Editorial, Congreso Nacional que se efectuó en la Capital en 1993
Termina un año más de labores y con él un grupo de creyentes en los beneficios que puede significar el trabajar unidos, completa un ciclo, que inusitadamente se prolongó por cuatro años: la Junta Directiva de la Asociación Colombiana de Pediatría – Regional Bogotá, elegida para el período 1995 – 1996 t reelecta para 1997 – 1998, acaba su misión.
Muchos fueron los temas que se trataron y grandes los esfuerzos para tratar de dar sentido a la agremiación.
No correspondió, para comenzar, el privilegio de comprar y poner en funcionamiento la Sede de la Asociación (con el producto de ese magnífico Congreso Nacional que se efectuó en la Capital en 1993), que valga la verdad fue, en su momento, una extraordinaria inversión, por las características mismas de la casa, por el precio que se pagó por ella y por el potencial de valorización que representa ( aún en este difícil momento de recesión).
Las baterías se enfilaron entonces a su dotación y adecuación para que mostrara una cara amable y confortable cuando, como se propuso desde un principio, y que se ha logrado muy parcialmente, se convierta en lugar adecuado para las reuniones científicas, culturales y, por que no, sociales que realizara la Asociación o sus afiliados
Muchas de las reuniones de la Junta, varias actividades académicas y no pocos (aunque pudieron haber sido más) encuentros culturales, se han realizado en los cuatro años de servicios que tiene la Sede. Si la dotación aún no es completa obedece a que, en primer lugar, la respuesta de la Industria Farmacéutica no fue todo lo generosa que pudo ser (y que en un principio se estimó) y a que los costos son altos para un presupuesto que se sostiene de unas cuotas que no todos los afiliados pagan con la debida puntualidad (ojalá se entienda que estoy pasando una cordial cuenta de cobro a quienes aún están en mora).
Se buscó luego reunir en la sede a las diferentes agremiaciones científicas que, desde diferentes especialidades, trabajan por el bienestar de los niños. Este objetivo sólo se logró muy parcialmente puesto que apenas la Asociación Colombiana de Infectología Capítulo Central y en lo que es casi una primicia la Academia Colombiana de Pediatría y que sirva esta nota como una cordial bienvenida para ellos, comparte con nosotros las instalaciones desde hace cerca de un mes. En un período, lamentablemente muy corto, nos acompañó la Sociedad Colombiana de Alergia e Inmunología. Esperamos que esta última regrese pronto y que muchas otras puedan compartir con nosotros esas instalaciones, modestas pero útiles y acogedoras (tómese esto como una invitación).
Reuniones académicas y culturales fue el otro tema en el que nos ocupamos. Los plenums se desarrollaron con mucha puntualidad, no poco esfuerzo de los ponentes y organizadores, magnífica calidad científica en todos ellos y, tristemente, no todos con la nutrida asistencia que hubiéramos deseado.
Las reuniones culturales sí no fueron al parecer muy bien recibidas y la asistencia a las que se lograron realizar fue tan pobre, más por vergüenza con los invitados que por la legítima pereza, producto de la desilusión, que le asiste al organizador de un evento que se ve frustrado en su esfuerzo, éstas tuvieron que ser suspendidas.
Finalmente el otro tema en el que nos comprometimos de lleno, en especial el Presidente, fue el de los problemas de la Pediatría ante el embate, por un lado de la Ley 100 de Seguridad Social y, por otro los “ataques” de los innumerables, descontrolados y en ocasiones peligrosos, grupos de vacunadores que con el silencio, en oportunidades cómplice de las autoridades, pululan sin ningún control en todo el país, pero especialmente en Bogotá. Nunca nadie podrá medir el daño que para los niños y los pediatras significó este “comercio” con las vacunas, en términos de deterioro de la consulta pediátrica, y que conste que mi preocupación va dirigida es a la valiosa y quizás nunca bien entendida puericultura, en lo que significa de preventiva y orientadora de las madres (y de los padres también pos supuesto) y no por el deterioro que ello significa para nuestro presupuesto.
Sin embargo por lo que podemos analizar hoy a al luz del estado actual de las cosas, esa era una batalla con las clases económicamente pudientes (lo cual en este mundo tan monetarizado era de esperarse) parece estar completamente perdida. Le queda a uno la sensación, amarga como es obvio, de que lo humanitario, lo sensible y lo altruista que tiene el ejercicio de la profesión médica riñe con el utilitarismo y la “productividad” que deben tener hoy las actividades humanas para que prosperen.
