“Homo Sapiens, ¿Hacia Dónde Vas? El Reto para el Futuro”
Dr. Gilberto Rueda Perez, MD
Señor Presidente, Dr. Gustavo Malagón Londoño
Señor Secretario perpetuo, Dr. Hernando Groot Liévano
Señor Vicepresidente, Dr. Germán Peña Quiñones
Señor Tesorero, Dr. Carlos de Vivero Amador
Señor Secretario Académico, Dr. Álvaro Moncayo Medina
Señor Expresidente, Dr. Juan Mendoza Vega
Señores Académicos Invitados
Estimados colegas y amigos de la Clínica de Marly
Señoras y Señores
Señor Presidente:
Permítame usted ante todo, manifestar la emoción que me han producido los amables, inmerecidos y exagerados elogios que ha hecho usted de mi vida como persona, como cirujano, como amigo y, por supuesto, como miembro de esta ilustre Institución. Le agradezco hondamente esta presentación que sé sincera y bondadosa y, repito: inmerecida.
Quiero asimismo expresar mis sinceros agradecimientos al personal de empleados de la Academia quienes, con gran amabilidad y cortesía, me han ayudado a conr el presente trabajo: Carmiña, Susana, Sylvia, Gilberto: muchas gracias, y a Martha, artista del computador, gracias por su paciencia y su colaboración insuperable; así como a las Señoritas colaboradoras de la Clínica de Marly, Astrid y Luz Mery.
Y, desde luego y más que a nadie, a mi querida familia.
Héme aquí ante ustedes, queridos colegas, distinguido auditorio, embargado por la emoción y la gratitud que ojalá me permitan manifestar el agradecimiento inmenso por esta distinción, la más importante que otorga la ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA DE COLOMBIA, por el querer y el voto voluntario de sus miembros, que me enaltece y premia mi larga trayectoria que se inició en febrero de 1966, como Asociado, para ocupar en estos 43 años, posiciones en la Honorable Junta Directiva y haber gozado de todos los privilegios y enseñanzas que esta ilustre institución otorga.
De las ilustradas presentaciones hechas por los muy prominentes señores Expresidentes, los doctores Jorge Cavelier Gaviria y Juan Mendoza Vega en recientes ocasiones ante la Academia, en las que analizaron con su solvencia y elocuencia de todos conocidas, aspectos fundamentales del desarrollo de los seres vivientes en este globo terráqueo, culminando con el desarrollo del hombre hasta la actualidad; de estas presentaciones, digo, surgió la idea de referirme ante ustedes a algunos aspectos sobre la evolución del cerebro humano y por ende de su comportamiento en relación con los demás seres vivientes, partiendo de la mínima condición de célula viva capaz de reproducirse, hasta alcanzar las mas altas cumbres del intelecto, que lo ha llevado a visitar la luna y a conocer las mas remotas unidades del universo, o a la increíble hazaña que le permite la clonación de los seres vivientes, o a practicar el trasplante de órganos vitales como el corazón, el pulmón, la médula ósea, el riñón, y a recuperar funciones neurológicas perdidas, a través de la utilización de células madre, o la reproducción de seres vivos, incluyendo al ser humano, por la fertilización in vitro, hasta llegar en el culmen del desarrollo de la mente humana, a la comprensión y al conocimiento de la ley de la relatividad, a la fisión nuclear y a la creación de la bomba atómica, con las consecuencias que de todos estos hechos se desprenden…
El ser humano, desde su ya comprobada existencia hace aproximadamente 5 millones de años, ha evolucionado por ciclos en períodos claramente definidos y estudiados, y así vemos cómo el hombre primitivo, como los grandes simios, al sufrir una herida o una enfermedad terminal, se aislaba y se ocultaba para morir solitario y evitar que, en su incapacidad para defenderse, sus congéneres lo convirtieran en su alimento; pero con su desarrollo el hombre en un momento feliz de su existencia, principió a ayudar a su compañero herido, a trasladarlo a mejores ambientes, a restañar sus heridas, a calmar su dolor, a desarrollar poco a poco la atención de los heridos en las frecuentes guerras por el poder o por la religión, en las cuales surgen nuestros antecesores, los curanderos, los barberos y enfermeros de guerra dentro de los cuales surge como descollante Ambrosio Paré, quien hacia 1537, este joven, preparado en al atención de heridas en el gran hospital parisiense Hotel Dieu; siendo enfermero de los batallones de guerra, al ver agotada su reserva de aceite de sauco hirviente, decide aplicar un linimento emoliente a sus pacientes y observa admirado cómo esas heridas sanan mas fácilmente y con menos dolor que las tratadas en la forma clásica para buscar con el aceite hirviente, el llamado loable pus. Pero las innovaciones de Paré no se detienen en las quemaduras, en su segundo libro describe la utilización del cauterio al rojo vivo para restañar las heridas de los grandes vasos, reemplazándolos por las ligaduras individuales, procedimiento que permitió el desarrollo de la cirugía y que es utilizado ampliamente en nuestros días.
