La Sociedad de Pediatría Celebra la Apertura del Hospital Infantil

Nota de la Redacción: De acuerdo a la solicitud del doctor Alfonso Vargas Rubiano y por considerarlo también de gran valor histórico, publicamos a continuación el discurso de homenaje del Dr. Rubiano al Dr. Álvaro López Pardo, al ser este nombrado Director del Hospital Infantil de Bogotá, conocido mas tarde como Hospital Infantil “Lorencita Villegas de Santos”.

La solidaridad de las instituciones
dedicadas a la defensa del niño.
Discurso del doctor Alfonso Vargas Rubiano en
el homenaje al Director del Hospital Infantil, doctor
Álvaro López Pardo.

Apertura del Hospital Infantil

Tomado de “El Tiempo” -Marzo 11, 1995

Con motivo del nombramiento del Doctor Álvaro López como Director del Hospital Infantil de Bogotá, la Sociedad Colombiana de Pediatría ofreció una comida en honor del Doctor López Pardo y de algunos miembros de la Junta Directiva de mencionado hospital.

Fueron invitados de honor los doctores Jorge Andrade, José Vicente Huertas y Camilo Sáenz y el Director del Hospital de la Misericordia, profesor Rafael Barberi.

Con este motivo el presidente de la Sociedad Colombiana de Pediatría, doctor Alfonso Vargas Rubiano, pronunció las siguientes palabras:

Doctor López Pardo, señores miembros de la Junta Directiva y Síndico-gerente del Hospital Infantil, Señor Director del Hospital de la Misericordia, colegas de la Sociedad de Pediatría:

El hecho extraordinario que estamos celebrando de la apertura de un nuevo hospital infantil en la ciudad de Bogotá, es de tan magna trascendencia y motivo de tan unánime regocijo que atenúa en parte la enorme desproporción existente entren quien en estos momentos tiene la representación de la Sociedad de Pediatría y la importancia y significación que esta tiene en la vida nacional.

Porque este feliz acontecimiento determina que cualquiera de los distinguidísimos miembros de esta sociedad y aun como en el caso presente, el menos meritorio de sus integrantes, no tenga que hacer sino expresar con lenguaje nacido del corazón su voz calurosa de admiración y aplauso en cuantos hicieron posible la realización de tan grandiosa conquista en la secular batalla por la protección del niño colombiano.

Cuanto quisiéramos quienes no hemos hecho nada a favor de la infancia desvalida sentir lo que con legítimas razones deben estar sintiendo todos los que han dedicado sus capacidades y aun en la totalidad de la vida para defender a los que sufren y no tienen amparo; cuán tranquilizador tiene que ser el balance de una vida cuando ella se ha desarrollado en función de servicio a lo que nada puede retribuir; cuando las bendiciones de los humildes produzcan su virtual poder de mitigar los lacerantes efectos de la lucha vital.

Por eso dije al comenzar que cualquiera que fuese en ésta oportunidad vocero de la Sociedad Colombiana de Pediatría no podría hacer otra cosa sino trasuntar el orgullo que sentimos los pediatras colombianos al llamarnos colegas de un José Ignacio Barberi, de un José María Montoya, fundadores de hospitales para gente pobre; de un Rafael Barberi que dedica la totalidad de su existencia a atender a los niños que no pagan, de Jorge Andrade, Calixto Torres Umaña, Jorge Bejarano, Jorge Camacho Gamba, Darío Gutiérrez Laserna, Santodomingo Guzmán y Álvaro López Pardo, quienes en diversas épocas y circunstancias han estado luchando en la obra que gestara el noble corazón de Eduardo Santos y su dignísima esposa y al lado de Camilo Sáenz, José Vicente Huertas y demás caballeros de la sociedad bogotana, que han demostrado así como las clases dirigentes de Colombia se acercan cuando quieren a la triste realidad de nuestro pueblo y construyen obras de tan profundo sentido nacional y de tan pura inspiración cristiana como el Hospital Infantil de Bogotá. Por esta magnífica colaboración humana de los mencionados miembros de esta Sociedad, quienes con su ciencia, su pluma y su actividad han secundado en diferentes épocas la obra próxima a inaugurase del Hospital Infantil de Bogotá y por cuanto en su actual Junta Directiva , Jorge Andrade ha asumido gallardamente la vocería de nuestra Sociedad y recientemente por habérsele confiado al joven colega Álvaro López Pardo la dirección de la Sociedad Colombiana de Pediatría estima que está cumpliendo una de sus más nobles funciones estatutarias cual es la de colaborar por todos los medios a su alcance en todas las obras encaminadas a la protección de la infancia. Por otra parte esta cooperación científica de su brillan te equipo humano, nuestra asociación gremial no hace otra cosa sino cumplir con una ya larga y brillante tradición del servicio social infantil, cumplida, silenciosa y abnegadamente en el Hospital de la Misericordia, en diferentes organismos del Estado y particulares que se dedican a la atención de los niños bogotanos.

Siempre ha estado en el espíritu de todos los pediatras la patriótica angustia causada por nuestro elevadísimo índice de mortalidad infantil y el estado de desnutrición crónica de la totalidad de los niños pobres con la secuencia natural de decaimiento biológico del futuro hombre colombiano. Hay pues una implícita unanimidad en la valoración de estas labores sociales y en ello ponemos a paz y salvo nuestra conciencia cristiana y patriótica. Pero otro aspecto de nuestra formación profesional lo constituye el criterio científico adquirido en la Universidad y en el cotidiano contacto con libros revistas y colegas; esto es, que el pediatra, a mas de ser un inmenso corazón y una sensible antena de todos los padecimientos de la sociedad contemporánea, es un científico, puesto que la ciencia pediátrica avanza diariamente en hospitales y laboratorios, se adquieren nuevas nociones para hacer más exacta la técnica de curar a los niños.

Y esta dualidad nos atormenta constantemente, puesto que vemos que toda obra en pro del niño indefenso, inobjetable en su esencia y en su finalidad, muy poco vale si no se ajusta a la técnica pediátrica mas rigurosa y se debe considerar una injusticia el hecho de que en 1955 no se le pueda dar siempre a los enfermos pobres todo el arsenal terapéutico moderno.

Hospital Infantil Lorencito Villegas

Por esto es indispensable la coordinada acción médica y administrativa, pues de nada sirve la prescripción sin la correcta aplicación práctica. Este es otro motivo para mirar con fundado optimismo el éxito del nuevo Hospital, puesto que allí se han conjugado armónicamente la ciencia médica y la técnica financiera y, como feliz resultado, habrá ejemplar atención que beneficiará al niño enfermo, aumentará la experiencia científica del pediatra y robustecerá nuestra escuela científica autóctona.

Saludamos, pues, alborozadamente la apertura de un nuevo templo en el que continuarán oficiando los pediatras colombianos con el corazón y el cerebro y expresamos nuestro orgullo por la presencia en la dirección del Hospital Infantil de Bogotá de uno de nuestros mas distinguidos valores humanos, quien puede estar seguro de la permanente y fraternal colaboración de todos sus colegas de la Sociedad Colombiana de Pediatría.

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