La Terapéutica en las Primeras Civilizaciones
Terapéutica en las Primeras Civilizaciones
NUESTROS ANCESTROS
Los primeros humanos surgieron en un período relativamente reciente en términos de cosmovisión. Durante la evolución del universo y la aparición de nuestro planeta. Como dice Carl Sagan en su libro Los Dragones del Edén. “El mundo es viejísimo y el ser humano sumamente joven”.
La Gran Explosión probablemente ocurrió hace quince mil millones de años y la Tierra empezó a formarse un poco más de diez mil millones después. Los homínidos más antiguos se observaron unos doce millones de años antes de nuestra época. Y el Pithecantropus erectus, el hombre más primitivo, de frente chata, sin mentón y cerebro pequeño. Hace unos quinientos mil años.
Cuando Sagan hace la comparación de la evolución del universo con un calendario de 365 días. El Big-Bang habría ocurrido el 1 de enero y el hombre primitivo de comienzos del Pleistoceno. Habría aparecido sobre la superficie de la Tierra sólo hora y media antes de la medianoche del 31 de diciembre!. El asombro que nos causa este universo en cuanto a su dimensión témporo-espacial, nos debe hacer necesariamente muy humildes. Es la grandeza inimitable de Dios.
Muchísimo tiempo después vienen otros hombres. El de Neardenthal, robusto, de baja estatura, con un cerebro de tamaño parecido al del hombre actual, que vivió durante el último período glacial. Y el de cromagnon, uno de los primeros reconocidos Homo sapiens que en Europa reemplaza al anterior. Este es alto esbelto y de cerebro voluminoso, y apareció hace unos veinte mil años. Mientras que su antecesor ronda en los ciento veinte mil.
Estos nómadas que se habían diferenciado de los simios en su proceso evolutivo. Hicieron instrumentos de piedra y descubrieron el fuego. Para protegerse del frío y hacer los alimentos más agradables al paladar. Las tribus nómadas empiezan a asentarse en pequeñas comunidades agrícolas y surgen las primeras poblaciones.
La moderna paleontología nos ofrece cada vez con más detalle cómo era la vida de aquellos antepasados nuestros. Quienes lentamente iban organizándose de una manera inteligente y humana, con un progresivo grado de discernimiento.
No es difícil pensar que aquellos hombres que guerrearon con caníbales y depredadores animales. Recibieron heridas, comieron venenos y sufrieron enfermedades favorecidas por los intensos cambios de temperatura. Alguna forma de sanación debieron emplear, lógicamente asociada a creencias mágicas, religiosas y a fetiches. Pero también al uso de algunos elementos encontrados en el planeta azul.
Los espíritus malignos eran inducidos a abandonar el cuerpo por medio de conjuros. Por masajes, por trepanaciones (práctica quirúrgica extraordinariamente antigua). Y además por prescripciones de naturaleza repugnante y sabor desagradable. Características que hasta no hace muchos años eran muy peculiares de los remedios. Pero que en aquellas épocas tan antiguas tenían por objeto erradicar a los demonios.
Además del concepto de seres sobrehumanos. Dioses que tenían poder sobre las enfermedades y las fuerzas de la naturaleza. Surgieron supersticiones y brebajes, a los que se les asignaba un eventual poder curativo. Por instinto, y observando además a bestias, aves y animales domésticos. Descubrieron que estos se trataban sus propias dolencias al comer tal o cuál hierba. Ellos siguieron su ejemplo, y por medio de un lento y doloroso proceso de ensayo y error. Aprendieron a distinguir los venenos de los alimentos y de las plantas con poder curativo.
Quizás aquellos primeros remedios incluían algunos órganos de animales. Y también ciertos elementos minerales.
Las primeras aplicaciones externas para aliviar el dolor, las heridas, los golpes y fracturas, pudieron haber sido el agua fría, una hoja, la mugre o el lodo. Se lo aplicaron primero para aliviarse a sí mismos y luego para aliviar a otros.
Vale la pena anotar que el color rojo guarda importancia en las primeras medicinas. (En parte por ser el color de la sangre). También se usaba en embalsamamiento de las momias (y aún todavía) pues da aspecto de vida. Colgaduras rojas anti-viruela en los cuartos
de los enfermos. Franela roja contra la ronquera. Hilo rojo en el cuello contra el sangrado nasal, o píldoras rojas en la antigua china.
