Bolívar y su autopsia 

Capítulo 11. Material y Métodos

Antecedentes. Clínica, Prodromos. Etiopatogenia.
Muerte. Protocolo de Autopsia. Diagnóstico definitivo. Embalsamamiento. ¿Mascarilla?

Nació en Caracas, Venezuela, el 24 de julio de 1783, Y muere en Santa Marta, Colombia, Quinta de San Pedro Alejandrino el 17 de diciembre de 1830, edad 47 años, a la 1:05 de la tarde por TUBERCULOSIS PULMONAR como etiopatogenia, comprobada a la necropsia del mismo día, más embalsamamiento, practicados personal y solitariamente por su médico de cabecera, doctor Alejandro Próspero Reverend.

No hubo estudio con microscopio porque no existía éste en nuestros lares, sino imperó segura conceptualidad objetiva, no “macroscópica”, como también se dice en lenguaje aceptado hasta en forma discutible, por derivarse dicha palabra de “macroscopio”, posible aparato desconocido en contra del microscopio, tal como en ello insistía sistemáticamente el elegante y meticuloso profesor Roberto Franco. 

Juventud disipada de potentado económico herencial, con vida regalada, festiva, licenciosa en Europa, con acceso en ésta a Cortes soberanas, incluso con participación histórica privada en 1799, a la actividad disoluta de aquella liviana reina María Luisa Teresa de Parma esposa de Carlos IV, tan íntima de los activistas, Bolívar venezolano y Manuel Mallo colombiano, al lado del favorito principal el ministro Manuel Godoy, quien encarcelara por venganza celosa a su rival último nombrado, todo de acuerdo con relatos de algún escritor dentro de una realidad u optimismo criollo, lo mismo que aquella narrativa cuando en Aranjuez, jugando pelota vasca, Bolívar tumbó la gorra con un raque tazo al compañero deportivo, Príncipe de Asturias, futuro Rey de España, Fernando VII.

Y qué contraste o paradoja finales, antes de morir: una pobreza física, económica, más la desilusión sentimental, o abandono, con ataques a su honra y hasta a su vida somática, tildado como tirano cuando asumiera la Dictadura de Libertador-Presidente, y víctima de conspiraciones, respectivamente, para que en desesperado delirio por viajar, ausentarse postreramente al viejo mundo gritara obsesionado, “vámonos, vámonos, esta gente no nos quiere en esta tierra, vamos muchachos, lleven mi equipaje a la Goleta” …

Todo en claro terreno patológico de un proceso evolutivo de una causa eficiente indudable, el terrible bacilo de Koch de la época, de origen ingénito o ambiental, caraqueño, más que adquirido en Europa a donde es más probable que fuere llevado.

Aunque muchos sostienen lo adquirió allá, mediante los estragos orgánicos del Mycobacterium Tuberculosis de la nomenclatura actual, primordialmente en el aparato pleuropulmonar, dizque con efectos compensatorios de sus toxinas en la esfera hormonal, para una hipersexualidad, en círculo recíproco del aumento de la líbido que produce el mal y ésta lo agrava.

Patogenéticamente, intervinieron una serie de factores somato-psíquicos agravantes, para un desenlace anticipadamente fatal  de una entidad morbosa de etiología definida: faena de cuatro o más lustros a lomo de bestias, en climas hostiles.

Quince batallas en tres meses durante la campaña emancipadora, el paso de los Andes; vicisitudes, inclemencias hidrométricas, hambre, vestimentas paupérrimas y desabrigadas, en el lapso de 1813-19; recorrido al sur, 1823 en el Perú y Lima, regreso a Bogotá, 1826-1830, período angustioso de divergencias político administrativas, la conspiración septembrina de 1828, desintegración de la Gran Colombia, destierro decretado por el Congreso de su Patria; jornada agobiadora de mayo a diciembre de 1830, salida de Bogotá, Guaduas, río Magdalena, Honda, Mompox, Turbaco en ida y regreso (pasaporte), Soledad, Barranquilla, Sabanilla, donde lo vio el médico Castelbondo, de donde sale el28 de noviembre para Santa Marta. (Puede interesarle también: “Necropsia de Bolivar y Semblanza de Reverend”)

Entonces, talvez se pueda agregar la serie de estados psicológicos, neurósicos, neurológicos, sentimentales y hasta psiquiátricos, en controvertible análisis de la personalidad compleja o no, del Libertador, los cuales erudita y detalladamente tratará el compañero de ponencia médica samaria doctor Orlando Alarcón M., alumno, colega, coterráneo de elevados kilates en lecturas, historia y arte, con quien he compartido la recreación emocional e intelectual del tema bolivariano, tan apasionante. Apenas a la memoria vienen:

Louis Perú de la Croix, época de la Convención de Ocaña en 1827, en su diario de Bucaramanga como edecán particular, por dos meses observó y narró a Bolívar como víctima de agitación físico-moral, y confirma a Madarriaga quien sostuvo que “como los aviones por la velocidad siempre se mantenía arriba”, corría, cansaba a los acompañantes, pero con los íntimos amigos nunca que lo vieran los extraños, o cantaba, recitaba versos.

