Las Memorias del Seminario del Nuevo Reino de Granada

Poseo en mi biblioteca particular tres memorias sobre las causas y curación de los cotos, dos de ellas publicadas en las Memorias del Semanario del Nuevo Reino de Granada que dirigió Francisco José de Caldas, y la tercera, una publicación aislada de la Facultad de Medicina, cuando era Director el Dr. José Félix Merizalde.

Las dos primeras datan de 1810 y la tercera de 1834, la cual según Ucrós Cuéllar, es reimpresión de una publicación que apareció originalmente en 1797.

Estas memorias provienen de la biblioteca del Dr. Nicolás Osorio (Fig.11). y tratan el tema de la etiología y tratamiento de los bocios, enfermedad que a decir de los autores de la época, “se extendió prodigiosamente en el Nuevo Reino de Granada, y posteriormente en la República de la Nueva Granada, y que producía efectos que deformaban el físico de las personas y alteraban su formación intelectual y sus funciones físicas”.

Dr. Nicolás Osorio Ricaurte

Figura 11. Doctor NICOLAS OSORIO (sept. 10 de 1838 – Dic. 21, 1905).

Figura preclara de la medicina colombiana, el Dr. Osorio obtuvo su grado en la Sorbona de París en 1865, donde posteriormente trabajó en la Clínica del Profesor Velpeau. A su regreso a Colombia, se vinculó a la Universidad Nacional, como Profesor de la Clínica en el Hospital de San Juan de Dios.

Luego como Rector de la Facultad de Medicina, fundó la biblioteca e instituyó importantes innovaciones en el plan de estudios. Fue uno de los fundadores de la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales (hoy Academia Nacional de Medicina), y su vasta producción científica cubre una admirable variedad de temas.

Es particularmente célebre su estudio sobre el Cultivo de las Quinas. Con gran celo, el Dr. Osorio formó una de las bibliotecas médicas privadas más completas de la época, que a su muerte, pasó en gran parte a posesión de la Sociedad de Cirugía y del Hospital de San José, de Bogotá.

En el Semanario del Nuevo Reyno de Granada, No. 31 del año 1808, se indicaba que Don Nicolás Tanco proponía: “un premio a los médicos instruidos y amigos de la humanidad para que comunicasen sus luces y observaciones a fin de destruir los Cotos, enfermedad monstruosa que cada día cunde y se propaga más en varios puntos de este Nuevo Reyno de Granada”. (Lea: Colección de las Obras de de las Casas)

El 16 de enero de 1810, los jueces nombrados para el premio propuesto por Don Nicolás Tanco, Diego Martín Tanco y Francisco José de Caldas, se reunieron y expidieron el siguiente comunicado:

“No habiéndose presentado hasta el 1o. de enero de este año otra Memoria que la presente aspirando al premio propuesto por Don Nicolás Tanco en el número 30 del Semanario del 808, nos juntamos los Jueces nombrados, y después de un maduro exámen, la hemos creido digna del premio, y de la impresión. Santa Fe y Enero de 1810- Diego Martin Tanco, Francisco José de Caldas”.

La anterior es la introducción a la Memoria 2a. sobre Las Causas y Curación de los Cotos, que ganó el premio propuesto en el No. 30 (año de 1808) del Semanario, por José Joaquín Camacho, Abogado de la Real Audiencia, y Catedrático Interino de Derecho
Civil en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario de Bogotá (Fig.12).

Seminario del Nuevo Reyno de Granada

Figura 12. Memoria 2o. Seminario del Nuevo Reyno de Granada.

Don Joaquin Camacho presenta en ella sus reflexiones sobre la causa y curación de los cotos, “enfermedad que ha cundido prodigiosamente casi en todo este Reyno, y a cuyo exterminio puede ser que lleguemos, enlazando unas producciones con otras. Muchos literatos han ya discurrido sobre esta enfermedad”.

