Nutrición clínica, Lípidos estructurados
Lípidos Estructurados
Hay un nuevo tipo de grasa constituida por los denominados “lípidos estructurados”. Estos lípidos hechos por el hombre fueron sintetizados inicialmente variando las combinaciones de TCL y aceite de coco para obtener una variedad aleatoria de triglicéridos que contenían distintos ácidos grasos de cadena media y de cadena larga.(92,93)
Sin embargo, también se pueden crear mediante interesterificación de los TCM y de los aceites de pescado y cártamo.(94) En experimentos con animales se observaron mayores niveles de concentración de albúmina, retención de nitrógeno y crecimiento con los lípidos estructurales que con las mezclas físicas de TCM y TCL.
También se ha dicho que al administrar los lípidos estructurales en la nutrición parenteral hay una menor tasa de infección y se mejora la sobrevida. (92,95) Se supone que estos efectos se deben a una menor producción de eicosanoides inflamatorios e inmunosupresores.
Podemos decir tentativamente que los lípidos estructurales “hechos a la medida” que contengan ácidos linoleico y/o linolénico alfa son una forma de proporcionar componentes de ácidos grasos esenciales en una misma molécula de glicerol.
Aún está por determinarse el valor de las combinaciones físicas de emulsiones de lípidos estructurales como fuentes de energía. En el momento no existe una fuente comercial de emulsiones de lípidos estructurales, de tal manera que tanto la experiencia clínica como preclínica es limitada.
Ácidos grasos omega-3
El interés actual por el uso de los aceites de pescado se originó en la observación epidemiológica de una menor incidencia de aterosclerosis y mortalidad relacionada con la edad en los esquimales de Groenlandia, en comparación con la totalidad de la población de Dinamarca. (96)
El contenido total de grasa y colesterol en ambas dietas era semejante, pero la de los esquimales incluía una proporción considerable de ácidos grasos omega-
3. Como ya se mencionó, se ha dicho que los ácidos grasos omega-3 ejercen un efecto protector frente al desarrollo de enfermedades cardiovasculares(97) e inflamatorias.(98,99)
También se ha dicho que la suplementación con aceite de pescado tiene efectos benéficos en muchas otras enfermedades crónicas.
Algunas observaciones preliminares sugieren que los aceites de pescado pueden contribuir al tratamiento de la dermatitis atópica(100) y de la psoriasis. (101) El tratamiento con ácidos grasos omega-3 en la dieta ofrece posibilidades muy interesantes en las enfermedades malignas.(102,103)
También hay indicaciones de que los lactantes prematuros deben recibir soporte limitado con los ácidos grasos omega-3 requeridos para la composición normal de los lípidos en el cerebro y la retina.(104,105)
Las principales ventajas de los metabolitos derivados del EPA y el DHA se resumen de la siguiente manera: (106)
1. El tromboxano A3 derivado del EPA es menos activo en agregación plaquetaria que el A2, mientras que conserva sus propiedades anticoagulantes y de relajación del músculo liso de los vasos.
2. El leucotrieno B4 mejora la quimiotaxis, mientras que otros como el C4, D4 y E4 aumentan la permeabilidad y la contractilidad vasculares.
El EPA se convierte en B5, el cual tiene solo una fracción de la actividad del B4 y el PAF, lo cual se traduce en una menor migración quimiotáctica y menor adherencia de las células endoteliales.
Esto significaría que los ácidos grasos omega-3 ejercen efectos importantes sobre la síntesis de los leucotrienos que promueve la inflamación.
3. La alimentación con aceites de pescado está asociada con cambios profundos en los procesos de regulación inmune, entre ellos la producción y liberación de diversas citoquinas, como ya lo mencionamos.
En la actualidad se ha postulado la idea de que como resultado de esos cambios podrían alterarse la historia natural y el progreso de las enfermedades con un componente inflamatorio o inmunológico.
4. El consumo de EPA y DHA reduce las concentraciones séricas de colesterol, LDL y triglicéridos.
Existen numerosos informes acerca de estudios clínicos y experimentales con la administración enteral (oral) de diversas preparaciones de aceite de pescado.
Sin embargo, es poco lo que se sabe acerca de los efectos de la administración intravenosa de los ácidos grasos omega-3.
