y finalmente la “prevenibilidad”, es decir el análisis de los eventos adversos reportados que se consideren prevenibles y sus correspondientes acciones de mejora.(43)
Una de las principales acciones para la detección de los eventos adversos es la notificación, estrategia clave para aprender del error y evitar su recurrencia. Los sistemas de notificación pueden cumplir dos funciones: garantizar la responsabilidad social y que los profesionales proporcionen información útil sobre el perfeccionamiento de la seguridad.
Los sistemas de registro y notificación no intentan ser una valoración de la frecuencia de los EA y de los incidentes, sino una forma de obtener información valiosa sobre la cascada de acontecimientos.(44,45)
Por otro lado, es necesario conocer que existen barreras que generan ausencias, infra o sobre notificación tales como: percepción del beneficio al notificar, aumento en la carga de trabajo, el trabajador se siente culpable, la cultura punitiva, falta de apoyo y divulgación acerca del fundamento teórico de la seguridad clínica de los pacientes. Para romper estas barreras las instituciones y en especial los servicios especializados como las unidades de cuidado intensivo deben desarrollar sistemas de notificación que tengan características particulares que permita comunicación oportuna (tabla 2).
Estrategias de Minimización de los Factores de Riesgo
Para la minimización de los eventos adversos se deben conocer los criterios que permitan implementar prácticas seguras, estos son: la magnitud y gravedad del problema a prevenir, la importancia de la evidencia que soporte la necesidad de modificar el problema de seguridad mediante intervenciones efectivas y viables en relación con la complejidad y los costos. Algunos estudios han demostrado que el conocimiento de estos criterios así como la implementación de estrategias dirigidas a los factores de riesgo y a los eventos adversos más frecuentes se asocian con reducción de costos y morbimortalidad.(46,47)
A continuación se plantean algunas estrategias que de forma general pueden servir como insumo en la minimización de factores de riesgo y prevención de los EA en las unidades de cuidado intensivo, teniendo en cuenta que cada unidad debe generar sus propios métodos de acuerdo con su dinámica y comportamiento:
El profesional de enfermería
En lo que respecta al profesional de enfermería la literatura coincide en la necesidad de: (48-50)
• Brindar educación de acuerdo con su campo de acción y con el rol que desempeñan que proporcionen suficientes bases, criterios y racionalidad al actuar con veracidad y eficiencia. Instruir es talvez una de las principales estrategias pues no siempre se posee suficiente información, no todo se sabe y adicionalmente en el campo de la salud, y lo que a éste compete, la información está en constante evolución, lo que justifica la necesidad de aprender y de actualizar periódicamente lo que se sabe.
• Realizar protocolos, estandarizar los procedimientos y desarrollar procesos de evaluación, elaborando listas de chequeo como indicadores de seguimiento.
• Desarrollar capacitaciones en el manejo de nuevos equipos, medicamentos, procedimientos novedosos y su correspondiente evaluación y seguimiento de aprendizaje.
• Promover que los profesionales (enfermero, médico, fisioterapeuta) y auxiliares de enfermería que lleven poco tiempo en las UCI expresen cualquier duda por insignificante que sea a los colegas más expertos antes de realizar cualquier intervención de cuidado, para lograrlo es necesario que exista canales de comunicación adecuados, colegaje, apoyo continuo, colaboración y procesos permanentes de retroalimentación.
• Implementar procesos de retroalimentación, autoevaluación y fortalecimiento en el reconocimiento de los errores, incidentes o eventos adversos con el fin de aprender y compartir lecciones de seguridad.
• Establecer programas de entrenamiento y reentrenamiento a los profesionales de enfermería- auxiliares de enfermería que ingresen o se encuentran laborando en la unidad, estos programas deben estar consignados en estándares operacionales y fundamentarse no sólo en las funciones asistenciales, administrativas, educativas que debe desarrollar el personal sino en la información obtenida sobre los incidentes o eventos adversos más frecuentes y en el conocimiento de la política de seguridad.
• Elaborar indicadores de cuidado nuevos a partir de los eventos o errores más frecuentes, además de la aplicación de los indicadores básicos establecidos en las unidades de cuidado intensivo.
Las instituciones
• Las instituciones deben acompañar la educación de cada profesional con la creación y seguimiento de políticas, estándares operacionales, protocolos y guías de manejo de manera tal que mediante la descripción detallada de actividades que deben cumplirse a cabalidad y que previamente se encuentran fundamentadas, analizadas y validadas en función de resultados, orienten el cuidado, asegurando una mejor atención, unificando lenguaje, criterios y procesos.
• Establecer políticas de contratación del recurso humano idóneo para los servicios especializados, orientadas a la adquisición de personal con características como formación posgraduada, un mínimo de experiencia clínica en cualquier área, competencias comunicativas, liderazgo, pro actividad, motivación y deseo de crecimiento profesional y personal.