Sostiene la teoría de que los cotos se deben a “ayres viciados” sobre todo en regiones de tierra cálida con selvas espesas y húmedas, “donde la putrefacción continua de vegetales suministra al ayre gran cantidad de ácido carbónico, que se espira también por las plantas que crecen á la sombra…. dónde la vegetación es más abundante y vigorosa, allí es menos la salud y vida del hombre.

Al contrario, en los bosques altos y de temperamento frío, el hombre vive más sano y se conserva más largo tiempo. Esta diferencia no se puede atribuir sino al ayre craso carbonizado y menos disolvente que se respira en las tierras calientes.

Un ayre viciado menos propio para la respiración, cargado de gaces extraños que impiden su energía, debe retardar el círculo de los humores, producir linfas poco diluentes, obstruir los conductos secretorios, y de este modo producir infartos o concreciones en las partes del cuerpo más expuestas á semejantes depósitos”.

Según esta teoría tal “ayre viciado

Resulta en una disminución de la transpiración cutánea, lo cual hace que los “humores transpirables” queden retenidos y den lugar no a una linfa suave la que “se separa en las glándulas de la garganta para humedecer aquellas partes, hacerlas flexibles, aptas para el movimiento, y para la formación de la voz, sino a una materia crasa, inerte, concrecible, que se estanca y forma tumores, más o menos viscosos, más o menos duros, y de distinto carácter, según las causas que los producen”.

Y continúa: “De ahí és que en los lugares de tierra caliente, menos expuestos á la renovación del ayre, los cuerpos extenuados, macilentos, pálidos, abundan los Cotos, que no se hallan en los lugares vecinos, que gozan de más exposición.

En la Ciudad de Girón los Cotos son muy numerosos, y no se encuentran ó son muy raros, en las Parroquias vecinas de Pie de Cuesta, y Bucaramanga. No hay más diferencia sino que aquellas Ciudad está situada en un terreno baxo, rodeado de alturas, el bosque bastante inmediato, y los otros dos lugares más elevados, y sujetos a la impresión continuada de los vientos”.

Después de citas otras ciudades y regiones donde abundan los cotos, y a los cuales halla condiciones geográficas y climáticas similares, concluye “En fin, en casi todos los lugares próximos al Magdalena se observa esta enfermedad á proporción que están más cerrados, menos expuestas y de su mayor inmediación a las selvas.

Tal vez de aquí viene que los Cotos se hayan domiciliado principalmente en la América Equinoxial, en la parte más áspera y erizada del globo”.

Asimismo, explica que las grandes poblaciones,

“Donde el ayre es menos puro aunque situada en tierras altas como sucede en esta Capital, no es desconocida dicha enfermedad, que acomete frecuentemente á las personas que viven más recogidas, en lugares faltos de vegetación, y que hacen poco ejercicio.

En los Conventos de Monjas, és donde el reyna más esta plaga, casi desconocida en nuestros campos vecinos, donde se respira un ayre libre”.

La memoria de José Joaquín Camacho está escrita para probar el factor etiológico del “ayre impuro viciado” como causa de la enfermedad.

Pero en la página 7 de esta Memoria encontramos lo que bien puede ser el primer enunciado sobre la verdadera etiología de los cotos: “Se observa que los cotos desaparecen ácia las costas del Reyno, donde la mayor previsión atmosférica facilita la respiración, y donde las poblaciones se hallan más expuestas a los vientos generales, que no se interrumpen por las cordilleras. Puede ser, que á esto contribuya el uso de la Sal marina, más pura y más fundente que la de la tierra, que se usa en lo interior del Reyno.

En la Ciudad de Pamplona había muchos cotos, que desaparecieron según se dice, desde que aquellas gentes comenzaron a usar la Sal de la mar en lugar de la gemma que consumían antes. Una circunstancia de este género puede contrarrestar a las otras causas que favorecen las congestiones, crasitud y viscosidad de humores”.

Pero al concluir su Memoria, José Joaquín Camacho hace recomendaciones sobre:

“alimentos ligeros, ayre puro, exercicio moderado y sostenido como los remedios que proponemos a los que quieran preservarse de Cotos”, y recomienda el uso de “embrocaciones con una mixtura de tres partes de Acceyte de Almendras dulces y una de Vinagre, curbriéndose después con un emplasto de cera” pero no menciona el uso de la sal marina.

