Editorial, Segundo Centenario de la Independencia

Gustavo Malagón Londoño

La Academia Nacional de Medicina, no podía eximirse de hacer una celebración solemne del Segundo Centenario de la Independencia, lo cual tiene plena explicación por ser de su ámbito dos temas fundamentales: la salud y la educación que tuvieron marcada incidencia en los dos siglos transcurridos, y muy marcada en el más reciente. Los temas de salud y educación ofrecieron características históricas dignas de guardar en la memoria. La facultad de ciencias naturales de Mutis y su actividad destacada en el ejercicio y enseñanza de la medicina con asocio especialmente valioso de Miguel de Isla, marcaron el punto de referencia para el manejo de la salud a partir de las primeras décadas del siglo XIX.

El sabio Mutis inyectó a la formación del médico los primeros tintes de modernización por su afinidad con los intelectuales ilustrados, contra la tradición de la Corona aferrada al escolasticismo obscurantista y a los métodos de control sobre las finanzas de los hospitales que llevaba a extremos como el de que fueran administrados con exclusividad por las comunidades religiosas.

Bolívar había traído de Escocia en 1924 al Médico Richard Cheyne, quien se preocupó por la enseñanza de la cirugía contra las tendencias de los médicos franceses contratados por Santander. El Libertador se había preocupado por el valor medicinal de las plantas por lo cual invitó al químico francés Jean- Baptiste Bounssingault para que adelantara investigaciones médicas y usos económicos de las mismas; José Jerónimo Triana continuó estos estudios que con otros científicos se prolongaron hasta 1920 cuando se creó el Herbario Nacional que permitió ampliar las investigaciones etnofarmacológicas. La creación de la Escuela Médica en Bogotá por Isla y Gil de Tejada en 1810 marcó un hito importante. Le siguieron las decisiones de Santander para abrir la Universidad Central en 1826 y la Facultad de Medicina en 1827.

En 1867 se reformó la Universidad Nacional y se constituyó una Escuela de Medicina aparentemente adaptada a las necesidades colombianas con esquema curricular de avanzada para la época, gracias al liderazgo del médico Antonio Vargas Reyes.

La influencia de la medicina europea, en particular de la Escuela Francesa, era especialmente marcada; esto se reflejó en los métodos de enseñanza, en su mayoría tutoriales. Los grandes maestros, Abraham Aparicio, Manuel Plata Azuero, Nicolás Osorio, Liborio Zerda, Leoncio Barreto, Evaristo García, destacados en la época, fueron los fundadores de la Academia Nacional de Medicina en 1873; ellos con una extraordinaria visión y gran altruismo marcaron el camino para un ejercicio de la medicina con visión celular del paciente y una mayor intervención del médico en lo relacionado con la patología, la histología y los procesos físicos.

Con el descubrimiento de la teoría de los gérmenes en 1880, prácticamente se abrió el fundamento para la medicina científica en Europa Occidental y en los Estados Unidos.

Este hecho se infiltró en Colombia con lo cual aumentó notablemente el prestigio de la profesión médica. Con la identificación de los micoorganismos de la gonorrea, el tifo, la lepra, la malaria, la tuberculosis, el cólera, la difteria y el tétano, los médicos colombianos compartieron la medicina posterior a Pasteur, basada en la protección de la sociedad contra los micoorganismos causantes de enfermedades, mediante el aislamiento de los protozoos y bacterias, las vacunas preventivas y los sueros curativos.

Roberto Franco fue uno de los pioneros de la medicina tropical a principios del Siglo XX, más adelante Uribe Piedrahita, Samper Sordo y Martínez Santamaría fortalecieron los programas y llegaron a producir vacunas contra el tifo y la rabia.