• Realización de procesos de evaluación periódica de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes (autoevaluación, coevaluación, heteroevaluación), que aseguren que los profesionales y técnicos, continúan siendo competentes para desempeñarse en el área.
• Garantizar adecuada remuneración y acciones de reconocimiento que evite que los profesionales especialistas tengan doble jornada laboral, pues está demostrado que trabajar 12,5 o más horas consecutivas incrementa el riesgo de aparición de eventos adversos.
El equipo de salud
• Optimizar las relaciones interpersonales y propiciar mejor comunicación entre los diferentes actores relacionados con la atención en salud a través de reuniones interdisciplinarias, revisión en conjunto de los pacientes en cada turno, seguimiento común de datos, resultados y procedimientos realizados que se constituyen en un punto primordial para la disminución y prevención de los EA, Sin embargo, poco sirven las medidas antes descritas si no se reconoce, divulga y analiza el problema de la ocurrencia del evento adverso.
• Desarrollar espacios para la divulgación, discutir y analizar los EA, sin conductas punitivas, lo que permite reconocerlos, tipificarlos y caracterizar las condiciones de ocurrencia.
• Implementar en las unidades de cuidado intensivo comités de “calidad en el cuidado”, donde se realizan reuniones interdisciplinarias que evalúen los procesos en la unidad a partir del análisis de los indicadores, adherencia a los estándares, reporte de los incidentes y eventos adversos.
• Participación de un profesional de enfermería, médico intensivista, auxiliar de enfermería en los comités generales de seguridad que permitan enriquecer los análisis de los eventos adversos y las posibles soluciones desde su experticia y formación académica, ya que es más fácil hacer análisis de las situaciones cuando se conoce el contexto y el funcionamiento de áreas especializadas.
Finalmente a partir de los eventos adversos más frecuentes reportados en la literatura por enfermería y en nuestra propia experiencia en la práctica, se recomienda:
Administración de Medicamentos
Diseñar programas de detección de problemas relacionados con errores en la administración de medicamentos utilizando como punto de partida y de control herramientas validadas, tales como el instrumento de la “taxonomía de errores de medicamentos para seguimiento en la UCI”, el cual permite obtener información del error, consecuencias, medicamentos implicados, características de error, causas, factores contribuyentes y tipo de errores.(51) Con este instrumento y sus indicadores se logra seguimiento estricto de los EA de los medicamentos y el inicio de investigaciones que proporcionen evidencia.
• Diseñar, implementar y evaluar periódicamente los protocolos y estándares en el proceso de administración de medicamentos haciendo énfasis en los medicamentos de mayor riesgo y los involucrados en los incidentes o EA más frecuentes (sedantes, antibióticos, analgésicos, anticoagulantes, hipoglicemiantes, fibrinolìticos, antiagregrantes plaquetarios, soluciones hipertónicas, inotrópicos, vasopresores, antiarrítmicos, etc.).
• Realizar rondas de seguridad utilizando listas de chequeo en las que se verifique la forma de preparación de mezclas, su tiempo de duración, concentración, compatibilidades, programación de bombas o perfusores, identificación de medicamentos y soluciones (rotulación de bombas, equipos y vías), de forma habitual mínimo dos veces por turno, al momento de recibir el turno y en el transcurso del mismo.
Balance de líquidos
• Evaluar en cada turno que el aporte de líquidos endovenosos sea adecuado según la condición clínica del paciente: edad, pruebas de función renal, fracción de eyección, requerimientos, pérdidas sensibles e insensibles y factores de comorbilidad.
• Incorporar las pérdidas insensibles en el balance de líquidos de 24 horas.
• Estandarizar criterios específicos que justifiquen la colocación de dispositivos invasivos (catéter central de inserción periferica o catéter central).
• Incluir en el control horario de constantes vitales el gasto urinario como una variable determinante del seguimiento hemodinámico.
• Determinar los líquidos que no se contabilicen en el balance de líquidos (irrigaciones, lavados, Dianeal, etc.)
• Incluir el balance acumulado y diario en los registros de enfermería haciendo el respectivo análisis de los mismos con el fin de determinar, el requerimiento, aporte y restricción de líquidos.
Hipoglicemia
Diseñar, implementar y evaluar protocolos soportados con evidencia científica en el que se incluyan los siguientes elementos:(52,53)
• Establecer las indicaciones de cuando iniciar infusión de insulina teniendo en cuenta las cifras de glucometría y glicemia (mayor de 180 mg/dl) documentadas en estudios actuales.(54)
• Construir una escala que permita determinar la cantidad de insulina requerida según las cifras de la glucometría, de acuerdo con las condiciones clínicas particulares de los pacientes.
• Seguimiento de las cifras de glucometría y glicemia determinando un intervalo de tiempo según los requerimientos de insulina.
• Valoración estricta de signos de hipoglicemia según intervalo de tiempo establecido ante los requerimientos de insulina con mayor seguimiento en los turnos de la noche.
• Realizar controles periódicos de los dispositivos utilizados para el control con el fin de minimizar el margen de error producido por el equipo.