También en el año de 1810 aparece la Memoria 6a. del Semanario del Nuevo Reyno de Granada sobre la Naturaleza, Causas y Curación del Coto por el Dr. Josef Luis Fernández de Madrid (Fig.13).

Seminario del Nuevo Reyno de Granada

Figura 13. Memoria 6o. Seminario del Nuevo Reyno de Granada.

Esta memoria tiene el siguiente prefacio de Francisco José de Caldas: “El DD Joséf Luis Fernández de Madrid nos remitió la presente Memoria sobre cotos para que entrase en el Concurso al premio que se había propuesto en este Semanario; pero llegó a nuestras manos a los dos meses de hacerse adjudicado.

Nosotros la hemos revisto cuidosamente, y la hemos hecho examinar por hombre de luces, y todos la han hallado digna de ocupar un lugar distinguido en el Semanario.

“Quando consideramos los progresos rápidos que hace en el Reyno ésta terrible enfermedad, quando vemos que deforma la magestad del hombre, y la belleza de la muger, que los productos de la generación son unos seres degradados, y en quienes casi se ha apagado la razón, que muchos parecen sufocados, ó arrastran una vida miserable, inútiles á la patria y á sí mismos, creemos que todos los esfuerzos que se hagan por nuestros médicos deben consignarse en un papel consagrado á la felicidad pública.

Estos son los grandes motivos que tenemos para presentar en este año dos Memorias sobre un mismo objeto, y esperamos que el público no se fastidie con la uniformidad y que reconozca la rectitud de nuestras intenciones.

“El autor de esta Memoria es un Joven que acaba de terminar su carrera de Estudios, dotado de talento y aplicación, y lo que es más precioso de amor á su patria y de compasión á los infelices y el Editor se cree en la obligación de hacerlo conocer en el Reyno y que la patria funde esperanzas de tener algún día en el Dr. Madrid un Foderé o un Borae.

Santa Fé y Junio 16 de 1810. Francisco Josef de Caldas”.

Según el autor, “lo dicho es suficiente para comprehender que la debilidad y atonía es la causa proegumena del Coto, y que lo que destruye las oscilaciones, y elasticidad de los basos linfáticos de la garganta es la causa próxima.

Esta opinión está de acuerdo con la del citado Foderé el qual observando que esta enfermedad Sarpa con especialidad en los lugares basos, pantanosos, que están situados á la falda de montañas elevadas, estable por su única causa la humedad de la Atmósfera.

El baso relaxado por el aire húmedo no oscilará ni podrá empujar el líquido contenido, el qual estancándose formará uno ó mas infartos que se irán aumentando de día en día. Un hombre de conocimientos que viajase el Reyno con el Hygrometro en la mano, podría hacer observaciones muy importantes para la resolución del problema sobre la causa de los Cotos”.

Al final de su Memoria, Fernández de Madrid hace la siguiente observación:

“¿Se me creerá si aseguro que despues de concluida esta Memoria, un amigo (el DD Manuel Torices) me ha hecho notar la uniformidad de mis ideas con las que estampó (y yo no he tenido presentes en el discurso de mi trabajo) D. Francisco Josef de Caldas en los num. 23 y 24 del Semanario de 1808? Viva el lector persuadido de que soy incapaz de hacer traición á la buena fé, principalmente quando se trata de la felicidad de este Reyno que tan de veras amo.

Si el Dr. Caldas y yo hemos pensado de un mismo modo, si tengo la satisfacción de que mis observaciones estén de acuerdo con las de un literato tan juicioso, exacto y profundo, es porque ambos hemos meditado con empeño sobre la naturaleza y causas del Coto, y por que la verdad siempre simple y siempre pronta a manifestarse á los que asi la buscan, se ha dignado levantar el velo que la cubria mostrándose baxo el mismo aspecto.

¿Acaso los grandes descubrimientos están reservados solamente a los Sábios? A quien debemos la Quina, á quien el Guaco?”.

