Papel de las Ratas y Pulgas en la Plaga

Al comienzo de la Tercera Pandemia se observó una fuerte asociación entre mortalidad en humanos y pre­sencia de ratas infectadas, concluyendo que las ratas estuvieron involucradas en la transmisión de la enfer­medad.

Masanori Ogata, basado en sus experimentos, implicó a la pulga en la transmisión de la bacteria; hi­pótesis seguida por Paul-Louis Simond en 1898, du­rante la epidemia en la India, y posteriormente acep­tada en 1902 gracias a los experimentos de Gauthier y Raybaud, quienes demostraron la transmisión de la enfermedad de una rata a otra por medio de la picadu­ra de una pulga.

Especies de ratas

Hubo dos especies de ratas comensales presentes en Europa, la rata negra Rattus rattus, también llamada rata de barco o rata de techo y la rata marrón Rattus norvegicus, también llamada rata de aguas residuales. La rata negra tiene una historia en Europa que se re­monta a la época medieval, pero nunca ha estado pre­sente en grandes cantidades porque el clima en Europa es demasiado frío para poder vivir y reproducirse fuera de edificios con calefacción.

La rata marrón llegó a Europa desde Rusia durante la primera parte del si­glo XVIII y abundaba en todas las ciudades europeas alrededor de 1900. Las dos especies son similares en apariencia, pero tienen un comportamiento muy dife­rente.

Se afirma que la rata negra es un escalador efi­ ciente, hace nidos en las paredes y techos de edificios, mientras que la rata marrón puede vivir al aire libre en el clima europeo, es buen nadador y hace nidos en el suelo, en bodegas o en tuberías de alcantarillado. Las dos especies de ratas “transportan” la misma especie de pulgas y son resistentes a la enfermedad.

Por su comportamiento diferente, las ratas negras viven más cerca de los humanos que las ratas marrones. Durante la Tercera Pandemia, la peste fue transportada alrede­dor del mundo por ratas negras en barcos, ratas que no abundaban en Europa, excepto en almacenes de puer­tos y en algunas ciudades.

Especies de pulgas pueden transmitir la pes­te

Diferentes especies de pulgas pueden transmitir la pes­te, como las que se encuentran comúnmente en ratas Xenopsylla cheopis vector biológico por excelencia, en gatos Ctenocephalides felis y en humanos Pulex irritans.

La Y. pestis adopta una forma de vida única en el tracto digestivo de este vector como “dispositivo” simple y neutral que la transporta como patógeno microbiano, formando una biopelícula envuelta en una sustancia polimérica extracelular compleja. La localización y adherencia de la biopelícula al intestino anterior de la pulga es esencial para su transmisión posterior a los humanos [24].

Los ectoparásitos eran tan abundantes en Europa que el Tercer Congreso Internacional sobre Higiene Esco­lar, celebrado en París en 1910, aconsejó luchar contra ellos, porque “uno de cada tres niños estaba infestado”.

En 1914, Charles Martín y Arthur Bacot describieron el mecanismo por el cual las bacterias, al multiplicarse en el proventrículo de la pulga – zona inmediatamente distal al esófago-, eran capaces de obstruir esta zona, impidiendo el paso del alimento (sangre) al estómago y perpetuar así pulgas hambrientas ávidas de sangre, que regurgitan microorganismos infecciosos durante la pi­cadura.

Estos hallazgos sirvieron para que el mismo año, la Tercera Comisión India de la Peste, establecie­ra la importancia de la pulga tropical de la rata, Xenop­sylla cheopis, en la transmisión de la enfermedad.

(Lea También: La Fiebre Amarilla: ¿De Dónde Venimos y Hacia Dónde Vamos? )

Las invasiones de alimañas en ese entonces, se asociaron con pobreza y condiciones de vida antihigiénicas (Fi­gura 1 y Figura 2).

Hábitat del tracto digestivo de las pulgas de Y. pestis

Eficiencia de transmisión - Tercera Pandemia

En los barrios más pobres de las ciudades, la mayoría de los casos fueron encontrados durante brotes como el de Oporto (1899), Glasgow (1900) y Marsella (1900 – 1921). Scheube a principios del siglo XX escribió: “El desarrollo y la propagación de la peste están influen­ciados en gran medida por las condiciones higiénicas desfavorables, esencialmente relacionadas con la mise­ria social” [48,49].

Hoy en pleno siglo XXI, la peste causa casos esporá­dicos e incluso algunos brotes anuales. Suramérica en la década del 2001 a 2011 fue uno de los territorios afectados durante la Tercera Pandemia de peste des­atada en Hong Kong.

Países como Ecuador, Brasil, Bolivia y Perú, son regiones donde aún prevalece la enfermedad con brotes o casos esporádicos, cuyo posi­ble origen reside en condiciones socioeconómicas ad­versas, convivencia con roedores y factores climáticos desfavorables.

En Colombia existen datos históricos sobre una “neumonía infecciosa” de alta mortalidad, que se presentó en los mismos meses durante tres años consecutivos (1913 a 1915) en los departamentos de Magdalena, Atlántico y Bolívar de la Costa Atlántica; este tipo de neumonía hizo pensar en la peste, sin que se hubiera podido demostrar con exactitud el agente infeccioso [50].

Conclusión

Las epidemias, pestes y pandemias durante la evolu­ción natural del Planeta Tierra, nos mantienen alerta en el día a día de nuestro calendario vital y nos ponen de manifiesto la fragilidad de la vida humana, permi­tiéndonos recordar -sin ningún asomo de sutileza- que somos parte fundamental del equilibrio del Todo pero no el Todo.

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Recibido: 26 de mayo de 2020
Aceptado: 15 de junio de 2020

Correspondencia:
María Claudia Ortega López
mcol19@yahoo.com

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