• Validar las cifras obtenidas en los controles con los signos del paciente.
La monitorización del paciente o los cuidados que necesita
• Utilizar en la valoración de ingreso y estancia del paciente en estado crítico escalas validadas (Branden y Cubbin Jackson) que permitan identificar oportunamente los factores de riesgo y prevención de las úlceras por presión.(55)
• Diseñar protocolos de sedación(56) que proporcionen lineamientos en donde se establezca periódicamente el objetivo de la sedación-analgesia para cada paciente, evaluación de las respuestas en forma continua, valoración de los efectos adversos de los sedantes- analgésicos, medidas de prevención del delirium y el síndrome de abstinencia, aplicación de escalas para la evaluación del dolor y grado de sedación así como las medidas específicas en el manejo del paciente ansioso y agitado.
• Establecer lineamientos que orienten el uso correcto de la sujeción donde se establezca que el objetivo principal de la inmovilización es evitar el retiro voluntario o accidental de dispositivos (tubos, sondas, drenajes, catéteres) así como impedir la lesión involuntaria al personal de salud, y sólo debe ser usada en situaciones apropiadas y no como un procedimiento de rutina, comodidad y tranquilidad para los profesionales de enfermería, debe ser lo menos invasiva, capaz de optimizar la comodidad, seguridad del paciente y dignidad, utilizada el menor tiempo posible y su indicación debe quedar escrita en la historia clínica.(56)
• Incluir en la ronda de seguridad la verificación de la programación las alarmas con los valores mínimos y máximos de acuerdo con los valores de las variables hemodinámicas y de la condición clínica del paciente, esta actividad debe hacerse al recibo y entrega de turno.
• Reconocer los sistemas de telemetría como un instrumento de apoyo en el seguimiento, control y reconocimientos de cambios clínicos, que no funciona como una herramienta terapéutica y no remplaza la valoración directa del paciente.
Infección nosocomial
• Implementar paquetes de medidas “bandles” para la prevención de la neumonía nosocomial y bacteriemia por catéter, los cuales contienen información precisa de prevención basada en evidencia científica, que permite estandarizar procesos de manejo en el cuidado del paciente en estado crítico.(57)
Maniobras de reanimación
• El aprendizaje de reanimación no está dado solamente por un componente teórico sino que es necesario un aprendizaje práctico, siendo imprescindible la práctica secuencial repetida a través de simulacros de las diversas maniobras de reanimación hasta su realización casi automática. La periocidad de estos simulacros idealmente debe ser mensual, no obstante también se hace necesario la programación de cursos de reentrenamiento como mínimo cada seis meses que permita desarrollar y mantener destreza y habilidades adquiridas.
• Realización de registros que permitan llevar una información ordenada respecto al número de paros cardiorrespiratorios intrahospitalarios, causas, duración del paro, tiempo de reanimación, sobrevida de las reanimaciones, secuelas de las reanimaciones, errores durante la reanimación, todos estos datos se transformarán en indicadores de calidad que permitan medir el éxito o fracaso de las reanimaciones; a la vez que se convierten en insumo para iniciar trabajos de investigación que permitan evaluar el éxito de las reanimaciones, el impacto de la educación continua y los cursos de reentrenamiento en los profesionales.
Conclusiones
• Divulgar, caracterizar y analizar los eventos adversos que ocurren alrededor del proceso de atención de enfermería al paciente en cuidado crítico dentro de una cultura de no culpabilidad como primer paso para mejorar procesos y hacer sistemas más seguros y de mayor calidad.
• Minimizar el riesgo de sufrir un evento adverso es una meta de trabajo conjunto y requiere compromiso de tres actores: los profesionales de la salud con la cultura de desarrollar buenas prácticas, las instituciones de salud como centros seguros y finalmente la implementación de la política de seguridad que genere cambios en el Sistema Nacional de Salud y en la sociedad.
• Se requiere unificar conceptos relacionados con la seguridad clínica de manera que todos los involucrados en la prestación de servicios de salud hablen un mismo lenguaje y posean claridad para su divulgación, identificación y prevención de los eventos adversos.
• Las unidades de cuidado intensivo, caracterizadas por tener equipamientos y tecnologías avanzadas son un reto para el profesional de enfermería en la oferta del cuidado, siendo importante el reconocimiento de factores de riesgo como la falta de formación académica, sobrecarga laboral, déficit en la implementación de políticas, ausencia de estandarización de procesos, protocolos, elaboración de guías, complejidad de los pacientes y las barreras de comunicación para prevenir y minimizar la ocurrencia de errores y eventos adversos.
• Para la minimización de los eventos adversos se debe conocer la magnitud y gravedad del problema a prevenir, la importancia de la evidencia que soporte la necesidad de modificar el problema de seguridad mediante intervenciones efectivas y viables en relación con la complejidad y los costos implementando estrategias dirigidas a los factores de riesgo y a los eventos adversos más frecuentes en las unidades de cuidado intensivo.
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