Alimentación y Nutrición Frente a la Infección por SARSCOV2 – COVID-19

De la Academia

Recomendaciones de la Academia Nacional de Medicina sobre Alimentación y Nutrición Frente a la Infección por SARSCOV2 – COVID-19

Patricia Savino Lloreda1, Martha Patricia Rodríguez2, Oswaldo Borráez3

Resumen

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró alerta sanitaria mundial por el aumento de casos y la aparición del COVID-19 en otros países, que llevó con el paso de los días, a declarar por parte de esta organización el estado de pandemia, el 11 de marzo de 2020. En Colombia, el primer caso se registró el día 6 de marzo de 2020.

estado nutricional por exceso o déficit y las enfermedades crónicas no transmisibles se consideran factores que incrementan el riesgo de complicaciones en pacientes con COVID-19. Si bien no hay alimentos o suplementos nutricionales que puedan prevenir la infección por COVID-19. Mantener una dieta saludable y hacer ejercicio es una parte transcendental para apoyar un sistema inmunológico competente.

La recomendación existente sugiere que los pacientes infectados deben evaluarse nutricionalmente a su ingreso hospitalario, y aquellos que se encuentran en riesgo. Deben recibir fortificación y/o suplementación oral desde un principio, idealmente con adición de vitaminas. En especial vitamina D y minerales.

Se recomienda una fórmula que aporte alrededor de 30 g de proteína y 400 kcal por toma. Una herramienta fácil y práctica es el “Nutritional Risk Asssessment” (NRS-2002) debido a que considera el estado de gravedad de la enfermedad como también la edad.

En los pacientes con COVID-19 no críticos:

La alimentación enteral es siempre la vía de elección, aunque es necesario evaluar si cubre más del 60% de los requerimientos proteico-calóricos. En caso negativo se debe considerar la nutrición parenteral total o suplementaria.

Se recomienda la nutrición enteral por sonda nasogástrica y a un goteo continuo para evitar la distensión. Favorecer la tolerancia y disminuir el riesgo de contaminación. En los pacientes en estado crítico es necesario evaluar el riesgo de síndrome de realimentación, común en pacientes con Índice de Masa Corporal (IMC) bajo, multi- mórbidos y ayunos prolongados. Vea también: El Índice Antinflamatorio Dietético

El soporte nutricional en cuidado crítico debe comenzar con el 70% de los requerimientos calóricos y se progresa paulatinamente. El aporte proteico debe estar entre 1,3 a 2,0 g de proteína, administrar viales de vitaminas y minerales diariamente. El empleo de emulsiones de lípidos a base de soya exclusivamente, no se recomienda, por sus efectos proinflamatorios.

Una vez dado de alta de la UCI se debe continuar con una monitoría nutricional. Drico importante. La oportuna intervención nutricional dentro del manejo integral de los pacientes con COVID-19, acelera la recuperación, disminuye las complicaciones, la mortalidad, la estancia hospitalaria y los costos de hospitalización.

Palabras clave: COVID-19; Nutritional Risk Screening 2002; soporte nutricional. proteína de suero, suplementos nutricionales orales, ácidos grasos omega 3

Recommendations of the National Academy of Medicine on Food and Nutrition Against the Infection by SARSCOV2- COVID-19

Abstract

On January 30th World Health Organization (WHO) declared COVID-19 a Public Health Emergency of International Concern. On March 11, 2020, cases continued to grow all over the world, and the WHO declared COVID-19 a global pandemic. In Colombia, the first case was registered on March 6, 2020.

Abnormal nutritional status due to excess or deficit and chronic non-communicable diseases are considered to increase the risk of complications in patients with COVID-19. While there are no foods or nutritional supplements that can prevent COVID- 19 infection, maintaining a healthy diet and regular exercise is a critical part of supporting a robust immune system.

The existing recommendations suggest that infected patients should be nutritionally screened upon admission to the hospital, and those at risk should receive fortification and/or oral supplementation from the beginning, ideally with the addition of vitamins, minerals, and vitamin D. It is also recommended to prescribe a formula that provides around 30 g of protein and 400 kcal per dose. An easy and practical tool is the “Nutritional Risk Assessment” (NRS-2002) because it considers both age and the severity of the disease.

In non-critical patients with COVID-19:

Enteral feeding is always the route of choice; but it is necessary to assess whether it covers more than 60% of the protein-calorie requirements, if not, total or supplemental parenteral nutrition should be considered. Enteral nutrition by nasogastric tube and a continuous drip is recommended to avoid bloating, promote tolerance, and reduce the risk of contamination.

