Historia de la Obesidad
Capítulo 1
Estamos solo a unos pasos del paraíso terrenal. Árboles llenos de frutas, pajaritos volando, arco iris, aire limpio y sol. La escena parece plácida. Cuando de repente se oyen voces airadas Posiblemente fue entre Caín y Abel, la primera discusión sobre como combatir el hambre y cual era la mejor manera de sobrevivir.
No era aún tiempo de pensar en alimentación saludable a escoger: pero Abel diría como premonición que lo mejor era cultivar la tierra, (pero aun no sabía como hacerlo) su hermano contestaría que lo mejor era cazar animales y tenía en su mano la quijada de uno.
Ya sabemos que esa charla cerca del paraíso, la finca privada de sus padres terminó muy mal. Muchos siglos después aún no nos hemos puesto de acuerdo en como combatir el hambre.
Inicialmente nuestros ancestros prehistóricos eran fundamentalmente recolectores de frutos, hongos, gusanos y pequeños reptiles.
No tenían aún armas para enfrentar con éxito a animales de mayor tamaño. La carne de su dieta solo podían obtenerla de animales recién muertos y no enteramente devorados por otros carnívoros de mayor tamaño Su cerebro en evolución. Desarrolla luego armas valiosas como las flechas y las lanzas: es la etapa del cazador, que se complementa con el descubrimiento del fuego que le permite asar, y con la fabricación de la primera vasija de barro cocinar los alimentos.
Eran nómadas, iban buscando lugares de pesca y de cacería, hasta que un buen día descubrieron que las semillas en la tierra germinaban y si eran regadas daban cosechas que multiplicaban la simiente.
Nació así la agricultura:
Trigo y avena fueron machacados, inventándose la harina que los egipcios 5000 años antes de Cristo convierten en pan. Con los sobrantes alimentan a sus primeros animales domésticos, hacen un corral. Al tiempo que cultivan la tierra. Agua cercana siempre, y la protección de una caverna.
Deciden entonces detener su camino y fundar un poblado: el mas fuerte o el de mas fuerte voz organiza, distribuyendo las funciones: cazadores, apacentadores de rebaños, otro mas haciendo flechas.
La mujer es quien debe administrar: guardar y distribuir los alimentos, las rocas que tienen orificios orientados a los vientos de norte sirven como “neveras” llegándose entonces al concepto de acopio de comida: guardar algo para las épocas de necesidad, cuando afuera nevaba o el aire quemaba en el verano.
En uno de esos asentamientos, se llamaba por cierto Willendoorf, la organización era ejemplar, se daban el lujo de poseer un cavernícola encargado de guardar la historia.
Fue bautizado seguramente con el nombre de “poeta de la tribu”y otro con inclinaciones artísticas encargado de perpetuar en una imagen, con destino a las generaciones futuras. Lo que considerase mas hermoso y digno de ser rememorado.
El artista entonces tomó un bloque de piedra caliza y con improvisado cincel de roca mas dura fue modelando amorosamente la figura ideal para ser venerada, o adorada unas noches después a la luz de las antorchas en lo mas alto de la gruta.
Estaba esculpiendo a “Miss” Willendoorf*, y su modelo era justamente la mujer encargada de guardar la comida , de atesorar alimentos para que no faltasen.
Ella era de amplísimas caderas, senos voluminosos de embarazo promisorio, era la representación de la vida, de la supervivencia sobre la tierra, de fertilidad- tan necesaria entonces. Ya que el promedio de estancia en ese mundo era de menos de treinta años.
No se sintió capaz de reproducir los rasgos de su cara, y para dar mayor énfasis a su idea de simbolizar fertilidad , reprodujo en su rostro los surcos recién sembrados frente a la gruta. Otros escultores en Lausell * y en Lespugue lo imitaron.
La obesidad entonces era sinónimo afortunado de salud, de belleza, de vida feliz y de supervivencia. Las civilizaciones posteriores estuvieron signadas en buena parte por la elaboración y/o escogencia de comida: los romanos en su apogeo son recordados por sus banquetes opíparos -inmortalizados en Sybaros- donde se premiaba con laureles a los que presentasen el mejor plato (de ahí el calificativo de sibaritas a los amantes de la buena mesa).
Idealizar la leche y la miel en el Cantar de los Cantares era hablar de lo mejor y mas apetitoso para comer, o tal vez de lo mejor y menos sano. Si recordamos que mucho antes en el libro de Daniel se habla de la primera experiencia dietética cuando 10 jóvenes pidieron a Nabucodonosor que les permitiese ayunar (agua y vegetales) durante diez días. Encontrándose al final de la experiencia con que estaban mas fuertes, y sanos,, que los que siguieron consumiendo la comida de palacio.
El efecto “antioxidante “ del vino, parece ser presentido no solo por Noé sino también en la Biblia (Proverbios: 31, 6-7: “debe haber vino para el corazón enfermo”).
Sin embargo es la medicina griega a nuestro juicio donde se encuentran las mejores premoniciones sobre la obesidad y su manejo: Hygea hace suyo el aforismo de “mente sana en cuerpo sano”. Predicando por la prevención de la enfermedad, mientras que Panaikea, propaga la falsa idea de “medicinas que lo curan todo, de panacea”.
