El huevo, un aliado nutritivo en la lucha contra la disminución de la masa muscular y la sarcopenia
RESUMEN
La sarcopenia es la pérdida progresiva de la calidad y la masa del músculo esquelético, lo cual se puede asociar con la edad o con las enfermedades que impactan el músculo de manera aguda o crónica, lo que afecta la calidad de vida. Su prevalencia puede llegar hasta un 30% en los adultos mayores y hasta 76% en aquellos con una enfermedad aguda o enfermedades crónicas no transmisibles, como cardiovasculares, diabetes, respiratorias o demencia. El déficit de proteínas, debido a la incapacidad de síntesis y la ingesta inadecuada, son los factores que contribuyen a la sarcopenia.
El huevo es una fuente de proteínas de alta calidad y aminoácidos, así como otros micronutrientes, como vitamina D y omega 3. Está ampliamente disponible, es de fácil producción, económico y puede constituir una estrategia nutricional para el manejo y la prevención de la sarcopenia.
En esta revisión hablaremos acerca de la disminución de la masa muscular y la sarcopenia, además de las bondades nutricionales del huevo en este contexto.
¿Qué es el músculo y porque es un órgano endocrino?
El músculo esquelético representa el órgano más extenso del cuerpo y cerca del 40% de la masa corporal total, contiene 50%-75% de toda la proteína corporal. Sus funciones clásicas se relacionan con el movimiento, la postura y la respiración; sin embargo, su papel no solo se asocia con la locomoción, también tiene como función liberar péptidos y citocinas, llamadas miosinas, que permiten la interacción con otros tejidos, como el hueso, el tejido adiposo, el hígado y el cerebro (FIGURA 1) (1) .
En los adultos mayores es frecuente enfrentarse a una reducción significativa de la masa muscular y su consecuente riesgo de pérdida de las funciones, no solo locomotoras, sino endocrinas y metabólicas, lo cual aumenta el impacto negativo en la calidad de vida de los adultos mayores y desenlaces adversos, como caídas, fracturas, discapacidad, pérdida de independencia, riesgo cerebrocardiovascular y mortalidad (2).
FIGURA 1. Efectos de las miosinas sobre el músculo esquelético y otros órganos. Adaptada de: Pedersen BK, et al. Physiol Rev. 2008;88(4):1379-406 (3).
IL-6 |
↑ consumo de glucosa, IL-6 |
Promueve la función endotelial y la revascularización |
↑ lipolisis |
↑ mantenimiento y formación ósea |
IL-6 |
BDNF:
Factor neurotrófico derivado del cerebro; FGF-2: factor de crecimiento de fibroblastos tipo 2; FSTL-1: proteína relacionada con folistatina tipo 1; GLP-1: péptido similar al glucagón tipo 1; IGF-1: factor de crecimiento similar a la insulina tipo 1; IL-6: interleucina 6; LIF: factor inhibidor de leucemia.
La liberación al torrente sanguíneo de la interleucina 6 (IL-6), históricamente catalogada como una citocina proinflamatoria, por parte del músculo, se asoció inicialmente con daño muscular por ejercicio; sin embargo, se identificó que no se relacionaba con esto y sí con un músculo en contracción, es decir, un músculo activo y saludable, luego se demostró esto como un factor protector para condiciones metabólicas de riesgo, como la resistencia periférica a la insulina y la aparición de diabetes mellitus tipo 2 (DMT-2) (4, 5).
Con el fortalecimiento de las técnicas que han permitido identificar el secretoma muscular, se han logrado identificar múltiples miosinas, como IL-15, IL-7, irisina y el factor inhibitorio de leucemia (LIF), que se producen durante el ejercicio, lo que estimula la síntesis proteica y la hipertrofia muscular. Algunas de estas se han involucrado también con la sensibilidad del músculo a la insulina y el metabolismo de los lípidos.
Algunos procesos inhibitorios de su liberación incluyen el consumo de glucosa durante la actividad física, distinto a lo reportado con el consumo de la proteína de alto valor biológico, como el huevo; además, su comunicación con otros órganos sensibles a la insulina, como el hígado, tiene un efecto sobre la oxidación de los ácidos grasos libres y la lipolisis en los adipocitos, sumado a su efecto sobre el aumento del péptido y similar al glucagón tipo 1 y sus mecanismos sobre el páncreas, lo que favorece la homeostasis de la glucosa.
Por otro lado, algunas, como la irisina, han generado atención por sus efectos sobre la formación ósea y la transición de grasa blanca a marrón, lo que favorece los fenómenos termogénicos y metabólicos positivos de este tipo de grasa en el cuerpo (3, 6).
