Los Prejuicios

VIII

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

“Es más fácil deshacer un átomo que un prejuicio”.
A. Einstein

Introducción

Una vez planteadas las ideas del pensamiento mágico, las creencias y las convicciones es necesario hacer alusión a los “prejuicios” que se construyen y se han creado a través de milenios en la mente del ser humano.

En realidad el ser individual o grupal no se escapa de la organización de los prejuicios que son elaborados con creencias y que ha tenido variaciones a lo largo de la historia, algunos en forma consciente y otros inconsciente, determinando con­ductas individuales y grupales, a la vez que ha variado la manera de expresarlos.

El prejuicio puede participar como una actitud con su predisposición que condiciona la respuesta en el medio ambiente; aquí la pregunta ¿qué, por qué, para qué y quién es o son los que tienen pre­juicios? Las respuestas hay que organizarlas desde la etimología del prejuicio.

Las respuestas van a aparecer paulatinamente a través de los textos, así mismo las que se refieren a cómo, cuándo, cuánto, cuál, dónde operan los prejuicios y de igual manera, las clases y grados, for­mas o modos de que obran los mismos, sus funciones intelectivas conscientes e inconscien­tes; todo lo cual implica una psicodinamia. Se traen a la vez, ciertos ejemplos generales, pues en cada ser humano ha aparecido el prejuicio a través de la historia hasta la actualidad.

Definición

(¿Qué es o son los prejuicios?). Etimológicamente el término en latín prejuicio significa “pre” (antes) y “juicio” (juicio, juzgar, juzgado); (un “prae-judicium”); juzgar antes de co­nocer la verdad o realidad objetiva y por lo tanto se sentencia y se enjuicia en forma mental y parcial sin conocimiento verdadero, y la mayoría de las veces contiene una connotación negativa de rechazo; sin embargo, puede ser de aceptación positiva; por lo tanto el “prejuicio” es factible de ser a favor de lo que se juzga, produciendo un favoritismo.

Por lo general, los prejuicios estudiados por la ciencia del comportamiento han sido “anti o contra”, o “nega­tivos”; sin embargo, cuando está presente “el contra y lo negativo” o el opuesto “positivo”, estos aparecen latentes y son reprimidos; a la vez, esto puede manifestarse y por lo tanto el prejuicio es a favor; esta bipolaridad se denota como sistema de certezas y/o incredulidades drásticas con defectos cognitivos por precipitación y deducción facilistas, o por información insuficiente o ausencia de razones y verificación de las mismas.

Sin embargo, se mantiene la supuesta verdad prejuiciada y no sirven razones, dudas, porque la razón y el valor inconscien­te es superior a la tolerancia de la incertidumbre y duda; y, por lo tanto no existe rectificación; he ahí la irracionalidad invadida de afectos (con identificaciones) convenientes al yo ideal que sostiene al prejuicio el cual se necesita y por lo tanto se desea; lo contrario afecta al Yo individual y grupal (secta, institución, familia, clan, agrupación, etc.); por lo tanto, no existe el interés de cambio y de racionamiento múltiples.

Clases y formas de los prejuicios

Existe una serie de clases o formas de prejuicios; podemos en forma general, clasificar los conscientes e inconscientes; los primeros, como su palabra lo indica aparecen en la conscien­cia; el sujeto es consciente que los tiene, el segundo no porque pertenece al sistema incons­ciente.

Existen los prejuicios positivos y negativos, los que favorecen o actúan en forma con­traria; los hay individuales; sin embargo, la mayoría son colectivos o grupales. Los prejuicios tienen su psicodinámica específica que más adelante se planteará.

Téngase en cuenta cómo a los “prejuicios inconscientes” se le ha achacado una fuente oculta de nuestro comportamiento; más aún, a través de la historia de la humanidad se han construído los valores o los juicios de valor con la categoría bueno, malo, sencillo, complejo, aceptación, rechazo, buenas o malas intenciones, diferenciando así los individuos o el conjun­to de individuos según sus características y valores ya mencionados.

