El Psicojuicio, Nuevo Aporte Técnico

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Introducción

A Través de la práctica con grupos de pacientes adultos observamos una tendencia a conducirse en forma semejante a lo que ocurre en un proceso judicial con los diferentes personajes que en el actúan.

Hecha esta observación, decidimos hacer la experiencia de proponer a ciertos grupos de voluntarios que se prestasen a representar una escena en que intervinieran los personajes del proceso judicial.

Pudimos observar así cómo surgían espontánea y repartidamente los papeles de juez, fiscal, acusado, defensor, testigos a favor y en contra, policías, jurado, periodistas, detectives, secretario, curiosos y figuras de la vida cotidiana, el padre, la madre, los hijos, los hermanos, en los jefes, los amigos, etc…. Y por último el público en general.

Cada uno de los personajes hacia un juicio de realidad para discriminar lo verdadero de lo falso y esto a la vez estaba condicionado por la personalidad del protagonista en la vida real. Combinado con el papel por él desempeñado en la representación.

Combinamos el método psicoanalítico con el psicodramático, y por ser el procedimiento semejante al proceso de un juicio, propusimos llamar a esta modalidad de psicoterapia de grupo “psicojuicio”.

Hemos estudiado grupos homogéneos y heterogéneos. Por ejemplo, se han hecho ensayos con médico psiquiatras, analistas y maestros, con psicólogos, con seminaristas de último año, con delincuentes juveniles, con maestros de educación primaria.

En algunos de estos grupos han intervenido ambos sexos.

Se ha podido ver que la conducta, las creencias, los sentimientos, los afectos y los instintos eran manejados por la característica del personaje que hacía el juicio. La conducta individual dentro del grupo de observación era igual a la que se representa en la vida cotidiana.

Método Empleado

El método empleado fue el psicoanalítico observando y comprobando con la realidad externa la realidad interna en que vivía el individuo por sí solo o por dentro de su grupo.

Se valoró el momento de la observación, que era importante para el desempeño de un personaje. Por ejemplo, un seminarista en presencia del padre director tenía la tendencia a expresar o desempeñar más el papel de un censor o fiscal.

Un psicoanalista director de una institución, tenía la tendencia a desempeñar el papel de juez, y al delincuente juvenil le costaba hacer de fiscal dentro de la institución.

Para la elección del grupo acudimos a la realidad, es decir, los grupos de experimentación fueron voluntarios y ya estaban formados por los intereses de trabajo o de estudio.

Se les explicó que se trataba de hacer el proceso de un juicio semejante al que se hace en un juzgado, tratando de ser lo más sincero y veraz. Expresando toda la realidad o fantasía dentro del grupo, pudiendo cada persona desempeñar el papel que deseara.

A los participantes se les explicó que representarían repetidamente los personajes en forma rotatoria, de tal suerte que cada uno pasaría por todos los papeles y que el psicoterapeuta les ayudaría a descubrir las causas desconocidas que motivaban al grupo para elegir la temática del proceso del juicio. Emitir conceptos u omitirlos en busca del juicio de realidad. Decidir en una forma u otra, desempeñar determinado papel en el proceso judicial representado, y en su conducto en la realidad de cada día.

(Lea También: El Psicojuicio, Experiencia Clínica)

Hemos hecho ciertas observaciones con este procedimiento.

En un principio, los sujetos se presentaban con entusiasmo a la experiencia, pero luego se vio que las resistencias o aumentaban cuando los integrantes tenían que desempeñar ciertos papeles diferentes a los que expresaban en la vida diaria. También les era difícil criticar, acusar y castigar a los superiores de la realidad externa que estaban en el grupo, por temor a represalias.

A medida que las sesiones fueron avanzando, se presentó una tendencia a representar escenas surgidas de la fantasía, porque para el grupo éstas eran menos traumáticas que la realidad.

