¿Qué Leía el Doctor Juvenal Urbino en el Amor en los Tiempos del Cólera?

Cartas al Editor

Pablo Rosselli C.1

“Dime qué lees y te diré quién eres,
pero te conoceré mejor si me dices lo que relees”.
François Mauriac

Curiosear lo que otros leen para luego hacer conjeturas sobre el carácter del lector es una manía de muchos amantes de la literatura. Esta costumbre puede ser asertiva en algunas ocasiones, pero en otras, una ligereza.

Tan ligera, como tratar de descifrar la personalidad de un individuo por su forma de caminar, de vestir, de llevar el sombrero, o como lo sugirió Franz Joseph Gall, fisiólogo y anatomista alemán, quien a mediados del siglo XVIII decía conocer las habilidades de un individuo con el estudio de su morfología cefálica.

Según Gall, con examinar el cráneo de un individuo, se podía saber si era un genio musical, un oligofrénico o un psicópata. Por fortuna, sus ideas no pasaron el examen de la historia y se olvidaron al poco tiempo.

Pero, a propósito de la lectura de los otros, en El amor en los tiempos del cólera, el doctor Juvenal Urbino tenía dos libros al alcance de su mano antes de morir durante el rescate del loro esquivo en el patio de su casa. Eran La incógnita del hombre, de Alexis Carrell, y La historia de San Michele, de Axel Munthe.

“Este último no estaba todavía abierto, y le pidió a Digna Pardo, la cocinera, que le llevara el cortapapeles de marfil que había olvidado en el dormitorio. Pero cuando se lo llevaron ya estaba leyendo La incógnita del hombre, en la página marcada con el sobre de una carta: le faltaban muy pocas para terminarlo.

Leyó despacio, abriéndose camino a través de los meandros de una punta de dolor de cabeza que atribuyó a la media copita de brandy del brindis final. En las pausas de la lectura tomaba un sorbo de limonada, o se demoraba ronzando un pedazo de hielo. Tenía las medias puestas, la camisa sin el cuello postizo y los tirantes elásticos de rayas verdes colgando a los lados de la cintura, y le molestaba la sola idea de tener que cambiarse para el entierro.

Muy pronto dejó de leer, puso el libro sobre el otro, y empezó a balancearse muy despacio sobre el mecedor de mimbre, contemplando a través de la pesadumbre las matas de guineo en el pantano del patio, el mango desplumado, las hormigas voladoras de después de la lluvia, el esplendor efímero de otra tarde de menos que se iba para siempre.”

El primero de los dos libros, La incógnita del hombre, fue escrito en 1925 por Alexis Carrel (1873-1944), médico francés galardonado con el Premio Nobel de Medicina en 1912.

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La obra versa sobre la eugenesia, una corriente de pensamiento que promulgaba la intervención manipulada y la selección de humanos con el fin de mejorar la raza. Si bien el principal aporte de Carrel fue en el terreno de los trasplantes y la cirugía vascular, su novela tuvo gran impacto en los círculos literarios de la época.

Vivió por muchos años en Estados Unidos y tuvo una exitosa carrera, no sólo académica, sino también en el mundo mediático y farandulero de su tiempo.

No obstante, Carrel era un hombre racista y antisemita, convencido de que la democracia era una trágica invención de la ilustración en la que los débiles, inferiores y enfermos se movían a sus anchas. Murió en 1944 antes de que terminara la Segunda Guerra y antes de que fuera juzgado por su respaldo a la Alemania nazi.

El segundo libro mencionado en la novela, y que aún no había abierto el doctor Urbino, era La historia de San Michele escrita por Axel Munthe (1857-1949) en 1929. De origen sueco, este médico adquirió una villa en lo más alto de la isla de Capri sobre las ruinas de una propiedad del emperador romano Tiberio.

Allí vivió gran parte de su vida y fue donde se inspiró para escribir La historia de San Michele, un éxito en ventas que narra a manera de autobiografía las memorias de un médico.

A diferencia de Carell, Munthe era un hombre cosmopolita, místico, altruista, amante del arte y defensor de los derechos de los animales. Murió de tuberculosis a los 92 años y hoy, su villa, propiedad del gobierno sueco, es un lugar turístico con uno de los jardines privados más bellos de Italia.

El gusto literario de Urbino es una forma sutil del escritor de dibujar la personalidad y el carácter inquieto del personaje.

Estos dos clásicos de la literatura expresan el pensamiento del momento en que fueron escritos y, por otro lado, muestran el talante del doctor Urbino, un hombre culto, profesional destacado, actualizado en cuestión de publicaciones médicas, preocupado por las causas sociales y, sobre todo, interesado en la lectura de lo que escribían otros médicos.

Conviene anotar que, en Notas de prensa 1980-1984, publicado antes de El amor en los tiempos del cólera, el mismo García Márquez manifestó su curiosidad por saber lo que los demás leían en el ensayo titulado: ¿Qué libro estás leyendo?

Volviendo a las lecturas de Urbino, y como dato curioso, Alexis Carrel escribió La incógnita del hombre en 1935 y Axel Munthe La Historia de San Michele en 1925, mientras que El amor en los tiempos del cólera transcurrió a finales del siglo XIX, antes de que fueran publicados los dos libros (cabe anotar que en la novela, Carrel está escrito con doble ele y en realidad es con una ele).

Esta aparente imprecisión seguramente no constituye un gazapo sino, más bien, un derecho que tiene el escritor de ficción para aderezar a su manera, los personajes de su obra.

Al respecto, el también médico Álvaro Bustos González señala en su ensayo El hombre le debe tanto a las ciencias como a las artes lo siguiente: “el novelista construye un universo con los elementos de la ficción, pero no le interesa que ese universo sea verificable, sólo le importa que sea verosímil y que tenga la capacidad de conmover”. Así pues, bienvenidos los gustos literarios del doctor Juvenal Urbino más allá de las “imprecisiones” literarias.

Recibido: Noviembre 27, 2020
Aceptado: Diciembre 18, 2020

Correspondencia:
Pablo Rosselli
dr.rosselli@gmail.com

 

Autor


1 Pablo Rosselli C. Médico ortopedista infantil, Fundación Cardioinfantil, Fundación Santa Fe de Bogotá. Miembro correspondiente Academia Nacional de Medicina de Colombia.

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