La Cirugía en la Antigua Grecia y en la Guerra de Troya

FEDERACIÓN MÉDICA COLOMBIANA

Capítulo XVI

José Félix Patiño Restrepo, MD,
FACS (Hon)

Se reconoce que la cirugía nació con la atención de las heridas de guerra y del trauma.

En un reciente simposio publicado en el número de diciembre de 1994 de Tribuna Médica, Gretel Wernher hace referencia a las heridas en la Ilíada en un erudito escrito en que cita todas y cada una de las lesiones que reciben los héroes y los dioses en la llanura de Trova. El presente artículo, con algunas modificaciones, fue publicado como parte de tal simposio (Patiño, 1994b).

El gran poema épico de la humanidad, la Ilíada, relata un corto episodio del legendario sitio por los aqueos, al mando de Agamenón, rey de Micenas y rey de reyes, de la ciudad amurallada del rey Príamo, Trova, ubicada en la costa occidental del Asia Menor, para rescatar a Helena, la más bella entre las mujeres, esposa de Menelao, rey de Esparta y hermano de Agamenón, quien había sido raptada por París, hijo de Príamo.

Relata la leyenda que Hécuba, esposa de Príamo, rey de Trova, tuvo numerosos hijos (se dice que cincuenta!), entre ellos Héctor, el noble héroe de la Ilíada que defiende a Trova y batalla contra su archirival, Aquiles, rey de los Mirmidones, el guerrero principal entre los aqueos.

Cuando llevaba en su seno a París, Hécuba tuvo un sueño en el cual el hijo por venir, París, causaría la destrucción de Troya.

Con el fin de proteger la ciudad, Hécuba resolvió abandonar al recién nacido para que muriera, expuesto al ambiente, en el Monte Ida. Pero éste fue rescatado por unos pastores, quienes lo criaron sin conocer su identidad.

La ilíada, el canto homérico sobre la guerra de Troya, el primer texto conocido en escritura alfabética, representa también el comienzo de la literatura occidental Patiño, 1994a).

Las Enfermedades y las Prácticas Médicas en la Ilíada

Las primeras referencias identificadas sobre las prácticas médicas en Grecia corresponden a los relatos de las heridas de la guerra en los campos de Troya, en la Ilíada, el poema épico probablemente compuesto en la era micénica, pero que Homero estructuró en forma definitiva unos 300 o 400 años más tarde, en el siglo IX o a comienzos del VIII a.C.

Es admirable la precisión anatómica que despliega Homero, y muy importantes los relatos del tratamiento de las lesiones que sufren los guerreros en las llanuras de Troya, algunos de tipo netamente operatorio. Se puede decir que es en el texto homérico donde se encuentra el origen de la cirugía.

Son muy ricas las descripciones de las heridas que aparecen en la Ilíada, las cuales han sido motivo del comprensivo artículo por Gretel Wernher, previamente citado (Wernher, 1994). Otras enfermedades, como la peste y la disentería, tuvieron que ser frecuentes en los diez años del sitio de Trova.

Aunque el poema homérico apenas se refiere al episodio que rodeó la cólera de Aquiles, en el décimo año de la guerra, y que sólo se extiende por unos 50 días, el Canto I describe la peste causada por el dios Febo Apolo, quien “irritado en su corazón, descendió de las cumbres del Olimpo con el arco y el cerrado carcaj en los hombros; las saetas resonaron sobre la espalda del enojado dios, cuando comenzó a moverse. Iba parecido a la noche. Sentóse lejos de las naves, tiró una flecha, v el arco de plata dio un terrible chasquido.

Al principio el dios disparaba contra los mulos y los ágiles perros; mas luego dirigió sus amargas saetas a los hombres y continuamente ardían muchas piras de cadáveres”.

Los Cirujanos en la Guerra de Troya

En la Ilíada aparecen numerosos cirujanos, omnipresentes en el campo de batalla, que también eran guerreros.

Los cantos homéricos relatan en detalle las heridas, cuya recopilación, extraída del texto de la Ilíada, ha sido meticulosamente lograda por Wernher en su estudio original (Wernher, 1894).