El siguiente paso fue de vuelta a la realidad, con la dificultad de que en un momento dado las resistencias del grupo afectaban la representación de los papeles. Pero cuando las resistencias se rompieron, el grupo empezó a juzgar a los superiores de la vida real y luego el terapeuta. Y de aquí pasaron a acusar a las figuras parentales de la infancia encontrando dos clases de imágenes o personajes, los buenos y los malos.

Estos últimos vívidos como jueces prohibitivos condenatorios y severos, fiscales implacables, incansables detectives perseguidores y verdugos sádicos.

Los personajes buenos eran los tolerantes pasivos y pacíficos.

Todos estos personajes fueron representados con las características individuales y se dio la tendencia a repetir los papeles. Por ejemplo: los psicoanalistas trataban de ser jueces analíticos, el seminarista hacía con facilidad de fiscal, el maestro de víctima, el delincuente de acusado y de verdugo.

Se vio una tendencia inconsciente de los personajes a localizarse en el ambiente, según el papel que desempeñaban en la vida real; por ejemplo, el juez buscaba la mejor silla. El jurado estaba dentro de aquellos que eran pasivos, con relaciones amistosas y se sentaban juntos; el secretario era un amigo de quien hacía de juez y estaba a su lado.

Otra de las observaciones fue la de que cada personaje (por ejemplo, el juez) en determinado momento estaba defendiendo y en otro, acusando. Los papeles en muchas ocasiones eran defendidos; por ejemplo, el del fiscal o el del acusado; el primero acusaba para no ser acusado y el segundo se acusaba antes de que se le acusara.

Ciertos papeles eran a menudo desempeñados racionalizados, negando sus tensiones y deformando la realidad con el fin de reproducir el conflicto intragrupal en el proceso del juicio.

Los grupos hasta ahora han sido prácticamente cerrados:

Es decir, cualquier persona no perteneciente al grupo de estudio o de trabajo no ha intervenido, pero esto no quiere decir que no se pueda hacer.

Hemos observado, por un lado, en los grupos cerrados, la ventaja de que lo ventilado dentro del grupo queda dentro del mismo. Pero a la vez hemos tenido la desventaja de ciertas resistencias para ventilar problemas interpersonales. Por temor a la represalia, a las tensiones y posiblemente al rompimiento de las relaciones interpersonales dentro del grupo.

Dentro del método del psicojuicio, se da libertad al sujeto para representar el papel de otro miembro del grupo, papel que desempeña bien en la realidad externa o el que desempeñó durante la sesión. En esa forma los mismos integrantes del grupo se ven (en el espejo de su compañero), siendo representados por otros.

Esto es muy similar a lo que pasa en el psicodrama de Moreno y en lo que él llama “Yo auxiliar”.

Hemos podido observar que cuando esto ocurre espontáneamente, es decir, un miembro representa a otro, es porque entre ellos dos existen tensiones severas que al representarlas disminuyen y así mejoran las relaciones interpersonales.

Los sujetos tienen dentro de este método toda la libertad de palabra y una limitada libertad de acción:

Esto último porque en el caso de los delincuentes juveniles se puedo experimentar que las tensiones eran tales que llegaban a actos hostiles peligrosos para el grupo y que causaban cierto monto de ansiedad no resistida por el terapeuta en su contratransferencia.

Las escenas que se llevaron a cabo eran de robo, homicidio y una gama de representaciones en las relaciones amorosas. El robo (de los objetos amorosos) era el motivo inconsciente del crimen de la fantasía.

La culpa era el eje central y era desplazada o proyectada, resultado ser siempre el culpable otro diferente del acusado; en algunos casos éste estaba fuera del grupo.

En ciertos momentos el “malo” era el débil del grupo y cuando éste era aceptado dentro del grupo, la mayoría de los miembros acusaban al superior quien pasaba a ser “el malo” a quien se le censuraba muy severamente y le imponían leyes más rígidas de lo que se esperaba realmente en la vida diaria.

