Anticoncepción Hormonal
En 1929 Hermann Knaus y Kwasako Ogino establecieron el cálculo de los días fértiles del ciclo menstrual femenino. En la década de los cincuenta se iniciaron también los estudios de la inhibición hormonal de la ovulación en grandes grupos de población.
La reproducción había jugado un papel fundamental en poblar la tierra, particularmente cuando tantas vidas se perdían por pestes, guerras y tragedias naturales. Pero la creciente urbanización y la sociedad post-industrial se asociaron con hacinamiento, desnutrición y retraso social en los segmentos más vulnerables de la población; en el inicio del siglo XIX se empezó a generar conciencia sobre la superpoblación, en particular por ensayos como los de Malthus y Edmonds.
Planificar la familia, costumbre que se había intentado tímidamente con métodos artesanales, de barrera, o naturales, encontró una respuesta farmacéutica (los anticonceptivos orales) que por lo efectivos y tolerados pronto se popularizó.
En esta historia participaron personajes como Sanger, McCormick, Marker, Pincus, Djerassi y Rock. La enfermera Margaret Sanger era una activista de causas radicales, Catherine McCormick, la heredera de una gran fortuna; un judío, Gregory Pincus era el fundador de la Fundación Worcester de Biología Experimental y un científico interesado en la fisiología sexual de los conejos, y había podido fertilizar In Vitro óvulos de conejo.
Los medios de comunicación fueron hostiles con lo que llamaron “concepciones inmaculadas”: el New York Times lo compararía luego con el siniestro profesor Bokanovskyc –personaje de Aldous Huxley en su novela El Valiente Nuevo Mundo, que sacaba seres humanos de frascos; la revista Collier’s publicó un artículo titulado “sin padre que los guíe”, de corte antifeminista y antisemita, que destacaba como la virilidad del americano estaba en peligro debido a la disminución de la tasa de natalidad asociada a la Gran Depresión.
Pincus había sido profesor en Harvard, pero tuvo que salir y no volvió a conseguir un nombramiento académico en virtud de sus enemigos. Una vez ubicado –gracias al apoyo de filántropos- en Worcester, consiguió apoyo económico entre otros de GD Searle, farmacéutica de Chicago que le encargó el desarrollo de un proceso para la producción comercial de cortisona.
Sanger y McCormick le pidieron a Pincus que desarrollara un anticonceptivo fisiológico, que este consideró era la progesterona, una hormona que prevenía el embarazo. La consecución de los progestágenos fueron los aportes de Marker y Djerassi.
Si en el tercer milenio aún se polemiza por el uso de la anticoncepción con métodos artificiales, hay que imaginar lo que sería en aquellas décadas del siglo pasado. Pincus se asoció luego con el ginecólogo John Rock, quien usaba la progesterona para bloquear la ovulación, y luego por medio de un fenómeno de rebote, lograr de esta manera la fertilidad de las mujeres; en realidad Rock había demostrado que la progesterona podía prevenir los embarazos.
Los anticonceptivos orales (que tienen además reconocidas ventajas no contraceptivas y otros usos médicos) salieron al mercado entonces, gracias a las investigaciones de Rock, Pincus y Celso Ramón García con la píldora Enovid, que contenía 10 mg de noretinodrel como progestàgeno y 150 mcg de mestranol como estrógeno.
El amplio uso de la píldora se fue asociando con dosis cada vez mas bajas, que disminuyeron sensiblemente los riesgos trombo-embòlicos y los efectos indeseables del tipo náuseas y otros. En las sociedades industriales este tipo de contracepción hormonal fue de la mano con los nuevos derechos de la mujer al estudio y al trabajo y a su progreso personal como individuo social, sin impedirle su natural instinto a ser madre.
En los países pobres por otro lado, tiende a predominar una cultura machista que asocia virilidad con fecundidad y regulación de los embarazos con infidelidad femenina, de alguna manera utilizando el aborto -con sistemas antihigiénicos por lo demás- para controlar la frecuente ocurrencia de embarazos indeseados.
Este es uno de los muchos desarrollos tecnológicos actuales y futuros que han generado amplios debates ético-religiosos y legales que en las centurias pasadas nunca fueron fuente de controversia.
Pincus G, Thimann KV. 1948. The Hormones. NY, Academic Press.
Rock J. Control de natalidad. Edit. Seix Barral S.A., Barcelona. 1964; p. 157
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