Fernández de Madrid al hablar de las medicinas recomienda el ruibarbo, así como la raíz de perejil y espárrago. Y dice: “Foderé hace grandes elogios de las esponjas de mar calcinadas y pretende que se apliquen en cocimiento. Vidal que igualmente las recomienda para la curación del Coto aconseja el uso de las píldoras que Mr. Fabré presentó a la Real Academia de París”.

Estas pildoras se preparaban en la siguiente forma: “Tómese de xabón de Alicante desde 15 granos hasta media dracma:

Polvos de esponjas calcinadas desde diez granos hasta media dracma: polvos de las dos escrofularias desde 6 granos hasta un escrúpulo, mezclese todo y con suficiente cantidad de xarabe de cinco raices, haganse pildoras para una dosis”. Esta es la única mención que hace el autor de algo que tenga que ver con sal de mar.

En 1834 se publica la memoria del Dr. Juan Francisco de Córdoba, Sobre la Naturaleza, Causas, Verdadera Teoría y Mejor Método Curativo del Coto (Fig. 14). Esta Memoria, sometida a consideración del Director de la Facultad, doctor José Félix Merizalde, fue estudiada por el doctor Pedro Herrera, censor, quien la pasó al tribunal de censura compuesto por los doctores Marino Beserra, Domingo Saíz y Juan M. Pardo.

Memoria por el Dr. Juan Francisco de Córdoba

Figura 14. Memoria presentada por el Dr. Juan Francisco de Córdoba.

En la junta general de la Facultad de Medicina de primero de Octubre de 1834 se resolvió “que se publique por la prensa esta memoria, ¿se saquen costos de los fondos de la facultad, imprimase y circulense entre sus miembros”.

Comienza el joven Doctor Córdoba refiriendo cómo “muchos literatos han publicado Memorias dignas de sus luces sobre las causas, progresos y curación de Cotos. Los Doctores Camacho, Vicente Gil de Tejada y José Fernández de Madrid han emitido ya su opi- nión, que a la verdad capta el entendimiento humano, principalmente la de estos dos últimos. Yo, sin embargo de lo mucho que respeto a estos médicos profundos, me atrevo a ser de diferente opinión.

Confieso francamente que nada confiado en mis conocimientos apenas nacientes, voi a recojer las mejores ideas que hai sobre esta enfermedad, y presentar un lijero cuadro, procurando esponer su verdadera teoría, sus causas, y el mejor método curativo que hasta ahora no se ha presentado en ninguna Memoria sobre esta afección horrible y degradante.

No tengo la vana y ridicula pretención de querer pasar por orijinal ni aspiro a otro título que el de aplicado y amigo de mis semejantes”.

Se designa con el nombre de Tirofraxia, según el profesor Alibert a esta enfermedad vulgarmente llamada coto o sea ” una infartación crónica y no dolorosa que se manifiesta en la glándula tiroides”.

Después de hacer una revisión de síntomas, las causas orgánicas y exteriores y algunas consideraciones de orden epidemiológico, en la página 8 anota cómo la tirofraxia es endémica solo en ciertos lugares.

“La razón de esta diferencia no será difícil dé encontrarla si se atiende á que tanto en la Provincia de Antioquia, como en la del Valle del Cauca, se consume diariamente cierta dosis de iodo, sustancia que se ha mirado como específica contra esta enfermedad.

Los analisis que se han hecho de muchas de las aguas que bañan estas dos provincias, han probado que su composición varía, pero que en todas existe siempre una cierta cantidad de iodo”. En la página 9 aparece el siguiente párrafo: “El doctor Foderé hace grandes elojios de las esponjas de mal calcinadas¡ pretenden que se apliquen en cosimiento.

Se ha aconsejado el uso de esta sustancia en píldoras, asociándola con el jabón de Alicante. Los buenos efectos de las esponjas no se deben sino al iodo que contienen, pués como veremos después, esta sustancia es la que realmente merece el título de espesifico de la tirofraxia”.