De la prehistoria, pasando por las edades de bronce y hierro, llegamos a las primeras civilizaciones. Probablemente en tiempos similares (unos 3.000 años AC.). Aparecen los pueblos de la Mesopotamia: sumerios y acadios, pero particularmente los babilonios. Y adicionalmente los egipcios, en el Norte de África, los chinos y los indios. Todos con su cultura tribal, algo agrícola y un poco más sedentaria. Y también con sus pócimas, hierbas y rudimentarios procesos de farmacia.
Y todos acudieron a los dioses, para que tuviesen compasión, por lo que aquellos sanadores babilonios (2.600 años AC.). Eran a la par sacerdotes, médicos y farmaceutas. Pues según las tablillas cuneiformes de arcilla que se han descubierto, fueron los primeros boticarios. Empleaban la adivinación para descubrir el pecado cometido por el enfermo y como método común tenían el examen detallado del hígado de animales sacrificados. Conocido como hepatoscopia.
Anotaban los síntomas de la enfermedad, procediendo luego con las recetas y las instrucciones para preparar los compuestos. Aunque la farmacopea era en gran medida vegetal, ciertos preparados han sido difíciles de identificar. Ppues les asignaban nombres curiosos como “grasa de león” o “aliento de bebé”.
De las medicaciones que han sido identificadas, hay extractos de plantas, resinas y condimentos. Algunos de estos preparados tenían propiedades antibióticas o antisépticas. Y enmascaraban el mal olor de las heridas. El aceite era el principal bálsamo para las heridas abiertas, lo que prevenía la adherencia del vendaje.
Sin embargo no hay que olvidar el importante efecto placebo que tenían muchos de estos menjurjes. Pues los pacientes consideraban que los médicos podrían curarlos o aliviarlos con sus compuestos. En la lengua sumeria por ejemplo, la misma palabra significa “medicina” y “vegetal”.
De los babilonios nos queda el famoso código del rey Hammurabí. Que en su parte de medicina es la primera reglamentación ética y legal donde se castiga la mala práctica de los médicos.
La medicina en la América precolombina. “Al igual que medicina primitiva en todo el planeta consistió en una mezcla de prácticas empíricas y mágicas. Más o menos sistematizadas doctrinalmente de acuerdo con la concepción del mundo. Y de las creencias religiosas de cada pueblo”. Dice el médico e historiador Hernando Forero Caballero en su libro “Fundamentos sociológicos de la medicina primitiva y de la Edad Media”.
El sistema de tratamiento continúa. “Estaba dirigido a lograr el equilibrio entre el enfermo, la familia y el grupo social. Con las leyes y fenómenos de la naturaleza. Teniendo en cuenta el dominio religioso y la ideología mágica. Empleaban hierbas, elementos minerales y animales para curar las enfermedades. El proceso terapéutico implicaba el ingrediente mágico unitario de la causa de la enfermedad con el objeto de combatir el espíritu maligno de la enfermedad. A lo cual se agregaba un elemento farmacológico activo”.
Los muiscas, como los incas, contaban con herbolarios. Y como los aztecas, emplearon los baños de orina. El listado de plantas medicinales americanas es largo, pero es ínfimo si se relaciona con el potencial biológico de regiones como la amazonía. Donde de más de 80.000 especies vegetales sólo se han investigado desde el punto de vista farmacológico y botánico, menos del uno por ciento.
A pesar de algunas peculiaridades inherentes a la cultura. No era muy diferente el concepto de enfermedad, religión, terapéutica y magia en las diferentes etnias de hombre primitivo. Aunque el chamán de nuestras regiones insistía mucho en la prevención…
LA ÉPOCA DE LOS FARAONES
La medicina egipcia data de alrededor de 2.900 AC. Es tan antigua como la medicina tradicional china pero anterior a la de la India. Reconocida entre otras por el famoso AyurVeda del 700 AC. El estudio de las prácticas médicas de la época de los faraones se ha basado en lo encontrado en unos documentos denominados “papiros”. Así como en la observación de la representación artística de la enfermedad en el Valle del Nilo. Y además en el detenido análisis de los tejidos blandos y esqueléticos de los restos humanos. Más el estudio de las momias.
