Creencias, Actitudes y Prácticas sobre Crianza en Madres Cabeza de Familia, Resultados

De las 19 madres evaluadas, 8 (47%) se encontraban en unión libre con una pareja diferente al padre de su primer hijo; 9 (11%) estaban separadas y sin nueva pareja en el momento del estudio, y 2 eran viudas.

Su edad estuvo en el rango de 25 a 50 años, con 4 (21%) entre los 25-29 años de edad, 5 (27%) entre 29 y 40 años y las restantes 10 (52%) mayores de 40 años. El nivel educativo que se encontró en 8 de ellas (42%) fue escolaridad primaria; 8 (42%) con educación secundaria incompleta; 1 (5%) alcanzó la secundaria completa, y 2 (11%) eran analfabetas.13 madres (68%) tenían empleos informales; 2 (10,5%), empleos fijos, y 4 (21,5%) se encontraban desempleadas en ese momento.

Con relación a los padres, 7 (37%) tenían algún empleo informal pero no ofrecían un sustento fijo para sus hijos; los demás eran desempleados o no se conocía su ubicación actual.

En consecuencia las madres eran quienes respondían económicamente por sus hijos. Se encontró además que 13 (68%) de las madres no deseaban el primer embarazo.

A. Identificación de Temas

Para el análisis de los datos obtenidos se consideró ecesaria la agrupación en tres áreas: vida amiliar antes del embarazo; creencias, actitudes y prácticas sobre la crianza; y expectativas sobre crianza.

— Vida familiar antes del primer embarazo

Se consideró que este aspecto era de importancia en la evaluación de la crianza de los niños porque permitía conocer el entorno en el que ellas crecieron y aclarar así aspectos relacionados con sus conductas en la formación de sus hijos.

Se observó que en general el entorno familiar era muy conflictivo y que las expectativas de un plan de vida en muchas ocasiones se limitaban a salir de sus casas en una situación de escape ante un sentimiento de odio o rabia hacia sus padres por maltrato físico y psicológico:

– “No recuerdo nada grato, todo lo que había en mi casa eran gritos, insultos, recuerdo a mi mamá gritar y llorar por los golpes que le pegaba…; a mí y mis hermanitos nos pegaba mi mamá desquitándose de lo que le hacían, después mi papá nos abandonó y mi mamá se fue a vivir con otro tipo borrachín igual que mi papá pero que además de pegarle a mi mamá también quiso abusar de mí y mi hermanita menor”.

– “Mi papá pues que era muy bravo, todo era fuete por nada. Virgen Santísima, con razón o sin razón nos castigaba, él por cualquier cosita le daba rabias, él nunca se sentó a hablar con uno”
.
En otros casos se logró observar algunos recuerdos positivos hacia la familia, principalmente relacionados con la madre, que decían permitirles adquirir vivencias constructivas para su posterior desarrollo personal:

– “Fue alguien que estuvo allí a mi lado, me inculcó los valores de ayudar a otras personas, el trabajo, el respeto, la honradez, la honestidad, son cosas que no tienen valor, que no se compran y es algo que yo les inculco mucho a mis hijas”.

“Fueron unos buenos padres, mi padre fue un buen padre; él nos crió solo a cuatro hijos pequeñitos que quedamos, no nos puso ni madrastra, ni nadie que nos estropeara, él nos crió bien, no nos dejaba faltar nada, no nos pegaba, ni nos martirizaba, ni nos gritaba, ni nada de eso, él nos respetaba y nosotros lo respetábamos. Mi madre se fue cuando éramos pequeñitos”.

Se establecieron conceptos relacionados con sus expectativas de vida hacia el futuro antes de su maternidad y el apoyo brindado por su familia, encontrando que la mayoría no tenía planes o proyectos que buscaran una realización personal.

“Yo a veces me sentía muy aburrida, lo único que deseaba era coger e irme lejos. Dejar de estudiar e irme bien lejos… a ver si en otra parte encontraba lo que yo quería. A la hora yo no pude lograr lo que quería. Conocí al papá de Julián, y pues prácticamente quedé en embarazo de Julián y ya no pude seguir estudiando”.

Dos madres consideraban el estudio como una forma de superación aunque no lograron alcanzar las metas propuestas por la falta de apoyo, de colaboración o de recursos económicos en sus hogares.

– “Pues yo antes de convertirme en esposa y mamá; deseaba era estudiar. Salir adelante, pues tener una carrera… no sé si sería tal vez por el modo de ser de mi papá; yo pensaba mucho en estudiar y todo eso”.

— Creencias, actitudes y prácticas sobre la crianza

• Actitudes frente al primer embarazo. Se estableció que en la mayoría de las madres la maternidad fue asumida de forma no planeada, cuando no tenían una relación de pareja estable que les permitiera tener seguridad y apoyo en su nueva etapa vital:

– “La verdad me dio mucho susto y no sabía qué hacer, me la pasaba todo el tiempo llorando; claro está que me di cuenta ya cuando tenía como cinco meses, yo no sabía qué me iba hacer mi mamá y si a mi novio le gustaría la noticia, pero ninguno de los dos me ayudó, eso fue muy duro para mí. Gracias a Dios mi abuelita me recibió y no me dejó hacer locuras, porque yo pensaba abortar, después pensé en dejarlo en alguna puerta, pero decidí quedarme con ella”.

• Conductas de su familia ante la maternidad. Las conductas asumidas por la familia de cada una de ellas inicialmente no fueron favorables, en algunos casos fueron obligadas a salir de sus casas sin apoyo para enfrentar su nueva situación como madres.

