La Obstetricia Institucional

Fernando Sánchez Torres, M.D

El siglo XX la atención obstétrica

Bien avanzado el siglo XX la atención obstétrica todavía corría a cargo de las comadronas en el mismo domicilio de la parturienta.

Era una costumbre inveterada, alimentada por la falta de instituciones que ofrecieran servicios para el efecto. Inclusive en ciudades como Bogotá y Medellín no se contaba con maternidades privadas y, por lo tanto, el ejercicio obstétrico de los médicos transcurría en el consultorio para la vigilancia prenatal y en la alcoba de la paciente para el parto. Sólo las pacientes de caridad disponían de asistencia institucional, lo que era aprovechado por las facultades de medicina para adelantar sus programas.

Por allá en los años veinte, en Bogotá

-Según nos refirió en alguna ocasión el profesor Carlos Julio Mojica- los médicos óbstetras contaban con la ayuda eficaz de comadronas- enfermeras certificadas, a las cuales él describía como “de tabaco, mantilla y telaraña”.

Estas colaboradoras eran alumnas egresadas de una escuela dirigida por el profesor Rafael Barben -uno de los fundadores de la pediatría en Colombia-, que funcionó en el antiguo Hospital San Juan de Dios en virtud de la Ley 39 expedida por el Congreso Nacional en 192064, escuela de cuya vigilancia se responsabilizó a la Facultad de Medicina, según se infiere del Decreto 995 de 192465 que reglamentó dicha ley, y que en su parte pertinente decía así: “Establécese en la Facultad de Medicina (la de la Universidad Nacional, que era la única que funcionaba en Bogotá) una Escuela para la enseñanza de comadronas y enfermeras de que trata la Ley 39 de 1920.

Esta institución tiene por objeto preparar enfermeras que puedan desempañar ese servicio satisfactoriamente en esta capital y servir de núcleo de instituciones semejantes en las demás ciudades del país.

Dichas enfermeras prestarán sus servicios especialmente en el Hospital, a fin de que los enfermos estén debidamente atendidos y los profesores, médicos, cirujanos, parteros, internos, etc., tengan en ellas colaboradoras competentes que los secunden en dar cada día una mejor asistencia a los enfermos del Hospital”.

La escuela de que hemos hecho mención subsistió hasta 193766.

Para contrarrestar la proliferación de parteras empíricas, por medio del Acuerdo No. 6 del 3 de febrero de 1948 se encomendó al entonces Instituto de Protección Materna e Infantil del Hospital San Juan de Dios organizar dentro de los servicios de maternidad un curso anual destinado a preparar “Auxiliares de Enfermeras Parteras” -tal era la denominación del título, de conformidad con lo establecido por las disposiciones legales vigentes y las normas trazadas por el Ministerio de Higiene.

Fue así como el 1° de junio de 1948 inició labores la Escuela de Auxiliares de Enfermeras Parteras, la cual, en 1950, se convirtió en Escuela de Auxiliares de Enfermería General y de Obstetricia67.

Pero no solo en Bogotá se adelantaron programas docentes encaminados a preparar auxiliares parteras. Así, en Cali, en la Maternidad Municipal, se inició un curso dirigido por dos enfermeras de la Escuela Nacional Superior, el cual terminó el 3 de marzo de 1948 y dio título de idoneidad a 14 alumnas68.

En Barranquilla, en 1946 se estableció un Curso para Auxiliares de Enfermera Partera en el pabellón Leopoldina de Santos del Hospital de Caridad. Dicho curso se mantuvo hasta 1950, lapso durante el cual se certifican 120 alumnas69. En Medellín se efectuó un curso en 1947 en la Maternidad Municipal70; no se repitió pues ésta fue vendida a los Seguros Sociales.

De el relato anterior puede inferirse que tanto en Bogotá como en Cali, Medellín y Barranquilla existían instituciones o pabellones destinados a la atención obstétrica, sostenidos por el Estado.