In critically ill patients, it is necessary to assess the risk of refeeding syndrome, common in patients with low BMI, multimorbid and prolonged fasting. Nutritional support in critical care must start with 70% of the caloric requirements and progress gradually. The protein intake must be between 1.3 to 2.0 g of protein and include daily administration of vials of vitamins and minerals. The exclusive use of soy-based lipid emulsions is not recommended due to its pro-inflammatory effects.

Once discharged from the ICU, nutritional monitoring should be continued, as dysphagia and significant protein-calorie malnutrition may occur.

 The timely nutritional intervention within the comprehensive management of patients with COVID- 19, accelerates recovery, reduces complications, mortality, hospital length of stay, and hospitalization costs.

Keywords: COVID-19; Nutritional Risk Screening 2002; nutritional support, whey proteins, oral nutritional supplements, omega 3 fatty acids.

Introducción

La alimentación es parte fundamental del sistema inmune. La cantidad y calidad de los diferentes alimentos que se consumen a lo largo de la vida influyen directamente en la actividad y respuesta del sistema inmune.

El primer caso reportado en el mundo de una infección respiratoria que afectaba a humanos, fue en Wuhan, China en la provincia de Hubei, en el mes de diciembre de 2019 (1). A partir de ese momento se identificaron varios casos que fueron diagnosticados como un nuevo coronavirus SARS CoV2 que causa la enfermedad COVID-19 (2). Dado el rápido crecimiento de casos que comprometieron diferentes regiones de China. Se declaró el estado de emergencia y del estado de alerta sanitaria tras la aparición de una epidemia viral.

propagación de la infección continuó y el 30 de enero del 2020 (3) la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró alerta sanitaria mundial por el aumento de casos y la aparición en otros países, que llevó con el paso de los días, a declarar por parte de esta organización el estado de pandemia, el 11 de marzo de 2020. En Colombia, el primer caso se registró el día 6 de marzo de 2020 (4).

(Lea También: Precauciones con el Manejo de Alimentos)

La mortalidad de los pacientes infectados por coronavirus:

En su gran mayoría, ha sido en pacientes que han requerido atención en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

Para todo paciente que ingrese a una institución hospitalaria es de alta importancia establecer medidas de aporte nutricional adecuados y más aún, en aquellos casos de internación en UCI. Donde la nutrición óptima es crucial durante el transcurso de la enfermedad porque la malnutrición es un factor pronóstico de genera grandes complicaciones y aumento de la mortalidad como lo demuestra el estudio de Maruyama T et al (5) que describió a 1.345 pacientes infectados por influenza que presentaban malnutrición.

Si bien no hay alimentos o suplementos nutricionales que puedan prevenir la infección por COVID-19. Mantener una dieta saludable es una parte transcendental para apoyar un sistema inmunológico competente.

Existe evidencia científica del papel primordial que desempeñan determinados nutrientes en el funcionamiento adecuado del sistema inmune.

El principal nutriente requerido es la proteína de alto valor biológico, como también lo son las vitaminas A, B6, B12, folato D, C y E; micronutrientes como el zinc, cobre, hierro y selenio; y la selección del tipo de grasa.

El estudio de la micro-biota, ha avanzado cada vez más, aumentando la identificación de genes (ADN) de abundantes microorganismos que habitan en el intestino y que se mantienen allí por tiempos variables y que presentan características dominantes, transitorias o escasas que se movilizan a lo largo del tracto digestivo.

Esto ha permitido identificar, que pocas cantidades de poblaciones bacterianas de alta patogenicidad, no desencadenen en enfermedad, dada la cantidad limitada de las mismas.

La microbiota intestinal juega un papel fundamental en la respuesta y regulación del sistema inmune.

El desequilibrio entre la proporción de microorganismos saprofitos y los patógenos al interior del intestino humano o disbiosis intestinal, es una condición que podría estar presente en pacientes infectados por COVID-19, así como sucede en muchas otras infecciones.

Los enfoques dietéticos para lograr un microbiota saludable también pueden beneficiar al sistema inmunitario. Con respecto al tipo de grasas, hay evidencia que en el síndrome de dificultad respiratoria del adulto (SDRA) la tormenta de citoquinas puede ser atenuada por los ácidos grasos omega 3, posiblemente a través de su metabolismo a mediadores especializados en resolución (6).