La evidencia científica actual
Ha demostrado que el músculo no solo se encarga de las funciones que clásicamente se le han atribuido, como la fuerza para movilizar estructuras esqueléticas o sus implicaciones hemodinámicas en la eyección cardíaca y el endotelio, también se ha relacionado con el equilibrio metabólico y antiinflamatorio por las diferentes miosinas que este produce y libera en la medida que las fibras musculares se contraen y están en constante movimiento, lo que favorece una comunicación celular paracrina, autocrina o con tejidos a distancia, lo cual le ha permitido catalogarse como un órgano endocrino (7).
Preservar el músculo esquelético saludable representa un aspecto fundamental para una calidad de vida adecuada, por tanto, enfocar los esfuerzos nutricionales de alimentos con alto valor biológico que garanticen un aporte de aminoácidos esenciales y no esenciales adecuado es vital, el huevo es uno de ellos (6, 7).
¿Qué es la disminución de la masa muscular y cómo lleva la Sarcopenia?
La reducción de la masa muscular es parte de los cambios vistos en el envejecimiento; sin embargo, el exceso de la pérdida y de la función muscular puede llevar a riesgo y a sarcopenia. Esta última hace referencia a la disminución clínica de la fuerza muscular, el rendimiento físico y la masa musculoesquelética.
Este proceso es progresivo después de los 50 años, con una velocidad de pérdida de entre 1%-2% anual (0,5 lb), sumado a una ganancia de tejido graso (1 lb). Se ha asociado principalmente con atrofia, pérdida de las fibras musculares y motoneuronas tipo II; sin embargo, esto puede acompañarse y favorecerse por hábitos nutricionales inadecuados y un déficit de consumo de proteínas de alta calidad (2, 7-9).
La definición técnica de la sarcopenia, por parte del Grupo de Trabajo Europeo sobre Sarcopenia en Personas Mayores (EWGSOP2), de 2018, implica cumplir ciertos criterios.
El primero hace referencia a pruebas estandarizadas para medir la disminución de la fuerza, como la prueba de agarre con dinamómetro o una prueba de soporte en silla: cumplir con este criterio categoriza al paciente en riesgo de sarcopenia.
El segundo criterio considera la medición de la masa musculoesquelética con técnicas que objetivan ese dato, como las imágenes o la impedanciometría de composición corporal; cumplir estos dos criterios categoriza el paciente en sarcopenia. Por último, el tercer criterio que categoriza el paciente en sarcopenia severa es una prueba que confirme el bajo rendimiento físico, como una prueba de caminata en 4 metros, algunos cuestionarios, como el SARC-F, permiten hacer un tamizaje de riesgo de sarcopenia y son de utilidad en la atención primaria (2, 10).
La sarcopenia pueden tener un origen primario, el cual se relaciona con cambios hormonales excesivos del envejecimiento, igual que sucede en la osteoporosis primaria (posmenopáusica); sin embargo, también se puede asociar con condiciones secundarias o distintas al envejecimiento, como enfermedades que estimulan la inflamación, como el cáncer, la inactividad física (debido a un estilo de vida sedentario, la discapacidad o la inmovilidad relacionada con una enfermedad) y la ingesta inadecuada de proteínas (debido a anorexia, malabsorción, desnutrición o capacidad limitada para comer); puede tener un progreso agudo (menor de 6 meses) o crónico (TABLA 1) (10).
TABLA 1. Factores de riesgo para la sarcopenia
Cambios hormonales relacionados con la edad (primaria) |
Reducción de la actividad muscular debido a:
|
Inflamación crónica y trastornos metabólicos, como:
|
Ingesta inadecuada de energía o proteínas debido a malabsorción, trastornos gastrointestinales o uso de fármacos anorexígenos |
Trastornos por consumo de alcohol o tabaco |
Tabla elaborada por el autor.
Se estima que hasta 29% de la población adulta mayor independiente y hasta un 33% de aquellos dependientes o con cuidados especiales, padece de sarcopenia (9, 11).
NUTRICIÓN,
ACTIVIDAD FÍSICA
Y SARCOPENIA
La fisiopatología de la sarcopenia es compleja. Una de las mayores causas del deterioro con la edad de la fuerza y la masa muscular son las alteraciones endocrinas, la inflamación, la regeneración y la síntesis proteica; por tanto, llegar a un diagnóstico oportuno es fundamental para poder realizar intervenciones adecuadas y de impacto que estén enfocadas principalmente en la nutrición con proteínas de alto valor biológico y, por supuesto, la ganancia muscular con el ejercicio (7, 8).