En seguida, en la página 10 de su Memoria, se refiere al yodo: “del cuál presenta la misma descripción que se ha hecho de esta sustancia en el curso de Química. Unicamente añadiré las mejores preparaciones y mejor modo de usar del específico contra la tirofraxia…

El iodo se encuentra en la naturaleza en ciertas aguas minerales salinas como Boguera u sales en Italia donde fue descubierta por Anjelini; en las provincias de Antioquia y Popayán por Boussingault; en las minas de plata de México al esto de ioduro de plata; pero de donde se estrae jeneralmente para los usos a que se aplica, es de las plantas marinas como la esponja, varek y otros fucos.

Los usos fueron limitados desde año 13 que se descubrió a su estudio en los laboratorios, hasta que en el año 20 el Sr. Coindet, médico de Jinebra, observó que todas las plantas y sales que se habian aplicado hasta entonces con el mayor suceso para la curación de la tirofraxia, contenian iodo.

Este descubrimiento lo condujo a aplicarlo, y sus curaciones fueron maravillosas en la dosis desde un cuarto de grano hasta un grano por día.

La falta de reserva y debida discreción con que se ha aplicado después este medicamento enérjico, ha dado lugar a accidentes gravosos; pero no por esto deja de ser evidente que el iodo como el mercurio son espesificos de ciertas enfermedades”.

Hace consideraciones farmacológicas sobre los efectos de yodo, y en seguida dice: “Si la Nueva Granada es el teatro de una enfermedad que no solamente desfigura al hombre, sino que también ejerce sobre las facultades intelectuales los efectos más funestos, también la naturaleza ha colocado el remedio al lado del mal, haciendo salir de las rocas del Valle del Cauca y de Antioquia, inumerables manantiales de agua salada en la cual el iodo se encuentra en cantidad apreciable.

Las salinas de Guaca, Matasano, Retiro, Rio Grande etc. Cerca de Medellín, las del Peñol, Ciruelo, Mogan Mapuxa, Muela, Jappa, Galindo, Paila, Murciélago, y sobre todo Asnengua en el Valle del Cauca son otras tantas fuentes del específico contra la tirofraxia. Estas sales son preferibles al medicamento puro, que cuando se aplica por manos poco experimentadas puede ocasionar graves accidentes”.

Termina la Memoria del doctor Córdoba con unas recomendaciones para el tratamiento quirúrgico: “Medios Quirúrgicos. En la tirofraxia utriforme, enquistada, suele ser necesaria la mano del Cirujano.

En este caso convienen especialmente los efectos saludables del sedal. Cuando se observe una fluctuación muy manifiesta, podrá hacerse también una abertura procurando después la suturación por los medios conocidos. En ambos casos, importa mucho evitar los nervios recurrentes y los gruesos vasos que darian lugar a hemorragias.

No aconsejamos la escición por que no ha tenido buenos efectos, sino, cuando se ha practicado sobre partes aisladas del tumor.

Tirofraxias enteras

Sería muy peligroso emprenderla para las tirofraxias enteras, principalmente si son de una dimensión considerable; el riesgo que se presenta no proviene de ningún modo de la hemorrajia de que el arte puede triunfar fácilmente, sino de que el enfermo no podrá resistir la violencia de los espasmos y de los dolores que resultarían de una operación hecha en medio de tantos nervios y de vasos muy importantes”.

Acuarela costumbrista

Acuarela costumbrista

Las Acuarelas de Mancera

El doctor Santiago Díaz Piedrahita, Presidente de la Academia Colombiana de Historia, ha publicado un artículo sobre una interesante colección de 12 acuarelas costumbristas de la autoría de Juan Francisco Mancera, pintor natural de Soatá, Boyacá, quien aprendió la técnica de la acuarela como dibujante de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1783-1816), empresa de la que se retiró en 1811.

Su artículo fue publicado en la Revista de la Academia Colombiana de Ciencias, volumen 32, No. 82, páginas 66 a 99. En las figuras siguientes aparecen dos caminantes, un fraile y un hombre con un calavaso de miel. Ambos presentan bocio prominente.

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Fuente

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