Guía completa de los Principios de la Economía Feminista
Cuando la mayoría de la gente piensa en economía, lo primero que le viene a la mente es el dinero. El dinero es esencial para la economía, pero no es lo único. La economía es el estudio de cómo las personas utilizan los recursos para satisfacer sus necesidades y deseos.
La economía feminista es una rama de la economía que considera el papel del género en la toma de decisiones económicas. Examina cómo se margina a las mujeres en la economía tradicional y cómo repercute esto en los resultados económicos. Las economistas feministas también estudian formas alternativas de medir el éxito económico.
En economía hay mucha jerga, y la economía feminista puede ser especialmente difícil de entender. En este artículo, desglosaremos los principios de la economía feminista utilizando un lenguaje sencillo y ejemplos.
Visión general de la economía feminista
La economía feminista es una rama de la economía que analiza cómo el sistema económico influye en las mujeres y cómo las mujeres influyen en el sistema económico. También se ocupa de estudiar cómo la desigualdad económica entre hombres y mujeres afecta a toda la sociedad.
El objetivo de la economía feminista es lograr una economía más justa, en la que todas las personas tengan las mismas oportunidades. Para conseguirlo, se propone desarrollar una mayor conciencia sobre las desigualdades existentes y buscar soluciones a este problema.
Principios clave de la economía feminista
Hay algunos principios clave de la economía feminista que debes tener en cuenta mientras lees. En primer lugar, la economía feminista trata de empoderar a las mujeres. Esto significa que tiene en cuenta las diferentes formas en que las mujeres son marginadas en el sistema económico tradicional.
En segundo lugar, la economía feminista trata de dar voz a quienes han sido marginados. Esto incluye a las mujeres, pero también a otros grupos que han quedado al margen del sistema económico tradicional, como las personas de color, las personas LGBTQIA y las personas con discapacidad.
En tercer lugar, la economía feminista consiste en crear una economía que funcione para todos. Esto significa que no se trata sólo de hacer las cosas más equitativas para las mujeres, sino también para otros grupos marginados. Y, por último, se trata de reconocer la importancia del trabajo no remunerado. (Lea También: Qué es la Economía Cultural)
Retos a los que se enfrentan las mujeres en la economía
Las mujeres siguen afrontando muchos retos en el ámbito económico. Para empezar, está la brecha salarial. Las mujeres suelen cobrar menos que los hombres por el mismo trabajo, y esto es consecuencia directa de la discriminación.
Luego están los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres cuando intentan crear su propia empresa. Sigue habiendo muchos prejuicios contra las mujeres en el mundo empresarial, y esto puede dificultarles el despegue de sus negocios.
Por último, está la cuestión del trabajo no remunerado. Las mujeres realizan una cantidad desproporcionada de trabajo no remunerado, como el cuidado de los hijos y las tareas domésticas. Esto limita su capacidad para participar en el mercado laboral, y también tiene un impacto negativo en la economía en su conjunto.
La interseccionalidad y su influencia en las decisiones económicas
Quizá te preguntes cómo afecta la interseccionalidad a la economía feminista. La interseccionalidad es la idea de que diferentes aspectos de nuestra identidad (como la raza, el género, la sexualidad, la clase, etc.) se entrecruzan y se afectan mutuamente. Y en lo que respecta a la economía, la interseccionalidad es importante porque nos ayuda a entender cómo afectan las diferentes decisiones económicas a los distintos grupos de personas.
Por ejemplo, imaginemos que existe una política destinada a ayudar a las madres trabajadoras. A primera vista, puede parecer algo positivo. Pero si la analizamos desde un punto de vista interseccional, nos damos cuenta de que, en realidad, esta política podría tener un impacto negativo en las madres trabajadoras que también forman parte de otros grupos marginados.
Digamos, por ejemplo, que la política sólo ofrece prestaciones para el cuidado de los hijos a las madres trabajadoras a tiempo completo. Esto significa que las madres trabajadoras que trabajan a tiempo parcial o que están desempleadas no tendrían derecho a las prestaciones.
Así, aunque la política está pensada para ayudar a las madres trabajadoras, acaba beneficiando de forma desproporcionada a las mujeres blancas acomodadas y dejando fuera a las madres trabajadoras de color y a las madres trabajadoras con ingresos más bajos.
Éste es sólo un ejemplo de cómo una perspectiva interseccional puede ayudarnos a comprender las complejas formas en que las decisiones económicas afectan a diferentes grupos de personas. Y es una perspectiva importante a tener en cuenta a la hora de tomar cualquier tipo de decisión económica.
Formas de promover la igualdad en el lugar de trabajo
Hay varias formas de promover la igualdad en el lugar de trabajo:
– Establezca políticas claras contra la discriminación y el acoso sexual, y asegúrese de que todos en la empresa las conocen.
– Fomente la diversidad de perspectivas asegurándose de que los miembros de su equipo se sienten cómodos hablando y compartiendo sus ideas.
– Asegúrese de que todos tengan acceso a las mismas oportunidades de formación y desarrollo.
– Preste atención a la forma en que se redactan las descripciones de los puestos y evite utilizar un lenguaje sexista.
– Sea consciente de cómo distribuye las cargas de trabajo e intente no poner a nadie en desventaja.
Conclusión
¿Qué hemos aprendido?
En primer lugar, la economía feminista consiste en redescubrir el valor del trabajo no remunerado, tanto en el hogar como en el lugar de trabajo. Esto incluye desde la crianza de los hijos hasta el cuidado de los ancianos, pasando por la producción y la cosecha de alimentos.
En segundo lugar, la economía feminista insiste en que se escuchen todas las voces en el debate sobre política económica. Esto significa incorporar las perspectivas tanto de mujeres como de hombres, así como de personas de todas las razas, clases y orientaciones sexuales.
En tercer lugar, la economía feminista se basa en la idea de que todo el mundo debe tener acceso a las mismas oportunidades, independientemente de su género, raza o clase. Esto incluye igual salario por igual trabajo, guarderías y asistencia sanitaria asequibles, y un lugar de trabajo seguro y saludable.
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