Era colérico pero efímeramente, pulcro en el aseo y vestir con el rigorismo de la corbata negra; ambidextro en la afeitada, juegos de billar o el florete; no fumaba ni gustaba lo hiciera otro a su alrededor, no disfrutaba del polvo de rapé ni del aguardiente, pero gustaba del vino de Burdeos en dosis suaves. Reverend vislumbró concepción sicológica, sicosomática, sicoterapéutica, a lo cual se agrega el  estudio practicado por Luis Alfonso Ramírez, M.D. en forma tajante, al señalar que en agosto de 1830 el galeno francés J.F. ARGANIL, le atribuyó la melancolía, diagnosticada en Lima. (Era bonapartista y jacobino, vino a Bogotá con Santander.)

El doctor Leandro Alvarado, venezolano, en 1893 le aduce un cerebro perturbado, 10 cual ratifica el doctor Pedro Manuel Arcaya en 1900.

El doctor Diego Carbonell se adhiere en 1816 a Arganil, y en 1932 el psiquiatra uruguayo le asegura un desequilibrio psíquico, constitución ciclotímica y epileptoide.

Rufino Blanco Fombona en 1940, al prologar el libro de Juan Vicente González, al concretarse en la histórica proclama de la guerra a muerte, afirma un claro terreno psicopatológico y neurótico, con temperamento impulsivo, combativo, aventurero.

El irremplazable humanista colombiano Luis López de Mesa, en 1945 fue el pionero sustentador de la Hipomania alternada con melancolia, al tiempo que los psiquiatras e Caicedo y ML. Sánchez Martin, en su orden escribieron sobre una esquizoidia y esquizotimia. 

En 1947 el doctor Arturo Guevara, en discrepancia absoluta, determina una normalidad somática y psicológica”, ataca a Arganil y a lo que denomina antibolivarionismo. Ello recuerda los calificativos de “Simón el Loco y el Potroso”, el anagrama “símbolo de la ruina” al nombre de Simón Bolívar. (letras erradas).

En 1950 el doctor Oliver Brachfeld vuelve a la ciclotimia y esquizotimia, bajo el derrotero del delirio sobre el Chimborazo, para que luego en 1954 el doctor R.D. Silva Uzcátegui destacara las constituciones ciclotímica y emotiva, con Unamuno y Madariaga (fichado como antibolivariano), aferrados a una patología psiquiátrica.

En 1956, para complementar el trajinado priapismo de las endotoxinas tuberculosas, el tisiólogo Leopoldo Cortejoso, les añade influencia determinante neuropatológica para alucinaciones y genialidades.

En 1968 Mario Torres, Psicoanalista con la peculiaridad de hablar ex-cátedra, resucita la hipomanía, en un producto degenerado, decraépito desde la infancia, con patología mental genética hasta crear temor.

Finalmente Ramírez, en 1980, con activismo polemista,  se aferra a una psicopatología inherente a una posible normalidad, pertenencia de los seres inferiores, de los nadies, carentes de originalidad o brillantez, al evocar el Chimborazo, la conjura de la nefanda noche septembrina, victorias en Tarqui y Ayacucho, asesinato de Sucre, todo ello que no pertenece a los historiadores sino a los sociólogos y psiquiatras, quienes son los únicos que saben que los anormales mentales son quienes dejan obras eternas.


1 Y originales de sus Recetas conservó don Ernesto Zagarra, farmaceuta práctico de la Botica Infante en la Calle de San Francisco.

Epílogo

Llegada a Santa Marta el 1 de diciembre de 1830 a las 7 y media de la noche, transportado desde el puerto de Sabanilla en Barranquilla, en el bergantín “Manuel”, “convoyado” por la fragata “Grampus” de la Marina de Guerra Norteamericana, bergantín de propiedad de don Joaquín de Mier y Benítez, español, coronel de milicias en Santa Marta quien generosamente ofreció su hacienda de San Pedro Alejandrino, a una legua de la ciudad, previa aceptación que le hiciera el Libertador en sendas cartas desde Soledad y Barranquilla, en octubre y noviembre, “para un hospedaje corto”, a fin de disfrutar de saludables aires procedentes de la Sierra Nevada o en contravía desde el mar, bajo el optimismo de una recuperación orgánica.

