Vacunación contra la Fiebre Amarilla

La búsqueda de una estrategia profiláctica en con­tra del virus de la fiebre amarilla, fue fructífera en la década de 1930.

En esta década, la vacuna de virus atenuados (usando la cepa 17D del virus de la fiebre amarilla) fue desarrollada a partir de pases seriados por embriones de pollo, lo que produjo una vacuna segura y eficaz para inducir una respuesta humoral en contra de los genotipos conocidos de virus de la fiebre amarilla (37).

En general, la respuesta inmune en contra de los flavi­virus, como el virus de la fiebre amarilla, se caracteriza por respuestas celulares y humorales (25). El caso de la vacuna YF17D, esta produce una inmunidad humoral potente y genera, de esta manera, una de las vacunas más eficaces conocidas a la fecha. La eficacia de dicha vacuna, recae en la producción de anticuer­pos neutralizantes en contra de la proteína E, discutida anteriormente, así como anticuerpos en contra de la proteína NS1.

A pesar del bien estudiado papel de la inmunidad humoral, también se atribuye un gran gra­do de la eficacia de la vacuna a las respuestas por parte de células T, particularmente, las producidas en torno a linfocitos T CD8+, que generan una población de memoria con una vida media considerable (37).

La vacuna para la fiebre amarilla, no forma parte de la estrategia de vacunación masiva de la mayoría de los países a nivel mundial.

Por lo tanto, es de suma impor­tancia delimitar quiénes deben recibir la vacunación con este agente. Se recomienda que las personas de 9 meses de edad en adelante, quienes están viajando o que actualmente viven en un área con riesgo de trans­misión del virus de la fiebre amarilla (por ejemplo, África y Sudamérica), sean vacunadas (38).

El riesgo de fiebre amarilla en personas que viajan a África por dos semanas, asciende a 50/100.000 personas, mien­tras que para Sudamérica es de 5/100.000 personas, y dichos sujetos podrían, adicionalmente, importar la enfermedad a zonas no endémicas (13).

Algo importante para recalcar es el hecho de que, tanto el virus de la fiebre amarilla como la vacuna, se trans­miten a través de la lactancia materna.

Dicha cuestión puede producir encefalitis en neonatos alimentados al seno materno, cuyas madres hayan recibido la vacuna de la fiebre amarilla, por lo que se debe evitar aplicarla en estos casos cuando sea posible. De igual manera, se recomienda evitar la Vacunación contra la Fiebre Amarilla en infantes menores de 6 meses por el riesgo de desarrollar encefalitis a par­tir de la vacuna (39,40).

(Lea También: Tuberculosis: Tiempo sin Tiempo)

Panorama actual y a futuro

A pesar de los grandes avances hechos hasta el día de hoy, la fiebre amarilla está lejos de ser una enferme­dad erradicada. Actualmente, los esfuerzos liderados por la OMS, mediante la estrategia EYE para detener esta enfermedad, parecen estar dando resultados ade­cuados. En el 2018, 61 millones de personas fueron vacunadas en África contra la fiebre amarilla, particu­larmente, en países como Ghana, Nigeria y Etiopía.

Se aumentó en 57% la disponibilidad de la vacuna para poder garantizar los programas de Vacunación contra la Fiebre Amarilla implementados. De igual manera, se implementó un laboratorio de re­ferencia, el “Institut Pasteur Dakar”, para el apoyo al diagnóstico y control de calidad. Se proyecta que, ac­tualmente en el 2020, se apliquen aún más estrategias de vacunación en esta región (9).

Adicionalmente, se esperan los resultados de los en­sayos clínicos con respecto a nuevos agentes terapéu­ticos y estrategias profilácticas. Considerando que, en etapas severas, la fiebre amarilla tiene una mortalidad de hasta el 50%, es prioritario que se logren identificar estrategias adecuadas de tratamiento para poder abor­dar los brotes que ocurren, con frecuencia, en ciertas regiones.

Referencias

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Fuentes

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Lecturas Recomendadas

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Recibido: 12 de junio de 2020
Aceptado: 28 de junio de 2020

Correspondencia:
Lucía Zatarain-Barrón
lucia.zatarain.barron@gmail.com

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