En nuestro laboratorio no observamos ningún efecto aparente sobre el crecimiento y el metabolismo del nitrógeno en ratas catabólicas tras la administración parenteral de una preparación de aceite de pescado (10% Omegaven: Fresenius AG. Alemania). (107) Esto podría explicarse sobre la base del supuesto de que la respuesta catabólica es prácticamente obligatoria durante la fase inicial y los esfuerzos nutricionales son inútiles.(108)
Sin embargo, la NPT con aceite de pescado produjo una menor concentración de ácidos grasos libres en el plasma y un menor contenido de triglicéridos en el hígado, lo cual sugiere un aumento de la oxidación de los ácidos grasos y una reducción de la síntesis de los triglicéridos en el hígado.
En nuestro estudio,(107) apenas a los 3-4 días después de iniciar la infusión con aceite de pescado observamos una incorporación dependiente de la dosis de los ácidos grasos omega-3 en el total de lípidos y fosfolípidos tisulares a expensas de los ácidos grasos omega-6.
Conviene advertir contra la tendencia de sobreinterpretar la información disponible actualmente. Es probable que no sea válido extrapolar los resultados de las observaciones in vitro a la situación in vivo, y de los animales a los seres humanos.
Sin embargo, podemos plantear varios interrogantes. En lo que se refiere a la duración del tratamiento y a la dosis suplementaria utilizada, es posible que los periodos de tratamiento y de eliminación utilizados en los estudios hayan sido demasiado cortos. Es dentro de este contexto que se pueden considerar los efectos tardíos de los ácidos grasos omega-3 sobre la formación de monocitos y de IL-1, los cuales permanecen por varios meses después de suspender la suplementación.
Se justifica definir la dosis óptima de aceite de pescado que puede producir una acción benéfica sin efectos secundarios indeseables (por ejemplo, el aumento de la tendencia al sangrado, la menor respuesta insulínica).
Además, existe la necesidad de identificar cuál es el componente del aceite de pescado que tiene el mayor poder para producir el efecto metabólico deseado. No cabe duda de que hay mucho por aprender antes de que las emulsiones a base de pescado se conviertan en una realidad en la clínica.
Hace un poco más de un siglo, la relación entre la nutrición y la enfermedad se habría resumido con el viejo proverbio inglés que dice que “para la gripe cobijas y para la fiebre ayuno”. En la actualidad, nuestra forma de entender esa relación ha evolucionado hasta el punto en donde podemos explorar el papel de la dieta en la regulación de la expresión genética.
Habíamos querido ilustrar hasta dónde hemos avanzado en nuestro conocimiento del papel crítico de la nutrición clínica en lo que se refiere a modificar el tratamiento y la respuesta metabólica a una enfermedad aguda o crónica. Hicimos énfasis en el desafío de integrar un trasfondo imperfecto de conocimientos diverso pero pertinente cuando se trata de explorar el papel de la nutrición durante episodios de enfermedad y desnutrición.
Hemos examinado un enfoque relacionado con las áreas de la biología molecular, los mediadores endógenos y los nuevos sustratos específicos para los tejidos y hemos evaluado en forma crítica cuántos de estos temas están estrechamente relacionados en el campo de la nutrición clínica. Sobre la base de estas evaluaciones hemos propuesto nuevos horizontes.
En efecto, la nutrición puede tener diversas interacciones con la respuesta metabólica al estrés. La respuesta catabólica se puede modificar y se podría acelerar la recuperación a través de distintos medios nutricionales, recortando la permanencia en el hospital y el periodo de convalecencia.
Al mismo tiempo que la nutrición clínica se establece como una disciplina médica esencial, los avances básicos en la bioquímica nutricional continúan ampliando las fronteras del conocimiento de la relación entre el mecanismo básico de una enfermedad y las medidas nutricionales.
Las nuevas fronteras de la biología molecular también tienen aplicaciones inmediatas para la ciencia de la nutrición y la nutrición clínica. En efecto, este conocimiento combinado ya ha sido utilizado por los investigadores clínicos para desarrollar nuevas medidas terapéuticas.
La nutrición clínica moderna es una disciplina que evoluciona y cambia permanentemente. A fin de facilitar el progreso general en este campo, los clínicos deben mantenerse al tanto de todas las facetas de este desarro-86 Fürst P.llo.
Espero que esta comunicación contribuya a fomentar el interés y el entendimiento entre los médicos y los investigadores acerca de la nutrición clínica avanzada, la evaluación crítica y rigurosa de los supuestos y las hipótesis sobre las relaciones entre la dieta, la nutrición, la salud y la enfermedad, proporcionará con el tiempo un conocimiento sólido sobre aquello que podemos y no podemos lograr mediante la nutrición.
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