Responsabilidad como Principio Ético en el Cuidado de Enfermería
Hna María Cecilia Gaitán Cruz
Resumen
El tema se desarrolla desde la perspectiva de la responsabilidad ética en el cuidado de enfermería. Es el resultado de una revisión bibliográfica, de la experiencia de cuida-dora, de la mirada histórica sobre la realidad de enfermería y de la convicción profunda sobre la profesión y su esencia: el cuidado.
En la praxis del cuidado, las circunstancias desfavorables y la adversidad no pueden ser una justificación para menoscabar la responsabilidad ética del cuidado de enfermería, es necesario una actitud propositiva y comprometedora para hacer realidad, y posibilitar en el cuidado, el respeto de la dignidad del ser humano, solo así la sociedad podrá evidenciar la esencia de enfermería y los profesionales asumir con responsabilidad el cuidado de la vida y los desafíos del contexto.
Palabras clave: cuidado, principio ético, enfermería
Abstract
The subject is approached from the viewpoint of the ethical responsibility in nursing care, based on a bibliographic re-view, the personal nursing experience of the author, the his-torical perspective of the nursing profession, and the pro-found conviction of the essence of the profession: excellent care.
In the praxis of nursing care, unfavorable or adverse cir-cumstances do not justify any interference with the ethical responsibility of nursing care; it is necessary to adopt a positive and obliging attitude to achieve excellence in care and to respect the dignity of the human being, and it is only so that society can perceive the essence of the nursing profession and the nurses undertake with responsibility the good care of life and the challenges posed by its con-text.
Key words: Nursing care, ethical principle, nursing
Introducción
En la construcción reflexiva de un discurso sobre la responsabilidad ética del cuidado de enfermería es imprescindible una mirada sobre la dignidad del ser humano, su trascendencia y la experiencia individual y recíproca de encuentro entre el tú necesitado y el yo que comprende la situación del otro, y el cuidado que trascendiendo los límites de la corporeidad llega a la moralidad del acto de cuidar, que se da bajo el constructor ético de la responsabilidad.
El Ser Humano y el Acto de Cuidar
Existe una diferencia cualitativa entre el ser humano y las otras entidades de la realidad (anima-les y plantas), que es su trascendencia, su espíritu e interioridad, su dignidad ontológica inherente a su condición de humanidad, por esto, el ser huma-no debe ser considerado en sí mismo y no como medio. “El concepto de dignidad se refleja en el respeto a la autonomía o a la libertad de autodeterminación de los seres humanos según su proyecto de vida, considerados fines en sí mismos”.(1) La tarea de cuidar, aun-que tiene algunas afinidades con el cuidar a otras entidades de la naturaleza, tiene unos rasgos y características especiales: lo ineludiblemente huma-no, la dignidad intrínseca de su ser, que sólo un ser humano lo puede dispensar.
El ser humano es frágil y vulnerable desde múltiples perspectivas: ontológica, corpórea, espiritual, moral, social, cultural, política…; precisamente por ello debe ser cuidado, pues no es auto-suficiente, y debe realizar un largo re-corrido para alcanzar su proyecto existencial.
En el acto de cuidar de un ser humano se produce el encuentro entre dos universos personales, entre dos mundos libres, entre dos conciencias, entre dos destinos singulares en la historia. Cuidar exige una vivencia individual o colectiva recíproca, es darse a otro, a los otros, pero también darse a uno mismo; es una vivencia, puesto que es un acto, y para que exista debe existir una persona que lo realice y otra (u otros) que lo recibe; cuidar es una experiencia que se escenifica en la vida de manera intencional. En el cuidar también se cuida quien cuida, pues el otro como yo es un ser que vive en lo mismo y de lo mismo, el otro está en relación, en interconexión con mi yo; todos somos un momento del mundo y existimos en lo percibido de él, por esto en el cuidado en general y en la enfermería, en especial, cuidar es una manifestación de la intersubjetividad humana, ligada a un servicio que comprende la posibilidad de un juego de intercambio con el otro y de un sistema de obligaciones recíprocas.(2)
Esto significa que el cuidado, si bien es preocupación biológico – somática, trasciende los límites de la corporalidad para llegar a los terrenos de la moralidad; pues quien cuida, además, imprime en el cuidado parámetros de dignidad, de respeto, de confianza, entre otros, en la interacción cuidador-cuidado. Por su razón ontológica implica y compromete, en una ética de responsabilidad y compromiso con las propias obligaciones, como una expresión de libertad y autodeterminación frente a las decisiones, corriendo el riesgo de ir en contra de los demás y aún contra nuestros propios sentimientos, afectos y deseos, en forma tal que se trascienda la ética del mandato y la obediencia, que genera una noción de ley natural y la ética contractual, que implica relaciones recíprocas de derechos y deberes frente a los valores de una sociedad, esto es, la ética de los códigos profesionales.(3)
El ejercicio de cuidar a un ser humano no es tarea fácil o arbitraria, exige la coordinación de factores personales, profesionales, culturales, ambientales e institucionales. Es una tarea de gran magnitud, precisamente, porque el ser humano, en su más radical profundidad, es un misterio, un ser inacabado, único, irrepetible, trascendente, unidad dialéctica, difícil de caracterizar, y cuidarle es ayudarle a ser él mismo. Precisamente por esta realidad del ser humano, cuidarlo es una tarea profesional integral que exige un hondo conocimiento de los niveles somático, fisiológico, psicológico, social y espiritual de la persona, y una disposición, una postura ética, una vivencia de hábitos morales y una forma de vida continuada en el tiempo.