Los cambios del envejecimiento pueden favorecer conductas nutricionales inapropiadas, que aumentan la incidencia de la sarcopenia y la obesidad, como ciertos macronutrientes que, en exceso, favorecen la ganancia de peso y la pérdida de músculo, como la abundancia de carbohidratos y de grasas, y el bajo aporte de proteínas y aminoácidos esenciales (7).
Por otro lado, la anorexia del anciano disminuye el aporte energético, ya disminuido por la reducción del gasto, lo que lleva a una disminución de la masa muscular esquelética, pérdida de peso y descenso en la fuerza y la funcionalidad (7). La masa muscular esquelética se regula por el equilibrio dinámico entre la síntesis y la descomposición de las proteínas; el metabolismo óptimo de las proteínas musculares depende, en gran medida, de una ingesta adecuada de proteínas y aminoácidos derivados de la nutrición (12).
Recomendaciones para mayores de 18 años
La recomendación nutricional del aporte de proteína para personas sanas mayores de 18 años, incluidos los adultos menores de 65 años, es de 1-1,2 g/kg/día, de 1,2 g/kg/día para personas más activas, entre 1,2 y 1,5 g/kg/día para personas con patologías crónicas o agudas, finalmente, los adultos mayores con patologías avanzadas o con desnutrición evidente pueden requerir hasta 2,0 g/kg/día (13, 14). Sin embargo, algunos estudios han demostrado que 10% de los adultos mayores que vive de manera independiente y 35% de los que son dependientes, tiene una ingesta subóptima de proteína (0,7 g/kg/día).
Los aminoácidos esenciales ramificados son los bloques de construcción de las proteínas musculares y estos se deben suministrar a través de la dieta, en especial, la leucina (2,5-2,8 g por porción), la isoleucina y la valina, lo que activa, principalmente, las vías mTOR e inhiben el proteasoma. Las principales fuentes nutricionales de estos son de origen animal, incluido el huevo (11, 15, 16).
Por otro lado, la ingesta de grandes cantidades de proteína en una sola comida puede acarrear intolerancia y pobre adherencia; por tanto, se recomienda dividirlo 3 veces al día en porciones de 25-30 g. de forma controversial, muchos adultos consumen cerca del 80% del aporte de proteínas diarias totales solo con el almuerzo, lo cual genera grandes dificultades en las recomendaciones nutricionales. Alimentos de uso gastronómico versátil, como el huevo, pueden ser útiles contra esto (16, 17).
Por último, la actividad física tiene un papel claramente definido en la activación de la liberación de las miosinas, por la contracción muscular que previamente describimos, sumado a los beneficios en la reducción de la aparición de las enfermedades metabólicas, el riesgo cardiovascular, la osteoporosis, la demencia y las neoplasias (15).
FIGURA 2. Comparativo entre el aporte nutricional de una porción de 100 g de huevo frente a las necesidades nutricionales de un adulto con riesgo de sarcopenia y las características de 3 diferentes dietas con impacto cardiometabólico.
Huevo por porción de 100 g (1 huevo pesa en promedio 65 g): |
Necesidades diarias en un adulto mayor con riesgo de sarcopenia: |
Vitamina D: 64 UI |
Proteína total:1,5-2,0 g/kg/día |
Distribución porcentual del aporte calórico de tres tipos de dietas |
|||
DASH* | Mediterránea | Paleolítica | |
Carbohidratos | 55% | 43% | 35%-40% |
Proteínas | 18% | 15% | 25%-35% |
Grasa total | 27% | 37% | 30%-40% |
Grasa saturada | 6% | 9% | 7,5%-12% |
*Dietary Approaches to Stop Hypertension.
Imagen elaborada por el autor con base en: Puglisi MJ, et al. 2022 (6); Herrera-Molina E, et al. 2019 (18); Davis C, et al. 2015 (19).
EL HUEVO, UN GRAN ALIADO
COMO ESTRATEGIA NUTRICIONAL
EN LA SARCOPENIA
Para América Latina y el Caribe, se estima que el 12,8% de la población dispone de aves de corral y que existe una disponibilidad per cápita de 218 huevos para el consumo al año, muy cerca de los países de altos ingresos, con 265 huevos per cápita. Se proyecta un crecimiento del 20,9% para 2030; además, se plantea que 42,8% de los niños de 6 a 23 meses consumió huevo en las últimas 24 horas; sin embargo, en la población de riesgo de sarcopenia, que son principalmente los adultos mayores, se plantea que entre 24% y 77% posee una ingesta inadecuada de proteínas (20).