Justamente lo correcto frente a lo errado, Lo adecuado: que es prevenir la enfermedad y practicar la búsqueda de un modelo de salud con bases éticas, científicas y profilácticas de nutrición y métodos de vida correctos en el lineamiento ortodoxo de Hygea, frente a lo comercial, antiético, y heterodoxo de las “pastillas mágicas”, “las dietas milagrosas”, las “curaciones definitivas de la obesidad”, con que se engaña hoy a miles de incautos pacientes con obesidad o sobrepeso.
La búsqueda del alimento es un motor que ha cambiado la historia. Siempre hemos afirmado que la Revolución francesa y la norteamericana mas que movimientos reivindicatorios de ideas liberales o de izquierda han sido marchas de protesta por falta de comida. En Paris porque se acabaron las provisiones de pan, en Estados Unidos por el pretendido impuesto de la corona inglesa al té.
Esto es bien importante porque reafirma un concepto científico: el tratamiento correcto de la Obesidad debe pasar por adecuado control de apetito, no es bueno, ni agradable que el paciente pase hambre. El consejo nutricional debe prevenir periodos largos de ayuno, y propender por el fraccionamiento en el reparto de las comidas a lo largo del día.
Una señora pasando hambre por un plan nutricional equivocado es tan peligrosa como un revolucionario parisino tomándose la Bastilla un 14 de Julio.
(Lea También: ¿Es lo mismo Alimentos que Nutrientes?)
La obesidad ha sido considerada en alguna época como pecado:
La gula es uno de los pecados capitales en el Infierno del Dante, por eso para recordarlo el rey español Felipe II (delgado, disciplinado: “todo de negro hasta los pies vestido” ordenó colocar un cuadro de El Bosco (con ese tema específico) en la puerta de su alcoba que comunicaba con la capilla de El Escorial.
El ayuno era una forma ascética de purgar las faltas cometidas, dejando de comer, se adelgazaba, y si además se auto imponían otros castigos, el resultado en las chicas aficionadas a estos planes era entonces: desaparición de la menstruación (otra señal de santidad.) caída del cabello y perdida de casi todas las características corporales femeninas. Con lo cual tomaban la forma de las santas y mártires del antiguo cristianismo. Como una moda hubo una época en que en España y Portugal se beatificaron a 170 chicas de este grupo. La delgadez era entonces una forma de santidad.
La papa (patata) ha cambiado la historia de la humanidad. Originaria de América, ha servido para alimentar a Europa y Rusia enteras. Cuando ha faltado como ocurrió una vez en Irlanda hubo una hambruna con millares de muertos. Sin papa, no vodka, sin vodka creemos no se hubiese realizado la revolución rusa de Octubre.
Sin kartoffeln* talvez no se hubiera dado el “milagro” industrial de los alemanes; solamente estos dos argumentos hacen valida la idea de Germán Arciniegas recientemente desaparecido quien afirmaba que ha recibido mas Europa de América tras el descubrimiento , que como convencional y contrariamente se afirma a diario.
Ahora, finalizando el siglo XX, hay una mayor disponibilidad de alimentos, el hombre no tiene que salir a cazar mamuts, simplemente llama por teléfono a una tienda o usa internet y puede disponer de toda la comida necesaria, y un poco mas, en apenas unos pocos minutos.
La mujer no tiene que preparar ella misma la carne: ya viene preparada. No debe inventar enfriadores entre las rocas para conservar el pescado, ya viene congelado, no precisa cortar, despresar, salar la carne.
Ya está lista. No hay que hacer largos viajes tras el agua, todo está a la mano, ni siquiera hay que caminar, para eso está el automóvil, las escaleras mecánicas. Dentro de casa el ejercicio es mínimo si tenemos aparatos eléctricos y mandos a distancia.
En otras palabras, seguimos teniendo una constitución corporal muy parecida a la de nuestros ancestros paleolíticos, nuestro cuerpo apenas es un poco distinto al de Pedro Picapiedra. Pero estamos gastando diez veces menos calorías para subsistir.
Donde están esas calorías ahorradas? Realmente están sobrando.
¿Qué hace el organismo con las calorías sobrantes? las convierte en un deposito, las guarda sabiamente para prevenir por si hubiese una época posterior de hambruna. Las guarda sí, como tejido graso, adiposo, dando lugar a sobrepeso y a obesidad.
Esta consideración simplemente justifica el incremento de la Obesidad en nuestros días, pero hay mas: ahora recibimos comidas trasformadas: pulverizadas, molidas, licuadas, amasadas, cernidas, destrozadas, hechas puré.. Preferimos los zumos de las frutas a comerlas enteras. No queremos nada natural, todo debe estar “hecho papilla”.
En ocasiones he afirmado, que la Obesidad de nuestros días es un poco una venganza de los alimentos naturales por todas las maldades que les hacemos, para convertirlos en nuestra comida de hoy. Talvez por eso los pueblos que conservan aun sus costumbres milenarias, tradicionales, que viven mas “naturalmente”, que utilizan una alimentación menos elaborada, mas “integral “. Poseen también menores índices de Obesidad, y que esta se encuentra en su proporción mas alta ,justamente en los países con mayor desarrollo técnico, aquellos que viven con mayor “confort” y menos trabajo corporal.
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