Tendencia inconsciente a valorar más a los blancos que a los negros

Actualmente en las Universidades de Virginia, los investigadores y psicólogos liderados por Bryan Nosek, Mahazarin Banaji de la Universidad de Harvard y Tony Greenwald de la Universidad de Washington construyeron una prueba de Asociación Implícita (IAT en inglés, Implissite Association Test) a las que ya 3 millones de personas se les ha hecho; y se ha encontrando a través de esas pruebas que 3 cuartas partes de los blancos y asiáticos estado­unidenses han demostrado una “tendencia inconsciente a valorar más a los blancos que a los negros”; a su vez los encuestados negros valoran más a los blancos.

Lo mismo se ha hecho con los homosexuales (y los GTLBI), a las mujeres, a los obesos, a los ancianos, a las ideas políticas, al desarrollo de ciertos deportes, música, etnias o áreas geográficas, valorando la raza y aún el idioma con las diferentes religiones. Aquí se llegó al punto de llamar “valores ocultos” a los inconscientes, (Morales, M. 2006).

Existen los prejuicios encubiertos que operan en silencio y que se refieren a la relación étnica, socio-cultural y religiosa en donde se observa el rechazo o discriminación a pesar de nuestras buenas intensiones conscientes, más cuando el prejuicio se enlaza con fantasías inconscientes de alianzas que aseguran al Yo del sujeto; sin embargo existe la discriminación social y aún la religiosa y anteriormente los pertenecientes a la orientación sexual y a la esté­tica como a la diferenciación socio-económica y cultural.

¿Por qué es importante conocer el tema de los prejuicios y cómo se originan? La respuesta radica en que el prejuicio nos limita nos coarta la libertad individual y colectiva con consecuencias de distinta índole.

En los pequeños o grandes grupos sociales (en la familia, en instituciones educativas, labo­rales, jurídicas, religiosas, gubernamentales, profesionales, artísticas, de los medios de comu­nicación, etc.), se conforman los prejuicios, los cuales pueden encapsular necesidades, ten­dencias, temores, deseos, que operan a nivel inconsciente y se manifiestan, como se dicen en otra parte, en forma sutil pues aquellos, están latentes en las personas.

Desde el punto de vista psicoanalítico aquí participa la culpa edípica ubicándola en un sujeto del grupo, segregándolo o discriminándolo, y así aislándolo para supuestamente defender el grupo de ataques al mis­mo. Esto mismo ocurre en los ya mencionados grupos políticos, económicos y científicos.

En marzo del año 2005 se realizó en el Perú un curso de psicología social y una de las alumnas Ana Herrera publicó un trabajo denominado “orígenes sociales y cognitivos del prejuicio”. En el trabajo la autora cita a Light, Keller y Calhoun quienes piensan que “el prejuicio es una predisposición categórica para aceptar o rechazar a las personas por sus características sociales, reales o imaginarias”, (Herrera, 1995).

Otro de los aspectos nombrados, es la actitud aprendida y/o codificada como una condición innata; por ejemplo, el rechazo étnico del negro al blanco y de éste al primero; por su parte los prejuicios también se aprenden desde el nacimiento y se van desarrollando (por ejemplo sociedades machistas).

Todos los prejuicios tienen efectos y sus consecuencias que pueden generar aceptación, amor, idealizaciones o lo contrario agresión, ira y odio o rechazo y en­vidia; de todas maneras hay una visión distorsionada de la realidad o de una forma errónea de interpretar la realidad; en algunas ocasiones en los grupos familiares se crean prejuicios intragrupales de aceptación o rechazo a uno o varios miembros del grupo familiar, y con ello hay una selectividad y así mejor control del grupo.

Si observamos cuidadosamente estos grupos vamos a encontrar que las rivalidades y las envidias operan en los grupos creando prejuicios; los cuales se pueden construir con una actitud negativa o por una palabra no di­cha o manifestada y así el sujeto es aislado dentro del grupo más cuando aquél (el sujeto) ha transgredido alguna ley social (por ejemplo la exogamia). Téngase en cuenta que los proble­mas con tendencias negativas no se pueden resolver en el mismo nivel mental que se tenían cuando se crearon, puesto que espacio y tiempo (circunstancias) son diferentes.