La travesía marítima final por sus consecuencias nosológicas recuerda a la que surcaban antaño, los obispos nombrados para la ciudad de Bastidas, y no alcanzaban a posesionarse porque fallecían en el recorrido, enseguida del desembarco, o a los pocos días de asumir el cargo eclesiástico.

Auxiliado por voluntarios de la localidad en sillas de brazos, o especie de andas de las procesiones, con esfuerzo sobrehumano del enfermo fue recibido en la Casa de la Aduana, mediante despliegue curioso y emocionado de la sociedad samaria a la cabeza de la cual distinguidas damas lo admiraron respetuosa y cariñosamente.

En medio de un derroche e intercambio de cumplimientos, protocolos retóricos, cuasipoéticos o líricos, que al héroe vencido impresionaron altamente y proporcionaron una resurrección aunque fuera transitoria, más la paradoja del destino, a posteriori, 17 días después en esa misma casona de raigambre histórico-colonial, sus restos mortales serían expuestos en Cámara Ardiente, durante 3 días hasta el 20 de diciembre, día de la sepultura en la catedral citadina.

Concentración de personajes y  firmantes testamentarios, en expectativas, y ausencias. Reverend, Montilla, el gobernador civil Valdés, el Obispo y político José María Estévez (Constituyente en 1830, opuesto ideológico a Bolívar), cuya sede fue cercada militarmente.

Ezequiel Rojas, conocedor de la crisis gubernamental nacional. Los generales Silva, Carreño, Portocarrero De Luque (comandante de armas), comandante Glen de milicias de Barranquilla y Soledad, coroneles Paredes y Wilson, este Edecán de Bolívar con el capitán Ibarra.

Jefes de la guardia Meléndez y Molina; el juez Ujueta, el escribano Noguera, Pérez de Recuero auditor de guerra, Tte. Francisco Bolívar (sobrino), José Palacios (servidor leal). Pern de la Croix, edecán tradicional y observador especial de Manuelita Sáenz, llegó después del deceso, lo mismo que la presunta amada Anita Lenoit.

No apareció en “el eje de América” del 1 al 17 de diciembre la Manuelita, la adorable loca, la libertadora, o libertina, la bella como Clorinda la heroína de Jerusalén, la guerrera como Herminia, la hechicera como Arminda.

Encomiable actuación de Reverend

Reside en su acucioso Diario con 33 boletines de médico solitario de cabecera, del lo. al 17 de diciembre, hasta el 6 en Santa Marta y del 6 al 19 en San Pedro Alejandrino, a donde fue transladado en la Berlina familiar de doña Isabel Rovira de De Mier esposa de don Joaquín, noblemente cedida por ella para que dentro de un albergue caritativo operara el viacrucis de una morbilidad progresiva en un cuerpo, “que deshecho por la fatiga y fiebre se empeñara en continuar albergando el amargo espíritu, como si anhelara hacerle apurar el cáliz del dolor humano”.

En la síntesis de los 33 boletines, complementados con memorias editadas en París en 1886, algunas palabras y frases gráficas, dibujan al médico del cuerpo lo mismo que al denominado del alma, al Profesional encumbrado en ética, al filósofo, al analista de la psicología, la mente, la psiquis, en la sagrada relación de médico paciente, hasta lograr comprensión, consuelo, asequibilidad en el último, en sí alérgico u opuesto a las drogas y a quienes la recetaban.

Claro que cuando se avecina la muerte por miedo a ella, el paciente tiende a aceptar al médico y cree en él, para que así hubiera podido cambiar su pretérita aseveración, “los médicos son como los obispos, aquéllos siempre dan recetas y éstos siempre echan bendiciones, aunque sepan que a quienes las dirigen se burlan de ellas”; o “prefiero la muerte a las medicinas”, y la contraria, “quien sabe si yo me estoy matando por no hacerme nada y estoy siguiendo un régimen errado”, y se había autodiagnósticado: Nervios, Bilis y Reumatismo.

Los boletines principiaron desde ello. a la media hora de haber instalado al enfermo, y en horarios se clasificaron así: a) 9 de la noche = 10; b) 8 de la noche = 6; c) 8 de la mañana = 6; d) 1 de la tarde = 3; e) 6 de la mañana = 2; f) sendos a la una de la madrugada, 7 y 11 de la mañana, 1 y media, 4 y cinco de la tarde.

