Obituario, Arturo Morillo Quiñones 1925 – 2015

Académico correspondiente

Por Guillermo Sánchez Medina1

Arturo Morillo QuiñonesNació en Cereté, Córdoba, el 28 de abril de 1925, murió en Bogotá, el 27 de abril de 2015, a la edad de 90 años. Transcurría el año 1950 cuando estudiaba medicina en la Universidad Javeriana en Bogotá.
Una tarde casi noche, con el frío sabanero, conocí un personaje cuyo nombre era Arturo Morillo Quiñones, el cual generaría en mí un impacto a diferentes niveles: intelectuales, científicos y humanos, en especial por su manera de ser auténtica, veraz, cálida, con un amplio humor, leal, inteligente, real y brillante.

Por aquellos años 1950 establecimos una relación de una profunda amistad. Así vinieron diferentes hechos de nuestras historias personales y el conocimiento de la vida familiar, así como nuestras experiencias.

Arturo relataba una serie de reminiscencias vividas de niño por allá en la región del Sinú, el Magdalena, y toda la región llamada de la “Costa Caribe”.

Las narraciones que él hacía tenían un tinte de fascinación y despertaban al niño que todos guardamos, y que le seduce esa clase de historias, las cuales oscilaban entre la realidad y la fantasía, lo absurdo y lo lógico, lo primitivo imaginario de sueños despiertos a la realidad, además de una multiplicidad de creencias supersticiones dirigidas por el pensamiento mágico.

Personalmente no cesaba de preguntar sobre detalles de los contenidos de las narraciones. Aquí consigno, cómo en los años 1967 volví a leer en textos novelescos estos mismos relatos de Arturo Morillo; ahora escritos por un genio Nobel, Gabriel García Márquez.

El doctor Arturo Morillo Quiñones, académico y neurocientífico acabó sus estudios de medicina en 1951 y se graduó en 1954 en la misma Universidad Javeriana; realizó su postgrado en electroencefalografía y neurofisiología en National Institutes of Health, Bethesda, Maryland.

Perfeccionó sus estudios de neurofisiología y métodos neurofisiológicos en la investigación de psicofármacos en el Galesburg State Research Hospital en Illinois.

En 1963 regresó a Colombia a la Facultad de Medicina en la Universidad Javeriana y realizó su carrera docente, siendo desde instructor hasta Director del Departamento de Ciencias Fisiológicas, Profesor Distinguido (1987) y Decano de la Facultad de Medicina de la misma universidad (1986-1991).

Así como Director del Departamento de Electroencefalografía y Fisiología Clínica del mismo Hospital San Ignacio y director ejecutivo del International Clinical Epidemiology Network; fue condecorado con Caballero en 1992 y galardonado con la Medalla Félix Restrepo en el año 2009.

Fue nombrado Consultor y Subdirector de la Oficina para la Investigación en la Universidad, así como Director del Programa de Formación de Epidemiólogos Clínicos, desarrollando estas disciplinas a través de todo el mundo.

El Doctor Morillo contribuyó de manera muy sig­nificativa al crecimiento, desarrollo y posicionamiento de la Facultad de Medicina y a la construcción de la facultad que hoy existe.

Se destacó como líder en el campo de la investigación, maestro y mentor de muchos, editor de la revista Vniversitas Medica y miembro del consejo editorial de otras revistas cien­tíficas nacionales. Publicó alrededor de 41 trabajos de su especialidad en revistas colombianas y de habla inglesa.

Ingresó a la Academia Nacional de Medicina en 1980 como Miembro Asociado y luego como Correspondiente. Perteneció a diferentes sociedades científicas. También se desempeñó como director médico de la casa farmacéutica Merck, Sharp & Dohme.

En una entrevista realizada al Doctor Morillo años atrás en The Lancet, cuando le preguntaron cuál era su mayor arrepentimiento, respondió: “El no haber sido capaz de seguir una carrera de investigación el tiempo completo”; a la pregunta ¿cuál es su libro favorito? Respondió: “es mi propia vida”; ¿Cuál es su viaje favorito?

Respondió: “Un viaje a lo largo del río Sinú en Colombia, cuando era un estudiante de medicina de quinto año. Fue en el período de vacaciones de diciembre y ejercí la medicina entre los campesinos.

Quedé muy sor­prendido por la falta de un sentido de futuro para sus vidas, la forma en que fueron explotados, y la inmensa frustración de no ver una solución”. A la pregunta: ¿cuál es su mayor temor?, respondió: “No tener miedo de nada”.

La producción científica del Doctor Arturo Morillo Quiñones apareció en sus publicaciones, las cuales se iniciaron desde el análisis de las frecuencias de los microelectrodos con la conducción de impulsos neurocerebrales, los mecanismos, funciones en re­lación a los centros de la amígdala, las estructuras rinencefálicas, el hipotálamo, la formación reticular, el cuerpo calloso, el estudio de toda la fisiología y su relación con la clínica neurofisiológica.

Así como los potenciales evocados y los patrones electroclínicos en la investigación farmacológica y desórdenes fisiopatológicos neuromusculares, neuroparalíticos, encefalopatías progresivas por diálisis, el control endógeno del dolor, los trastornos del sueño, el estudio poligráfico del mismo y otras ideas sobre la neurofisiología clínica; la regulación del apetito, convulsiones de la infancia y otros. (Vea también: Novedades bibliográficas, Pensar la medicina)

Así mismo produjo comentarios sobre la literatura médica, los efectos de la administración de psicofármacos, los nuevos rumbos de la atención médica, las normas que deben aparecer en los productos farmacéuticos, el análisis comparativo en la investigación, la problemática de la docencia de las ciencias básicas, y el uso evidente y la necesidad de utilizar la evidencia en la enseñanza de la epidemiología clínica.

Obsérvese que en toda esta información apare­ce no solamente el investigador sino el ser humano con una mirada profunda de los principios de causa­lidad de la patología en general y la neuropatología en especial.

Con estas líneas enviamos a su señora Concha Zarate de Morillo y a todos sus hijos, parientes y amigos, nuestras condolencias.


1 Miembro Honorario, Academia Nacional de Medicina.

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