Manejo y Prevención Nutricionales de Enfermedades Crónicas en la Mujer
Piedad Roldán Jaramillo
Nutricionista Dietista Especialista en Administración de Servicios de Salud.
Desde la antigüedad más remota se encuentran referencias de la llamada “edad crítica” de la mujer, en la que eran señaladas como “mujeres blancas” a las que estaban pasando por la menopausia y “mujeres rojas” a las que menstruaban.
De esta época se resaltan antecedentes como:
– Aecio de Amida, quien 500 a.C, escribió que la sangre cesaba a los 50 años.
– Titius, en el siglo XVIII escribe una tesis llamada: “Cessation Menstruorum”.
– Quincy, en el siglo XVIII habla del “climax” en el sentido de “crisis” en la vida de la mujer.
– Gardanne, quien en el siglo XIX utiliza ya el término de menopausia “Ménespause” para describir la cesasión de la menstruación.
Son 2.500 años de antigüedad en la que se señala este período como una edad crítica, al relacionarlo con trastornos propios de la reproducción de tipo fisiológicos y psicológicos inevitables. Y lo curioso es que esta concepción no difiere mucho del concepto que hoy, adportas del siglo XXI tenemos hombres y mujeres profesionales o no frente a la menopausia y el climaterio.
Lo anterior, dado por los mitos y tabúes que se conservan alrededor de la menopausia y el climaterio estigmatizando esta etapa de la mujer de tal forma que no da la suficiente cabida a una mirada preventiva más allá de la curativa, asistencial y resignada.
Lo anterior, lleva a que muchas mujeres se desanimen al advertir la llegada del climaterio y la menopausia, pensando que ya es “demasiado tarde” para plantearse nuevas metas de vida, e incluso se disponen a esperar un rápido deterioro…
Así como preparamos de forma natural a una púber para la adolescencia, o a una madre para su maternidad:
Deberíamos prepararnos MUJERES para el ciclo de vida que es la menopausia y el climaterio. Con este ciclo ocurre igual que con la vejez (además son relacionadas estrechamente) circunscribiéndolos al deterioro, la enfermedad y la decadencia a tal punto que no hacemos nada para prevenirla y hacer de ella un ciclo más para ser VIVIDO… a plenitud…
El “aumento de la esperanza de vida” que se ha ampliado desde los 27 años para el siglo XVI, hasta los 83 años en nuestros días y los 88,1 que se calculan para el año 2.050, pone de manifiesto que un tercio de la vida de la mujer estará sometida a la “deprivación hormonal”, razón más para dar un viraje diferente a la forma de vida que debe ser este ciclo.
Por lo anterior y por las peculiares características de la morbilidad y la mortalidad asociadas con este período, que son todas prevenibles, se hace inminente el enfoque que debe darse hacia el MEJORAMIENTO DE LA CALIDAD DE VIDA DE LA MUJER, teniendo presente que “la prevención es la mejor arma que el progreso nos ha heredado, pues nunca es tarde para recurrir a ella. Sin duda entre más temprano se ponga en práctica mejores serán sus beneficios. Lo importante no olvidarla y dejarla como último recurso”.
Y bajo este enfoque, la Alimentación y la Nutrición juegan un papel protagónico, más en la prevención que en el tratamiento, pero igual protagónico.
Como sabemos, las cardiopatías (ateroesclerosis, HTA), la Osteoporosis, el Cáncer (de mama, ovarios y endometrio) y los trastornos de peso (Obesidad) son las principales enfermedades crónicas que se manifiestan en la mujer, relacionadas con la deprivación hormonal.
Así, para desarrollar el tema, más que centrarme en cada una de estas enfermedades, hablaré de las principales consideraciones y recomendaciones que en alimentación y nutrición deben tenerse en cuenta para que la VIDA de la MUJER sea VIVIDA con mayor tranquilidad y CALIDAD.
(Lea También: Alimentación Adecuada, Prevención Nutricionales de Enfermedades Crónicas)
Para ello, es importante hacer un recorrido por los factores de riesgo asociados con dichas patologías y desarrollar así las orientaciones mencionadas:
Factores de Riesgo Asociados con:
Osteoporosis: (Afecta al 80% de las mujeres climatéricas)
- Estado menstrual
- Inactividad
- Medicamentos
- Ingesta de Calcio
- Tabaquismo
- Consumo de alcohol
- Ingestión excesiva de fibra
- Cafeína
- Raza (blanca)
- Estatura/complexión
- Peso
- Antecedentes familiares
- Cardiopatías
- Edad
- Herencia
- Inactividad
- Obesidad
- Ingesta alta de grasas (principalmente saturadas)
- Ingesta alta de carbohidratos (principalmente simples)
- Raza
- Tabaquismo
- Cáncer
- Edad
- Herencia
- Antecedentes
- Obesidad
- Tabaquismo
- Alcoholismo
- Inadecuados hábitos alimentarios
- Obesidad
- Herencia
- Inactividad
- Ingesta de algunos alimentos La obesidad exógena constituye el 92 a 93% de los casos de obesidad… es causada no sólo por exceso en el consumo de calorías, sino además por el bajo gasto energético dado por el sedentarismo y la inactividad.
Con este recuento, podemos establecer, que los puntos concretos sobre los cuales se orientará el tema, serán:
1. El ejercicio / actividad física
El ejercicio isométrico, periódico y constante se convierte en un hábito necesario de ser incluido en el estilo de vida de cualquier mujer a cualquier edad.
No se debe olvidar que el “esqueleto” responde favorablemente al ejercicio físico incluso a los 60 años de edad, y que la inactividad y el sedentarismo debilitan la estructura ósea.
El ejercicio incrementa el consumo máximo de oxígeno, ayuda a formar y conservar la masa magra, aumenta el tono muscular, mejora la sensibilidad a la insulina, disminuye los niveles de colesterol total, aumenta los niveles de HDL, favorece la osteogénesis, produce beneficio psicológico relacionado con satisfacción, autoestima y aceptación, razones por las cuales se convierte en un “arma” importante para prevenir y contrarrestar no sólo la obesidad y el sobrepeso, sino además la Osteoporosis, la diabetes, las cardiopatías y el llamado síndrome del “nido vacío” que experimentan muchas mujeres debido al cambio de rol dentro de los hogares encontrando en el ejercicio una alternativa de entretenimiento y distracción, al tiempo que se cuida la salud.
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