(Lea También: Ciertos Principios de Causalidad u orígenes del Prejuicio)

Es de observar cómo se manifiestan los prejuicios a través de expresiones, como ya se anotó, en forma verbal, preverbal o extraverbal con actitudes, conductas, comportamientos en los cuales se nota la discriminación selectiva individual o colectiva. Aquí se incluyen los ya llamados prejuicios encubiertos, modernos o silenciosos.

Uno de los prejuicios más evidentes que existe en la humanidad es el racial y el económico social que hizo y hace parte del pen­samiento social en Europa, África, Asia, Norte y Latinoamérica.

Si bien esto que se acaba de mencionar es evidente desde antes del descubrimiento y conquista de América, produjo pre­juicios de distinta índole; es de tener en cuenta que los mismos pobladores de América antes de la llegada de los conquistadores tenían sus prejuicios ubicados también en diferencias de poder, de familia, en donde se dirimía y diferenciaban las clases sociales y los poderes espiri­tuales, económicos y territoriales; así también ocurría en los diferentes continentes; aún más, si observamos en el libro primero de Moisés, Génesis:

La Creación” cuando supuestamente Dios “crea los cielos y la tierra y el espíritu de Dios se movía sobre las aguas y luego fue la luz (que era buena), la separó de las tinieblas y llamó a la luz día y a las tinieblas noche…” etc.; y, así sucesivamente hasta “el séptimo día en donde lo bendijo y lo santificó …y reposó de toda la obra que había hecho en la creación”.

Lo mismo ocurre en el mito de Adán y Eva cuando “crea al hombre a su imagen y semejanza y saca de una costilla de Adán a la Mujer… y dejará el hombre a su padre y a su madre y estará unido a su mujer y los dos vendrán a ser una sola carne… y estaban desnudos y no sentían rubor ninguno”, (Sánchez Medina, 2004), (Torres Amat, 1957).

Cuando Adán y Eva trasgreden el mandato de Dios de “no comer del árbol prohibido” en el texto aparece lo siguiente: “sabe, empero, Dios que en cualquier tiempo que comieres de él, se abrirán vuestros ojos y seres como dioses, conocedores de todo, del bien y del mal”; al hacerlo son echados del paraíso (llamado también jardín del edén o Eridú) expresando la ex­pulsión de la siguiente forma: “ … y dijo: ‘ved a Adán que se ha hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; ahora pues, echémoslo de aquí no sea que alargue su mano y tome también del fruto del árbol de conservar la vida y coma de él y viva para siempre’”; he ahí todo el prejuicio de la diferenciación y de la exclusión y selección, (1).

Pasando por la historia de la humanidad, estos prejuicios los encontramos en Egipto, Me­sopotamia, en los persas, en la India, en el Lejano Oriente, en la historia griega, en el imperio romano, y en estos últimos 2000 años. Recordemos aquí la Alemania nazi sobre los prejuicios étnicos raciales e ideológicos y de orientación sexual y los religiosos con los judíos; de esto ya hace 70 años que algunos de nosotros todavía recordamos.

Actualmente en los Estados Unidos la segregación racial persiste latentemente diferenciando los blancos, los negros, los orientales y los latinos o los llamados “sudacos”, (2). Así mismo los prejuicios religiosos en los países del Medio Oriente: Irán, Irak, Afganistán, Siria, Palestina, Israel y otros; los mis­mos árabes y musulmanes tienen sus prejuicios y el mundo asiático ha tomado medidas para luchar contra las ideologías de occidente; sin embargo, la música y costumbres penetraron en el mundo oriental.

El prejuicio religioso cristiano ha tenido su historia desde el imperio romano y luego en el Siglo XX y con las luchas entre católicos y cristianos, en Irlanda y Gran Bretaña o en los islámicos los chiitas y sumitas. Desde cierto punto de vista hay prejuicios de un efecto dominó o con una resonancia y función en red, (3).

