Comportamientos “Inadecuados” Más Frecuentes Durante los Dos Años

Las pataletas y berrinches son los comportamientos más predecibles y frecuentes de esta etapa de desarrollo. Consisten en accesos de ira en los cuales el niño se tira al piso, patalea y grita, desencadenados generalmente por una frustración ante algo que no pudo hacer, como mantener una torre de cubos en pie, o una sanción que le priva de un privilegio: no salir al parque a jugar o por no lograr algo, como un juguete en el centro comercial.

Estos comportamientos se ven favorecidos muchas veces por el temperamento impulsivo y agresivo de algunos niños, pero también por normas muy rígidas en la crianza.

Cuando el niño haga una pataleta se debe tratar de ignorar ese comportamiento, continuar con las actividades normales, como oir música o hacer la limpieza, si se presenta en el hogar, o tratar de llevarlo a un sitio más privado, cuando es en el supermercado, o en la calle4,6,7,8. Debe evitarse sermonear al niño, darle explicaciones, gritarlo y agredirlo físicamente, porque en ese momento de rabia no entenderá razones, continúa con el berrinche y puede generar mayor desesperación en el adulto acompañante.

Después de que le pase la pataleta conviene acercarse al niño, en cunclillas, para escuchar el porqué de esa actitud y darle razones de lo inadecuada, además de validar sus sentimientos, con palabras como “se como te sientes”, pero ofrecerle altenativas más apropiadas para un niño educado e inteligente como él; abrazarlo y decirle que “lo queremos aunque se haya comportado mal, o reaccionado en forma inapropiada ante esa circunstancia particular”.

Muchas pataletas pueden evitarse si se conoce bien al niño: las cosas que le gustan y las que le disgustan. Una buena comunicación, con una relación de confianza y mutuo entendimiento ayudará a reconocer las horas, las frustraciones que pueden desaencadenar la pataleta, tales como el hambre, el sueño o el cansancio.

El niño que muerde todo

Morder todo, muñecos, niños, adultos, cobijas y hasta animales es una conducta frecuente en un niño de 18 meses, puede presentarse normalmente como extensión de la oralidad, como una reacción ante una situación de stress en el niño, como la llegada de otro hermano, o un viaje de los padres para el cual el niño no fue preparado7.

También a esta edad el niño ya sabe que sus dientes son su mejor arma ofensiva, y puede usarla para manifestar su agresividad, lo que no le gusta o lo que no puede expresar con su lenguaje,no muy fluído y a veces poco claro para los adultos. También puede usarlo como forma de explorar lo que le rodea, chupar y morder se convierte en un método de investigación, que complementa las sensaciones que ofrecen sus manos y sus ojos.

Dentro del desarrollo normal del niño esta es una situación que se resuelve normalmente hacia los 30 meses de edad, pero depende del manejo que se de, porque puede agravarse y convertirse en un trastorno de conducta.

Cuando el niño muerde a otros niños debe explicársele que eso no se hace porque a los niños les duele, además, esta actitud genera consecuencias negativas para él mismo, por ejemplo, “si muerdes a Luisito el ya no va a querer jugar más contigo y tendrás que jugar solo o sola”4.
Se debe evitar gritar, abofetear o devolver con una actitud similar “para que sienta que eso duele”, porque estas actitudes pueden reforzar esta conducta, y son formas de maltrato.

El niño que responde con negativas y desobedece

Generalmente a los niños después de los 18 meses los padres y adultos significativos tratan de “controlar” los impulsos de exploración, de conocimiento a través de todos sus sentidos con negativas, que pronto el niño , que aprende con el ejemplo, usa, como manifestación de autonomía. Es frecuente que digan no quiero sopa, no quiero ir, no quiero este vestido, no quiero irme a dormir etc, o en otros casos no manifiesten verbalmente su deseo de no hacer algo, pero desobedecen finalmente y desacatan las órdenes. El adulto debe acercarse al niño para dialogar con él, escuchar el por qué de esta actitud y darle opciones para que él elija, siempre en un clima de concertación9. En el caso de negativas a ponerse determinado vestido, aceptarle que escoja el traje, y permitirle que se vista solo. En otras oportunidades puede ser necesario exigirle que cumpla la norma que ya conoce, por ejemplo, “es hora de comer, tú sabes que en esta casa comemos todos juntos en el comedor”. En otras ocasiones puede pasarse por alto su negativa, no darle mucha importancia, distraerlo y cambiar de actividad.

Se debe evitar sermonearlo o cantaletear con lo mal que nos sentimos, para que se sienta culpable:

” todo lo que me sacrifico por ti y mira como me pagas”.

Evitar gritarlo, golpearlo o llamarlo desobediente o malcriado, porque se lo va a creer y así no le damos alternativas para que cambie. Debe descalificarse su actitud de “no obediencia” o de “terquedad” y no su persona.