Para conmemorar en 1910 el primer centenario de nuestra independencia, se inauguró en Cúcuta una maternidad pública. Gracias a la actitud valerosa y tozuda del doctor Miguel villa Mora, el Consejo Municipal la dio al servicio, pese a la cerrada oposición del Obispo de Pamplona71.A partir de 1928, en Manizales, las parturientas eran atendidas en una sala improvisada en el local donde funcionaba la Cruz Roja

. En 1936, y a instancias del doctor Guillermo Londoño Mejía, director del Hospital, el doctor Fernando Valencia fundó el servicio de Maternidad, el cual funcionó hasta 193672. En el Hospital “San Rafael” de Girardot desde finales de la década del 10 se había improvisado una sala para atender los casos de maternidad, pero solo hasta 1929 se dio al servicio un pabellón especial73.

De las instituciones que hemos mencionado, la más importante, sin duda, fue y sigue siendo el Instituto Materno Infantil de Bogotá. Por eso es imprescindible conocer su historia.

La historia del Instituto Materno Infantil se remonta a los orígenes mismos del Hospital San Juan de Dios, de Bogotá, es decir al momento en que por iniciativa del primer arzobispo de Santa Fe, Fray Juan de Los Barrios y Toledo, se destinaron algunas camas para el cuidado de los enfermos de la ciudad. Lo anterior ocurrió en octubre de 1564.

Más tarde, en 1634, ese remedo de hospital contaba con 17 camas y poco después con 30, de las cuales 20 estaban destinadas a hombres y 10 a mujeres.

En 1739 fue trasladado a la manzana comprendida entre las que son hoy calles 11 y 12 y carreras 9a. y 10a., sector vecino a la Iglesia de San Juan de Dios. Allí, a partir de 1802, se dio principio al primer plan de estudios médicos, autorizado por Real Cédula de 1801 y presentado al Gobierno, cuya cabeza era el virrey Ezpeleta, por los doctores José Celestino Mutis y Miguel de Isla.

Pero es sólo hasta 1864 cuando, a instancias de la Comisión Inspectora del Hospital, se adscribe a éste la escuela de medicina particular que fundara el doctor Antonio Vargas Reyes y se solicita, con carácter obligatorio, la creación de una cátedra de Clínica y otra de Obstetricia. Esta escuela privada fue clausurada en 1867, con motivo de la fundación de la Universidad Nacional.

El decreto del 3 de enero de 1868, reglamentario de la ley que creó la Universidad, establecía que el profesor de Obstetricia haría la clase de Clínica Obstétrica si se llegaba a establecer en el Hospital una Sala de Maternidad”. Por la anterior referencia debemos convenir que hasta 1868 el Hospital San Juan de Dios no tenía aún Servicio de Maternidad. Es de suponer que en el decenio siguiente debió fundarse.

En 1887 el hospital estaba dividido en cuatro clínicas: Patología General y Cirugía Menor, Patología Externa y Cirugía Especial y, finalmente, Clínica Obstétrica e Infantil.

En 1891 la Sala de Maternidad estaba a cargo de un practicante designado por la Facultad de Medicina, según lo disponía el reglamento. Y en 1898 la Obstetricia se dictaba en quinto año y en sexto la Clínica Obstétrica.

El reglamento de esta época decía en su artículo 62 que “para ser practicante interno en la Clínica Obstetrical se necesita haber hecho los cursos de los primeros cinco años de la Facultad, haber sido un año practicante externo y haber sido calificado con los números 3, 4 ó 5. Se exigirá además, obtener este empleo por concurso.

Las pruebas serán: una prueba teórica y práctica sobre dos puntos de Obstetricia. Además, el inciso b) del articulo 68 establecía que habría dos practicantes internos para cada uno de los servicios de Clínica de Patología General, de Patología Interna y Externa, y uno para los servicios de Obstetricia74.

Para entonces la Maternidad disponía de 15 camas ubicadas en una sala común y separadas por espacios de un metro, donde se improvisaban otras cuando aquellas estaban ocupadas. Esto no debía ser infrecuente, pues sabemos que allí se hacinaban veinticuatro y más enfermas. Todas tenían su parto en la misma cama de trabajo, que era un jergón de paja cubierto con una piel curtida o vaqueta.

