Perlas: Cáncer Endometrial, en Revista de Menopausia
Causas, Presentación, Diagnóstico, Estadificación y Terapia del Cáncer Endometrial
MedWire News
Un nuevo trabajo de revisión clínica apunta no solamente a presentar una actualización sobre el estado actual del conocimiento, sino que también proporciona prácticos consejos útiles para los médicos generalistas y los no-especialistas.
El cáncer endometrial representa el 92% de los cánceres uterinos y es el cáncer ginecológico más común en el mundo desarrollado. Tomando como base los datos de los más recientes ensayos clínicos, estudios observacionales, revisiones y meta-análisis, un grupo de especialistas del Imperial College de Londres, Reino Unido, publicó hace poco una revisión clínica del cáncer endometrial. Además de presentar esclarecimiento sobre el estado actual del conocimiento, esta revisión acreditada como EMC tiene como objetivo proporcionar directrices y consejos para no-especialistas.
Aunque la incidencia de cáncer endometrial en Europa es estable o decreciente en las mujeres premenopáusicas o perimenopáusicas, datos de registros y estudios observacionales sugieren que está aumentando en las mujeres posmenopáusicas.
Aunque aún resta esclarecer por completo los procesos patogénicos del cáncer endometrial, se han identificado muchos factores de riesgo. Los autores de la revisión informan que los factores de riesgo mejor establecidos son la obesidad y la inactividad física, y la estimulación crónica de estrógeno no-opuesto del endometrio.
La mayoría de las mujeres se presenta temprano en el curso de la enfermedad, 80 al 90% de las cuales tienen adenocarcinomas endometroides estrógeno-dependientes tipo 1. Aunque el cáncer endometrial tipo 1 generalmente tiene un buen pronóstico, los tumores tipo 2 tienden a presentarse en un estadio más avanzado, son más agresivos y confieren pronósticos menos favorables. Los cánceres tipo 2 no son estimulados por el estrógeno y más a menudo son adenocarcinomas serosos papilares o de células claras.
Asimismo, presentan mayores riesgos asociados de relapso y metástasis que los cánceres tipo 1. Para el diagnóstico del cáncer endometrial existe una serie de directrices europeas y estadounidenses, pero dos exámenes son considerados obligatorios: ecografía transvaginal y biopsia endometrial. Los resultados de un gran metaanálisis indicaron que en el 96% de las mujeres con cáncer endometrial se encontró un grosor endometrial de más de 5 mm. Otro meta-análisis demostró que un grosor endometrial de 4 a 5 mm se asociaba con un bajo riesgo de cáncer, aunque esto no fue aplicable en el caso de las pacientes con terapia de reemplazo hormonal o quienes estaban siendo tratadas con quimioterapia por carcinoma mamario. No obstante, un diagnóstico definitivo siempre requiere un análisis histológico.
La estadificación prequirúrgica (estadios FIGO I al IV) habitualmente se basa en las imágenes de resonancia magnética o tomografía computada. El cáncer endometrial estadio FIGO I, presente en cerca del 80% de las pacientes, a menudo es tratado con histerectomía total abdominal y salpingo-ooforectomía bilateral. El cáncer II al IV comúnmente se trata con una histerectomía radical modificada, salpingo-ooforectomía bilateral y disección de nódulos linfáticos. Habitualmente no se usa radioterapia adyuvante cuando la patología se encuentra en un estadio temprano y es de bajo riesgo, pero cuando en un estadio temprano el riesgo es alto, la enfermedad se trata con radioterapia pélvica adyuvante y braquiterapia vaginal. Los ensayos clínicos de quimioterapia adyuvante han producido resultados mixtos, y el valor de la quimioterapia, particularmente en el estadio FIGO I, aún no es claro.
Los investigadores presentan una serie de consejos para los no-especialistas, enfatizando la importancia de una rápida derivación de las mujeres posmenopáusicas con sangrado vaginal, y mujeres en el rango etario de los 40 a los 50 años con sangrado intermenstrual. También debería considerarse la derivación en las mujeres más jóvenes con sangrado vaginal inusual, especialmente las obesas o las que han recibido estrógenos opuestos crónicos. Los investigadores agregaron que “el médico generalista puede actuar como eje, asegurando que la paciente conozca todas las redes de apoyo desde la enfermera especializada en cáncer hasta el centro de cáncer local”.
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