También se refiere Homero a los métodos terapéuticos de la época: Remoción de lanzas y flechas, limpieza de las heridas, hemostasia mediante vendas y ciertas sustancias de uso tópico, curaciones y control del dolor con bálsamos y extractos de hierbas. El vino y otros líquidos son utiláados para revivir a los heridos.

Los historiadores de la medicina, como Margotta, consideran que tales prácticas correspondían a la era de la civilización prehelenística de Creta y del Egeo. La civilzación de Creta, o minoica, influyó grandemente sobre Micenas, por lo cual esta época micénica, la de los tiempos de los héroes de la Ilíada, también se conoce como minoica.

Según Margotta, quien cita a Frólich, la Ilíada describe 147 heridas, 96 de ellas por lanza con 80% de mortalidad, 17 por espada, todas fatales, 12 por flechas con 42% de mortalidad y 12 por honda con 66% de mortalidad. La mortalidad global por heridas de guerra en la Ilíada es de 77.6%.

Balas (1994) en cita de Pournaropoulos divide así las 147 heridas de la Ilíada: 31 en la cabeza, 16 en el cuello, 79 en el tronco, 10 en las extremidades superiores y 11 en las extremidades inferiores. La mortalidad fue de 77-78%.

También cita Margotta que Frólich se impresionó con los conocimientos anatómicos de Homero, y que por ello llegó a sugerir que tal vez el eximio aedo fue un cirujano militar.

Laín Entralgo hace un pormenorizado análisis y trae cuadros y estadísticas detallados sobre las lesiones descritas en la Ilíada, también con base en los estudios de Frolich:

  • 10 contusiones, 4 bélicas y 6 fortuitas
  • 37 heridas no mortales, 29 bélicas y 8 fortuitas
  • 128 heridas mortales, 126 bélicas y 2 fortuitas
En cuanto a la etiología, Laín Entralgo presenta el siguiente cuadro:
Causa Contusiones no mortales Heridas mortales Heridas
Puño
Piedra
Lanza
Espada
Flecha
Objeto contundente
Caída
Fortuita
Sin especificar
3
2
1


4



5
17

6
1
4
3
1

5
83
22
12
0
1

5

Macaón, hijo de Asclepio (Esculapio), fue el cirujano y médico principal del ejército aqueo, junto con su hermano Podalirio.

Los hermanos médicos-guerreros, Macaón y Podalirio, venían de Tesalia, en el norte de Grecia.

Macaón peleó con gran coraje, y es herido en batalla, por Alejandro (Paris), según el relato del Canto XI en la Ilíada.

El Canto IV relata la herida de Menelao por una flecha alada, causadora de acerbos dolores. Pero Atenea, la hija de Zeus, que impera en las batallas… desvió la amarga flecha… que atravesó el ajustado cinturón, obra de artífice; se clavó en la magnífica coraza y, rompiendo la chapa que el héroe llevaba para proteger el cuerpo contra las flechas y que le defendió mucho, rasguñó la piel, y al momento brotó de la herida la negra sangre…oh, Menelao, se tiñeron de sangre tus bien formados muslos, las piernas y, más abajo, los hermosos tobillos.

Estremecióse el rey de hombres Agamenón al ver la negra sangre que manaba de la herida. Estremecióse así mismo Menelao, caro a Ares; mas como advirtiera que quedaban fuera el nervio y las plumas, recobró el ánimo en su pecho.”

Agamenón habla: “Un médico reconocerá la herida y le aplicará drogas que calmen los terribles dolores. Taltibio! Llama pronto a Macaón, hijo del insigne médico Asclepio, para que renazca al aguerrido Menelao, hijo de Atreo, a quien ha flechado un hábil arquero troyano o licio…

Macaón arrancó la flecha del ajustado cíngulo; pero, al tirar de ella, rompiéronse las plumas, y entonces desató el vistoso cinturón y quitó la faja que habían hecho obreros broncistas. Tan pronto como vio la herida causada por la cruel saeta, chupó la sangre y aplicó con pericia drogas calmantes que a su padre había dado Quirón en prueba de amistad.”

El Canto XI, la principalía de Agamenón, refiere a la tercera batalla de la Ilíada, batalla que durará hasta el Canto XII.

