Diabetes en Colombia, Epílogo

Dr. Alfredo Jácome Roca

Recuento histórico y bibliográfico de la Diabetes en Colombia

Algunas conclusiones habrán de salir de este manuscrito que he llamado “Recuento histórico y bibliográfico de la Diabetes en Colombia”. Una, la más importante, que la diabetes es una patología de dominio del público. Los medios masivos de comunicación han hecho eco al clamor de investigadores y médicos e igual lo está haciendo nuestro Congreso. Se han hecho esfuerzos porque el diabético pueda, primero que todo, saber si lo es (diagnóstico), y luego, que conozca su enfermedad, y con ayuda de sus proveedores de salud adquiera los hábitos, los implementos y los medicamentos para controlarla y evitar o retardar las complicaciones.

Esto es ya un buen bagaje para enfrentar el inmenso reto de salud pública en nuestro país – y en el mundo – con la explosión de casos de diabetes, de connotaciones epidemiológicas, que viene trayendo la urbanización, el sedentarismo, la cultura de la comida rápida, la expectativa de vida más larga.

(Lea También: Diabetes en Colombia, Bibliografía)

En cuanto a la investigación en diabetes algunos nombres sobresalen, como el Mario Sánchez Medina, Bernardo Reyes Leal y más recientemente, Pablo Aschner y william Kattah, entre otros.

Particularmente Sánchez Medina, quien se interesó en conocer qué pasaba en la diabetes, en la microangiopatía, en el maremagno inmunológico del transporte, en los parámetros metabólicos afectados por la altura, en la epidemiología, algo más tímidamente, en la coexistencia entre alergia y diabetes; siempre con la colaboración de Jaime Cortázar, con su otrora capacidad de análisis y mente lúcida, aunque será recordado más por la definitiva implantación de los radioisótopos en Colombia.

Bernardo Reyes estudió la fisiología de la secreción insulínica, la acción del potasio, los efectos de la dieta. Se formaron grupos de trabajo, se hizo escuela – en algunos casos polémica quizás – y se hicieron extraordinarios esfuerzos por educar en diabetes; y se logró figuración internacional. Aschner y su grupo hicieron importantes aportes en epidemiología, lo que permitió continuar una labor que logró que los especialistas colombianos fueran muy respetados en el entorno regional, y la ACD llegara a ser una institución de referencia.

Algunos endocrinólogos tuvimos otros intereses, o fuimos fundamentalmente clínicos. Nuestra gloria estuvo – mientras nos dejaron- en sacar a los diabéticos de los umbrales de la muerte, cuando la cetoasidosis severa hacía su aparición, en la lucha diaria para mantener al diabético compensado y educado, en dominar la literatura, que se volvía indomable, en revisar, participar, educar y hablar, lo que también es muy importante.

Los tiempos presentes favorecen la investigación en genética de la diabetes, lo que han hecho grupos como los genetistas antioqueños o los de la “Expedición Humana” y del Instituto de Genética de la Javeriana.

También la investigación epidemiológica, como lo han logrado Pablo Aschner, William Kattah, Iván Darío Escobar y otros, que hicieron entre otras cosas el estudio de Choachí, lideraron la elaboración de las guías ALAD, organizaron la Federación Colombiana y estupendos congresos sobre el tema. Se continuará liderando la problemática de la diabetes desde la Asociación Latinoamericana – que ya había tenido a Sánchez Medina como co-fundador y expresidente – y desde la Federación.

En cuanto a instituciones y grupos de diabéticos, existen varios en el país pero sobresale sin duda la albor de la asociación Colombiana de Diabetes. Parece milagroso que haya cumplido 50 años de ininterrumpida labor, que pudiera sobrevivir impresionantes remezones – sobre todo de carácter económico- y que se prepare para afrontar los retos venideros, no menos calamitosis.

Como sobreaguar en un sistema orientado hacia el aseguramiento, donde este es el sector que decide, es el gran reto del tercer milenio. Y continuar por la senda de la educación, de la mano de la Federación internacional de Diabetes y de su homóloga colombiana, con el Día, con la Feria, con la ayuda de la industria – la otra gran interesada – y del gobierno, aunque cada vez menos, pues viene delegando todo.

Quiero rendir homenaje a quienes – unos menos, otros más – hicieron posible la aparición de este libro. Decenas de nombres figuran en el recuento bibliográfico, que muestran que sí se ha insistido en la investigación en Colombia y que hemos acumulado una gran experiencia.

Lo único que lamentamos es que los esfuerzos carecen de continuidad, porque el respaldo es poco, y la lucha por la vida – que sigue su curso – nos lleva por otros caminos. Pero siempre estará en el consultorio el héroe desconocido, el médico que apoyado por otros profesionales de la salud, insiste en ayudar y mantener compensado a su paciente, que es al fin y al cabo, la razón de ser de todo este esfuerzo.

Bienvenidos todos los que – como reza la dedicatoria de Arturo Orrego en su libro – “se dedican desinteresadamente a la enseñanza y educación de los diabéticos… y todos los estudiosos e investigadores colombianos de la diabetes Mellitus”.

Finalmente agradezco la colaboración del propio Sánchez Medin, de Aschner Montoya y de Jorge Guerrero, quienes leyeron e hicieron sugerencias al manuscrito. Guerrero fue además el de la idea de que este recuento histórico – así tenga sus falacias – fuera escrito.

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