Historia de los Medicamentos, Los Orígenes

Alfredo Jacome Roca, MD
Academia Nacional de Medicina

Los primeros humanos surgieron en un período relativamente reciente en términos de cosmovisión:

Durante la evolución del universo y la aparición de nuestro planeta.

Como dice Carl Sagan en su libro “Los Dragones del Edén”, “el mundo es viejísimo y el ser humano sumamente joven”. La Gran Explosión probablemente ocurrió hace quince mil millones de años y la Tierra empezó a formarse un poco más de diez mil millones después. Los homínidos más antiguos se observaron unos doce millones de años antes de nuestra época y el Pithecantropus erectus, el hombre más primitivo, de frente chata, sin mentón y cerebro pequeño, hace unos quinientos mil años.

Cuando Sagan hace la comparación de la evolución del universo con un calendario de 365 días, la Gran Explosión habría ocurrido el lo. de enero y el hombre primitivo de comienzos del Pleistoceno habría aparecido sobre la superficie de la Tierra ¡ sólo hora y media antes de la medianoche del 31 de diciembre! El asombro que nos causa este universo en cuanto a su dimensión tèmporo-espacial, nos debe hacer necesariamente muy humildes.

Es la grandeza inimitable de Dios. Mucho tiempo después vienen otros hombres, el de Neardenthal, robusto, de baja estatura, con un cerebro de tamaño parecido al del hombre actual, que vivió durante el último período glacial, y el de cro-magnon, uno de los primeros reconocidos Homo sapiens que en Europa reemplaza al anterior; este es alto esbelto y de cerebro voluminoso, y apareció hace unos veinte mil años, mientras que su antecesor ronda en los ciento veinte mil.

Estos nómadas que se habían diferenciado de los simios en su proceso evolutivo, hicieron instrumentos de piedra y descubrieron el fuego, para protegerse del frío y hacer los alimentos más agradables al paladar. Las tribus nómadas empiezan a asentarse en pequeñas comunidades agrícolas y surgen las primeras poblaciones.

(Lea También: El Papiro de Ebers)

La moderna paleontología nos ofrece cada vez con más detalle cómo era la vida de aquellos antepasados nuestros:

Quienes lentamente iban organizándose de una manera inteligente y humana, con un progresivo grado de discernimiento.

No es difícil pensar que aquellos hombres que guerrearon con caníbales y depredadores animales, recibieron heridas, comieron venenos y sufrieron enfermedades favorecidas por los intensos cambios de temperatura. Alguna forma de sanaciòn debieron emplear, lógicamente asociada a creencias mágicas, religiosas y a fetiches, pero también al uso de algunos elementos encontrados en el planeta azul.

Los espíritus malignos eran inducidos a abandonar el cuerpo por medio de conjuros, por masajes, por trepanaciones (práctica quirúrgica extraordinariamente antigua) y además por prescripciones de naturaleza repugnante y sabor desagradable, características que hasta no hace muchos años eran muy peculiares de los remedios, pero que en aquellas épocas tan antiguas tenían por objeto erradicar a los demonios.

Además del concepto de seres sobrehumanos, dioses que tenían poder sobre las enfermedades y las fuerzas de la naturaleza, surgieron supersticiones y brevajes, a los que se les asignaba un eventual poder curativo.

Por instinto, y observando además a bestias, aves y animales domésticos, descubrieron que estos se trataban sus propias dolencias al comer tal o cuál hierba; ellos siguieron su ejemplo, y por medio de un lento y doloroso proceso de ensayo y error, aprendieron a distinguir los venenos de los alimentos y de las plantas medicinales. Fig.1-1. Escritura cuneiforme en arcilla, con recetas médicas de físicos de Nippur, Mesopotamia, www.iscc.es  sangrado nasal, o píldoras rojas en la antigua china.

De la prehistoria, pasando por las edades de bronce y hierro, llegamos a las primeras civilizaciones.

Probablemente en tiempos similares (unos 3.000 años A.J.) aparecen los pueblos de la Mesopotamia: sumerios y acadios, pero particularmente los babilonios (Fig.1-1); y adicionalmente los egipcios, en el Norte de África, los chinos y los indios, todos con su cultura tribal, algo agrícola y un poco más sedentaria, y también con sus pócimas, hierbas y rudimentarios procesos de farmacia.

Y todos acudieron a los dioses, para que tuviesen compasión, por lo que aquellos sanadores babilonios (2.600 años A.J.), eran a la par sacerdotes, médicos y farmaceutas, pues según las tablillas cuneiformes de arcilla que se han descubierto, fueron los primeros boticarios.

Empleaban la adivinación para descubrir el pecado cometido por el enfermo y como método común tenían el examen detallado del hígado de animales sacrificados, conocido como “hepatoscopia”.

Anotaban los síntomas de la enfermedad, procediendo luego con las recetas y las instrucciones para preparar los compuestos; aunque la farmacopea era en gran medida vegetal, ciertos preparados han sido difíciles de identificar, pues les asignaban nombres curiosos como “grasa de león” o “aliento de bebé”.

De las medicaciones que han sido identificadas, hay extractos de plantas, resinas y condimentos; algunos de estos preparados tenían propiedades antibióticas o antisépticas, y enmascaraban el mal olor de las heridas.

El aceite era el principal bálsamo para las heridas abiertas, lo que prevenía la adherencia del vendaje. Sin embargo no hay que olvidar el importante efecto placebo que tenían muchos de estos menjurjes pues los pacientes consideraban que los médicos podrían curarlos o aliviarlos con sus compuestos.

En la lengua sumeria por ejemplo, la misma palabra significa “medicina” y “vegetal”. De los babilonios nos queda el famoso código del rey Hammurabì que en su parte de medicina es la primera reglamentación ética y legal donde se castiga la mala práctica de los médicos.

La medicina en la América precolombina “al igual que medicina primitiva en todo el planeta consistió en una mezcla de prácticas empíricas y mágicas, más o menos sistematizadas doctrinalmente de acuerdo con la concepción del mundo y de las creencias religiosas de cada pueblo” dice el médico e historiador Hernando Forero Caballero.

El sistema de tratamiento –continúa- “estaba dirigido a lograr el equilibrio entre el enfermo, la familia y el grupo social, con las leyes y fenómenos de la naturaleza, teniendo en cuenta el dominio religioso y la ideología mágica… Empleaban hierbas, elementos minerales y animales para curar las enfermedades…

El proceso terapéutico implicaba el ingrediente mágico unitario de la causa de la enfermedad con el objeto de combatir el espíritu maligno de la enfermedad, a lo cual se agregaba un elemento farmacológico activo”. los muiscas, como los incas, contaban con herbolarios, y como los aztecas, emplearon los baños de orina.

El listado de plantas medicinales americanas es largo, pero es ínfimo si se relaciona con el potencial biológico de regiones como la amazonía, donde de más de 80.000 especies vegetales sólo se han investigado desde el punto de vista farmacológico y botánico, menos del uno por ciento.

A pesar de algunas peculiaridades inherentes a la cultura, no era muy diferente el concepto de enfermedad, religión, terapéutica y magia en las diferentes etnias de hombre primitivo. aunque el chamàn de nuestras regiones insistía mucho en la prevención.

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