Los dias 15, 16 y 17, respectivamente, cuatro boletines, 6, 13, 17 y 21 horas. Dos boletines finales e117, a las 7 y 13 y medias horas, éste el último.

Del 2 al 5 de diciembre tuvo junta o interconsulta con el doctor Mc. Night, (apellido como nocturno por traducción idiomática), Cirujano del Grampus, quien, en éste, luego tuvo que ausentarse.

He aquí una serie de vocablos: flaco, inquietud de ánimo, bilioso, nervioso, pulmones dañados, vómitos, dolor en el esternón y pecho izquierdo, amarillez, catarro pulmonar, tos, expectoración, esputos, hipo, cabeza caliente y pies fríos, pulso febril y apretado, quejidos, delirio, congestión cerebral, extreñido.

A veces gozaba de su juicio, y ello realizó disposiciones espirituales y temporales, (confesión, posible o real y testamento, en su orden)*. Incontinencia urinaria, u orinas escasas, escupir continuo, aberración de la memoria, voz ronca, el 14 sopor, semblante de pronóstico de muerte, “ninguna esperanza nos queda”; el pecho silbaba, postración, el 15 “desvarío, ninguna esperanza”, el 16 “orinas rosadas, ensangrentadas, facies hipocrático, y e117, “la muerta está próxima, ronquido, cara hipocrática, a la 1 en punto expiró después de agonía larga pero tranquila”.

Cuidados en alimentos y medicamentos

Leche de burra, agua de goma arábiga, caldos, sagú, gelatina, vino, fortificantes. Elixir pectoral, sulfato de quinina, poción antiespasmódica, píldora calmante, linimento, julepe y untura “anodinos”; emplasto de pez de Borgoña, píldoras purgantes, lavativas, revulsivos que levantaban, cáusticos o vejigatorias en la nuca y pantorrillas, ventosas en las espaldas, linimento vesicante de Gondret “con poco efecto”, agua de linaza, refrigerantes en la cabeza, emolientes, cantáridas, sin calomelanos, etc.

Autopsia

Desde las 4 de la tarde hasta las 8 de la noche del 17, en una mesa de madera burda. HABITUD DEL CUERPO. “Descolorimiento universal del cuerpo”, tumefacción en la región del sacro y músculos muy poco descoloridos. 

Cabeza. Circunvoluciones cerebrales cubiertas con materia de consistencia normal, pardusca, gelatinosa, serosidad semirroja bajo la duramater, sin signo patológico alguno.

* 1 =IEl presbítero José María Reboyo en su libro afirma que hubo confesión. Lo cierto es que recibió los Viáticos, llevados por el humilde cura de Mamatoco Hermenegildo Barranco. El testamento, tan conocido, provocó llantos, “para que se consolide la unión bajaré tranquilo al sepulcro”.

Pecho. Pleuras adheridas más producciones membranosas, endurecimiento de los dos tercios superiores de cada pulmón, el derecho desorganizado, con un manantial abierto de color de las heces de vino, jaspeado de tubérculos de distintos tamaños no muy blandos. El izquierdo menos desorganizado, ofreció la misma afección tuberculosa, una concreción calcárea como pequeña avellana, y moco pardusco espumoso. 

Corazón, normal, bañado por líquido ligeramente verdoso. 

Abdomen. Estómago dilatado, intestino delgado con meteorismo. Hígado de volumen considerable, vesícula muy “extendida”. Bazo normal como riñones y vejiga ..Conclusión: “Tisis Tuberculosa”

NOTA: Se entiende que hubo incisión costal bilateral porque se narra estado del corazón y “entrañas”, del aparato pleuro pulmonar, que quedaron aparte, y elaboró dos urnas mortuorias, dos féretros, uno en forro de madera para la mayoría del cadáver y otra en plomo para la minoría representada por el corazón, pulmones, bronquios, ambas sepultadas en la catedral citadina.

Así mismo, al relatar cerebro tuvo que seccionarse la bóveda craneana, y curioso, al menos en inspección no describe genitales externos, ni lesiones graves en sus elementos, tal vez por olvido, pena, ¿pudor inexplicable?

Falleció en humilde, sencilla cama de viento o tijeras, (catre de lona), en sabida controversia histórica sobre su futura existencia, porque se asegura su conservación para algunos, y para otros fue incinerada por el pánico al contagio tuberculoso, en coincidencia con aquellas cartas guardadas por Manuelita en un baúl o petaca, por haber muerto ella en Paita por la peligrosa peste bubónica o difteria.