La principal literatura egipcia está representada por los llamados Libros Herméticos del dios Thoth. (Quien era identificado por los griegos con su dios Hermes). Buena parte de los cuales se han perdido. Los papiros médicos son fragmentos de estos libros. Y son varios los disponibles en la actualidad en los diferentes museos y bibliotecas en que se encuentran. Tal vez el más representativo en cuanto a los medios medicamentosos que se utilizaban es el llamado “Papiro de Ebers”. Documento de 110 páginas que incluye 877 recetas y menciona unas 700 drogas.
Otro papiro que se debe mencionar de los nueve existentes es el quirúrgico de Edwin Smith. Ligeramente anterior al Ebers (aunque ambos se ubican alrededor del 1.550 AC.). Más lógicamente escrito que el último. El texto, que comienza con el diagnóstico y tratamiento de las lesiones de la cabeza, llega sólo hasta las lesiones del hombro. Pues dicho texto está mutilado.
Vale la pena anotar que ambos papiros fueron encontrados al tiempo y en el mismo lugar. Los dos fueron comprados en 1862 por Smith. Aventurero, prestamista y anticuario, pero el de Ebers fue adquirido en Luxor. Donde al parecer había sido encontrado entre las piernas de una momia, distrito de Assassif en la necrópolis de Theben.
Diez años más tarde fue comprado por George Ebers, egiptólogo y novelista. Quién publicó una portada del documento con una introducción y un vocabulario inglés y latín. Este investigador consideraba su papiro el cuarto libro de la colección Hermética. Aunque parece haber sido escrito en el 9º. año del reinado de Amenothep. Contiene un anacronismo histórico que lo situaría cerca de la primera dinastía, unos 3000 años AC.
Ciertamente el papiro hace referencia a prácticas médicas anteriores a las de su escritura. Que debió haber sido dictada por algún “Jefe de Farmacia”. En aquellos tiempos había además recolectores de ciertas materias primas con acciones farmacológicas. Y también preparadores de fórmulas. El papiro tiene 839 párrafos, ordenados en forma casual. (www.museodeldiabete.org)
Podríamos decir que los egipcios recomendaban un estilo de vida saludable. Practicaron la cirugía. Y creían en los efectos mágicos de sus medicinas, que ayudaban a sacar del organismo los espíritus malévolos. Por lo que los medicamentos debían ser ingeridos mientras se recitaba algún conjuro.
Los temas tratados con más énfasis son los de las enfermedades del estómago, con especial referencia a las parasitosis intestinales. Los antiguos egipcios sufrían, al igual que ahora, de Bilharsiasis y de enfermedades de los ojos. Los tratamientos han sido más factibles de identificar, no así los diagnósticos.
Dicen que algunas de las medicinas han sido personalmente usadas por varios dioses. Y en los márgenes del documento se encuentran comentarios tales como “este es bueno”, o “a mi me ha dado buenos resultados”. Primera manifestación de las pruebas anecdóticas o testimoniales que dan los galenos de hoy en día. Aunque el texto médico más antiguo que existe es una tablilla cuneiforme mesopotámica. Los papiros médicos egipcios son los libros con cierta extensión y detalle más antiguos que se conocen.
Los remedios deben curar dolencias que van desde la mordedura de un cocodrilo hasta el dolor de una uña del pie. Pasando por la erradicación de plagas de ratas, moscas y escorpiones. Tiene una descripción sorpresivamente exacta del sistema circulatorio. Y anota la existencia de vasos sanguíneos que tienen su centro de distribución en el corazón. Los egipcios tenían conocimientos de anatomía. Pues en sus prácticas de embalsamamiento debían extraer todas las vísceras pero dejando el corazón en su sitio. Por otro lado, al cerebro no le concedían mucha importancia.
Personajes posteriores de la época greco-romana como Heródoto y Plinio el Viejo. Estudiaron con más detalle estas actividades médicas egipcias.