“Nos llevábamos peleando mucho con el papá de mis hijos, mi suegra me hacía la vida imposible. No, eso mejor… eso fue un despelote. Yo, antes de que él me trajera otra mujer a la casa, me salí de donde mi suegra”.

• Creencias de las madres con relación a la crianza de sus hijos. Las creencias de las madres hacia sus hijos reflejan en ocasiones las experiencias de su infancia y cómo tratan de superarlas:

“Cuando yo era niña, lloraba y lo único que decía era que cuando tuviera mis hijos nunca los iba a ‘juetiar’ así como me ‘juetiaron’ a mí. A ellos los regaño a veces, cojo la correa para pegarles, pero no les pego”.

Se determinó igualmente que varias madres tenían conductas en ocasiones severas pero que, con el tiempo y por recomendaciones de otras personas, cambiaban de creencias y actitudes, como se refleja en el siguiente párrafo:

“Creo que con el diálogo me he acercado más a ellos y tal vez debí hacerlo desde que estaban más pequeños. Yo vivía muy amargada antes y por eso los trataba con severidad y no con cariño. Creo que como fui tan brava antes con ellos por eso es que se portan así conmigo y son en ocasiones desobedientes y no quiero que ellos hagan lo mismo cuando sean padres porque eso se les queda grabado”.

Las madres revelaron que sus principales fuentes de información relacionadas con la crianza fueron los programas de televisión, algunos talleres realizados en las escuelas, amigos, familiares, vecinos y, principalmente, lo ofrecido al respecto por el personal de la Fundación.

“A mí me gusta ver eso sí ‘Padres e hijos’, porque ese programa es como ejemplar y todo eso, del modo como tratan los muchachos y que hay que conversar con ellos”.

“Yo he hecho lo que mi abuela me ha dicho. Ella es mi ejemplo de crianza, además en la Fundación me están enseñando muchas cosas para el bien de mi hija y el mío”.

• Prácticas de crianza. Frente a los comportamientos de sus hijos considerados inaceptables todas las madres en algún momento de su vida tomaron “los correazos” como el método correctivo, asumiendo esta conducta como adecuada para mantener el control sobre la educación de sus niños.

“¡Ahí sí la castigo! Pero es que yo, vea yo, desde que me hacen dar rabia, cojo una correa, yo quisiera que esa correa se acabe en mis manos”.

– “Correazos, le doy sus cinco o seis, como Carlitos. Carlitos me tiene miedo. Carlitos en la calle, vea cojo una correa y le doy, él me tiene miedo, tan pronto como cojo la correa”.

En algunos casos se observó que esos patrones de crianza los modificaron por otro tipo de correctivos que según ellas les permitían mantener el control sobre sus hijos:

– “Pues yo, hay veces que los cojo les digo, les hago ver las cosas, les hablo; porque les digo yo a ellos usted tiene que aprender a hacer caso sin necesidad que los estén golpeando; sino que uno les habla de buena manera, porque yo pienso pues que si uno va a tratar a los niños a los golpes, los va a tratar mal”.

– “Yo no los dejo salir a la calle ni los dejo ver televisión. Que si mamá déjeme ir donde una amiguita: no me va; o que mamá mándeme a un paseo: no, no me va”.

Se determinó que en la aplicación de castigos ante las conductas de los niños intervienen otras personas que no son necesariamente sus madres sino que pueden ser los hermanos mayores, las abuelas, patronos, amigos o padrastros.

“Antes mi mamá si como que sí, pero pegarles por nada, no sino que ella los mandaba a alguna cosa y si no le hacían caso o se ponían de groseros entonces ella les pegaba algún correazo”.
– “A veces los conocidos les dicen que obedezcan
a su mamá, también que hagan tareas”.

Se observó igualmente que la influencia en la crianza de los niños por parte de sus padres estaba ausente en la mayoría de los casos.

– “El papá los regaña, pero como él no está pendiente de ellos no tiene ningún derecho, él no influye en la crianza de ellos”. Expectativas sobre la crianza de los Hijos

La mayoría de las madres consideraron necesario adquirir mayor información sobre la crianza de sus hijos.

Estaban convencidas de que a pesar del poco tiempo con el que disponen quieren obtener más conocimientos sobre la forma cómo deben manejar las situaciones de los comportamientos de sus hijos en la vida diaria, principalmente en la etapa de la adolescencia, que aseguran es difícil de controlar sobre todo porque sus experiencias en esa etapa fueron complicadas: algunas estaban fuera de casa o ya eran madres y con responsabilidades como cabeza de familia.

Algunas buscan información en talleres de grupos escolares:

– “Lo aprendí de mis padres, de lo que he oído a los vecinos y amigas, pero también he asistido a talleres y de lo que veo en la televisión. Antes yo era más severa y como que no los comprendía pero esto ha cambiado y creo que con el diálogo me ha ido mejor”.

– “Sí, mañana tengo un taller sobre eso. Me parece importante ese tipo de temas, además en esos sitios uno descansa, se ‘desestresa’, se distrae y aprende mucho”.

B. Densidad de incidencia

— Temas que se potencializaron

• Prácticas de corrección con “correazos”: 10/10.

• Deseo de superación de las vivencias negativas de su crianza: 10/10.

• Los castigos severos no resultan ser prácticos en el manejo de sus hijos, porque se consideran contraproducentes para la convivencia y tranquilidad del hogar: 9/10.

• Vivencias familiares poco favorables para la formación como futuras madres y falta de apoyo familiar en sus nuevos roles: 8/10.

— Temas que emergieron

• Deseo de conocer más aspectos sobre el tema de crianza: 10/10.

• Interés por participar en las actividades de sus hijos: 8/10.

• Buscar asesoría para mejorar las relaciones con los niños: 3/10.

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