Los prejuicios también tocaron el género masculino y femenino con la creencia que la mujer era la débil de la pareja y la que debería someterse a la voluntad del hombre sufriendo las consecuencias del abuso y maltrato sexual con la contraparte; desarrollada en el Siglo XX por la lucha de la igualdad y oportunidades.

Así mismo el prejuicio tocó la orientación sexual segregando a los homosexuales, bisexuales, travestistas, lesbianas e intersexuales (LGTBI); sin embargo actualmente existen grandes manifestaciones, y aún cada vez es más frecuente la aceptación del matrimonio homosexual y el reclamo por la adopción de hijos en la nueva familia (en donde hay dos hombres o dos mujeres, para uno de ellos o ellas hacer la represen­tación de padre y el otro de madre); lo sajón versus lo latino; los prejuicios científicos también existen y aparecen en todas las sociedades científicas y en la misma ciencia.

Aún más en el psicoanálisis con frecuencia se pregunta ¿quién fue su analista?, ¿cuál era y es el modelo teórico técnico de su pensamiento teórico científico? ¿A qué Sociedad pertenece y en qué Instituto se formó y cuándo? ¿Acepta o no el instinto de muerte y se aferra al modelo genético del desarrollo de la libido y teoría objetal (de Freud) o solo comulga con la psicología del Yo y la del Self o la adaptativa?; ¿conoce las teorías de Klein, Bion, Winnicott, Fairbairn, Mel­tzer, Hartmann y otros? Según aparecen las respuestas, se clasifica al analista y discrimina de acuerdo a lo que acepta como un hecho psicoanalítico.

Más aún, el modelo psicoanalítico con sus distintas interpretaciones pueden rechazar, ignorar o negar toda posibilidad de inter­pretación biomédica (físico-químico-genética); por lo tanto se interpreta psicoanalíticamente psicologizando los hechos hasta realizar las interpretaciones de interpretación trombo embo­lismo múltiples achacándole las causas a las identificaciones masivas o proyectivas masivas y a las ansiedades primarias o a las envidiosas y rivalidades originadas en la infancia; esto es negar la ciencia y dejar libre al pensamiento mágico omnipotente que abre, con su fantasía y mecanismos, las puestas para la solución a las ansiedades ocasionadas por supuestos desórde­nes.
He ahí nuevamente el prejuicio profesional operando para controlar la ansiedad ante los desórdenes biológicos y la incertidumbre de la muerte (ver capítulo sobre antropoeidos)
Como se dijo anteriormente se discrimina el origen psicoanalítico prejuzgando según las áreas geográficas en las cuales se supone hubo un (os) líder (es) a los cuales se les da todo el carisma.
Recuerdo en el Siglo XX en los Congresos de New York y Jerusalén y luego en Ámsterdam en que los trabajos de los latinoamericanos no tenían buena acogida, o como se decía: “no eran taquilleros” porque “en Latinoamérica el psicoanálisis era muy joven”, “no era supuestamente conocido y aún se desconocía su existencia(4).

A mi memoria viene cómo un famoso psicoanalista francés al referirse a una obra sobre “La enseñanza del psicoa­nálisis” como una pretensión vacía y a las Revistas Latinoamericanas como sin importancia, pues no era en inglés o francés; a la vez, fui testigo en NYC con un Comité internacional de editores, de cómo los editores de revistas en inglés (en Inglaterra y USA) se mofaban que las publicaciones en inglés eran más importantes de las en idioma francés, los editores en idioma español, italiano y portugués nos quedábamos en silencio; esto último produjo resonancias en el narcisismo de los psicoanalistas franceses y obviamente dejando heridas al amor propio francés con sus consecuencias; he ahí el prejuicio del idioma y cómo existen más lectores en inglés, francés, alemán y español.

Esto cambia de una época histórica a otra. Esto mismo ocu­rre en las diferentes especialidades médicas ¿Qué diremos en otras ciencias? Por ejemplo los biólogos, neurocientíficos, los cirujanos, los clínicos, los físicos, los sociopolíticos económi­cos, todos los cuales tienen sus paradigmas en los anglosajones por el desarrollo y tecnología que les ha acompañado en su modelo de pensamiento científico, esto ocurrió en el Siglo XX y XXI más en el Siglo XIX se favorecía a Francia.

