Broussais: el mensaje errado de la medicina gala
Bogotá. La medicina colombiana, como la medicina internacional en su conjunto, experimentó durante todo el siglo XIX una fuerte impronta de la medicina francesa, por dos razones. La primera, por la atracción que el desarrollo político y cultural francés ejerció, al menos desde la Revolución de 1789, sobre nuestro país. La segunda, por los grandes logros que la medicina francesa alcanzó también después de la Revolución, logros que la convirtieron en la vanguardia de la llamada medicina “científica”.
La medicina fisiológica de Francois-Joseph-Victor Broussais (1772-1838) ejerció una amplísima influencia en Europa y en todo el mundo durante las primeras dos o tres décadas del siglo pasado. Más allá de sus doctrinas propiamente médicas, su importancia radicó en la crítica que hizo a la medicina del Antiguo Régimen. Su esquema patogénico es bien sencillo: la irritación excesiva a nivel del tubo digestivo acaba transformándose en inflamación que, por simpatía a través del sistema nervioso, actúa sobre el resto del organismo, provocando los síntomas generales. Para este médico la mayoría de las enfermedades se debía a exceso de irritación (enfermedades esténicas), por lo cual propugnó una terapéutica debilitante, en que la técnica de la sangría ocupó un lugar central. Se decía en Francia que Broussais había derramado más sangre que la que había corrido en las guerras napoleónicas. Las doctrinas de Broussais llegaron a Colombia con algunos médicos franceses después de 1810: Pierre-Paul Broc, Bernard Daste, Desiré Roulin, Eugéne Rampon, Hipolite Villaret, Antoine de Laloubie. Los más decididos partidarios de Broussais fueron los dos primeros. La difusión de sus doctrinas, como sucedió en Europa y en otras partes del mundo, se cumplió en polémica con las doctrinas del escocés John Brown, a quien el propio Broussais había combatido con el mismo ardor con que combatió los sistemas médicos del siglo XVIII. Los defensores de las doctrinas de Brown fueron los médicos ingleses y escoceses que vinieron con la Legión Británica, y otros médicos británicos que llegaron por vías diferentes. La polémica, a su vez, envolvió a los médicos criollos.
La medicina de Broussais impregnó el plan de estudios de 1826 para la Escuela de Medicina de la Universidad Central de Bogotá, aun cuando entre los textos recomendados figuraban obras de grandes nombres de la medicina “propiamente moderna” que se estaba gestando en los hospitales y escuelas de medicina de Francia, como Bichat, Magendie, Pinel, Bayle, Roche y Orfila. Las ideas de Broussais dominaron la práctica de los médicos colombianos de las primeras décadas del siglo XIX en los centros urbanos de cierta importancia, como Bogotá, Medellín, Cartagena y Popayán.
Pero mientras la influencia de Broussais se imponía en las primeras décadas del siglo XIX, otros de sus connacionales trabajaban ardorosamente en los hospitales de París reformados por la Revolución Francesa e iban conformando la medicina hospitalaria o anatomo-clínica. Se llamaban Jean-Nicolas Corvisart (médico de Napoleón), René-Theophyle-Hyacinthe Laennec, Xavier Bichat, Gaspard-Laurent Bayle, entre otros. Esta medicina sólo habría de aclimatarse hacia los años sesenta del siglo pasado.
(Apartes del artículo La medicina en Colombia, de la influencia francesa a la norteamericana. Néstor Miranda Canal. Revista Credencial Historia (Bogotá). 1992; Edición 29).
Del editor. Por aquella época la medicina definitivamente hablaba francés, al menos en nuestro medio. Contrasta la posición dogmática y autoritaria de Broussais con unas nuevas teorías (que fue impuesta a las escuelas médicas y a colegas al mejor estilo de Claudio Galeno, aunque sólo por unas pocas décadas) y la de otros médicos que aportaron conocimientos reales a este campo; recordemos a los galos contemporáneos del anterior como Pasteur, Corvisart, Bernard, Laennec, Bichat, o clínicos como Charcot y Trousseau o Brown-Séquard. Los médicos influyentes que postulaban alguna hipótesis, la trataban como un dogma, sin someterla al filtro de la investigación. No podemos sin embargo ser demasiado críticos de Broussais, pues muchos de los científicos de aquellos tiempos –como Virchow- se opusieron a los hallazgos de otros no menos importantes- como Semmelweis. Pero no hay duda que en instituciones se sumo prestigio como la Academia Francesa de Medicina, tomaban asiento los pioneros que modernizaron la medicina.
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