Cuidar representa una variedad de intervenciones para conservar y mantener la vida, prevenir la enfermedad, participar en los cuidados de curación, rehabilitación, cuidados paliativos y alivio del dolor, que se inician y engloban en la comunicación y relación interpersonal humanizada entre el cuidador y el ser humano, sujeto de cuidado:(4) en razón a que es la persona, su vida, dignidad, historia social, necesidades y derechos, el sujeto de cuidado, la autenticidad, el respeto a la originalidad y credibilidad mutuas, la libertad las actitudes de escucha y comprensión, la empatía para penetrar en la intimidad, el respeto a las prácticas culturales, creencias, costumbres y tradiciones, los modos de percibir el pro-ceso salud-enfermedad, son características del cuidado.
Un Constructor Ético del Cuidar
Las consideraciones anteriores ponen de manifiesto que para dar un cuida-do es preciso la convicción íntima de la dignidad del ser humano, el encuentro entre dos universos personales (el ser humano que lo realiza y quien lo recibe) y el acto de cuidado.
Es básico que para cuidar, el cuidador desarrolle unos referentes universales que no son principios estáticos sino modos de acción, formas de interacción, hábitos profesionales, virtudes. No es suficiente el cumplimiento de unos principios (beneficencia, no maleficencia, autonomía, justicia…) para cuidar adecuadamente, sino que se requiere la vivencia de unos hábitos morales que se manifiestan no sólo desde la intensión sino que exigen vivencia en la práctica. Para este escrito se refiere el principio ético de la responsabilidad.
La responsabilidad aplicada al ejercicio de una profesión es la obligación moral que se acepta cuando se adquiere un compromiso, es inherente a la profesión, cargo o rol que se desempeña e implica rendir cuentas de las acciones y responder a sus consecuencias éticas y legales. La responsabilidad lleva implícita la capacidad de decidir y actuar con autonomía y libertad, y tiene además como implicación intrínseca proteger los derechos fundamentales de las personas, el primero de los cuales es el derecho a la vida. (5)
“La responsabilidad es una condición inexcusable de la naturaleza humana. Vivir humanamente es responder por los actos propios, reconocer y aceptar las consecuencias de un acto realizado libremente”,(6) como expresión de autonomía, convicción y hábito moral permanente; diferente es responder por deber frente a alguien, o porque existe una sanción civil o penal, esto podría convertirse en un ejercicio profesional defensivo.
La responsabilidad ética es la razón de la actuación humana en horizonte de plenitud. Si es preciso un marco ontológico sobre el cual se orienta el actuar humano, que toma el cuidado de sí mismo, que reconoce en totalidad a un sí mismo en otro, entonces cabe afirmar que es en este reconocimiento del otro como ser de solicitudes y necesidades, como el centro y razón de cuidar, en el que se afirma una relación ética. Estas dos dimensiones el otro y sus necesidades- hacen emerger el principio radical de solidaridad, que se entiende como el cuidar del otro con sus bondades, precariedades, limitaciones y solicitudes en la radicalidad del compromiso.
Las razones para una ética de responsabilidad en el cuidado se fundamentan en:
• El valor de la vida y de la salud de los seres humanos. Quien se ha formado como profesional de enfermería se ha preparado para el cuidado del otro(a), que incluye el cuidado de la vida y de la salud y el cuidado de sí mismo.
• La propia conciencia y coherencia de vida, o lo que podría resumirse en autonomía ética; es decir, en reconocerse como sujeto de juicio, de humanidad y de compromiso.
• El derecho que reclama una sociedad de una actuación ética, que se afirma y realiza en la dimensión ética del acto de cuidado.
• La situación actual del país; enfermería debe ayudar a abrir un espacio para un nuevo diálogo, demostrando que el cuidado de enferme-ría tiene una dimensión renovadora y de esperanza.
Enfermera, MNS Nursing Science, Maestría Historia Docencia e Investigación. Magistrada Tribunal Departamental Ético de Enfermería de Cundinamarca, Bogotá, D.C. Boyacá, Meta, Casanare y Amazonas. Correspondencia: formasaludtunja@yahoo.com Recibido: enero de 2008 Aceptado para publicación: febrero de 2008 Actual. Enferm. 2008; 11(1):21-24
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