Editorial: Abandono y Exposición de Infantes

Con inusitada frecuencia, dos en el último mes, registran los medios el hallazgo de un recién nacido abandonado. En algún sitio de la ciudad que varía típicamente entre la puerta de alguna vivienda o un sitio de recolección de basuras.

A pesar del tinte “humanitario” que se le da a las notas periodísticas en mención y el invariable reporte médico de que el niño a pesar de todo se encontró en buen estado. Y se recupera satisfactoriamente pocas prácticas como ésta reflejan nuestro atraso cultural, nuestro pobre respeto por la vida y nuestra violencia hacia los más débiles.

En las sociedades primitivas a la vida del recién nacido siempre se le asignó un valor menor a la concedida a otras edades.

Los libros sagrados registran el sacrificio de infantes Biblia: (Isaías 57:5) Corán: (surah 16:58-69).

Seguramente todos recordamos de nuestra historia universal la costumbre Espartana de “disponer” de la vida de infantes enfermos o deformes. Siendo mucho menos conocido el hecho de que en el imperio romano la “Patria Potestad” incluía el derecho a decidir sobre la vida de los hijos como lo prueba la carta del soldado Hilarión a su esposa. Dándole instrucciones de conservar la vida de su hijo por nacer, únicamente si era del sexo masculino y de matarla si era del sexo femenino.

En general estos pequeños eran abandonados en los bosques para que “los Dioses” dispusieran de su vida.

En la antigua ciudad romana de Ashckelon situada en el actual estado de Israel fueron encontrados los restos de más de 100 neonatos en las ruinas de una casa de baños. Probablemente las prostitutas utilizaban como método de control natal el arrojar a los infantes vivos a las letrinas donde morían por ahogamiento o inanición. 100 años más tarde el Emperador Romano Constantino prohibió estas prácticas.

En general la vida de las mujeres era menos apreciada que la de los hombres, costumbre esta muy arraigada también, por razones económicas, en la antigua China, india y los pueblos esquimales.

El Abandono y Exposición de infantes continuó en la época medieval y solo en 1624 se aprobó en Inglaterra la pena de muerte. Para las mujeres que asesinaran a sus hijos. Aunque la medida no fue útil pues continuó siendo práctica frecuente durante la revolución industrial el abandono o infanticidio de los productos de violación o abuso sexual.

Como bien lo ha demostrado el pediatra e intelectual Dr. Hugo Sotomayor, nuestro abandono de infantes encuentra sus raíces en la América India prehispánica. En la cual se sacrificaban los niños con malformaciones, los partos múltiples o el primogénito de sexo femenino. La costumbre persistió. En la América Cristiana persistió por razones de mestizaje, ilegitimidad o pobreza.

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ø Estas costumbres, abandonadas o al menos fuertemente condenadas en la sociedad occidental fueron colocadas en la picota pública por el famoso caso Norteamericano de Baba Doe:

Un infante con síndrome de Down a quienes sus padres negaban el derecho a recibir el tratamiento quirúrgico necesario para una atresia esofágica y que murió en medio de una batalla legal que si bien no salvo la vida del niño sirvió para que la opinión pública norteamericana despertara en el conocimiento de que, el derecho a la vida de los niños salía del ámbito de interés de sus padres e involucraba a médicos, hospitales y autoridades de salud, abogados y legisladores estatales y federales, la corte suprema de justicia de los EE.UU., la Casa Blanca y el congreso norteamericano, y por supuesto a los medios y a la opinión pública.

V El abandono o el asesinato de infantes es actualmente condenado en todo el mundo occidental aunque es sabido que persiste. Y en nuestro medio adopta una de dos formas el abandono caritativo o el infanticidio por abandono.

Las madres que abandonan sus hijos en el curso de una enfermedad en un hospital o a las puertas de un recinto habitado lo hacen convencidas que el pequeño tendrá más posibilidades en la vida institucionalizado o con el hallazgo de otros padres.

E caso del infanticidio por abandono (exposición de infantes) el abandono se lleva a cabo por creer que es la muerte lo más conveniente para el hijo indeseado o la madre. En ambos casos la crueldad es enorme. Pero en el segundo es un auténtico infanticidio, un abuso sobre un ser humano en estado de total indefensión, un crimen de lesa humanidad.

En nuestro país la constitución del 91 ha dirimido el conflicto patria potestad vs. derecho a la vida y derecho a la vida vs. calidad de vida a la luz de los derechos fundamentales y siempre privilegiando la vida de los menores por encima de otras consideraciones.

Cómo seguir entonces tolerando esos casos en nuestro medio donde la reseña periodística registra casi con simpatía el hallazgo de un indefenso neonato. Ysólo invita a creer que el abandono es relativamente seguro desconociendo los peligros de la hipotermia por frío. La hipoglucemia por ayuno o las infecciones, que eventualmente solo mostraran sus secuelas años más tarde.

Porque no al menos incluir un párrafo educativo junto a la chiva noticiosa, o un aviso de las entidades que pueden recibir con seguridad un hijo no deseado como bienestar familiar o las casa de adopción.

Una tragedia de siglos de ignorancia no puede perpetuarse en un país como el nuestro donde la recuperación del respeto a la vida. Debe ser la tarea prioritaria de nuestra sociedad enferma. Todas las propuestas que incluyan educar. Castigar o impedir el abandono de infantes son bienvenidas. Los adultos tienen la palabra.


Antonio Gómez MD
Director
Hospital Universitario
Fundación Santa Fe de Bogotá

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