La batalla está por comenzar, al despuntar el alba: “La Aurora se levantaba del lecho, dejando al bello Titón, para llevar la luz a los dioses y los hombres… El Atrida (Agamenón) alzó la voz mandando que los argivos se apercibiesen, y él mismo vistió la armadura de luciente bronce…y asió dos fornidas lanzas de aguzada broncínea punta, cuyo brillo llegaba hasta el cielo. Y Atenea y Hera, tronaron en las alturas para honrar al rey de Micenas, rica en oro…

Los teucros pusiéronse también en orden de batalla en una eminencia de la llanura, alrededor del gran Héctor…, siempre dando órdenes y brillando como el relámpago del padre Zeus, que lleva la égida”.

La furiosa batalla se desarrolla durante la mañana “…cerca de la orilla de Escamandro; allí las cabezas caían alrededor del gran Néstor y del bizarro Idomeneo.

Entre todos revolvíase Héctor, que, haciendo arduas proezas con su lanza y su habilidad ecuestres, destruía falanges de jóvenes guerreros”. Y el cirujano Macaón es herido: “…Y los aqueos no retrclcedieron aún si Alejandro, esposo de Helena, la de hermosa cabellera, no hubiese puesto fuera de combate a Macaón, mientras descollaba en la pelea, hiriéndole en Ia espalda derecha con trifurcada saeta.

Los aqueos, aunque respiraban valor, temieron que la lucha se inclinase, y aquel fuera muerto. Y al punto habló Idomeneo al divino Néstor: ¡Oh Néstor Nelida, gloria insigne de los aqueos! Ea, sube al carro, póngase Macaón junto a ti, y dirige presto a las naves los solípedos corceles.

Pues un médico vale por muchos hombres, por su pericia en arrancar flechas y aplicar drogas calmantes.’ …Subió al carro, v tan pronto como Macaón, hijo del eximio médico Esculapio, le hubo seguido, picó con el látigo a los caballos y éstos volaron de su grado hacia las cóncavas naves…”

En el Canto Xl también se describe como Alejandro (Paris), “disparando el arco contra Eurípilo, logró herirlo en el muslo derecho: La caña de la saeta se rompió, quedó colgando y apegaba el muslo del guerrero.” … “Siguieron, pues, combatiendo con el ardor de encendido fuego, y, entre tanto, las yeguas de Neleo, cubiertas de sudor, sacaban del combate a Néstor y a Macaón, pastor de pueblos.

Reconoció al último el divino Aquileo, el de los pies ligeros, que desde la popa de la ingente nave contemplaba la gran derrota y deplorable fuga, y en seguida llamó, desde la nave, a Patrodo, su compañero…

Pero ve Patroclo, caro a Zeus, y pregunta a Néstor quien es el herido que saca del combate. Por la espalda tiene gran semejanza con Macaón el Asclepíada, pero no le vi el rostro…” (Lea También: Responsabilidad Civil del Médico de Urgencias)

Eurípilo clama a Patroclo que lo salve:

“Sálvame, llevándome a la negra nave, arrancándome la flecha del muslo, lava con agua tibia la negra sangre que fluye de la herida y ponme en ella drogas calmantes salutíferas que, según dicen, te dio a conocer Aquileo, instruido por Quirón, el más justo de los centauros.

Pues de los dos médicos, Podalirio y Macaón, el uno creo que está herido en su tienda, y a su vez necesita de un buen médico, y el otro sostiene vivo combate en la llanura troyana. ” Responde Patroclo: “¿Cómo acabará esto? ¿Qué haremos héroe Eurípilo?… no te dejaré así, abrumado por el dolor. Dijo, y, cogiendo al pastor de hombres por el pecho, llevólo a la tienda. El escudero, al verlos venir, extendió en el suelo pieles de buey.

Patroclo recostó en ellas a Eurípilo y sacó del muslo, con la daga, la aguda y acerba flecha, y, después de lavar con agua tibia la negra sangre, espolvoreó la herida con una raíz amarga y calmante que previamente había desmenuzado con la mano. La raíz le calmó todos los dolores, secóse la herida y la sangre dejó de correr”.

La siguiente es la versión de López Eire:

Así dijo, y, tomándolo debajo de su pecho, a su tienda iba llevando al pastor de gentes; y, al verle, un escudero por el suelo tendió pieles bovinas.