El aceite de ricino era muy usado como purgante y también para combustible de las lámparas. De los treinta productos vegetales más importantes usados en la época, podemos destacar los siguientes:
La albahaca(para el corazón). Sábila (acíbar) o áloe, para los parásitos. La belladona para el insomnio y el dolor. (Aunque esta como la sena, tuvieron su auge en la época de los árabes). El cardamomo como digestivo, la colchicina para reducir la inflamación del reumatismo. Ajo y la cebolla (según el historiador griego Heródoto. Los obreros que construyeron las pirámides consumían grandes cantidades de estos dos vegetales para obtener fuerza física). La miel, la mostaza y el anís, la menta, el apio, la mirra, el sen, el enebro y la linaza. Amén de la hiel (o bilis) de diferentes animales. Así como combinaciones de grasas de estos para combatir la calvicie.
Se habló del molido de pene de asno para el tratamiento de la impotencia. Es decir, como antiguo precursor del moderno Viagra. Los remedios para las enfermedades de la piel se categorizan como irritativos, exfoliativos y exudativos.
Veamos algunas curas concretas. Para la diarrea: Un octavo de taza que contenga higos y uvas, pasta de pan, maíz, tierra fresca, cebolla y un tipo de fresa. Imaginémonos el sabor de semejante pócima. Para la piel: cuando cae la costra, mezclar excremento de Escriba con leche fresca y aplicar. Para la indigestión: macerado de dientes de cerdo, revuelto en cuatro tortas de azúcar, comer por cuatro días.
Como medicinas asociadas a conjuros, podemos mencionar una para las quemaduras: mezcla de leche materna (si ha sido parido un niño), con goma y pelo. Diga cuando lo toma: “El hijo de Horus (dios de la salud, que recuperó por medios milagrosos su ojo perdido) se quema en el desierto. ¿Hay agua allí? No hay agua. Tengo agua en mi boca y un Nilo entre mis muslos. He venido a extinguir el fuego”(¡Qué fantasías!).
Para las cataratas: mezclar cerebro de tortuga con miel. Colocar en el ojo y decir: “Gritan en el cielo del sur, en medio de la oscuridad. Rugen en el cielo norteño, el Corredor de las Columnas cae en las aguas. Te dirijo para que alejes al dios de las Fiebres y cualquier otro arte mortal”. También:”Bienvenido remedio, bienvenido. Tu me quitarás el mal que hay en este mi corazón, y en estos mis miembros”. Los campesinos de hoy en día usan conjuros de esta clase para tratar las enfermedades de sus animales.
El historiador médico Lyons dice en su libro que en cuanto a los remedios medicamentosos de los egipcios “su farmacopea era amplia”. (Dioscórides, Galeno y Plinio describen posteriormente muchos de ellos). Fueron los primeros en importar materias primas, pues trajeron del exterior. “Azafrán y salvia de Creta, canela de China, perfumes y especias de Arabia y Abisinia (hoy Etiopía). Madera de sándalo, gomas y antimonio”.
Creían mucho en los enemas, pero no para tratamiento del estreñimiento o preparación para algún procedimiento. Sino para “devolver el color… o vigorizar los cabellos débiles”o hasta “para producir olores agradables”. Pues los enemas eran “de agua, leche, cerveza y vino, endulzados con miel”.
Entre los minerales usaban mucho el antimonio y el cobre, entre otros. Las pinturas que usaban las mujeres para maquillarse los ojos tenían una elevada concentración de antimonio. Sustancia que en el Renacimiento llegó a tener una gran importancia farmacológica. Entre estas pinturas, las de color verde contenían sales de cobre. Curiosamente de las que se usan hoy día para el tratamiento del tracoma, enfermedad ocular muy común en Egipto desde tiempos milenarios.
LOS REMEDIOS CHINOS
La China es el origen de homínidos y hombres muy antiguos. Ya que antes de la primera dinastía, la Hia con su fundador Yu el Grande, se habla de algunos reyes y emperadores que pertenecen al reino de la leyenda. Pues a ciencia cierta no se sabe si existieron.
Entre ellos están los tres pioneros Foehi, Shen-Nung (el emperador rojo o Hung Ti, Rey de la Tierra) y Yu Siung(el emperador amarillo o Huang Ti, Rey del Cielo). Este último, además de ser considerado padre de la escritura. Corrigió el calendario, nombró historiadores y construyó casas y ciudades. En la medicina tradicional china el Rey del Cielo se encarga de conocer el origen de las enfermedades. (Escribió el libro Nei Ching o Canon, la base de toda la literatura médica china). Mientras que el emperador rojo trata estos males.