Terminado el parto eran trasladadas a la sala común. La mortalidad materna era muy alta a causa de la infección puerperal. En 1899 se desató una verdadera epidemia que mató a casi todas las enfermas, viéndose obligado el jefe del servicio, profesor José Maria Buendía, a cerrarlo temporalmente75.

En 1912, que es cuando encontramos el primer documento estadístico relacionado con la obstetricia, el Servicio de Maternidad estaba dirigido por el profesor Miguel Rueda Acosta y eran sus jefes de clínica los doctores Juan N. Corpas y Roberto Serpa.

Ya no era uno solo el practicante interno sino existían seis: Juan Jacobo Jaimes, Julio Sandoval, Carlos A. Reyes Archila, ‘Tulio Forero villaveces, Fernando Mera y Primitivo Iglesias.

Se atendían uno o dos partos al día. En el mes de junio de 1912 se registraron 44 nacimientos. Para darnos exacta cuenta de lo que era la obstetricia de aquellos días, vamos a transcribir algunos fragmentos extraídos del libro de estadística:

“Mayo 8. Rosa Parra de Cortés, 30 años, vecina de Bogotá, con pasado uterino de un niño vivo y otros dos muertos de hidrocefalia. Llega con niño detenido por la cabeza por hidrocefália; tentativa de fórceps, inútil, en la calle; columna vertebral arrancada y maxilar inferior; desgarradora lateral del útero. Se practicó embriotomía. Después histerectomía abdominal subtotal. Fallece en mayo 11 por peritonitis”.

“Noviembre 22. Enferma que llega al Servicio luego de cinco días de trabajo, presentación MIDA, fórceps fallido en su casa. Mucosa vaginal muy desgarrada. A las dos y media de la mañana el jefe de Clínica hizo la perforación del cráneo y luego extrajo con fórceps. Sutura perineal, taponamiento del útero, suero y éter. La paciente fallece el 30 de noviembre”.

Según Abelardo Arango76 hacia 1920 la Maternidad contaba con 20 camas.

Entre diciembre de 1925 y enero de 1926, el Hospital San Juan de Dios se trasladó a los terrenos de los molinos de ‘”La Hortúa”, al sur de la ciudad. La Maternidad ocupó el tercer piso del edificio del sector oriental, el que corresponde hoy al Instituto Materno Infantil. Se le asignaron tres salones con 30,20 y ocho camas respectivamente, destinadas las últimas a enfermas remitidas por la Cruz Roja. En la segunda planta del mismo edificio funcionaban, entre otras, la Clínica Tropical y la de Organos de los Sentidos.

El Gobierno Nacional, con el fin de organizar la Facultad de Medicina, contrató en 1931 una misión francesa compuesta por los profesores André Latarjet, Louis Tavernier y Paul Durand. Entre las recomendaciones que consignó en su informe la misión figura la de crear los cargos de Profesores Agregados, seleccionados por títulos y trabajos, una prueba oral pedagógica y una prueba técnica. Unas de las secciones que en su concepto debían contar con Profesores Agregados eran la de Obstetricia y la de Clínica Obstétrica, no así la de Ginecología.

Como jurados de los concursos actuarían dos profesores de Clínica Obstétrica, el profesor de Obstetricia, el profesor de Ginecología y un profesor de Clínica Ginecológica. La misión propuso que se suprimiera una de las cátedras de Obstetricia, “por la razón muy sencilla -decía- de que la enseñanza teórica de los partos puede confiarse a los Agregados de Clínica Obstétrica.

Es inútil que se mantenga una cátedra únicamente teórica, relativa a la Obstetricia. Si se admitiere la necesidad de dicha cátedra, no habría motivo para, rechazar una cátedra teórica al lado de cada clínica. Una de las principales funciones de las Agregados consiste precisamente en dictar enseñanzas clínicas y magistrales”.

Respecto al Hospital San Juan de Dios, la misión lamentaba que no estuviera terminado, pues esto estaba ocasionando una aglomeración inconveniente de enfermos en ciertos pabellones “Hemos visto -añadía- en el Servicio de Ginecología, mujeres acostadas en el suelo”.