Muchas son las personas que merecen nuestra gratitud por la ayuda y el apoyo que significaron en estos cuatro años, bien sea por el respaldo económico que algunas compañías farmacéuticas nos brindaron para poder sacar adelante nuestras iniciativas, dirigidas siempre al beneficio gremial y nunca al personal y prefiero no nombrar a ninguna para no caer en el pecado de la omisión, bien por el estímulo que representó su asistencia a las diferentes actividades organizadas, y este punto lo considero muy especial, por la amistad que, creo yo, encontramos en cada uno de los miembros de la Junta.
Sea ésta la oportunidad, repito, para agradecer a todos ellos su valioso concurso, entusiasmo y sincera colaboración perdóneseme que sea selectivo, muy especial sea el agradecimiento al Presidente de la Junta, el Dr. Rafael Castro Martínez, un señor amigo, Señor y Amigo, de la Revista y en el mío propio, suerte en sus futuras labores y desde ésta, la que yo siempre he llamado “su tribuna”, estaremos en contacto y persistiremos en la lucha por continuar sacando adelante un ideal: la Pediatría Colombiana, y por sobre todo, el Niño Colombiano.
Cuando estas líneas salgan a la luz pública ya habrá sido elegida la nueva Junta, pero por los ineludibles plazos de la impresión de la revista no la podemos registrar en este número. Reciban de todas maneras los nuevos directivos nuestra sincera felicitación y la seguridad de que desde aquí continuaremos brindándoles, como ha sido hasta ahora, todo nuestro apoyo para que se labor sea tan o más fructífera que al de nuestros colegas salientes.
Para finalizar y, ya que nuestra misión al frente de la Revista continúa, en el mismo propósito que hemos defendido de tiempo atrás, incluimos en esta entrega una nueva colaboración del Dr. Luis Fernando Gómez Uribe sobre la Reforma a la Salud que me parece que nos debe servir a todos como punto de reflexión para futuras acciones en este campo tan vapuleando desde la aparición de la Ley 100 de Seguridad Social.
EL EDITOR
Cartas al Editor
Cartagena, septiembre 11 de 1998
Doctor:
León Jairo Londoño Velásquez
Bogotá
Apreciado León Jairo:
Con gran agrado leí la nota del volumen 33 No. 2, de junio de 1998 de la Revista Pediatría, donde entre otros temas, tocas el gran problema con los mal llamados Centros de Vacunación.
Quisiera poner en conocimiento de todos los pediatras del país la otra modalidad de abuso que estamos recibiendo en el mismo campo de la vacunación y es la ejercida por los laboratorios productores o importadores de los biológicos de más uso en nuestra profesión, quienes después de usar nuestro prestigio en la recomendación de que todo niño debe estar vacunado, especialmente con las vacunas nuevas en el país, que ellos mismos nos venden a precios astronómicos, van, luego de hacernos comprar grandes stocks de biológicos, a las compañías, matrices, por ejemplo, cajas de compensación familiar, compañías de medicina prepagada, alcaldías, etc., y por un volumen les entregan estos mismos biológicos a precios 50% por debajo de lo que nos ha cobrado a nosotros en el consultorio.
Esto trae consigo que nuestra escasa población de los consultorio, se desplace a estas compañías que ofrecen los mismos biológicos a menor precio, por razones desleales de dos laboratorios con nosotros los pediatras del país, llegándose a quedar en stock, biológicos comprados a un precio, que sólo saldrían igualando los precios de estas entidades.
Esta preocupación la vengo planteando en el seno actual Junta Directiva de la Sociedad Colombiana de Pediatría, de la cual, usted también hace parte, para que tomemos desde ya cartas en el asunto y expresemos nuestro malestar en forma oficial a los laboratorios del país.
Pero mientras tanto es bueno que a través de este medio que llega a los pediatras de Colombia, se les alerte de no comprar masivamente biológicos hasta que haya una política clara al respecto.
Con sentido de aprecio y consideración, su colega y amigo.
LUIS ALFONSO MONTERROSA BULA
Pediatra Neonatólogo, Cartagena.
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