Y sobre ellas habiéndole extendido, de su muslo extraía, con la espada haciendo una incisión, el dardo agudo, punzante en extremo, y con agua templada iba lavando la negra sangre que de él brotaba, y habiendo triturado entre sus manos una amarga raíz, se la aplicó, del dolor matadora, que le detuvo todos los dolores, y la herida secándosele iba, y dejóle la sangre de manar.

Esta es una descripción de un claro acto quirúrgico practicado por Patroclo sobre Eurípilo, en el cual hay extracción de una flecha, limpieza de la herida, hemostasia y analgesia. Y con estas estrofas termina el Canto XI.

Macaón, el cirujano, herido por Paris (Alejandro), se recupera de su herida gracias a los cuidados de Néstor, pero, según otros relatos de la guerra de Trova, es muerto más tarde cerca de la muralla de la ciudad de Príamo.

Otros escritos sobre la epopeva, como el de Quinto de Esmirna, (Quintus Smyrneus) indican que Macaón más tarde muere a manos de Eurípilo (un guerrero sobrino de Príamo, del linaje de Zeus, que se incorpora a las huestes troyanas luego de la muerte de Héctor y que no debe ser confundido con el héroe aqueo), a quien Macaón ataca y hiere con su lanza luego de que Eurípilo diera muerte al bello pero débil Nireo.

Pero éste, dotado de poder herculáneo, hiere a Macaón en la cadera y luego le atraviesa el tórax con la lanza, enviándolo al Hades. Al día siguiente, mientras unos griegos van tras Eurípilo para vengar los destrozos que infligía en sus filas, otros permanecen cerca de las naves para dar sepultura a los cuerpos de Nireo y del cirujano Macaón. Lloran lo aqueos la muerte de su héroes, y construyen un montículo sobre sus tumbas.

Tumbado sobre la tierra, al lado de la tumba de Macaón, su hermano, el médico Podalirio, gemía con profundo dolor, rehusaba alimentarse y hablaba de suicidio. En ocasiones empuñaba su espada con ánimo de venganza, en otras buscaba un veneno mortal. Néstor, el sabio anciano, quien había perdido a su propio hijo en la contienda, lo consuela y logra separarlo de la tumba para llevarlo de regreso a su nave.

Podalirio ejerce sus funciones de médico de los griegos, curando sus heridas y finalmente, según el relato de Quinto, es uno de los que ingresa al interior del fatídico caballo de madera. Quinto hace la enumeración de los guerreros encerrados en el caballo. Primero entraron Neoptolemos, hijo de Aquiles, Menelao, Odiseo, Esteneleo y Diomedes. Y con esta última mención de Podalirio, no volvamos a saber del destino del segundo médico de los griegos.

Macaón tuvo una tumba de héroe en la ciudad de Geronia, en Mesenia, donde se le rendía culto.

Podalirio, según Quintus Smyrneus, en cita de Phillips, exprimía las heridas, las suturaba y les esparcía remedios que su padre Asclepio había colocado en sus manos.

Tal descripción muestra a Podalirio como un hábil cirujano, al igual que su hermano Macaón. Sin embargo, Podalirio ha pasado a la historia más como un experto en medicina interna, en contraste con la imagen quirúrgico de Macaón.

También cita Phillips un pasaje del Saqueo de Troya por Arctinus: “Porque su padre dióles, a ambos, honores, pero hizo a uno de mayor renombre que el otro. A uno dióle ágiles manos y el poder de extraer misiles de las heridas y de cortarlos, y de curar todas las heridas; al otro el poder de reconocer en el interior de su corazón todas las cosas invisibles y de curar lo que no sería curable”. Estas líneas de Arctinus ya establecen la diferencia entre la medicina interna y la cirugía.

Quirón también enseñó las artes médicas a Aquiles, quien a su vez las transmitió a su íntimo amigo Patroclo. Tanto Aquiles como Patroclo se desempeñan como médicos en el curso de las batallas.

Quirón, el centauro, el fundador de la cirugía griega, pasa a la leyenda mítica como una figura sobresaliente. A su muerte ascendió a los cielos y tomó lugar en la constelación de Sagitario.

No se sabe con certeza si Asdepio realmente existió, y si fue un médico deificado luego de su muerte. Generalmente se lo conoce como el hijo de Apolo y Arsinoe.