En cuanto a la consulta externa, criticaba la promiscuidad que existía, pues en un solo pabellón se atendía oftalmología, ginecología, cirugía general, enfermedades tropicales, enfermedades contagiosas, etc. Por esta razón los estudiantes no podían aprovechar dicho material y porque, además, no había conexión entre los servicios del hospital y la consulta externa.

Como los profesores no tenían ninguna injerencia para seleccionar los enfermos que les eran remitidos a los servicios, la misión sugirió que la dirección de las consultas externas fuera confiada a los profesores de clínica y que se repartieran por grupos, según la especialidad, con días y horas fijas; proponía, además, que se hiciera consulta prenatal una vez por semana, lo mismo que ginecología.

Se insistía en que la consulta prenatal y la del recién nacido se hiciera en el pabellón de maternidad, “de manera de evitarles a las mujeres encinta o a los recién nacidos todo peligro de contagio”. Sin embargo en las conclusiones dice:

“Pensábamos que se hubiera podido trasladar la consulta prenatal al pabellón de maternidad, pero resulta que éste se halla colmado, como que se han instalado allí siete servicios distintos al de maternidad; las salas reservadas a las mujeres encinta y a las parturientas se hallan tan llenas, que ha habido necesidad de acostar en el suelo numerosas enfermas”77.

En el informe correspondiente al año 1933, decía el doctor Rafael Ucrós, a la sazón director del Hospital San Juan de Dios:

“Las enfermas asiladas en estas salas de maternidad también aumentaron en el año en proporciones considerables, a tal punto que fue necesario durante todo el tiempo recibir enfermas que fueron colocadas en el suelo por ser insuficientes las camas para recibirlas; este hecho está diciendo en muy alta voz que las salas de maternidad son ya insuficientes hoy día para las necesidades de la ciudad y se precisa, con suma urgencia, ver la manera de poderlas aumentar en un próximo futuro, tanto más cuanto que este servicio reporta la enorme contribución del Hospital San Juan de Dios a la mejora de la infancia y a la protección de la raza”.

Como solución inmediata el profesor Ucrós sugería: “(…) la posibilidad de aumentar para la maternidad la sala que se desocupe en el mismo edificio cuando se traslade el servicio de enfermedades tropicales a su nuevo pabellón.

De esta manera iríamos poco a poco ocupando el pabellón actual de la maternidad únicamente para este ramo, a medida que con el tiempo y sucesivamente se vaya encontrando colocación para las clínicas médicas que existen en este edificio”.

Por las palabras del profesor Ucrós consignadas en el anterior informe establecemos que, comenzando la década del treinta, Bogotá continuaba padeciendo una crisis de camas hospitalarias para la atención obstétrica.

Fuera de las 58 camas del Servicio de Maternidad del Hospital San Juan de Dios, destinadas a la atención de caridad, la ciudad capital contaba apenas con el Pabellón de Maternidad del Hospital San José, que había sido dado al servicio el 8 de febrero de 1925 e inaugurado formalmente el 12 de diciembre de 1938. Ha de tenerse en cuenta que para esta época comenzaba a abandonarse la costumbre de que los partos ocurrieran a domicilio.

Los médicos que se dedicaban a la práctica obstétrica habían entendido que el lugar más adecuado y seguro para el éxito de su ejercicio era aquel que contara con los elementos indispensables para ejecutar cualquier tipo de intervención tocológica.

Las mujeres de escasos o nulos recursos económicos acudían a San Juan de Dios o al pabellón “Guillermo Gómez” del Hospital San José; a su vez, las mujeres pudientes podían dar a luz en el pabellón “Eliseo Montaña” del mismo hospital, o en la Clínica de Marly.

Hacia 1930 los jefes del Servicio de Maternidad eran los profesores Nicolás Buendía y Miguel Rueda Acosta.

En ese año se creó la Consulta Externa, es decir la consulta prenatal, y se nombró como jefe de ella al doctor Nicolás Torres Barreto y a Luis María Ferro como ayudante. El doctor Torres en un informe a la Junta General de Beneficencia anotaba: “En 1933 asistieron por primera vez a la consulta 475 embarazadas y del año anterior continuaron asistiendo 125. El promedio de consultas diarias fue de 26 pacientes”.