En la actualidad no existe un tratamiento nutricional específico frente al COVID-19. La disbiosis que se presenta en la COVID 19 es producida por el fenómeno inflamatorio intestinal afectando sus microvellosidades y produciendo diarrea como uno de los tantos síntomas descritos en la enfermedad. No debe olvidarse la presencia de vómito en algunos casos como consecuencia del mismo fenómeno inflamatorio de la mucosa gastrointestinal, que pueden contribuir a un deterioro agudo en el estado nutricional.

Antecedentes

A partir de diciembre de 2019, la nueva enfermedad por coronavirus ha causado alta morbimortalidad en la población mundial, uno de los grandes retos que se plantea se basa en establecer la forma más adecuada de nutrir a las personas afectadas por la infección independiente del grado de severidad que presenten.

El estado nutricional por exceso o por déficit y las enfermedades crónicas no transmisibles se consideran factores que incrementan el riesgo de complicaciones en pacientes con COVID-19.

Correia (7) menciona el ejemplo de Italia, donde las tasas de mortalidad en el adulto mayor aumentaron en los pacientes con COVID-19 (8). Sin embargo, esta observación no se sabe si se encuentra relacionada exclusivamente con la edad, o es debido a que este grupo de personas tiene mayores comorbilidades, que, en conjunto con la polifarmacia y el aislamiento social, los hace más vulnerables a las deficiencias nutricionales.

En China, la edad avanzada (≥65 años) y la presencia de comorbilidades se asocian con un curso más grave de COVID-19 (9). La tasa mayor de mortalidad se debió a enfermedad cardiovascular (ECV) (10,5%) seguida por diabetes mellitus (7,3%), enfermedades respiratorias crónicas (6,3%), hipertensión (6,0%) y cáncer (5,6%)10. No debemos olvidar que hay patologías como la enfermedad ulcero-péptica y la hepatopatía crónica que influyen de por sí, en las alteraciones nutricionales de los individuos y por ende contribuirán negativamente en el curso de la enfermedad que nos ocupa.

La obesidad se considera como un estado inflamatorio crónico que puede interferir con la respuesta inmunológica aguda al virus.

Se piensa como un factor de riesgo para presentar las comorbilidades mencionadas y así mismo, se relaciona con alteraciones metabólicas tales como dislipidemia y resistencia a la insulina y también con un mayor riesgo de neumonía (10,11). La obesidad inhibe tanto la respuesta de las células T CD8+ específicas para el virus, como también las respuestas de anticuerpos a la vacuna contra la influenza estacional (12). En Colombia, según los datos del ENSIN (13) el sobrepeso y la obesidad afectan al 56,4% de la población y a nivel mundial fue del 52% de la población para el 2016 (14).

La medición de las características antropométricas y los parámetros metabólicos es crucial para estimar mejor el riesgo de complicaciones en pacientes con COVID-19.

 En el momento actual se encuentra en estudio si existe un vínculo directo endocrino y metabólico entre la hipertensión arterial y la diabetes mellitus y la infección por coronavirus, que podría involucrar a la enzima convertidora de angiotensina 2 (15).

Pues un mecanismo de citotoxicidad propuesto es que el virus gracias a su afinidad por las células endoteliales, vincule las partículas virales a los receptores de la enzima convertidora de angiotensina y provoque activación inmunológica que causa liberación exagerada de citoquinas. En especial, interleucina 1, 6 y 8 que son sustancias pro inflamatorias que activan las endotoxinas y linfocitos con la consecuente liberación de superóxido y alteraciones severas de la coagulación.

 

Autores


1 Patricia Savino Lloreda. ND, MBA. Miembro Asociado Academia Nacional de Medicina. Expresidente Fundador de la Asociación Colombiana de Nutrición Clínica. Director Centro Latinoamericano de Nutrición.
2 Martha Patricia Rodríguez. MD, FACP. Especialista en Medicina Interna y Nefrología, Fundación Universitaria Juán N. Corpas. Miembro Correspondiente Academia Nacional de Medicina. Presidente Asociación Colombiana Medicina Interna – Capítulo Central 2018 – 2020. Profesor Asistente Pontificia Universidad Javeriana – Hospital Universitario San Ignacio. Jefe Servicio de Nefrología Clínica Marly.
3 Oswaldo Borráez. MD. Médico, especialista en cirugía general, Universidad Nacional de Colombia. Expresidente de la Asociación Colombiana de Cirugía. Maestro de la Cirugía Colombiana. Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina. Presidente del Tribunal de Ética Médica de Bogotá.

 

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