La leyenda de Asdepio es narrada por Hesíodo y cantada por Píndaro.

Fue un gran médico, que podía resucitar muertos: ante las quejas de Plutón, rey de los infiernos, porque había resucitado a un hombre y, por consiguiente, era un alma menos que llegaba a sus dominios, Zeus (Júpiter), iracundo, lo mató con un rayo, pero luego lo llevó al Olimpo a residir con los dioses.

El hombre resucitado por Asclepio era Orión, el más apuesto de la tierra, hijo de Poseidón, quien sucumbió al atravesarle el cráneo Artemisa con una flecha, equivocándolo con Candaón, seductor de una de sus sacerdotisas.

Artemisa imploró a Asclepio que lo reviviera, y su logro fue la causa de la ira de Zeus. En venganza por la muerte de su hijo Asclepio, Apolo mató a los cíclopes. Más tarde, Asclepio regresó a la tierra como héroe entre los mortales.

Fueron numerosos los hijos de Asclepío. Entre ellos se cuentan Panacea, quien poseía la cura para todas las enfermedades y dolencias; Higea, la diosa de la salud pública, quien cuidaba las serpientes del templo; Telésforo, a quien siempre se lo representa como niño, atendía a los convalecientes; Podalirio, cirujano y psiquiatra militar en la guerra de Troya, quien diagnosticó enfermedad mental en el héroe Ayax (Ayante); y Macaón, el primero de los cirujanos de la Ilíada, y el más grande cirujano de Grecia, también guerrero, quien según otros relatos, no muere como consecuencias de las heridas que le inflige Alejandro (Paris) con una flecha de triple punta, sino en otra batalla, a manos de la reina de las amazonas, Pentesilea, quien había acudido en ayuda de los troyanos. Otro autor cuenta la muerte a manos del sobrino de Príamo, como ya se ha visto atrás.

Los estudiosos de Homero se sorprenden ante la abundancia de cirujanos que aparecen en la Ilíada. Su presencia alrededor de los guerreros se da por descontada, y ellos están siempre listos para atenderlos. Está combinación de guerreros-cirujanos, como lo fueron los hijos de Asclepio, Macaón y Podalirio, abunda en los poemas épicos.

Homero también cita a Quirón, el centauro, quien enseñó a Asclepio el arte de curar con hierbas medicinales. El mismo Aquiles fue pupilo de Quirón, y el héroe transmite sus conocimientos medicinales a su amigo Patroclo, como se aparece en el Canto XI, cuando Eurípilo, herido, suplica a Patroclo que lo salve.

Hay una pintura por Sosias en una vasija que data del siglo V.a.C. (actualmente en el Museo de Berlín), donde se ve a Aquiles curando una herida de su amigo Patroclo, y el mismo Patroclo lo ayuda a colocar el vendaje.

Sin embargo, la identidad de Patroclo en esta pintura ha sido cuestionada, pues lo muestra con un carcaj de flechas, y Patroclo realmente luchaba con lanza.

Y no parece corresponder a la herida de Eurípilo, quien tampoco era flechador. Se ha especulado si más bien la pintura corresponde a un episodio anterior a los de la Ilíada, perteneciente al otro gran poema de la Grecia Arcaica, la Cipríada, donde Telefos hiere a Patroclo y es curado, siguiendo el consejo del dios Apolo, por Aquiles. Según Kerényi, la pintura sería un monumento a Patroclo, herido por Telefos.

Las descripciones de actos médicos en la Ilíada llevan a la conclusión de que la medicina en la época no era de tipo mágico -a pesar de las frecuentes invocaciones a los dioses para que sanaran a los heridos- sino practicada por hombres que se dedicaban a ella, especialmente los cirujanos militares, y que cobraban honorarios por sus servicios. Es decir, que eran profesionales de la medicina.

Las Heridas de los Dioses

El Canto V de la Ilíada relata las heridas de los dioses, por lo cual éste ha sido denominado “el canto de los dioses heridos” : Primero Afrodita recibe una herida en la mano infligida por Diomedes, con la afilada pica de Tideo: “…calando la afilada pica, rasguñó la tierna mano de la diosa:

La punta atravesó el peplo divino, obra de las mismas Gracias, y rompió la piel de la palma. Brotó la sangre divina, o, por mejor decir, el icor; que tal es lo que tienen los bienaventurados dioses, pues no comen pan ni beben el negro, y por esto carecen de sangre y son llamados inmortales”.

