Problemas de Alimentación van Rumbo a una Colisión con el Cambio Climático

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Cambio Climático y Problemas de Alimentación

Un nuevo estudio ha correlacionado los futuros “puntos calientes” del cambio climático con regiones que ya sufren problemas crónicos de alimentación con el fin de identificar a poblaciones altamente vulnerables, principalmente en África y Asia Meridional, aunque también potencialmente en China y América Latina, donde, en menos de 40 años, la perspectiva de estaciones de cultivo más cortas, cálidas o secas podrían poner en peligro a cientos de millones de personas ya de por sí empobrecidas.

El informe, titulado “Mapeo de la vulnerabilidad relacionada con el cambio climático y la inseguridad alimentaria en los trópicos del mundo”, fue elaborado por el Programa de Investigación sobre Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS, sus siglas en inglés) del Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR).

El trabajo fue realizado por un equipo de científicos en respuesta a la necesidad urgente de enfocar los esfuerzos de adaptación al cambio climático en aquellas poblaciones y lugares donde la probabilidad de que las condiciones de cultivo van a empeorar lo que supone una mayor amenaza para la producción de alimentos y la seguridad alimentaria.

Áreas vulnerables para el cultivo.

Los investigadores identificaron las áreas más vulnerables tras examinar una diversidad de modelos climáticos e indicadores de problemas de alimentación con los que elaboraron una serie de mapas detallados.

Uno de ellos muestra las regiones del mundo en riesgo de cruzar determinados “umbrales climáticos” —tales como temperaturas demasiado elevadas para el maíz o el fríjol— y cuya producción de alimentos podría disminuir en los próximos 40 años.

Otro muestra las regiones que podrían ser sensibles a tales cambios climáticos debido a que cuentan, en general, con grandes superficies de tierra dedicadas a la producción de cultivos y ganado.

Y, por último, los científicos elaboraron mapas de las regiones con un largo historial de inseguridad alimentaría.

“Cuando se reúnen todos estos mapas en conjunto, se ven aquellos lugares donde la llegada de condiciones estresantes para los cultivos podría ser muy desastrosa”, dice Polly Ericksen, científica de alto rango del Instituto Internacional de Investigación Pecuaria (ILRI, sus siglas en inglés) en Nairobi, Kenia, y autora principal del estudio.

“Estas son zonas muy expuestas a cambios climáticos, donde la supervivencia está fuertemente ligada a los rendimientos de los cultivos y ganado a nivel regional, y donde los problemas crónicos de alimentación ya son un indicativo de la lucha de los agricultores y su falta de capacidad para adaptarse a nuevos patrones climáticos”.

“Se trata de una combinación muy preocupante”, añadió la científica.

Por ejemplo, en grandes áreas de Asia Meridional, incluyendo casi la totalidad de la India, y en partes del África subsahárica —principalmente África Occidental— existen 369 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria y habitan en zonas predominantemente agrícolas que están muy expuestas a una posible disminución del 5 por ciento en la duración de la estación de cultivo.

Un cambio semejante a lo largo de los próximos 40 años podría afectar de modo significativo los rendimientos de los cultivos alimenticios y el acceso a alimentos que tiene la población —la mayoría agricultores— que ya viven en condiciones precarias.

Aumento de Temperaturas y Cultivos.

El aumento de las temperaturas podría también infligir pérdidas. Actualmente, existen 56 millones de personas que dependen de sus cosechas y sufren inseguridad alimentaria en partes del África Occidental, la India y China. Viven en zonas donde, para mediados de la década de 2050, las temperaturas diurnas máximas durante la estación de cultivo podrían superar los 30 ºC (86 ºF).

Este valor se acerca a la temperatura máxima que puede tolerar el fríjol, mientras que temperaturas superiores pueden afectan los rendimientos del maíz y del arroz.

Por ejemplo, un estudio publicado el año pasado en la revista Nature indicó que, incluso con cantidades óptimas de lluvia, los rendimientos de maíz en África podrían disminuir en un 1 por ciento por cada día en que la temperatura supere los 30ºC.

Se desarrollaron predicciones regionales de cambios en temperatura y precipitación hasta el año 2050 con base en el análisis de los datos producidos por modelos climáticos basados en el extenso conjunto de datos acumulado por el Cuarto Informe de Evaluación (AR4) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Según los investigadores, si más del 40 por ciento de los niños menores de cinco años de edad de una población eran “raquíticos”, es decir, se encontraban por debajo de los indicadores de estatura correspondientes a la edad definidos por la Organización Mundial de la Salud, entonces dicha población sufría de inseguridad alimentaria crónica.