Las amputaciones de las extremidades se hacen en esta forma menos inhumanas, pero todavía dependen de la gran velocidad y destreza del cirujano amputador, del efecto del alcohol ingerido en grandes cantidades por el paciente y de la fortaleza de los numerosos jayanes que habrían de practicar lo que ha venido a denominarse “la anestesia por contención” que convertía el acto quirúrgico en verdadero suplicio inmerecido.
La cirugía avanza con estos procedimientos, pero sigue siendo dolorosa e infrahumana; agravada por la infección que se presentaba con intolerable frecuencia, dada la suciedad que rodeaba el ambiente hospitalario, y con mayor razón el quirúrgico, y el obstétrico, que propiciaba la fiebre y la sepsis en general y la fiebre puerperal, con la consiguiente muerte de un número tal de mujeres, que hacía prácticamente imposible el desarrollo del ser humano.
Pero surgió Semelweis con su lavado de manos y Lister con su asepsia y antisepsia y Morton y Wells con la anestesia general y el conocimiento de la anatomía, de la fisiología, la aparición de los grandes hospitales y la enseñanza de la medicina y la cirugía, hasta llegar, con el descubrimiento de los diferentes microbios causantes de la infección por Pasteur, y Koch y Laveran y muchos otros y con el trasplante de órganos vitales, culminando con Cristian Barnard quien en Sudáfrica, llevó a cabo el primer trasplante exitoso del corazón humano, mientras en otros campos de la medicina y la cirugía surgen las vacunas de Jenner, los antibióticos de Florey y Fleming y Waksman y los rayos lasser y la fibra de vidrio, que permiten introducir instrumentos mínimamente invasores, a través de los vasos sanguíneos periféricos y manipularlos de acuerdo con la experiencia del operador, culminando con el empleo de la Robótica y de la cirugía a distancia, que acercan la tecnología mundial al paciente.
La medicina se apoya a través de los años en los desarrollos científicos que en abundancia se presentan ante ella, asimilando las enseñanzas de maestros como William Harvey sobre la circulación de la sangre; de Marcelo Malpigy sobre los vasos capilares; de Laennec quien hacia 1815 relaciona los aspectos clínicos de la enfermedad, con los hallazgos anatomopatológicos en el cadáver, en lo referente a la patología producida por la tuberculosis y por los demás procesos pulmonares; inventó el estetoscopio y complementó la semiología torácica. El grandioso descubrimiento de Pasteur hacia 1860, especifíca la injerencia de los pequeños microbios entrevistos anteriormente a través del primitivo microscopio de Lowenhoek en las diferentes infecciones y complementa y da base científica a la antisepsia de Lister y a la limpieza de Semelweis, ratificada posteriormente por Koch, quien en 1882 descubre la etiología de la tuberculosis y lanza sus postulados bacteriológicos, que aún están vigentes.
* Discurso para recibir el título de Miembro Honorario de la Academia Nacional de Medicina. Bogotá, agosto 13 de 2009.
Roentgen en 1895 descubre los Rayos X, toma la primera radiografía a la elegante mano de su esposa y abre el inmenso campo de la imagenología, con sus extraordinarios avances actuales. Schaudin descubre el Treponema palidum causante del mayor azote de la humanidad a través de los tiempos y Paul Erlich con sus experimentos 606 y 614, arsenicales que liberarían parcialmente al mundo del flagelo de la Sífilis, al constituirse en el primer medicamento específicamente curativo para la infección humana, complementado posteriormente por el magno descubrimiento de Florey y Fleming, quienes abrirían la ruta de los antibióticos y cambiarían la historia de la infección para siempre.