Adolorida, la diosa, hija de Zeus, pide a su hermano Ares el carro de veloces corceles de áureas bridas para volver al Olimpo, mansión de los inmortales, a curar su sangrante herida.

La diosa Afrodita se refugió en el regazo de su madre Dione, la cual recibiéndola en los brazos y halagándola con la mano, la consuela y pasa a relatarle como “muchos de los que habitamos olímpicos palacios hemos tenido que tolerar ofensas de los hombres, a quienes excitamos para causarnos, unos dioses a otros, horribles males…” Y Dione procede a curar a su hija: “…y con ambas manos restañó el icor; la mano se curó y los acerbos dolores se calmaron”.

Al final del Canto y se relata como Ares (Marte), que deseaba acabar con Diomedes, le arroja la broncínea lanza, pero Palas Atenea (Minerva) la desvía, salvando al guerrero. Este ataca al dios, y Atenea apunta la broncínea lanza a la ijada divina, y “donde el cinturón le ceñía, hirióle, desgarró el hermoso cutis y retiró el arma.

El broncíneo Ares clamó como gritarían nueve o diez mil hombres que en la guerra llegaran a las manos; y temblaron, amedrentados, aqueos y teucros. Tan fuerte bramó Ares, insaciable de combate!”

Zeus ordena a Peón que cure al dios herido, por quien Zeus sentía disgusto, “pero no permitiré que los dolores te atormenten, porque eres de mi linaje y para mí te parió tu madre… Dijo y mandó a Peón que lo curara. Este le sanó, aplicándole drogas calmantes; que nada mortal en él había.”

¿Quién es este médico que cura las divinidades en el Olimpo? Se pregunta Kerényi, en su bella monografía “Asklepíos”, ¿si se trata de la personificación del arte de curar, ascendida a los cielos? En todo caso no parece tener las funciones de los médicos terrenos; tal función pertenece, según Homero, al centauro Quirón, y éste como el resto de los médicos, es mortal. Peón, superior a Quirón y a Asclepio en el arte de curar, es inmortal.

En una versión de la Odisea Peón es relacionado con Apolo, y los egipcios, habitantes de un país casi mitológico, venados en el arte de curar, son sus descendientes. La versión que identifica a Peón con Apolo no perdura, y Peón se mantiene como el dios del arte de curar, con estatura superior a la de Asclepio.

Significado de la Antigua Medicina Griega

La historia del pensamiento médico griego y de la práctica de la medicina es pilar fundamental de la historia de la ciencia universal.

Como lo afirma Phillips en su excelente obra sobre la medicina griega, en el marco de las grandes empresas intelectuales de los antiguos griegos la medicina es apenas segunda en importancia a las matemáticas, y los escritos hipocráticos que presentan toda la teoría médica griega- se correlacionan con la filosofía naturalista jónica, la cual, aunque criticada, provee muchas de sus suposiciones.

Su contexto también allega elementos de la biología aristotélica. Según Celso, el enciclopedista romano, Hipócrates fue el primero en diferenciar la medicina de la filosofía. Pero en general el Corpus Hippocraticum no es sino una recopilación de escritos que ilustran una gran variedad de tradiciones médicas.

En su reciente artículo para el Boletín del Colegio Americano de Cirujanos sobre la antigua medicina helénica, Balas (1994), hace un buen resumen de los aspectos quirúrgicos de la obra hipocrática.

En la publicación se reproduce dos veces la cerámica por Sosias (c. 500 a.C.) en la cual, supuestamente, aparece Aquiles curando a su amigo Patroclo. Esta imagen ha sido adoptada como logotipo por la Arnerican Association for the Surgerv of Trauma.

En cuanto a la anatomía y la fisiología, los mayores progresos fueron logrados por los médicos y cirujanos que trabajaban y en señaban en el Museo y la Biblioteca de Alejandría, principalmente Herófilo de Calcedonia y Erasístrato de Ceos, quienes vivieron en el siglo IV a.C. Galeno, en el siglo II d.C., representa el último empeño para racionalizar el conocimiento contenido en la antigua medicina griega.