Embalsamamiento. ¿Mascarillas?

Por exigencias de rápido traslado del cadáver a la Casa de la Aduana para la Cámara Ardiente, se cumplió en ésta y no en San Pedro Alejandrino como era lo práctico, y no se precisa como si después de su necropsia fue reconstruido.

También, solitario Reverend, practicó el embalsamamiento sólo al día siguiente, pues Augusto Thomassin el boticario, presunto ayudante, declaró estar enfermo, y entonces se utilizaron escasos elementos de cal viva, yeso, estopa, alquitrán y cera.

El señor Thomassin como lo llamaba sarcásticamente Reverend, como diminutivo de Tomás, tuvo permiso legal para ejercer por acta de examen en 1829 de la Universidad de Magdalena y el Istmo, hoy de Cartagena, elaboró la sabrosa gelatina y mortales cantáridas rechazadas por Bolívar, quien lo rechazó en visita especial propuesta, por “su olor a botica”.

En cuanto a la mascarilla, ha ofrecido controversias y dudas. Dizque por orden del general Montilla estuvo a cargo del nombrado Thomassin ya restablecido de salud, quien a hurtadillas la elaboró entre el segundo y tercer días de la cámara ardiente, a escondidas en las horas avanzadas de la noche cuando concluía el desfile continuo que hubo del 17 al 20.

El escultor español Alfredo Badenes la defiende por corresponder a un busto en yeso, existente en San Pedro Alejandrino, pero López de Mesa, en la Academia Nacional de Medicina, al disertar sobre la Dolicocefalia de Bolívar, dudó de ello al sostener que se trataba de una reproducción fotográfica. (Iconografía, páginas 7 y 8).

Además, se considera que si Reverend, con cercanos elementos del embalsamamiento, no cumplió con la primera impresión con la forma vaciada en yeso o en cera del propio rostro, más el vaciado positivo (bases de toda mascarilla) entonces ella no existió, y él era el único quien a pesar del agobio que le embargaba, lo habría hecho y lo habría detallado en el documental que escribió, y tampoco Montilla ni el curioso personaje Thomassin nombraron la tal mascarilla.

No obstante, han existido quienes aseguran como don José Maria Leyva, que la tradición familiar afirma que sí la realizó, defectuosa, carente de semejanza y fue enviada a USA.,  para el busto nombrado, que heredó el
señor Ley\la quien lo vendió al Gobierno departamental del Magdalena.

Causa eficiente definitiva de la muerte de Bolívar. Tuberculosis pulmonar

Por la clínica y por la autopsia, porque la primera es la que priva y coincide con Reverend. Lo demás constituye hipótesis, fruto de la prodigiosa imaginación de los sicólogos y siquiatras, pero el médico debe ser práctico y diferenciar la etiología primitiva de la secundaria, y es así como en certificados de defunción figuran causa principal, más factores desencadenantes etiopatogénicos.

Análisis Moderno de Patología, determina como causa vista el Mycobacterium Tuberculosis, en típica infección exclusivamente granulomatosa y celular con el  clásico tubérculo así: 1)Duro ..granuloma microscópico proliferativo; centro con células norma-nucleares redondas, parecidas a las epiteliales o epitelioides, con núcleo alargado, abundante citoplasma rosado y granuloso, más otras células grandes, multinucleadas, o de Langhans, pero representan obligatoriedad patognomónica del tubérculo.

2) Blando: o caseificación por necrosis futura, que es granulada central, como la característica histológica del tubérculo, o bien este evoluciona a inflamación fibrocítica o fibroplástica a modo de barrera. Luego tabicaciones, cicatrización fibrosa según las defensas, que si son bajas el proceso finaliza en destrucción y cavernas.

Todo lo que precede, salvo la Microscopia que no existía, determinan la comprobación de una tuberculosis pulmonar, bien diagnosticada en su época tanto por la Clínica como por la Autopsia.

PROYECCION DE TRANSPARENCIAS POLICROMATICAS:

Autopsia y Sinonimias
Escudo de Santa Marta
Casa de La Aduana
San Pedro Alejandrino
Alejandro Próspero Reverend
La Catedral de Sta. Marta: 12 años sepultado Bolívar
Fotografías del Libertador desde la juventud hasta estar vencido. Preagónica y en cámara mortuoria presunta mascarilla
Su Manuelita Sáenz

Bibliografía

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