Los enormes avances en los estudios de los tejidos de Alexis Carrel, habrían de conducir posteriormente a los trasplantes de tejidos y órganos tan en boga hoy en día.
Madame Curie y su esposo Pierre, con el descubrimiento de la radioterapia y sus implicaciones terapéuticas en las neoplasias y Florence Nightingale le pondrían el alma y el espíritu del trabajo femenino al ejercicio de la Medicina y a la notable obra asistencial y humana que constituye la enfermería.
El descubrimiento fundamental de los grupos sanguíneos por lansteiner que habría de conducir a la posibilidad de la transfusión y con ella al gran salto hacia el presente de la cirugía mayor.
De la primitiva “anestesia por contención” se pasa a la anestesia general de Mortony Wells por el éter y el cloroformo en 1846, aplicada para la resección quirúrgica de un tumor del cuello, practicadas por el Dr. Warren en el Massachussets General Hospital, para pasar a los enormes avances de la cirugía mayor, que habrían de ser transmitidos a sus discípulos por el gran maestro de la cirugía alemana Bilroth y las técnicas introducidas a la cirugía torácica por Sauerbruch, quien dio en Alemania los primeros pasos para la cirugía del tórax y abrió el campo para la producción de la primera maquina de vacío que iniciaría el camino para llegar con el tiempo a la cirugía de corazón abierto y lograr el mayor alcance jamás soñado por los cirujanos del mundo: el trasplante de corazón con sobrevida del paciente, practicado por el Dr. Cristian Barnard el 3 de diciembre de 1963, quien dio la más grande altura y jerarquía al arte y a la ciencia de la cirugía realizadas por el cirujano.
En otro campo, el más importante tal vez, si el desarrollado cerebro humano alcanzara siquiera a comprender lo que representan los 5 mil millones de años desde que, explosiones volcánicas y la condensación de vapores incandescentes humedecidas por los 60 mil años de lluvias permanentes y torrenciales, descargas eléctricas y toda suerte de fenómenos físicos incontrolables, dieron origen a la conformación del globo terráqueo, tal vez valoraríamos el enorme período transcurrido desde que los primates, nuestros antepasados remotos, se diferenciaron de los demás seres vivientes para que, hace 14 millones de años apareciera el Ramapitecus, que daría origen al Australopitecus hace unos 5 millones de años, para por fin dar origen al Homo erectus, hace aproximadamente 250 mil años, el cual se subdividiría a su vez en el hombre de Neandertal y el Homo Sapiens, según se deduce de los restos de los seres humanos y utensilios hallados en tumbas y grutas exploradas y analizadas por los arqueólogos y paleontólogos de todas las épocas.
Hombres y mujeres iluminados pusieron su mirada mas allá de la cuotidiana existencia para penetrar los misterios del mundo, exploraron el origen de la vida y perfeccionaron los procedimientos técnicos, que han dado al hombre el dominio cada vez mayor sobre el medio circundante; así los mitos y supersticiones, los innumerables dioses y semidioses causantes de fenómenos imposibles de explicar, fueron desplazados progresivamente por el conocimiento de las fuerzas físicas y las leyes del universo y así, el rayo dejó de ser el arma terrible de Júpiter, para ser domesticado y conducido a voluntad a lo largo de un filamento de cobre, y la tierra, éste triste planeta superpoblado, dejó de ser el centro del Universo; y la Luna, nuestro romántico satélite, pudo ser visitada por el hombre a voluntad y se presta para habitarla y, seguramente, explorarla, explotarla y superpoblarla.
Los enormes avances de la tecnología, de la mecánica y de la electrónica, así como el dominio de las comunicaciones, ha llevado al hombre a producir las armas mas mortíferas imaginables que, así, como los descubrimientos de la ciencia, no se quedan para ser utilizados en sus lugares de origen sino que, por el contrario, son usados para prevenir y evitar los ataques de otros seres humanos de ideas incompatibles, que pueden llevar a la guerra total y a la desaparición de la raza humana con sus logros y sufrimientos.
El hombre, trasformado en el depredador más grande del mundo, que en el fugaz lapso de 50 años ha aumentado su número sobre la tierra de tres mil a seis mil quinientos millones de habitantes, en nuestra época, demandando elementos para su subsistencia en forma tal, que al contaminar su ambiente en forma exponencial, disminuye gradualmente su capacidad de subsistencia, agravada por la prolongación de su promedio de vida, que en ese mismo lapso ha alcanzado alrededor de los 80 años, haciendo prácticamente insostenible su espacio vital sobre este pequeño planeta en el que le tocó habitar.