Por su parte, el doctor Carlos Julio Mojica, que había remplazado al doctor Rueda Acosta, se quejaba del pésimo servicio de agua y de ropa. Para justificar la ampliación del Servicio decía que en 1928 se había atendido a 862 enfermas, 916 en 1929 1.162 en 1930, 1.307 en 1931, 1.331 en 1932 y 1.521 en 1933, es decir, que en seis años se había duplicado la demanda asistencial.

Terminada la totalidad de la planta física del Hospital San Juan de Dios, las clínicas que funcionaban en el edificio de la Maternidad fueron trasladadas, quedando únicamente allí el Servicio de Obstetricia, con más de doscientas camas. Entonces, en 1944, el 4 de mayo, se creó el Instituto de Protección Materno Infantil por medio del Acuerdo número 14, emanado de la Junta General de Beneficencia de Cundinamarca, y que decía así:

Acuerdo Número 14 de 1944

“Por el cual se crea el Instituto de Protección Materno Infantil”

La junta general de beneficiencia de cundinamarca

en uso de sus atribuciones legales,

Acuerda:

Artículo primero.– Créase el Instituto de Protección Materno Infantil de Cundinamarca, como Entidad dependiente de la Junta General de Beneficencia.

Artículo segundo.– El Instituto tendrá por objeto la protección de la mujer, desde antes de la gestación, hasta cuando terminen las consecuencias del estado puerperal; y la protección del niño desde su nacimiento hasta cuando termine su formación como unidad socialmente útil.

Artículo tercero.– El Instituto tomará como base para su organización y funcionamiento, el Departamento de Maternidad del Hospital San Juan de Dios, el Hospicio, la sección de Amas de Oriente, los asilos infantiles y los asilos para adolescente, que en la actualidad tiene establecidos la Junta General de Beneficencia.

Articulo Cuarto.– La Junta General de Beneficencia dictará los reglamentos que sean necesarios para la acertada organización del Instituto y para que llene a cabalidad las funciones médico- sociales a que está destinado.

Comuníquese y cúmplase.

Dado en Bogotá, en la sesión del día cuatro (4) de mayo de mil novecientos cuarenta y cuatro (1944).

El Presidente, Fernando Salazar.

El Secretario Encargado, Gabriel Jaramillo.

A pesar de que en el articulo tercero se dice que para su funcionamiento se tendrán en cuenta el Hospicio, la sección de Amas de Oriente y los asilos infantiles, en la reglamentación posterior se omitieron esas dependencias, estipulándose que el Instituto, además de los recién nacidos, estaba obligado a prestar atención a los niños hasta de un año de edad.

Para dirigirlo fue designado el profesor José del Carmen Acosta villaveces, figura destacada de la medicina nacional, en particular de las disciplinas obstétricas. Junto con Carlos Julio Mojica y Víctor Rodríguez Aponte, constituía la gran trilogía docente de la tocología, en calidad de Profesores Titulares de la Universidad Nacional.

Gracias a su amplio y sólido prestigio, como también a sus dotes de organizador, Acosta hizo del Instituto el epicentro de la obstetricia colombiana. A solicitud suya la Junta General de la Beneficencia de Cundinamarca emitió el Acuerdo número 6 del 3 de febrero de 1948, creando la Escuela de Auxiliares de Enfermeras Parteras, adscrita al Instituto. En su parte pertinente el mencionado Acuerdo decía:

“Artículo 1°.

El Instituto de Protección Materno Infantil del Hospital San Juan de Dios procederá a organizar inmediatamente en la ciudad de Bogotá y dentro de los Servicios de Maternidad un curso de especia-lización para auxiliares de enfermeras parteras para 70 alumnas, de conformidad con lo establecido en las disposiciones legales vigentes y las normas trazadas por el Ministerio de Higiene. Once de estas alumnas podrán ser religiosas.

Artículo 2°. –

El curso de que se habla en el Artículo anterior tendrá una duración de once meses continuos durante los cuales se desarrollará el programa de estudios prácticos (…). Artículo 6°.

Las alumnas recibirán el certificado correspondiente que les expedirá el Instituto de Protección Materno Infantil, acreditándolas como “Auxiliares de Enfermeras Parteras”, después de haber prestado sus servicios profesionales a la Junta General de Beneficencia durante un año, donde ésta lo disponga”.