Considero que es grave que predomine en una o varias interpretaciones científicas el prejuicio sin considerar todos los factores de cau­salidad y el azar determinista.

Es mejor desprejuiciarse y aceptar que no se conocen múltiples causas, y no caer en la falacia que sólo uno es el principio de causalidad; por ejemplo, en el psicoanálisis ubicar la casualidad solo en la fantasía, en el deseo y la necesidad; eso no es vá­lido para encontrar los principios de causalidad de todo lo orgánico basándose en lo psíquico inconsciente; obviamente todo tiene su correlación, lo orgánico con lo psíquico y la realidad con la fantasía, lo consciente con lo inconsciente.

El prejuicio también tocó el campo estético vinculados con los patrones de belleza y la armonía corporal, especialmente en la mujer (con medidas 60-90-60) y mínimo 1.70 de esta­tura; esto conjugado con la estética en el vestir y de toda la moda que ha invadido a todos los niveles sociales en las que opera desde muy pequeños en los niños y niñas, en la enseñanza primaria y secundaria con prendas de vestir de marca y ahora en los celulares (llamados flecha) o modernos actuales: (iPod, iPhone, iPad).

El prejuicio se manifiesta también en su nombre, en el barrio en donde vive, en el automóvil que posee, en el lugar que pasa las vaca­ciones, en los países donde ha viajado, vivido y aprendido el idioma, los deportes que realiza y así sucesivamente.

No se diga la discriminación que existe en los sujetos con algún defecto corporal, discapacidad física o mental o los que viven en ciertos distritos muy buenos, bue­nos, regulares y de escasos recursos económicos y ambientales; así mismo opera el prejuicio de acuerdo con el estudiante que está siguiendo sus estudios en colegios o universidades de primera, segunda o tercera categoría, en buena parte con razón. Es decir, hasta dónde puede haber una justificación de ciertos prejuicios.

Por lo tanto, los prejuicios son a todos los niveles incluyendo los laborales, intelectuales, familiares y religiosos. Téngase muy en cuenta cómo lo valorado como muy bueno, regular y malo, también debe tener una base real y de verdad puesto que esa calificación es requerida para seleccionar lo positivo, efectivo y creativo, (5).


1 “Es curioso que en el Génesis no se de prelación a uno u otro (de esos dos árboles) ni se especifica cuál de los dos ‘pecados es mayor’”, (De Francisco, 2012).

2 “Los prejuicios raciales han sido más acentuados en sociedades sajonas que en latinas; de allí que per­sistan en EEUU muy vigorosamente, manteniendo las dos razas esencialmente sin unirse, en tanto que en Brasil no existen en absoluto y en México se invierte el asunto, y los que tengan algo de raza aborigen sean más orgullosos y le den al prejuicio racial un giro de 180 grados.

¿Cuál es la razón de ese prejuicio?”, (De Francisco, 2012). Aquí recuérdese los conquistadores eran blanco, rubios, ojos azules o negros fuertes con armas de fuego y montados a caballo; eso equivale a cierta superioridad física, además de todo lo que los conquistadores trajeron en sus hábitos y conocimientos.

Algunos suponen que existen prejuicios biológicos, genéticos, heredados y son asimilados en sus descendientes, además de que el americano fue sometido, ven­cido, cambiado en sus creencias, ideologías y lengua, (Nota del autor GSM).

3 “Aquí se puede plantear que no hay prejuicios en dos religiones (en Irlanda por ejemplo); sino razones de más peso que apuntan a la distinción, en uno y otro lado, de ¿cuál es la verdadera religión?”, (De Francisco, 2012).

4 Obviamente quienes afirmaban esto desconocían los hechos históricos del desarrollo científico en América Latina a fines del Siglo XIX y en las últimas décadas del Siglo XX.

5 “Marshal Mc Luhan decía que se valoraba la gente por su automóvil y sus equipos de cocina, y en Ingla­terra en otros días, en los deportes por el polo”, (De Francisco, 2012)

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