El acelerado desarrollo del hombre lo llevó, a mediados del Siglo XVIII, a iniciar la llamada “Revolución Industrial”, que, al mismo tiempo que producía inmensos adelantos en sus medios de movilización, comunicación, relaciones internacionales, los separaba cada vez mas ostensiblemente de los llamados países subdesarrollados, o del tercer mundo, que no sólo no se equiparaban a los pueblos desarrollados, sino que se constituían en el origen de mayor incidencia de desnutrición, de enfermedad y de muerte. Separación cada vez más notable, al extremo de llegar, en nuestro tiempo a programar reuniones de los representantes de los ocho o de los seis países más ricos del mundo, como ha sucedido en los últimos meses, para equilibrar sus finanzas y para trazar sus metas de desarrollo y, como complemento, debatir las ayudas que puedan dar, misericordiosamente, a los indigentes de ese tercer mundo, para subsanar su desnutrición, sus epidemias, su ignorancia, su elevada morbimortalidad y su triste vida sin futuro ni esperanza.
Por otra parte su medio ambiente se contamina y se hace insoportable día a día, a consecuencia precisamente de lo que llamamos avances de la civilización, que ha llevado al homna como:
Los derivados del petróleo, que en su refinación y en su gran poder de impulsión de los motores de combustión y en su incontrolada contaminación ambiental, hacen invivibles las grandes ciudades como México, Santiago o Bogotá y calientan el ambiente por su producción de gases de efecto invernadero, que habrán de llevar en largo o corto tiempo a la esterilización de las zonas verdes y de los ríos y los lagos naturales, por una parte y por el otro extremo, al deshielo de los polos, que ha llevado a la disminución del agua potable, elemento esencial para la supervivencia del hombre; por otra parte, contribuye al aumento de los niveles de los mares, con las consiguientes catástrofes en las costas y en la productividad de las grandes ciudades; ejemplos son el inmenso túnel subterráneo que pretende llevar agua potable en el futuro, a la gran ciudad de Shanghay; o el enrome muro de contención para tratar de evitar el hundimiento cercano de la bella ciudad de Venecia.
Antes de la revolución industrial la concentración de CO2 en la atmosfera era de 280 partes por millón hoy el nivel es de 380 partes por millón, lo que representa un aumento cercano al 30% en menos de 300 años.
Nuevas epidemias producto de la contaminación de los humanos y la diseminación facilitada por las comunicaciones intercontinentales, de gérmenes y virus nuevos o desconocidos hasta el presente, nos atacan. Asistimos en la actualidad inermes al advenimiento de une nueva epidemia, la llamada AH1 N1 o gripa o influenza de los cerdos, que ha seguido a la del VIH, Virus de la Inmunodeficiencia Humana que en combinación con el Bacilo de Koch, resistente a los antibacterianos, debida a la pobre eficacia de los tratamientos hasta ahora existentes, ya que hace alrededor de 50 años no se produce una
droga verdaderamente bactericida contra el bacilo de la Tuberculosis, por la simple razón que su producción masiva haría de este un producto muy costoso para ser empleado en la población más pobre del planeta; epidemia ésta que nos ha de retrotraer a la época que creímos superada de los Sanatorios y los Pabellones de los tuberculosos en los grandes hospitales, mientras estos improductivos seres humanos mueren sin tratamiento alguno en pleno siglo XXI!
Estas y otras epidemias habrán de suceder a otras por venir y contribuirán seguramente en forma no poco importante al aniquilamiento de la raza humana.
El planeta está en inconmesurable crisis ecológica. La demanda de recursos humanos supera en un 30% la capacidad de la tierra para generarlos, según el informe producido y divulgado por organizaciones conservacionistas. La raza humana consume mas de lo que la tierra de manera natural puede producir. La especie humana es insostenible, como siga el ritmo actual de crecimiento.
Los desastres naturales costaron al mundo cerca de 145.000 millones de euros en 2008, convirtiéndolo en uno de los años mas desvastadores por costos derivados de las catástrofes climáticas, una cifra que duplica la de 2.007 y pone de relieve la gravedad del cambio climático, según el programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente- UNT.