La Escuela fue aprobada por el Ministerio de Higiene el 1° de marzo de 1948 e inició labores el 1 de junio del mismo año. Como en el Hospital San Juan de Dios funcionaba una Escuela de Auxiliares de Enfermería, la Junta General de Beneficencia, por Acuerdo número 41 de 1950, fundió las dos escuelas en una sola.

Al dejar el profesor Acosta la dirección del Instituto Materno Infantil para ocupar la del Hospital San Juan de Dios, fue designado para remplazarlo el doctor Luis María Ferro, profesor de Clínica Obstétrica.

José del Carmen Acosta villaveces, hijo de Concepción villaveces y del ingeniero José del Carmen Acosta, nació en Soacha (Cundinamarca) el 16 de febrero de 1894, en la hacienda “El Vinculo”, Bachiller en filosofía y letras del Colegio de San Bartolomé, en 1910. Cursó medicina en la Universidad Nacional, doctorándose el 14 de julio de 1917 con la tesis “Contribución al estudio de la hematología en Bogotá”.

(Lea También: La Fiebre Puerperal)

Gracias a su inteligencia y a su consagración al estudio y al trabajo el doctor Acosta Villaveces logró pronto un rápido ascenso profesional:

Jefe de Clínica Interna (1917), jefe de Clínica Quirúrgica (1918), secretario de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional (1921-1930), miembro de número de la Academia Nacional de Medicina (1921), profesor de Clínica Obstétrica (1931), decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional (1934-35), decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana (1942), fundador y presidente, en dos ocasiones, de la Sociedad Colombiana de Obstetricia (1943-1962), director del Instituto Materno Infantil (1944-1953), presidente de la Primera Convención Nacional de Obstetricia y Ginecología (1953), presidente de la Academia Nacional de Medicina (1952-54), director del Hospital San Juan de Dios (1953-66), presidente de la Confederación Médica Panamericana (1954), presidente de la Federación Médica Colombiana (1954).

En 1936 fundó el Boletín Anual de Clínica Obstétrica del Hospital San Juan de Dios, donde fueron publicados algunos de los trabajos científicos elaborados en el servicio a su cargo. Este Boletín, infortunadamente, tuvo una efímera existencia.

El doctor Acosta, además, estimuló y dirigió personalmente muchísimos estudios para tesis de grado de los que eran sus discípulos; a los cuales -como dijera Alberto Cárdena- “prestó siempre la más generosa, la más inagotable asistencia, sin que las premuras de su vida fueran jamás obstáculo para esta voluntaria labor de conducción intelectual”78.

En efecto, José del Carmen Acosta poseyó en alto grado la virtud del discipulismo, entendiendo ésta como una fuerza de atracción derivada de múltiples cualidades, particularmente de la capacidad de dar con generosidad.

En sus clases de Clínica Obstétrica su discurso no era cautivante.

Demasiado pausado en la exposición, de voz asordinada y parco en los conceptos, daba a veces la impresión de que se esforzara por seleccionar los términos para ser exacto y preciso en la lección. Su modestia lo inhibía para hacer alarde de su cultura médica. No era de aquellos profesores de relumbrón que arrancan palmas al auditorio, pero cuyas enseñanzas se apagan a la par con el aplauso.

En el quirófano era prudente, elegante y recursivo; las dificultades las sorteaba con facilidad, gracias a su disposición y buen juicio quirúrgico. Verlo ejercer la tocología era fascinante; su habilidad para intervenir era asombrosa. En sus manos todo parecía fácil: la versión, la mutación, el fórceps… La operación cesárea, de la que era pionero entre nosotros, la prodigaba con sentido restrictivo, cuando estaba plenamente indicada.

Donde verdaderamente se veía grande, donde adquiría los perfiles del maestro, era fuera de la cátedra. Su actuar en cualquier campo estuvo despojado de mezquinas pasiones, y su capacidad para decidir, que llevó siempre el sello de la equidad, fue para todos una extraordinaria y hermosa lección.

