Médicos y Botánicos

Alfredo Jacome Roca, MD
Academia Nacional de Medicina

La medicina y la botánica han estado ligadas incluso hasta en el siglo XX, como también lo estuvieron la medicina y la farmacia hasta la edad moderna.

En realidad muchos de los personajes que a través de la historia se destacaron en estas disciplinas fueron eruditos en el conocimiento humano y en general grandes observadores, pensadores y escritores.

Imposible nombrar a todos los grandes botánicos, particularmente del siglo XVIII.

Con las plantas se curaban de sus enfermedades los animales, y de las plantas salieron los primeros grandes remedios.

En realidad el estudio de la naturaleza, basado en la observación y apoyado con nuevas tecnologías como el microscopio, en la cada vez más detallada anatomía, y más adelante en la fisiología, la anatomía patológica y la química, fue deshaciéndose paulatinamente del caos reinante en las ciencias, y del excesivo apego a teorías teológicas que por mucho tiempo se consideraron inmutables.

Holanda fue un país que dio grandes estudiosos, y que tiene la paternidad del microscopio. Parece que Zacharias Jansen en 1609, al colocar dos lentes juntas en un tubo descubrió por casualidad el principio, tanto del telescopio como del microscopio.

Estos aparatos se usaron mucho tiempo como juguetes, y fue el comerciante (en ropa) Anton van Leeuwenhoek (1632-1723) quien durante su larga vida y su buena fortuna se pudo financiar extensos ratos de ocio que le permitieron fabricar cerca de 400 diferentes microscopios (de lente única, no compuestos como los de hoy, pero que magnificaban el campo entre 300 y 500 veces).

No era pues médico ni biólogo, pero estudió la cola del renacuajo encontrándole capilares, también la sangre, observando eritrocitos; estudió insectos, vio las estriaciones de los músculos, los infusorios de las aguas estancadas; fue el primero en ver las bacterias y los protozoos. Hanon, uno de sus discípulos, describió los espermatozoides. Otro holandés, Jan Swammerdam (1637-1680), fue también gran microscopista de los insectos.

(Lea También: Semilla, Similibus Curantur)

Poco antes de estos personajes, Guillermo de Orange había fundado en Leyden una universidad, que con el tiempo se constituyó en un gran centro médico.

Allí enseñó un gran clínico y botánico, Hermann Boerhaave (1668-1758), quién llegó a gozar de tal fama y fortuna que alguna vez le llegó una carta de la China dirigida a su nombre, cuya única dirección era “Europa”. Fue profesor de botánica y medicina, habiendo heredado de Hotton su cátedra y la dirección del Jardín Botánico, cuyo catálogo era el “Index Plantarum”, que él clasificó y amplió.

También se responsabilizó del Botanicon Parisiense de Vaillant, y aunque era un convencido de la iatromecànica y de los postulados de Descartes, fue también profesor del “arte” de la química, experimentador que utilizaba el método cuantitativo, aislando, por ejemplo la urea de la orina; algunos lo consideran el “Padre de la Bioquímica”, pero fue mucho más destacado como clínico, y él elaboró el canon estructural de la historia clínica que aún permanece vigente.

La rotura del esófago con la salida del contenido gástrico es un síndrome que lleva su nombre. Tuvo brillantes discípulos que se destacaron en varios campos, por ejemplo la botánica.

Para nombrar algunos de los más importantes mencionaremos a Haller, Swieten, Cullen, Alston, y Home; de Leyden salieron otros famosos egresados y alumnos de Boerhaave que fueron entre otras cosas los iniciadores de la gran escuela médica de Edimburgo (Escocia).

Gerhard van Swieten (1700-1772) tuvo el mérito de reconstruir la escuela médica de Viena con el apoyo de la emperatriz María Teresa, aunque había hacia él resistencia por ser católico. La belladona, que en la edad antigua era conocida como cosmético, fue introducida por él como medicamento, al igual que un licor mercurial que llevaba su nombre.

En aquella época nació en Suecia el gran naturalista y médico Carl Linneo, cuyo jardín se mantiene en la ciudad de Upsala. Estudió los tres grandes reinos, los clasificó y nombró,

Incluyendo al Homo sapiens. El método binario de clasificar las plantas le dio a cada una su género y su especie. Escribió muchos libros, que le permitieron vivir sin aulagas económicas, y uno de los más conocidos fue “Sistema Naturae”, que alcanzó a contar con once ediciones, cada una de ellas corregida y aumentada.

Este libro lo inició precisamente en Leyden, en donde su amistad con Boerhaave le hizo detenerse tres años.

Dividió las plantas en 24 clases, de acuerdo a su sistema sexual, y en donde describió los famosos estambres y pistilos, nombres que dicen que utilizan muchos padres ruborizados para explicarle a sus hijos precoces y curiosos, el origen de los niños. Explicación que se refiere, entre los más aficionados a la zoología, a la manida historia de la cigüeña.

Claro que esto del sexo en los vegetales se debe al médico londinense Nehemias Grew (1641-1712), quien utilizando el microscopio en la botánica, describió la anatomía de las plantas, sus estructuras vasculares, y su parecido en muchos aspectos a los animales.

De su época, aunque algo anterior a Linneo, fue el científico Isaac Newton (1642-1727), quien no fue médico y cuya única relación con la botánica fue la famosa manzana que le cayó en la cabeza, y que le permitió describir la Ley de la Gravedad.

De allí surgieron muchas otras leyes de la naturaleza que rigen al universo entero, y por supuesto, al cuerpo humano. Grandes pioneros estos del siglo XVIII, que dieron las bases de una era verdaderamente científica que se inició en el siglo XIX.

En nuestro medio se destacó José Celestino Mutis, el de la Expedición Botánica, y quien dictara clases de medicina en la Universidad del Rosario, pues era médico y fraile.

Mutis hizo grandes aportes a la botánica de “Las Indias” y del “Nuevo Reino”, de donde se originaron tantas y tan activas plantas medicinales, pero su nombre es por lo general excluido de los textos anglosajones de la historia de la medicina.

Dice el historiador colombiano Roberto Velandia que “ a la generación de naturistas de la Expedición Botánica de Mutis siguen más de cuatro generaciones de botánicos y naturistas especializados en medicina vegetal, autores de numerosos libros y revistas que al compendiarlos formarían la Enciclopedia Colombiana… pero esas publicaciones han llegado primero a los institutos botánicos de Europa… donde nuestras plantas perdieron su nombre recibieron otro en latín, idioma universal de la taxonomìa vegetal”.

Mutis “vino a sacar la botánica del estado primitivo de la hechicería y de la magia, dándole el valor científico que le corresponde…”

La relación de las plantas con la medicina no es sólo la Materia Medica, o la utilidad de las plantas medicinales, sino de manera muy importante son objeto de estudio en la nutrición, pues buena parte de los nutrientes y vitaminas los obtenemos por la vía de la agricultura.

Los jardines botánicos modernos no son sólo sitios para visitar en regodearse observando las variedades de plantas sino que sirven también para seleccionar los árboles que embellecen las ciudades, y que contribuyen a mejorar el medio ambiente y la ecología.

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