Al mismo tiempo que el hombre evolucionaba y su mente adquiría cada vez mayores dimensiones y capacidades en el conocimiento de las matemáticas y de las leyes de la naturaleza, e inclusive del cosmos, su temperamento lo hace llevar a las guerras y a los enfrentamientos entre hermanos, como los que actualmente nos preocupan.
Colombia, país dotado de todos los atributos que la naturaleza pueda otorgar, con costas en los dos inmensos mares y con cordilleras que le dan todos los climas, haciendo sus tierras propicias para los cultivos de todo género de alimentos; con minerales como el oro y la plata; con combustibles como el petróleo y el gas natural; con inmensos llanos que, técnicamente manejados, podrían convertirse en el mayor emporio de riqueza agropecuaria y con los ríos mas caudalosos que la comunican con el mundo; pero habitada por personas, -inteligentes y trabajadoras si-, pero imbuidas de un carácter intransigente, batallador y susceptible de transformarse y generar un temperamento dominador, prepotente, ambicioso y propenso a la dominación de personas y territorios, al enriquecimiento, a la confrontación y a la guerra fraticida que nos ha llevado a hechos tan injustos, desgarradores y aún impunes, como los viles asesinatos de grandes líderes como Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán y Álvaro Gómez Hurtado; que ha envenenado nuestro ambiente, ha retrasado nuestro desarrollo y nos ha llevado a la intranquilidad permanente que vivimos.
Pero no somos solamente los colombianos los que nos debemos sentir culpables; es la raza humana cuyo desarrollo cerebral la llevó a extremos de inteligencia como la de Einstein y otros sabios cuyas teorías llevaron al ser humano a entender las materias y las leyes del cosmos, pero así mismo a la fisión nuclear y ésta a la bomba atómica que sirvió para detener la guerra mas infernal de toda la historia de la humanidad, por medio de una masacre inimaginada. La producción actual de cabezas nucleares por parte de los países más desarrollados y antagónicos para procurar un equilibrio inestable, que al romperse, dada la condición guerrera y dominadora del ser humano, amenaza con llevarnos a la aniquilación de los seres vivientes y acelerar la finalización de éste período de existencia vital que nos ha tocado atestiguar.
Será tal vez, distinguida audiencia, que la reflexión sobre estos temas me inspiró la Alegoría que presenté en este recinto, cuando tenía el honor de presidir esta dignísima Institución, que dice:
En el principio reinaba la oscuridad y el caos.
Se hizo la luz y se conformó el
Universo.
Y en éste, como una parte
infinitesimal,
surgió nuestro Sol
y girando eternamente a su alrededor
nuestro planeta:
LA TIERRA.
Triste y pequeña esfera que rota
incesantemente,
en pequeños círculos de 24 horas
frente al Sol;
inhabitada, inhóspita, inútil…
Pero, por los procesos de
neoformación, aparecieron los Elementos:
el hidrógeno,
el nitrógeno,
el oxígeno,
el carbono,
y el calor
y el frío
y el fuego
y el viento
y el agua
y surgió la vida y con ella
la amiba
y el molusco
y el vegetal
y el pez
y el reptil
y el anfibio
y el mono
y el HOMBRE
y éste se reprodujo y pobló la Tierra
y se transformó en Homo Sapiens
y superpobló la Tierra
y arrasó la vegetación
y contaminó el ambiente
y secó los ríos
y aumentó la temperatura
y deshieló los polos.
Y MURIÓ.
Y la Tierra, pequeña, inhóspita, inhabitada,
siguió girando eterna e inúltilmente
alrededor de ese Sol,
que a su vez se apaga
lenta e inexorablemente.
Será tal vez, Señoras y Señores, que mi percepción de estas circunstancias es exagerada o pesimista?
Será tal vez, que el inmenso desarrollo del cerebro humano y el uso acertado de los grandes avances tecnológicos, podrán contrarrestar estos fenómenos ya iniciados y podrán conducir a los seres vivientes a un futuro próspero y feliz en donde reine la Paz y el Orden?
He ahí, Señores Académicos, el reto para el futuro.
Muchas gracias.
Por publicarse parcialmente este discurso en el Vol. 31 Nº 4 (87) se reproduce en esta publicación su versión completa.
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