El Canon describe cinco tipos de tratamientos: curar el alma, nutrir el cuerpo, administrar medicamentos, tratar el organismo globalmente y usar la acupuntura y la moxibustión. Estrategias terapéuticas que nos recuerdan la labor del médico del tercer milenio. El emperador amarillo (2698-2598 AC.). Estaba casado con la excepcional mujer Si Ling, quien estableció la manufactura de seda.
Shen-Nung, padre de la medicina y de la agricultura. Este importante pionero, nuevamente según la leyenda. Por su compasión con los enfermos ingirió personalmente centenares de hierbas (y venenos) con el fin de comprobar su valor medicinal. Encontrando también antídotos a los venenos. Merced a tener un abdomen transparente, podía seguir su recorrido durante la digestión, y lo pintan como un ser de piel verde (por comer tantas plantas).
De cabellos largos, quien además utilizaba a sus prisioneros en sus experimentos. Lo que no debería sorprendernos demasiado porque en otras culturas antiguas se hacía (método de ensayo y error). Y en la época actual los prisioneros participan como pacientes en estudios clínicos. Siempre y cuando el investigador se ciña a las normas éticas de la Declaración de Helsinki y al consentimiento informado escrito.
Shen-Nung, quién vivió hacia el año 3000 AC. Caracteriza a los chinos que frecuentemente han querido usarse a sí mismos como conejillos de indias. No es raro entonces que muriera intoxicado. Su Gran Herbario o Materia Médica China (Pen Tsao). Cuya autenticidad (así como la leyenda de su autor) no ha podido ser comprobada. Anota información sobre 365 drogas, de las cuales 51 no era herbales.
Se subdividían en 120 hierbas del emperador. Que tenían un alto grado de calidad alimenticia, que no eran tóxicas y podían comerse en grandes cantidades para mantener la salud por largo tiempo. 120 hierbas del ministro, atóxicas o ligeramente tóxicas, que se tomaban por su acción terapéutica más fuerte para sanar enfermedades. Y 125 hierbas de los sirvientes, que tenían acción específica para tratar las enfermedades y eliminar el estancamiento. Como estas últimas eran tóxicas, no debían consumirse por periodos prolongados de tiempo.
De todas maneras esta ha sido una gran contribución a la medicina herbaria, ya que incluye drogas todavía conocidas como la podofilina (para el tratamiento de las verrugas genitales), el ruibarbo, el opio, el acónito, el ginseng, el ginkgo, el estramonio, la corteza de canela, la marihuana (Cannabis indica), diferentes clases de té y la Ephedra sínica, tan usada de manera popular en el tratamiento de la obesidad; como ha causado tantas intoxicaciones -particularmente porque a veces se identifica la planta con su nombre en chino, y así ni médicos ni pacientes la reconocen- recientemente se han retirado estos preparados del mercado americano.
De la Ephedra se aislò en el siglo pasado (siglo XX, quién lo creyera) el alcaloide efedrina, procedente de la hierba china Ma Huang. El Emperador Rojo por ejemplo, observó que la raíz pulverizada de la planta Chang Shan era buena para tratar las fiebres (probablemente maláricas), que ahora se identifica como la Dichroa febrifuga, y una de sus dicroinas es útil para controlar la malaria de los pájaros.
Sobre el Ginkgo bilova se cuenta la anécdota de nuestro héroe el emperador rojo, quien preocupado porque varios miembros de su corte se estaban volviendo seniles, se asomó a su ventana y oyó una voz que le susurraba: “El árbol que ahora observa restaurará las mentes de tus amigos y parientes”.
Así fue que dio instrucciones a sus ayudantes para que prepararan un brebaje con sus hojas, sirviendo dicho té a los afectados varias veces al día, por algunas semanas, observando luego cómo estas personas recuperaron mucho de su memoria perdida.
Sobre este árbol es importante anotar que aunque existía en el periodo Triásico y en el Jurásico, incrementándose en el Cretáceo, debido a cataclismos geológicos y a la desaparición de los dinosaurios y otros reptiles gigantes, los que eran importantes dispersadores de sus semillas, hace 7 millones de años el Ginkgo desapareció de los fósiles de Norteamérica.
En 1691, el alemán Engelbert Kaempfer descubrió que dicho árbol había sobrevivido en la China. Los monjes budistas lo habían conservado como sagrado y plantado en los jardines de palacios y templos.