El huevo es un alimento muy nutritivo, rico en ácidos grasos esenciales, colina, vitamina A y B12, hierro, zinc y yodo, sumado a un componente proteico rico en albúmina digerible, abundante y completa, lo que lo pone como un aliado bueno, bonito y barato para el manejo del aporte proteico en el riesgo de sarcopenia.
La Organización Mundial de la Salud, lo considera como fuente de proteína de alta calidad, con una capacidad de digestibilidad del 97%, en comparación con los lácteos (95%), la carne y el pescado (94%), también se considera de alto valor biológico por su alta composición de aminoácidos esenciales, como la leucina, sumado a su versatilidad gastronómica para usarse en comidas principales y meriendas (11).
La necesidad de vitaminas y oligoelementos es crucial en el manejo nutricional de la sarcopenia. El huevo es una rica fuente de vitamina D, con un aporte por huevo de 1,6 µg. Por otro lado, los ácidos grasos poliinsaturados, que son un gran aliado de la salud cardiovascular, son una parte fundamental de nuestra nutrición. Se plantea una necesidad promedio de ácido eicosapentaenoico (EPA) y de ácido docosahexaenoico (DHA) para los adultos de 250 mg/día; sin embargo, a nivel mundial existe un déficit de aporte de fuentes de estas grasas de 347.956 toneladas/año.
Actualmente, el huevo aporta, como fuente de EPA y DHA, 7,7 × 107 toneladas/año, siendo una de las principales fuentes de estas grasas. En promedio brinda 140 mg de omega 3 por cada 100 g, lo que representa en promedio 88 mg de omega 3 por un huevo de peso aproximado de 63 g; por otro lado, también son una fuente rica de selenio, un oligoelemento antioxidante, cuyo déficit se ha relacionado con la sarcopenia (21).
Hipercolesterolemia familiar homocigota
La única condición clínica que restringe el consumo de huevo es la hipercolesterolemia familiar homocigota, en la cual se sugiere un consumo máximo de 3 a 4 huevos por semana; sin embargo, esta afección alcanza apenas el 0,5% de la población general, para el resto de la población, la recomendación es variable, pero hasta 4 huevos al día puede ser una buena fuente nutricional, sin generar un impacto negativo en el perfil lipídico (11).
Su relación con otras condiciones clínicas, como el estreñimiento, no tiene evidencia científica y, usualmente, se debe a su relación con nutriciones pobres en fibra no soluble que se obtiene de vegetales, granos y frutas, que son un excelente acompañamiento para el huevo.
Por otro lado, su perfil de seguridad frente a agentes infecciosos que pueden acompañarlo, como la salmonella, se han controlado con la vacunación y la vigilancia de la cadena de producción, inclusive a pequeña escala, como pasa en el escenario de producción orgánica (11). Se plantea, entonces, que una ingesta promedio de 10 g de proteína de huevo al día en personas adultas mayores puede reducir el riesgo y la sarcopenia (6).
CONCLUSIÓN
La sarcopenia es un trastorno común en personas adultas mayores que aumenta la morbimortalidad y la prevalencia de las enfermedades prevenibles. La ingesta adecuada de proteínas de alto valor biológico, como la obtenida en el huevo, es una herramienta potente, que, sumado a estilos de vida saludable, como la actividad física diaria y el fortalecimiento muscular, pueden ser una herramienta de bajo costo para el manejo y la prevención de esta condición clínica de alta prevalencia.
PUNTOS CLAVE
- El músculo, como órgano endocrino, tiene la función de liberar péptidos y citocinas, llamadas miosinas, que permiten la interacción con otros tejidos, como el hueso, el tejido adiposo, el hígado y el cerebro.
- La prevalencia de la sarcopenia puede llegar hasta un 30% en los adultos mayores.
- Sarcopenia: disminución clínica de la fuerza muscular, el rendimiento físico y la masa musculoesquelética.
- La disminución de la masa esquelética es un proceso progresivo después de los 50 años, con una velocidad de pérdida de entre 1% y 2% anual.
- Los cambios del envejecimiento pueden favorecer las conductas nutricionales inapropiadas que aumentan la incidencia de la sarcopenia y la
- Un diagnóstico oportuno de la sarcopenia es fundamental para poder realizar las intervenciones adecuadas y de impacto.
- El aporte de proteína promedio de un adulto mayor es de 1,2-1,5 g/kg/día.
- Los aminoácidos esenciales ramificados son los bloques de construcción de las proteínas musculares y estos se deben suministrar a través de la dieta, en especial, la leucina, y el huevo es una excelente fuente de
- Una ingesta promedio de 10 g de proteína de huevo al día, en personas adultas mayores, puede reducir el riesgo y la sarcopenia.
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