Globalización y Educación Superior

universidades de primer nivel

Sociedad del conocimiento y globalización son los grandes retos a las universidades en el siglo XXI.

Las instituciones de educación superior europeas, desde el Acuerdo de Bolonia (1999) se encuentran inmersas en un proceso científico tendiente a adecuar el sistema nacional a fin de hacerlo apto para ingresar en 2010 al nuevo sistema integrado y armonizado, en el que competitividad, empleabilidad y movilidad interna y externa de estudiantes, profesores y personal administrativo y de servicios son metas de obligatorio cumplimiento.

Una muestra de los trabajos que las universidades españolas están adelantando en este contexto, puede apreciarse en la reciente publicación del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Politécnica de Valencia, El Espacio Europeo de Educación Superior, que recoge, bajo la edición de D. Vicent Esteban Chapapría, (Editorial UPV. Valencia, 2005) los aportes realizados al “XXIV Seminario Inter-Universitario de Teoría de la Educación” por diferentes educadores españoles. (Lee también: Impacto de la Globalización en la Economía Colombiana)

A mediados del siglo pasado, los estadounidenses también tuvieron su etapa de reflexión que los llevó a reformular su sistema universitario. Fue cuando decidieron darle la máxima atención a la investigación para generar nuevos conocimientos.

Ampliaron e incentivaron los cursos de postgrado con el fin de formar profesionalmente a los encargados de las funciones académicas: docencia, investigación y asesoría. Revisaron la planeación curricular y la hicieron flexible con el objeto de reconocer la individualidad del estudiante, la relación transversal de todas las ciencias, y el trabajo y la práctica como aportes de valor añadido al proceso de aprendizaje.

Igualmente, adoptaron y extendieron el sistema de medición académica –créditos- a fin de tener en cuenta las actividades docentes de relación directa entre profesor y alumno en actividades teóricas y en labores prácticas, y el trabajo independiente del estudiante.

El avance de la ciencia y la tecnología en el siglo XX dejó varios axiomas dignos de tener en cuenta al momento de reflexionar sobre el quehacer universitario y reformular nuevos planes: la velocidad de renovación-obsolescencia del conocimiento, la aparición de nuevas áreas científicas y la necesidad de frenar la tendencia a la proliferación de las especializaciones que terminan desintegrando el conocimiento.

En Europa nace el nuevo paradigma de educación superior en el que el estudiante es aprendiz activo, autónomo, reflexivo, cooperativo, responsable; el profesor profesionalizado, mediante una formación pedagógica institucionalizada y sistemática, cuya finalidad es facilitar el aprendizaje de los estudiantes y la construcción de sus nuevas competencias docentes.

Profesorado que, además debe ser evaluado en el desempeño de las competencias pedagógicas, sociales e institucionales (UNESCO). En Colombia, los esfuerzos gubernamentales, financiados internacionalmente, se han concentrado en el aumento de la cobertura.

Sin embargo, crecer la matrícula sin disponer de docentes en cantidad suficiente y debidamente preparados es una irresponsabilidad que sólo sirve para maquillar ante la opinión pública, la realidad de la gestión del gobierno de turno.

El primer paso debiera ser brindarles a los profesores las mejores oportunidades para que se formen, se actualicen de manera continua y se especialicen hasta niveles altos como profesionales de la docencia. Todo esto acompañado de remuneración digna y competitiva para incentivarlos y buscar que perseveren en su actividad profesional.

Pocas universidades de América Latina disponen de un cuerpo docente profesional, investigador y comprometido institucionalmente en un proyecto educativo. El profesor universitario en América Latina, en mayor o menor medida, es improvisado.

A la docencia generalmente se le vincula por horas o de tiempo parcial, quizá por haberse destacado como buen alumno. (Ver también: Perspectivas de género)

Con la práctica, se hacen profesores por su capacidad de estudio, su experiencia profesional independiente y por su capacidad de expositor.

La mayoría no recibe formación pedagógica por lo que carecen de competencias básicas sobre la cual se forman los demás tipos de competencias (interpretativa, argumentativa y propositiva).

Poca oportunidad tienen para desarrollar sus capacidades sociales que le faciliten su crecimiento profesional. Trabajan como ruedas sueltas, sin el sentido de pertenencia a un colectivo u organización, sin el conocimiento del proyecto institucional debidamente planificado.

Carecen, por regla general, de un estatuto docente y por ende de una carrera profesional. Donde existen, la estabilidad poco se aprovecha para su enriquecimiento intelectual y la actualización en el conocimiento. Algunos se convierten con el tiempo en obstáculos para el cambio, contrariando otro de los elementos del nuevo paradigma; estar abiertos al cambio, ser líderes del cambio.

En la publicación citada, aparecen las valoraciones que el proyecto Tuning (página 79); hace respecto de Competencias Transversales o Genéricas cuyos resultados se agrupan en instrumentales, interpersonales y sistémicas.

Entre las primeras destacan la capacidad de análisis y síntesis, planificación y gestión del tiempo; conocimientos generales básicos sobre el área de estudio, conocimientos básicos de la profesión, comunicación oral y escrita en la propia lengua; conocimiento de una segunda lengua, habilidades básicas en el manejo del ordenador-computador, habilidades de gestión de la información; resolución de problemas, toma de decisiones.

Entre las interpersonales listan la capacidad crítica y autocrítica, trabajo en equipo, habilidades interpersonales; capacidad de trabajar en un equipo interdisciplinario, capacidad para comunicarse con personas no expertas en la materia; apreciación de la diversidad y multi-culturalidad, habilidad de trabajar en un contexto internacional, compromiso ético.

Y en las sistémicas incluyen capacidad de aplicar los conocimientos en la práctica, habilidades de investigación, capacidad de aprender; capacidad para adaptarse a nuevas situaciones, capacidad para generar nuevas ideas (creatividad); liderazgo, conocimiento de culturas y costumbres de otros países, habilidad para trabajar en forma autónoma, diseño y gestión de proyectos; iniciativa y espíritu emprendedor, preocupación por la calidad y motivación del logro.

La magnitud del cambio en Europa está siendo posible gracias a que es un compromiso supranacional; que los gobiernos y las instituciones de cada país han tomado esta tarea con la seriedad que merece; y que se ha dado diez años de plazo para su implementación, a fin de crear un mercado común del conocimiento, la ciencia, la tecnología y el trabajo.

¿Un proyecto similar podría ser de competencia e interés del Convenio Andrés Bello?

Néstor-Hernando Parra

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