El niño que destruye todo

Los niños son curiosos por naturaleza, y la curiosidad es necesaria dentro de todo proceso de desarrollo y aprendizaje. Un niño sano de dos años ya tiene la capacidad de desplazarse, de trepar, de manipular más hábilmente los objetos, y quiere explorar, conocer todo, tocar todo, probar todo, pero es necesario poner límites. Existen niños que “destruyen todo”, descuartizan muñecas, rompen libros, desbaratan los electrodomésticos, su cuarto luce siempre como si hubiera pasado un vendaval, niños que no se pueden llevar a una visita, porque antes de saludar ya han hecho algún daño.

A los niños se les debe propiciar un desarrollo adecuado con espacios para el juego, con juguetes

adecuados para su edad, que estimulen su creatividad, que puedan manipular, desbaratar sin peligro de accidentes y sin que genere traumas a los padres por lo costoso o significativo que era. En la casa debe disponerse un sitio para sus juguetes y enseñarle a respetar los objetos que no son para jugar, guardando los más costosos y llamativos para el niño. Se debe explicar él por que no puede jugar o tocar ciertas cosas: son peligrosas, pueden quebrarse y hacerse daño, son tóxicos para él etc, además concertar con él la sanción si no cumple con la norma4.

Para algunos niños más impulsivos y agresivos se puede establecer diariamente un período de veinte o treinta minutos para que destruya cosas —revistas periódicos, juguetes viejos—, así se le da oportunidad de manifestar este impulso en forma sana,

Los padres y acompañantes deben dar ejemplo con el buen trato de sus objetos personales y del hogar, para que el niño también aprenda a tratar bien sus pertenencias y juguetes.

Deben buscarse otras causas que puedan predisponer a estos comportamientos, como los programas de televisión violentos, las caricaturas que muestran actitudes agresivas, destructivas sin consecuencias reales. Por esto es importante que el niño vea la televisión con un adulto que explique y aclare.

Actitudes que se deben evitar

En general como ya se expuso atrás, la mayoría de estas situaciones son parte del desarrollo normal de los niños, pero cuando se presentan sí demandan una actitud adecuada de los padres y acompañantes, porque depende de ésta la resolución satistactoria y formativa para el niño.

Cuando el niño presente estos comportamientos no se debe golpear, gritar, insultar o maltratar sicológicamente con palabras como mira lo que me haces, yo que tanto te quiero, o no te voy a querer por esto.

No se debe chantajear al niño o sobornarlo con recompensas materiales por su comportamiento adecuado. Primero el afecto.

Conclusiones

Los comportamientos impulsivos,los berrinches, las negativas y otros son normales durante los dos años de edad, deben tratarse con paciencia, con una actitud comprensiva y firme para su resolución adecuada.

Los padres y acompañantes de los niños deben establecer límites de comportamiento, concertados con niño, que sepa qué se espera de él, qué le está permitido y qué no debe hacer, pero sobre todo, para que logre introyectar esas normas para comportarse de acuerdo con ellas porque el sabe qué está bien o mal.

Dentro del proceso de crianza puede ser necesario usar sanciones o castigos cuando el niño incumple las normas que conoce, pero este castigo debe ser apropiado para la edad y la falta, aplicado afectuosamente, no con violencia. Recordar manifestar desaprobación por la actitud o comportamiento inapropiado y no por el niño.

Las manifestaciones de impulsividad y agresividad del niño deben validarse como sentimientos normales del ser humano, pero se deben ofrecer alternativas para expresarlas y reemplazar aquellas menos aceptables socialmente: berrinches, mordiendo.

Cuando estos comportamientos se vuelven repetitivos, persistentes e inmodificables, debe estudiarse el entorno, la relación de los padres entre sí y con el niño, y solicitar ayuda sicológica o de terapistas de familia, antes de tildar al niño de Malcriado o niño difícil10.

Bibliografía

  • Brazelton T. Terry . El arte de escuchar al niño. Editorial Norma, Bogotá, 1.989. 219 págs.
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  • Posada D. A, Gomez J y Ramírez H., El niño sano, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 1.998
  • Schaefer Ch y Digerónimo T. Enseñe a su hijo a comportarse. Javier Vergara editor., Buenos Airess, 1.993.
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  • Betarcur MC. Nuestros hijos, semillas del futuro. Plaza y Janés, Bogotá, 1.998 pags 202-241
  • Marulanda A., Creciendo con nuestros hijos, Cargraphis, Cali, 1.998
  • Gabriel P y Wool R. El mundo inerior de los niños. Javier Vergara Editor, Buenos Aires, 1.992.
  • De Acevedo A. La buena crianza, Editorial Norma, Bogotá 2.000 pags 148-178.
  • Sáenz L. María L. El Síndrome del niño malcriado. En Actualizaciones Pediátricas Vol 7 No. 4 dic 1.997 pag 133-136.

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