Insensibilidad Congénita al Dolor: Causas y Sintomatología
Existen personas que nacen con afecciones poco comunes y una de estas es la insensibilidad congénita al dolor. Se trata de una interpretación anormal en los estímulos cerebrales del dolor que suelen tener ciertos individuos.
Esto puede llegar a ser bueno en algunas situaciones, pero muchas veces esta insensibilidad puede causar lesiones graves sin darse cuenta. En el siguiente artículo podrás conocer las causas y los tratamientos para este tipo de condición con la que no se puede sentir dolor físico.
¿Qué es la insensibilidad congénita al dolor?
Se conoce como insensibilidad congénita al dolor a la condición presente desde el nacimiento que evita que se pueda percibir dolor físico. Esto hace que la persona afectada no pueda sentir ningún síntoma de traumatismo, incluso cuando se trata de heridas de gravedad.
Suele ser una enfermedad hereditaria que no se ve con mucha frecuencia y deriva en una interpretación anormal de los estímulos asociados al dolor.
¿Cuáles son las causas de la insensibilidad congénita al dolor?
En general, se sabe que la insensibilidad congénita al dolor es causada por un grupo de enfermedades que ocasionan lesiones en algunas fibras nerviosas. Esto hace que se produzcan alteraciones en los estímulos nerviosos, lo cual resulta en que no se pueda sentir ningún tipo de dolor físico. También puede derivar de mutaciones genéticas que ocasionan que se tenga la condición al nacer.
Dichas enfermedades son también conocidas como neuropatías hereditarias sensitivas autonómicas. No obstante, la más común es la forma IV, la cual es de tipo autosómica recesiva.
Síntomas de la insensibilidad congénita
Existen distintos síntomas que pueden delatar el tipo de insensibilidad congénita al dolor según el gen afectado. Algunos de estos son los siguientes:
En el caso de tipo I suele ser de herencia autosómica y produce perdida de sensación del dolor y temperatura con el tiempo. Además se puede presentar una reducción en la sudoración. Por otra parte, el tipo II se conoce como la enfermedad de Morvan, y suele aparecer en las etapas de la infancia. (Lea También: ¿Dolor Lumbar? Consejos que te ayudarán a aliviarlo)
Se suele dar con una alteración del sentido del tacto junto con la sensibilidad de la piel. En el tipo III se ve afectada también la percepción del dolor y temperatura así como disminución de los reflejos.
Finalmente en el tipo IV que es la más común, puede causar anhidrosis o incapacidad para sudar correctamente. Además también puede haber una pérdida de sensibilidad en el tacto y a la sensación de temperaturas. Esto puede causar que en el caso de fiebre no se pueda tratar debidamente, ya que no se suele percibir.
¿Cómo diagnosticar la insensibilidad congénita al dolor?
Hay muchas formas de diagnosticar la insensibilidad congénita al dolor, la mayoría de estas se hace mediante una historia clínica con el paciente. De esta forma, un médico podrá comprobar si se ha alterado la sensibilidad al tacto desde algún punto en su vida.
También se puede ver mediante heridas en la piel en las que el paciente no sienta dolor o reacción alguna. En algunos casos una biopsia de piel puede determinar si hay alteraciones en los nervios de la epidermis.
Finalmente una vez haya sospecha de padecer insensibilidad congénita, se debe hacer una prueba genética. Es así como se podrá comprobar por completo el diagnóstico y el tipo de mutación en los genes que se ha dado.
Tratamiento para la insensibilidad congénita
Lamentablemente no existe tratamiento para la insensibilidad congénita ya que suele ser una enfermedad hereditaria. Lo que sí se puede hacer es tomar precauciones para que la persona pueda tener una vida normal y evitar lesiones en la piel.
Por esto es necesario hacer chequeos físicos para comprobar si se tiene alguna herida o golpe de gravedad.
El dolor suele ser una reacción natural del cuerpo para indicar que algo está mal, con la insensibilidad congénita esto no ocurre. Por este motivo una persona puede tener alguna afección o enfermedad y no sentirla, por lo que debe hacerse revisiones constantes.
Hay que estar atentos no solo a daños en la piel, sino también a caries dentales y resequedad ocular. Ante todo esto, la prevención de lesiones es la forma más adecuada de poder vivir con la insensibilidad congénita.
¿Se puede prevenir la insensibilidad congénita?
La insensibilidad congénita es una enfermedad hereditaria, por lo tanto no hay forma de prevenirla. Sin embargo, si existen antecedentes familiares con este padecimiento, pueden tomarse las precauciones sobre las posibilidades de padecerla.
Solo de esta forma, y mediante un cuidado más minucioso de lo habitual, se puede tener una vida normal. En algunos casos no sentir dolor puede ser una ventaja, pero hay que tener en cuenta que también puede ser contraproducente.
Autor: Mariluz
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