La medicina china con el tiempo fue sustrayéndose de la influencia de la brujería y la magia, e intervino el pensamiento de grandes hombres como Lao-Tse y Confucio, fundadores de religiones como el taoísmo y el confucionismo. Así se desarrolló la teoría del Yang y Yin o de las fuerzas opuestas: flujo y reflujo, hembra y varón, vida y muerte, sol y luna, calor y frío, fuerza y debilidad, dependiendo el universo y muchas otras cosas del adecuado balance entre ellas.
Algo como sencillo y lógico mas no exacto y que fuese similarmente considerado por los griegos y hasta hace menos de dos siglos como la teoría de los humores, además de la de los elementos tierra, agua, aire y fuego, considerados por los chinos, tierra, fuego, agua, madera y metal.
Hacía el siglo V, hubo intercambio de culturas entre los monjes chinos y los de la India, y también comercio entre Japón, Corea y los árabes, y se desarrolló mucho la alquimia; merced al pedido taoísta de longevidad, se hizo mucha experimentación con el sulfito de mercurio, por lo que esto llevó a una plétora de síntomas característicos de intoxicación por mercurio.
El interés en la alquimia desarrolló la ciencia farmacéutica y en el 492 Tao Hong Jing (456-536) sacó un libro con comentarios al clásico herbario del emperador rojo, que incluyó 730 clases de medicamentos. En el siglo VII se escribieron libros de cómo cultivar hierbas, o recogerlas en la selva y posteriormente, durante la dinastía Tang se escribieron verdaderas farmacopeas herbarias oficiales, más otras escritas por ciudadanos particulares.
En esa época existió también un famoso médico rural de nombre Sun (581-682), considerado el rey de los prescriptores, quién estudió los tres pilares de la sabiduría china, el Confucionismo, el Taoísmo y el Budismo, y con la integración de la acupuntura, la moxibustión y el uso de drogas, constituyó un sistema completo de medicina.
Consideró mejor la prevención que el tratamiento, y como cualquier semiólogo moderno tomaba las historias clínicas basándose en la observación, auscultación, interrogatorio y palpación, dejando el examen del pulso para después de haber oído el tono de voz del paciente y observado su contextura.
Consideraba que el éxito del tratamiento se basaba en que el herborista recogiera personalmente las plantas en el lugar y tiempo adecuados, y de que él mismo procesara estas hierbas correctamente.
A finales del siglo XVI, el médico farmacólogo Li Shi Zhen (1518-1593), quien visitó muchos países para investigar sobre los remedios locales, estudió numerosas plantas y revisó diversos libros y publicaciones, escribió posteriormente una gran farmacopea que incluyó 1892 drogas, 376 descritas por primera vez, con 1160 dibujos y más de 11000 recetas. Dijo lo siguiente sobre el significado de la prevención: “curar enfermedades es esperar a tener sed para cavar un pozo, o fabricar armas después de que la guerra ya ha comenzado”.
En las dinastías chinas tardías, el arsenal terapéutico llegó a reunir hasta 2000 remedios y 16000 fórmulas. Se clasificaban como hierbas, árboles, insectos, piedras y granos. Entre los minerales estaban los mercuriales (como los calomelanos, usados posteriormente para el tratamiento de las enfermedades venéreas), los arsenicales y las piedras magnéticas.
El historiador Lyons destaca entre las hierbas la efedra o “cola de caballo”, que ya mencionamos, y que pasó a occidente a través de la farmacopea griega; menciona también al ginseng, popular como en aquel entonces para “recuperar la potencia sexual”. Entre los remedios con principios activos todavía consideramos a las algas marinas (por su contenido de yodo), la madera de sauce (ácido salicílico), el jugo de lúpulo (antiespasmódico, para la dismenorrea)y las flores de morera, para la tensión arterial. Entre las terapias chinas no herbales están la acupuntura y los masajes.
A principios del siglo XX, el médico Sun Yat-Sen (quien estudió en occidente), hizo mucho énfasis en la medicina occidental y desarrolló la salud pública, los acueductos y creó oficinas para combatir las epidemias. En las áreas rurales la medicina china tradicional continuó siendo practicada por los “médicos descalzos”, pero en la época de Mao trató de elevarse el nivel de esta medicina, que posteriormente ha tratado de integrarse con la occidental, introduciendo en ellas las prácticas psicológicas y espirituales.
