Dioxinas y Cáncer en Perspectiva

Baltimore. Las informaciones atribuídas en Internet al Dr. Fujimoto son parcialmente falsa, afirmó el experto en dioxinas Rolf Halden, PhD, de la Universidad Johns Hopkins. Las dioxinas se originan en diversos procesos de combustión y pueden causar cloracné severo, daño hepático y cáncer. Una reciente preocupación de los investigadores es la incineración de desechos hospitalarios, constituidos en un buen porcentaje por plásticos de cloruro de polivinilo y compuestos aromáticos precursores de dioxina. Los incineradores industriales han incorporado tecnología moderna que limita la formación y liberación al medio ambiente de dioxina, pero si se queman los mismos plásticos en el patio de la casa, esto no ocurre. Van a la atmósfera y regresan a la tierra pegadas a otras partículas, por lo que son ingeridas por animales que eventualmente son consumidos por el hombre. Según una reciente comunicación que se publicó en el Tensiómetro, el doctor Halden dice que no hay riesgo de congelar agua en frascos de plástico, simplemente porque este material no contiene dioxinas. Además, la congelación impide la liberación de sustancias químicas. Cuando se toma agua, es mejor preocuparse por su calidad que por el recipiente que la contiene. En las grandes urbes, la calidad del agua proveniente del acueducto puede ser incluso mejor que la que viene en botellas para la venta en supermercados, donde a veces se añaden químicos que el agua corriente no contiene. Los plásticos pueden tener por ejemplo otros químicos –como los falatos- contaminantes ambientales que pueden tener acciones de tipo hormonal, y estos pueden ser liberados si se calientan alimentos o líquidos en recipientes plásticos. Algunos plásticos no deben calentarse –en microondas- y algunos pitillos no deben usarse con líquidos calientes como el café. Para cocinar es mejor usar recipientes inertes como los de pirex, cerámica o acero inoxidable. En cualquier sitio o materia orgánica e inorgánica se pueden observar trazas de dioxina; como decía Paracelso: el veneno está en la dosis.

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