Cuando a él se acudía en procura de un concepto médico o de un consejo personal, se sentía la certidumbre de que la duda y la inquietud iban a ser satisfechas por el más capaz de los médicos y por el más capaz de los hombres.

Próximo a cumplir medio siglo de entrega al ejercicio de su profesión, el doctor Acosta estaba colocado en el sumo pedestal que la categoría de valores le señaló.

Poseedor de todos los títulos que nuestros círculos médicos y docentes otorgan a sus miembros distinguidos, el Estado mismo había reconocido su invaluable contribución al bienestar público, premiándolo con la Gran Cruz de Boyacá. Con ocasión del Cuarto Congreso Latinoamericano de Obstetricia y Ginecología, reunido en Bogotá en julio de 1962, los más eminentes especialistas del continente le rindieron un emocionado homenaje.

Rodeado del respeto de la sociedad y de todos sus colegas y discípulos, el profesor Acosta falleció en marzo de 1966.

Haciendo un balance objetivo de lo que representó José del Carmen Acosta en la historia de la ginecobstetricia colombiana, puede reconocerse que durante cerca de cuarenta años fue el epicentro de la actividad obstétrica nacional. Al lado suyo se formaron los mejores especialistas de la época.

Por eso se consideraba que era él la cabeza visible y acatada de una verdadera escuela obstétrica. En efecto, el Instituto Materno Infantil de Bogotá bajo su sabia dirección llegó a ser, durante muchos años, la sede de esa escuela.

La producción escrita del doctor Acosta fue bastante reducida. Algunas de sus publicaciones tuvieron en su momento señalada importancia. Infortunadamente, todo lo que tuvo para transmitir no quedó registrado en libro alguno.

Sus alumnos lo recogieron y usufructuaron, es cierto, pues sus lecciones eran sabias, producto de su amplia cultura y de su prolongada experiencia. De ahí que pueda afirmarse que su magna obra fueron las incontables promociones de médicos que ayudó a formar, como también los muchos especialistas que estructuró sólidamente.

Al Instituto Materno Infantil le dedicó el profesor Acosta lo mejor de su entusiasmo y la mayor parte de su tiempo.

Sentía tanto afecto por la institución que, teniendo en cuenta la ausencia de recursos económicos para dotarla de los equipos necesarios, de su propio peculio contribuyó a subsanar algunas de esas faltas. Por ejemplo, donó al hospital la dotación para el laboratorio clínico y para el departamento de radiología.

Apenas justo, entonces, que la Junta General de la Beneficencia de Cundinamarca, atendiendo la solicitud del personal científico del Instituto, acordara en 1953 dar a esta maternidad el nombre de “Concepción villaveces de Acosta”, en homenaje a la señora madre del personaje del cual nos hemos ocupado.

Dijimos atrás que, por lo menos en Bogotá, en la década de los 30 comenzaba a abrirse paso la atención obstétrica en instituciones de carácter privado. En efecto, tanto la Clínica de Marly como el Hospital San José prestaban ese tipo de servicio. Pero la primera clínica privada destinada exclusivamente a la atención de partos se fundó por iniciativa del doctor Jorge E. Calvo, en junio de 1935.

Esa clínica, que llevó el nombre de su fundador, estaba situada en la carrera 13 No. 23-81. Allí se sucedieron algunos hechos muy importantes: la fundación de la primera Sociedad de Obstetricia y Ginecología y el empleo del evipán sódico como anestesico intravenoso para el parto79. Además, el doctor Jorge A. Calvo, hijo del fundador de la clínica comenzó a usar el primero entre nosotros el fórceps de Piper divulgado por su creador en 192980, y el fórceps de Tucker-McLean con tractor de Bilí81.

Además, puso en práctica en la clientela obstétrica privada la anestesia epidural continua (caudal), según la técnica de Hingson, y de la que ya habían hablado en Francia, en 1901, Sicard y Cathelin82. Es válido registrar que en 1941 Antonio M. Martínez elaboró su tesis de grado en la Universidad de Antioquía sobre analgesia obstétrica por infiltración lumbar, lo cual permite suponer que fue en Medellín donde primero se usó83.

