El Mundo Psicológico de Kafka: Manía y Melancolía, Parte I

Cap 13

ADOLFO DE FRANCISCO ZEA, M.D

I

Los conceptos de Enfermedad y Salud han cambiado en el transcurso de la historia y sus significados se han modificado de tiempo en tiempo.

Dos ideas fundamentales se disputaron por muchos años la atención de los pensadores. Para unos, las enfermedades eran el resultado de la acción de determinados agentes externos sobre la persona sana causándole daño.

En la Edad Media, muchos de los agentes nocivos, que en el sentir de las gentes enfermaban a los seres humanos al tomar posesión de sus cuerpos y de sus almas, fueron identificados con los demonios.

Para otros, eran desvia-ciones de la normalidad ocasionadas por la acción de agentes externos que alteraban el equilibrio de los “humores” del organismo. De acuerdo a este modo de pensar, en el proceso morboso intervenían dos factores: el agente patógeno y la reacción del organismo.

Los primeros, basaban sus explicaciones en las llamadas teorías ontológicas de la enfermedad, según las cuales las enfermedades eran autosuficientes e independientes, seguían un curso regular y tenían una historia característica. En ese sentido, se podía pensar que tuvieran existencia propia y concebirlas en consecuencia como verdaderas entidades platónicas.

Los segundos, sustentaban sus creencias en las teorías fisiológicas o reactivas de la enfermedad, que consideraban que las enfermedades estaban enraizadas en la naturaleza misma del hombre, y que en el proceso patológico intervenían como factores fundamentales, las reacciones del organismo y las desviaciones de la normalidad en respuesta al agente patógeno.

(Lea También: El Mundo Psicológico de Kafka: Manía y Melancolía, Parte II)

En el siglo XX, Wilhelm Reich formuló una teoría acerca del vínculo existente entre las enfermedades y el carácter de los seres humanos, y sugirió que éste sólo tenía importancia cuando se declaraba la enfermedad.

Pero, ya desde el siglo anterior, la idea de la concordancia específica de la enfermedad con el temperamento del paciente, como el castigo con el pecador, se había modificado en el sentido de pensar que la enfermedad era una expresión de la condición humana y un resultado de su voluntad.

Schopenhauer por ejemplo, afirmaba lo siguiente: “La voluntad se revela como un cuerpo organizador y la presencia de la enfermedad significa que la voluntad misma está enferma”. De acuerdo a su manera de pensar, la remisión de una enfermedad dependía de que “la parte sana de la personalidad acuda con fuertes poderes para subyugar a las fuerzas rebeldes”.

La enfermedad sería entonces una forma de expresión personal, o como la describió Groddeck, “un símbolo o representación de algo que sucede dentro, una obra escenificada por el Ello”. Para Groddeck, es el enfermo el que crea la enfermedad y es además, su causa primaria.

Hay sin embargo otras formas de concebir la enfermedad. Para Lester S. King, el concepto de enfermedad es relativo. Su significado es variable de una cultura a otra, e incluso cambia de una subcultura a otra de acuerdo a los esquemas conceptuales de una sociedad determinada.

En el caso de la Epilepsia, por ejemplo, la enfermedad tuvo en la antigua Grecia connotaciones religiosas tan notables, que la llevaron a ser conocida como la ”Enfermedad Sagrada”, en tanto que en nuestra cultura actual, no es otra cosa que un desorden neurológico susceptible de tratamiento médico.

El pensamiento de King se puede ejemplificar también con la tuberculosis, enfermedad que hace doscientos años gozaba de cierto prestigio social por la creencia popular de que afectaba primordialmente a las gentes privilegiadas por la fortuna o por la cuna estimulando su inteligencia y su sensibilidad artística.

Hoy, se la considera como un problema de salud publica controlable por las Organizaciones sanitarias. Quizás con mayor dramatismo se podría mencionar también el caso de la lepra, enfermedad estimada como uno de los más graves castigos que Dios puede enviar a los seres humanos.

El mal de Lázaro llevó a las autoridades civiles y eclesiásticas de la Edad Media a estigmatizarlo y a juzgar a los leprosos como muertos en vida de cuyos bienes y haciendas podían disponer arbitrariamente los poderes públicos.

Con el tiempo y para fortuna de la humanidad, la lepra ha pasado a ser una enfermedad de causa conocida que ha ido desapareciendo del planeta gracias a los progresos vertiginosos de la higiene moderna.

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