De la China y otros países orientales provienen algunas medicinas herbales que actualmente gozan de popularidad y que tienen acciones farmacológicas: la Serenoa repens (que junto con el beta-sitosterol) se usa en el tratamiento de la hipertrofia benigna de la próstata, por su acción alfa-bloqueadora; el Ginkgo bilova que ya hemos mencionado, en la prevención de los síntomas de senilidad, aunque varios cuestionan este efecto; el Hipericum perforatum o raíz de San Juan, efectivo contra la depresión si se usa en la dosis recomendada y por suficiente tiempo; la ipriflavona, derivado de la soya, antiosteoporótico en la menopausia; la raíz de Valeriana y la Pasiflora, sedantes suaves aunque algunos las consideran placebos.
El Sen o Senna, laxante; el boldo, el quenopodio(antiguo antiparasitario), la flunarizina y cinarizina, vasodilatadores, etc. No mencionaremos acá los medicamentos alcaloides procedentes de plantas que han sido ya debidamente estandarizados y normatizados, y que hacen parte del armamentario terapéutico moderno. El Colegio de Farmacia de la Universidad de Illinois y la Fundación para Investigación en Hierbas tienen cerca de 125.000 estudios científicos sobre los constituyentes químicos y farmacología de las plantas.
El interés de la humanidad en la medicina herbal se basa en su antigüedad y en que por razones de pobreza, cerca del 80% de los seres humanos sólo tiene acceso a este tipo de productos, pues son generalmente más económicos; la fe sobre su efectividad que muchas culturas tienen en los tratamientos naturistas está aunada a la creencia errónea de que no tienen efectos colaterales o toxicidad.
Por otro lado el control de calidad de algunos de esos remedios no es necesariamente el mejor. Pero ciertamente muchos de los productos farmacéuticos modernos ya normatizados y reconocidamente eficaces provienen en sus orígenes de esas plantas medicinales en las que los antiguos depositaban su confianza.
Recientemente la Organización Mundial de la Salud ha anunciado una estrategia para regular las medicinas tradicionales, tanto medicamentosas como terapias del tipo acupuntura, hipnosis, yoga y otras, para hacerlas efectivas pero abordables para la población general.
Aunque la humanidad se divide entre los abiertamente escépticos y en los abrumadoramente entusiastas, hay que buscar el justo medio; cuando estas medicinas naturales se usan tal como debe ser, son efectivas, pero sin desconocer que tienen interacciones medicamentosas.
En Francia han sido por ejemplo usadas por un 75% de los nacionales, mientras que en Estados Unidos, por un 42%. En países asiáticos como la China, Vietnam y las dos Coreas, están debidamente incluidas en los tratamientos usuales que practican los médicos.
EL AYURVEDA
Veamos ahora la medicina en la India. La cultura de este país es milenaria pues la Harappa, civilización del Valle del Indo, surgió para el 3000 AC y desapareció 1500 años mas tarde.
Para esa época menos antigua, los indios sufrían frecuentes invasiones de nómadas arios, los que trajeron consigo sus antiquísimos libros (Vedas) de la sabiduría y rituales de sacrificio.
Estos Vedas eran cuatro, el más reciente de ellos fue el Atharvaveda y de allí evolucionó el Ayurveda, con sus libros o “compendios” (en sánscrito, Samhita) como el del médico Charaka (el más importante de los textos ayurvédicos) y el de su colega Sushruta (el libro quirúrgico); una de las más antiguas escrituras indias, el Rigveda, menciona mas de 1000 plantas medicinales.
En la historia de la India aparecen algunos personajes muy importantes como Gautama Buda (siglo V. AC.) y Alejandro Magno, que pasó por allí un siglo después. En el libro precursor del Ayurveda se habla en sus himnos de la magia blanca (que busca la paz, la prosperidad y la curación de la enfermedad) y de la magia negra (que hace estragos por medio de la hechicería).
El Charaka Samhita es, como decíamos, el libro ayurvédico fundamental y triplica en volumen lo que queda del libro del médico griego más importante, el Corpus Hippocraticum. Tiene 120 capítulos y 8 secciones que tratan de aforismos, diagnóstico, fisiología, ética médica, anatomía y embriología, pronóstico, terapéutica (libro VI, con 30 capítulos), farmacia(libro VII, con 12 capítulos) y terapia de purificación.