En Cartagena, en 1943, Francisco Haydar O. también se graduó con un estudio sobre la analgesia caudal y sus efectos sobre la dinámica uterina84. Un año después, el mismo en que el doctor Calvo comunicara sus experiencias en pacientes privadas, Jorge Cristo Saldivia transmitía las suyas con pacientes de caridad en la Maternidad del Hospital San Juan de Dios, de Bogotá85. Es de interés observar que el doctor Cristo registra en su tesis que los primeros en ensayar la anestesia extradural en Colombia fueron los doctores Juan Evangelista Manrique y Agustín Uribe, sin precisar la fecha.

La atención obstétrica institucional en Cartagena debe mucho al doctor Rafael Calvo Castaño, pues no solo fue el iniciador de la prestación de servicios de maternidad en el Hospital Santa Clara, sino que también fundó la Clínica Obstétrica de la “Policlínica Rafáel Calvo”, en la Playa de la Artillería, en donde realizaban sus prácticas los estudiantes. El doctor Calvo además de obstetra fue cirujano, oculista y médico legista. Ocupó el cargo de decano de la Facultad de Medicina y jefe del Servicio de Maternidad del Hospital Santa Clara. En esta institución practicó la primera cesárea en Cartagena en 1926.

Referencias

64.Congreso de la República. Ley 39 de 1920 (octubre 20).Sancionada el 22 de octubre por el Presidente Marco Fidel Suárez.
65.Firmado el 7 de junio por el presidente Pedro Nel Ospina y por el ministro de Instrucción y salubridad públicas, Juan N. Corpas.
66.Pedraza, H. La enfermería en Colombia. Edit. Minerva Ltda., Bogotá, P. 25,1954.
67.Ibíd, p. 62.
68.Ministerio de Trabajo e Higiene. Resolución No. 93 de 1947 (28 de abril)
69.Ministerio de Trabajo e Higiene. Resolución No. 1361 de 1946(26 de noviembre)
70.Ministerio de Trabajo e Higiene. Resolución No. 1404 de 1946 (11 de diciembre)
71.Ramírez, J.A Historia de la medicina en el norte de Santander. Tipografía Cortés, San Cristóbal, p. 21, 1988.
72.Henao R. Apuntes sobre la historia de la medicina en Manizales. Biblioteca de Escritores Caldenses, Manizales, pp. 285-286, 1984.
73.Cruz, A. “Organización del Servicio de Maternidad del Hospital San Rafael, Tesis de grado, Universidad Nacional, Editorial Kelly, Bogotá, 1944.
> 74.Facultad de Medicina y Ciencias Naturales. Reglamento, Imprenta de Luis M. Holguin, Bogotá, 1898.
75.Manrique, J. “Infecciones puerperales en la Maternidad de Bogotá”. Tesis de grado, Universidad Nacional, Imprenta Nacional, Bogotá, 1897.
76.”La trementina en infección puerperal”. Tesis de grado, Universidad Nacional, Tipografía Ideal, Bogotá, 1921.
77.Misión Francesa. “Informe que rinde sobre la organización de la Facultad de Medicina de Bogotá”, Imprenta Nacional, Bogotá, 1931.
79.Calvo, J.A. “Mil quinientos cincuenta casos de anestesia obstétrica por medio del Evipán Sódico intravenoso “. Arch. Clin. Obst. “Eliseo Cantón”, 1:291, 1942.
80.Calvo, J.Á. “El fórceps de Piper“. Heraldo Médico 28: 6, 1942.
81.Calvo, J.A. “Un instrumento útil en obstetricia: el tractor de Bill”. Heraldo Médico, Bogotá, 4:18,1946.
82.Calvo, J.A. “Anestesia obstétrica peridural continua”. Heraldo Médico, 41:7,1943
83.”Ensayos sobre analgesia obstétrica por infiltración lumbar” Tesis de grado, universidad de Antioquía, Medellín, 1941.
84.”Algunas consideraciones sobre analgesia caudal contínua en obstetricia y tocodinamometria”. Tesis de grado, Universidad de Cartagena, 1943
85.”Analgesia caudal continua en la práctica obstétrica”. Tesis de grado, Universidad Nacional, Editorial Kelly, Bogotá, 1944.

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