“Estamos comenzando a ver con mucha más claridad en qué lugares el efecto del cambio climático en la agricultura podría intensificar el hambre y la pobreza, pero esto sólo sucederá si no seguimos las estrategias de adaptación apropiadas”, afirmó Patti Kristjanson, líder de temas de investigación del programa CCAFS.

“Los agricultores ya se adaptan a patrones climáticos variables modificando sus calendarios de siembra o desplazando sus animales a áreas de pastoreo diferentes.

Este estudio sugiere que la velocidad de los cambios climáticos y la magnitud de los cambios requeridos para adaptarse podrían ser mucho mayores.

En algunos lugares, los agricultores podrían verse obligados a considerar cultivos completamente nuevos o nuevos sistemas agrícolas.

Los fitomejoradores de los centros del CGIAR de todo el mundo ya están enfocados en desarrollar variedades de cultivos “adaptadas al clima”, capaces de dar altos rendimientos aún en condiciones de mayor estrés. Para algunas regiones, sin embargo, ésta podría no ser una opción viable.

En zonas de África Occidental y Meridional, por ejemplo; las temperaturas pueden llegar a ser demasiado elevadas para mantener al maíz como cultivo básico; lo que requeriría cambiar a otros cultivos alimenticios como el sorgo o la yuca, para satisfacer las necesidades nutricionales.

Además; los agricultores que ahora se concentran principalmente en cultivos agrícolas podrían verse obligados a integrar la ganadería y la agro-silvicultura; como modo de mantener e incrementar su producción de alimentos.

“Es probable también que el comercio internacional de productos agrícolas cobre más importancia para todas las regiones; a medida que el cambio climático intensifique la capacidad actual de los sistemas agrícolas nacionales para satisfacer las necesidades alimentarias nacionales”; afirmó Bruce Campbell, director del CCAFS.

“Con las alzas en los precios de los alimentos en 2008 y 2010 ya hemos visto que la seguridad alimentaria es un fenómeno internacional; y es casi seguro que el cambio climático va a intensificar esa interdependencia”.

Ericksen y sus colegas señalan que las regiones que suscitan preocupación no son sólo las consideradas en mayor riesgo.

Por ejemplo, en muchas partes de América Latina; la seguridad alimentaria es relativamente estable por el momento; lo que sugiere que podría disponerse de un cierto grado de “capacidad de sobrellevar la situación”; para lidiar con un futuro estrés climático que afectarían la producción agrícola.

No obstante; existen motivos de preocupación puesto que millones de personas de la región dependen en alto grado de la producción agrícola local; para satisfacer sus necesidades alimentarias y habitan en las regiones más sensibles ante el cambio climático.

Los investigadores han encontrado que; por ejemplo, para el 2050 las condiciones óptimas de cultivo probablemente disminuirán a menos de 120 días por estación de cultivo; en las regiones de intensa actividad agrícola del noreste de Brasil y México.

Se considera esencial tener una estación de cultivo de al menos 120 días, no sólo para la maduración del maíz y otros cultivos básicos; sino también para el crecimiento de vegetación crucial para alimentar al ganado.

Además, algunas partes de América Latina probablemente experimentarán temperaturas demasiado elevadas para la producción del frijol; un cultivo básico de gran importancia en la región.

El estudio muestra, asimismo, que algunas zonas presentan, en la actualidad; “baja sensibilidad” ante los efectos del cambio climático porque no existe una gran cantidad de tierras dedicadas a la producción agrícola y pecuaria.

Sin embargo; la intensificación de la agricultura las haría más vulnerables, dificultando, por ejemplo; el gran esfuerzo en marcha para expandir rápidamente los cultivos agrícolas en las zonas denominadas “graneros”; del África subsahárica.

“La evidencia sugiere que la producción agrícola y la capacidad ganadera de estas regiones específicas de los trópicos pueden verse seriamente afectadas para el 2050.

El margen de tiempo para desarrollar soluciones innovadoras que puedan superar efectivamente estos desafíos es limitado”; señaló Philip Thornton, líder de temas de investigación del CCAFS y uno de los coautores del trabajo.

“Ahora se necesitan grandes esfuerzos de adaptación si queremos evitar serios problemas de seguridad alimentaria y de medios de vida más adelante”; agregó Thorton.

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