Como resultado, el grupo expresaba el temor de que esto le fuera a privar de la protección, apoyo y guía o jefe. La posible pérdida del jefe creaba una depresión general en los miembros y la reacción inmediata fue tratar de reparar la agresión por medio de adulaciones hechas al superior.

La culpa era desviada fuera del grupo para evitar un conflicto mayor dentro de éste; en esta forma encontraban el “chivoexpiatorio” y así resolvían toda la responsabilidad de los hechos que fueron la base original del proceso del juicio. Algunas de las motivaciones de la actuación anterior tenían como fin reducir las tendencias y los sentimientos persecutorios, agresivos y punitivos.

Cuando la culpa era aceptada dentro del grupo y el castigo iba a ser impuesto, sobrevenía un estado de elación defensiva entre los integrantes. El castigo de la fantasía en el caso de los delincuentes era muy severo, llegando a ser muy leve el de los psicoanalistas, a quienes a su vez les era difícil castigar.

El castigo oscilaba entre el intelectual y el físico, el exilio del grupo, o la pena capital en la fantasía; a continuación el grupo expresaba el deseo de representar escenas más violentas en el próximo juicio o cancelar toda acción.

El psicoterapeuta dentro de este nuevo método, es el analista que interpreta y ayuda, estimulando a los personajes, a representar sus diferentes papeles y hace consiente el motivo inconsciente del conflicto, el cual a la vez impide el buen juicio de realidad por estar funcionando en el Yo las características de los objetos parciales con los que se ha identificado.

En otras palabras el terapeuta sirve de traductor del lenguaje que se emplea inconscientemente en el proceso del juicio de realidad del momento psicológico. Sirve de Yo observador de la realidad con el cual a veces se pone en conflicto los otros personajes. Por ser (ese Yo observador), muchas veces, aliado de la censura. Pero al hacerse ver al grupo esa falsa asociación, se destruyen las relaciones, pudiendo el personaje revivir mejor la situación.

El mecanismo de la transferencia se hace polivalente y polifacético dentro del grupo. Así un integrante hace transferencias positivas o negativas con la defensa o con el jurado.

Las interpretaciones destruyen las defensas y de tal manera el individuo adquiere mejor juicio de realidad y mejor movilidad de personajes y de funciones.

Otra de las observaciones hechas es la de que, en ciertos grupos hay personas que no salen del papel de público, comentadores ocultos que no intervienen para no comprometerse en el juicio. Unas veces por sus sentimientos de culpa y otras por temor a cometer errores en sus juicios y así sentir la culpa.

El papel del público también se ha visto como el de curiosos, chismosos, lo mismo que papel desempeñado por los periodistas y fotógrafos.

El psicoterapeuta interpreta de tal suerte, todas las situaciones de cada uno de los personajes y del grupo en general.

La interpretación descubría las causas inconscientes que motiva al grupo o al personaje para hacer tal o cual juicio, o para desempeñar determinado papel. Deformándose la realidad externa por estar en función un personaje conflictivo en su realidad interna, o por la ausencia o dificultad de expresión de algunos personajes necesarios en el proceso de juicio.

La representación y la interpretación tenían el fin de modifica la realidad interna y por ende la externa.

En las experiencias hasta ahora realizadas por este método, y con el escaso tiempo para lograr una adecuada comprobación clínica. Se han observado aspectos psicodinámicos similares al que se presenta en la psicoterapia de grupo analítica.

En los grupos experimentados se ha llegado a vivir situaciones traumáticas de la vida pasada, otros confiesan sus culpas para liberarse de ellas o para recibir el castigo. Con frecuencia el acusado o reo surge de primero, haciendo así el papel de víctima y consiguiendo el perdón por anticipado.

Un punto importante es la culpa y el castigo, con la tendencia compulsiva a confesar; una vez confesada, nuevamente busca el castigo del grupo.

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