El desarrollo de la medicina griega de la antigüedad representa un continuado esfuerzo por comprender la estructura del cuerpo, su funcionamiento y las causas y mecanismos de la enfermedad.

Esta medicina racional y científica griega, aunque coincidente y contemporánea con la medicina religiosa de los templos de Asclepio, no le fue antagónica ni competidora. Aunque los médicos de las escuelas de Cos y de Cnido eran llamados asclepíades, no rivalizaban con los curanderos de los templos de Asclepio que buscaban las curas mediante sueños y la fe, métodos éstos muy alejados de la medicina científica.

Como lo afirma Phillips, los griegos fueron los creadores de la ciencia médica, pero sus logros no siempre se ajustaron al método científico, por lo menos a como éste se entiende en la actualidad.

Porque en la época no se distinguía, como es lo habitual hoy, entre la filosofía y la ciencia -influida la medicina- los médicos griegos consideraron que era posible descubrir más por medio de la reflexión intelectual que a través de la observación directa.

Por ello la medicina griega estaba plagada de empirismo, y sus conclusiones eran, en mucho, coincidentes con las de la filosofía naturalista presocrática.

El tratamiento de las heridas en la antigua medicina griega era, en general, la aplicación de creencias y de prácticas folklóricas perpetuadas a través del tiempo, cuyos orígenes se remontan a los tiempos babilonios y egipcios.

Los babilonios tuvieron buenos instrumentos quirúrgicos, como escalpelos, sierras y trefinas. Los egipcios tuvieron una medicina en la que se destacaron los conocimientos en farmacología y las habilidades quirúrgicas y en ginecología.

Eurífono fue el médico más conocido de la escuela de Cnido; sostenía que las enfermedades se deben a nutrimentos no excretados, los cuales se acumulan y ascienden hasta las regiones supeñores alrededor de la cabeza.

Según el texto galénico, Menón, discípulo de Aristóteles, le atribuye la autoría de las Opiniones Cnidianas, y sostiene que es el verdadero autor de ciertos escritos atribuidos a Hipócrates. Afirma también que fue experto en anatomía y que escribió extensamente sobre remedios, especialmente sobre la leche humana en el tratamiento de los enfermos de consunción.

Hipócrates de Cos

El Corpus Hippocraticum es la colección de escritos médicos que se atribuyen a Hipócrates y que fue estructurada en la Biblioteca de Alejandría en los siglos III- II a.C.

Fabius Calvinius produjo la primera edición impresa del Corpus en 1525, pero sólo hasta 1861 apareció su texto en lengua vernácula, con la edición francesa en lo volúmenes por Emile Littre. La magnífica edición de la Svdenham Society de Londres, titulada The Genuine Works of Hippocrates, en traducción del griego al inglés por Francis Adams, en dos volúmenes, apareció en 1849, con un erudito “discurso preliminar” por el traductor. Esta admirable obra ha sido editada en forma facsimilar por “The Classics of Surgery Library” (Birmingham, Alabama, 1985).

El Corpus contiene abundante material sobre cirugía. La cirugía hipocrática se refiere a las úlceras y las heridas, a las fracturas y dislocaciones, al drenaje del empiema del tórax y a la ginecología. El tratamiento de las fracturas y su inmovilización, que es discutido in extenso, es de glan exactitud, aún por estándares modernos. El trauma craneano es tratado con trepanaciones.

Galeno de Pérgamo

El famoso médico y anatomista nació en Pérgamo, en la península de Anatolia, en el año 129 d.C. y murió en el 199 d.C. Ejerció en Roma, donde fue prestigioso cirujano de los gladiadores. Amigo del emperador Marco Aurelio, tuvo el favor de los romanos a pesar del desprestigio de los médicos griegos, que Cavo Plinio Segundo relata en su Historia Natural aparecido.

Néstor González, ha hecho un erudito análisis de Galeno como cirujano. Con Galeno termina la gloria de la medicina griega y se inicia un oscurantismo que continúa con la decadencia del Imperio Romano y persiste a través de la Edad Media, hasta el Renacimiento.

Bibliografía

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