Una característica de principios de esta segunda centuria después de la independencia era la ideología republicana, imperante en la generación centenarista y que imbuía a los profesionales médicos influenciados por la tercera república francesa: exigían la acción cívica colectiva para combatir las epidemias, lejos de las acciones del estado que podían restringir su libertad. La tendencia dominante era de rechazo a los controles gubernamentales que pudieran poner en peligro el jugoso comercio que entraba por los puertos, circunstancia que generó discrepancias que frenaron controles sanitarios.

Antioquia experimentó la epidemia de fiebre tifoidea entre 1913 y 1914 y de polio en 1917; el treponema pertenue fue evidente en los valles de los ríos antioqueños en la década del 20 y la difteria significó serio problema en la década del 30. Poco a poco fueron imponiéndose las autoridades médicas hasta investirse de facultades para establecer disposiciones profilácticas. En pocos años por estas mismas décadas se crearon los servicios de higiene en cada capital de departamento; los puertos del caribe y los del pacífico fueron dotados de personal médico apoyado por policía sanitaria. A pesar del posible daño a los intereses comerciales, cada caso de fiebre amarilla, viruela y tifo debía ser notificado públicamente. Comenzaron a notarse las deficientes acciones del Ministerio de Instrucción Pública y Salubridad Pública, y más adelante ocurrió lo mismo con el Ministerio de Trabajo e Higiene en funciones desde 1936, el cual, con ambigüedad de responsabilidades, no podía atender problemas fundamentales ni definir orden de prioridades como llegamos a vivirlo ya cumplidos los dos centenarios de la independencia con la del Ministerio de Protección Social, no suficientemente activo y operante, menos aún frente a la crisis del sistema de Seguridad Social en salud.

Las décadas del 40 y 50 fueron de progresivos avances en la medicina nacional: notables los progresos en investigación clínica, en el empleo de nuevas técnicas quirúrgicas, en terapéutica, en medios de diagnóstico. Desde mediados de esta misma época se implementaron fuertemente los programas de salud pública impulsados por el Académico Jorge Bejarano con la creación del Ministerio de Higiene en 1947. La labor en áreas relacionadas con la investigación de los causantes de patologías endémicas fue desarrollada con éxito a mediados del siglo por los académicos Patiño Camargo, Groot Liévano, entre otros.

A mediados del Siglo XX y a partir de la postguerra los programas de salud pública fueron notables especialmente dirigidos a las llamadas campañas directas para prevención de tuberculosis, malaria, dengue, Chagas, Rabia entre otras: La poliomielitis fue controlada, igual que la viruela. En la segunda mitad del siglo y hasta la fecha son grandes los avances en medicina y cirugía para poder mostrar en la actualidad modelos en el tratamiento del cáncer, en trasplante de órganos, en manejo de las más complejas patologías, todo a merced del empuje de grupos profesionales que han impulsado instituciones modelo ante el mundo por la bondad de sus modernos equipos y la sólida preparación de su talento humano, pese a las limitaciones y restricciones derivadas del cuestionado sistema de seguridad social, que cada día amerita profundos cambios en su estructura funcional actual.

Dentro de todo este contexto, es fundamental considerar que la formación del médico debe apuntar a la dignificación del hombre, proceso en el cual encuentra su realización profesional. La deshumanización del médico significaría síntoma gravísimo de su apocalipsis moral. El humanismo indefectiblemente debe estar presente junto con el desarrollo primordial de los temas científicos y tecnológicos. La responsabilidad de las escuelas de formación debe marcar sin lugar a dudas el hito de la nueva centuria en la cual deben ser fundamentales los cambios que ameritan los esquemas actuales que centran atención preferencial en las competencias profesionales del médico.

Invoco la solidaridad e integración, no solo de las ilustres academias afiliadas al Colegio Máximo que hoy nos honran con su grata compañía, sino de todos los profesionales de la salud que bajo la égida de esta centenaria Academia Nacional de Medicina estamos comprometidos en la empresa de contribuir con todas nuestras fuerzas para alcanzar el derrotero de una calidad de vida cada vez mejor de nuestros compatriotas.


* Presidente de la Academia Nacional de Medicina de Colombia

CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *