Museo de Historia de la Medicina: De las Planchas Anatómicas de Francesco Antommarch
Académico Ricardo Rueda González
Para la conmemoración del Bicentenario de la Independencia, la Universidad Nacional de Colombia nombró una Comisión que llevó a cabo, con profesionalismo y buen gusto, una exposición en el Portal de Museos del Claustro de San Agustín de Bogotá, en la que se pudieron apreciar y admirar las planchas de anatomía del cuerpo humano publicadas en 1826 por Francesco Antommarchi que él mismo llamaba “Plenches anatomiques du corps humain, executées d’apres les dimensiones naturelles acompagnes d’un texte explicatif” que son un total de 84 en las que se puede observar en detalle la anatomía del cuerpo humano basada en los hallazgos morfológicos del anatomista Paolo Mascagni, quien antes de Antommarchi las había dibujado, en láminas de cobre y madera.
Paolo Mascagni (1752-1815), nació en Castellato, muy cerca de Siena. Ejerció desde muy joven la cátedra de anatomía de la universidad, llegando a dominar la morfología del cuerpo humano, lo que le permitió dibujar esas láminas a la perfección, acercándose a lo artístico, haciendo así honor a la escuela anatómica italiana fundada por Morgagni, finalizando el siglo XVIII.
En 1826, Francesco Antommarchi publicó, después de la muerte de Mascagni, una serie de de anatomía humana que éste había dibujado años antes y llenas de detalles que respaldaba con sus profundos conocimientos de la morfología humana, dada la condición de anatomista, oficio que practicó por muchos años y que lo llevó también a escribir el libro que tituló: Anatomía para uso de los estudiosos de escultura y pintura que fue publicado después de su muerte en 1816.
Francesco Antommarchi nació en Córcega, en 1789. Obtuvo su licencia de médico muy joven y se hizo famoso por haber sido el último médico de Napoleón Bonaparte y quien le practicó la autopsia, colocando su cuerpo sin vida sobre una mesa de billar que aun se conserva en la casa donde falleció, en Santa Helena.
Esta maravillosa experiencia lo llevó a escribir, en 1825, el libro que tituló Memories du docteur F. Antommarchi ou les dernieres moments de Napoleon, que se constituyó en un documento de la mayor importancia y además el más veraz en la eterna controversia sobre la causa de la muerte del Emperador, en donde da a entender que sospechaba que fue un envenenamiento crónico con arsénico la causa de su muerte. Dicho envenenamiento fue confirmado por las profundas investigaciones sobre algunos cabellos del difunto, que realizó Ben Weider, quien fuera Presidente de la Sociedad Napoleónica Internacional; algunos otros cabellos los tomó Antommarchi y los vendió, no se sabe a quién, en Santiago de Cuba, para superar las dificultades económicas con que llegó a ese lugar.
Se sabe también, que el médico Antommarchi fue quien realizó la mascarilla de Napoleón, que siempre llevaba consigo como un trofeo y que a su muerte llegó a manos de la familia Moya en Santiago de Cuba, familia que con afecto lo había acogido cuando llegó a la Isla. Luego de un tiempo de tenerla, Ángela Moya Portuondo la vendió por US30. La inquietud científica de Antommarchi lo lleva a desplazarse a La Habana, donde estableció una buena relación con el doctor Finlay, padre del célebre Carlos J. Finlay, descubridor del mosquito transmisor de la fiebre amarilla, a quien manifestó su deseo de estudiar la entonces mortal enfermedad. Se le recomendó que a su regreso a Santiago abriera un hospital dedicado a enfermos del virus amarillo. También dentro de sus logros científicos se registra la práctica de la primera operación de cataratas realizada en Cuba.
A su muerte, fue enterrado en el triste cementerio de Santa Efigenia, en Santiago, y en la lápida de su tumba se puede leer el siguiente epitafio: “Antommarchi, el doctor del Emperador en Santa Helena, quien después de viajar por el mundo vino a Santiago de Cuba”.
Se dice que solamente existen en el mundo ocho juegos de estas hermosas planchas litográficas; seis de estos ocupan lugares importantes en algunos países de Europa, otro está extraviado y el octavo, por diversas circunstancias de la vida, llegó a nuestro país.
La historia señala que luego del fallecimiento de Napoleón Bonaparte, Antommarchi organiza viaje de regreso a la Isla de Cuba en donde se establece, llevando consigo las planchas que guardaba con esmero; el buque en que hacia este largo y aventurado viaje hizo escala en Cartagena de Indias en donde conoce a la mujer que hizo su esposa y que vivió con él en la isla hasta el año de 1838 en que fallece, de fiebre amarilla, a la edad de 49 años y sin descendencia. A su fallecimiento, su viuda prefiere vivir en su país de origen y así regresa a Colombia, trayendo consigo el tesoro de su difunto esposo que ella conservaba con afecto, consciente además de que se trataba de algo importante y que más adelante heredó un sobrino de ella, quien luego de obtener su título de Médico de la Universidad Nacional de Colombia, las dona a la Biblioteca Central de la misma en cuyos sótanos permanecieron olvidadas por años; se sabe que alguna vez este material sirvió como elemento didáctico en épocas pretéritas, para la formación de los primeros médicos en Colombia.
Estas láminas litográficas editadas por el médico Antommarchi fueron encontradas con algunos daños causados por el tiempo de almacenamiento, quién sabe en qué condiciones, por una acusiosa funcionaria de la Universidad, quien dándose cuenta de su gran valor cultural y artístico, las entrega a sus superiores quienes pudieron apreciarlas y catalogarlas como de incalculable valor histórico y científico, procediendo de inmediato a ordenar su restauración y el desarrollo del estudio e investigación de la obra de Antommarchi, quien además de médico era un connotado anatomista.
Posteriormente, como se anotó, la Comisión ad hoc del Bicentenario y las Directivas de la Universidad del Estado disponen reeditar a la perfección, la impresión litográfica realizada en 1826, con el fin de fortalecer su patrimonio y enriquecer los museosy el material didáctico de varias de sus facultades. Además, desarrollaron una excelente iniciativa que fue la elaboración de 40 paquetes de magníficas copias litográficas compuestos por 80 láminas cada uno, que el día 22 de octubre de 2009 en una sesión solemne, presidida por el señor Rector, doctor Moisés Wasserman, y con la asistencia de representantes de diversas sociedades científicas, entre las que se contaba la Academia Nacional de Medicina, y rectores de otras universidades, llevada a cabo en el Portal de Museos del Claustro de San Agustín, fueron adjudicadas a 40 instituciones académicas, culturales y museos del mundo, entre los que se cuenta el Museo Británico.
La Academia Nacional de Medicina fue distinguida con la entrega de uno de los 40 paquetes, que ubicó en su Biblioteca, para el deleite de los señores académicos, visitantes y usuarios de la misma.
Referencias
1. Boletín del Sistema del Patrimonio Cultural y Museos de la Universidad Nacional de Colombia, No. 21. Enero-Julio 2010.
2. Castiglioni, Arturo. Historia de la Medicina. Ed. Salvat. Madrid 1941. Págs. 580-581.
3. Wasserman, Moisés. Invitación para el acto de entrega y apertura de la exposición de la obra de Francesco Antommarchi. Oct. 22, 2009.
* Coodinador de la Comisión Permanente del Museo de Historia de la Medicina.
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