El objetivo de la religión védica es el de mantener un equilibrio entre el macrocosmos y el microcosmos. Para entender el cuerpo hay que comprender los cinco grandes elementos (algo parecido a lo que se decía en la China, o la los cuatro “humores” de los griegos), a saber la tierra o lo sólido, el agua o lo líquido, el aire o lo gaseoso, el fuego o lo que puede cambiar las sustancias y el éter, ámbito que es la fuente de toda materia y el espacio donde esta existe.
Para que un tratamiento sea exitoso, además de un buen médico, una enfermera adecuada y un enfermo colaborador, se necesitan remedios que sean fácilmente accesibles, apropiados, útiles en diversas formas y de gran calidad. Las formas activas y a la vez los productos de desecho de los cinco grandes elementos se llaman “doshas”.
Para ayudar a equilibrar estos “doshas” se utilizan según el contexto una larga y variada terapéutica en la cual se recomienda la moderación (que siempre es buena).
Entre las técnicas usadas (y es una larga lista) están las de purificación, cirugía, fármacos, cauterización, dieta, hierbas, minerales, masaje, dígito puntura, manipulación de los marmas, ejercicios (entre ellos el yoga), música clásica india, aromaterapia, esencias florales y de gemas, remedios “potenciados” o infinitesimales como los de la homeopatía, terapia por el color, meditación, visualización, canto salmodiado y adoración ritual. La acupuntura cabe en el tratamiento ayurvédico, aunque no está incluido en el esquema clásico.
La terapia de la enfermedad es una especie de progreso espiritual y la vista del sanador (médico-gurú) es una peregrinación. El elemento fuego habrá de purificarlo de sus pecados, dietéticos y de otras clases. La mayoría de los pacientes tiene muchas toxinas acumuladas a lo largo de una vida de imprudencias y estas no pueden eliminarse de forma inmediata. En vez de quedarse preocupado solamente por un órgano, centro de energía o “chacra”, es mejor ver el cuadro general.
Hay tres terapias en relación con la localización de su acción: la “científica”, en la que se incluye la dieta, actividades y remedios adecuados según la estación y el clima; la conquista de la mente y la terapia divina. Múltiples tratamientos se utilizan, entre ellos el calor y el frío, los enemas, las purgas y las sangrías, los aceites, los vomitivos, la terapia del sudor y la medicación nasal.
Dentro de las sustancias medicinales juegan papel muy importante las plantas, aunque también los minerales y los productos animales. La preparación de una medicina ayurvédica es labor de un experto cocinero de domine el arte de mezclar las diversas sustancias, para crear un producto que sepa bien y que tenga un efecto coherente.
La farmacología ayurvédica difiere de la occidental moderna, que trata de extraer y purificar los principios activos de las plantas, pero se parece a la medicina china en cuanto sus técnicas perfeccionan la acción de la sustancia principal de un compuesto, pero no trata de aislar las fracciones químicas.
Dicen ellos que la reserpina tiene efectos secundarios pero la Rauwolfia serpentina no, pues es un ser vivo. Con las plantas se hacen polvos, jugos, pastas, se practica la decocción, se hacen infusiones calientes o frías, mermeladas, vinos, píldoras, grasas medicinales y aceites.
Muchas plantas de la India, utilizadas en la medicina occidental alopática, como el sen o el plántago para el estreñimiento, la Rauwolfia y muchas otras, no se usan en la medicina ayurvédica. La lista de las plantas ayurvédicas es extensa, y puede consultarse en alguno de los muchos libros sobre el tema. El Ayurveda se ocupa de las características de las hierbas y de los efectos que producen al ser ingeridas, más que de sus características taxonómicas.
Los efectos de las plantas pueden ser proporcionar fuerza al cuerpo y a la mente, desmenuzar o solidificar las heces, incrementar la fuerza de los tejidos sólidos, encender el fuego digestivo, raspar la masa del cuerpo, destruir la saciedad aumentando el apetito o realzar el color del organismo.
Muchas de estas plantas llevan nombres indios, pero hay otros como el aceite de ricino, la pimienta negra, el sándalo o el jengibre, mas conocidos en las culturas occidentales.
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